La Biblia y la matanza de niños

El derecho al aborto y el rumbo de la sociedad

Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, EU

Revolución #013, 28 de agosto de 2005, posted at revcom.us

Nota de la redacción: El pasaje que presentamos a continuación es parte de una serie de conversaciones, discusiones y charlas formales de Bob Avakian. Vamos a publicar una serie de pasajes en las próximas semanas. Tiene leves cambios editoriales.

Uno de los principales argumentos de los fundamentalistas religiosos que atacan el aborto es que "mata a bebés". Si queremos refutarlo, tenemos que decir de frente que el "Señor" (el "dios" de la Biblia) exhorta una y otra vez a cometer atrocidades y a destrozar pueblos enteros (e incluso a matar pequeños) que han prendido su ira. El profeta Isaías, hablando directamente por el "Señor", llama a estrellar contra la roca a los pequeños de Babilonia (Isaías, capítulos 9-14). De igual modo, los últimos versículos del Salmo 137 dicen:

"Oh hija de Babilonia
la despojadora:
¡Bienaventurado el que te dé la paga por lo que Tú nos hiciste!
¡Bienaventurado el que tome a tus pequeños y los estrelle contra la roca!".

Aquí en el Salmo 137, en el libro de Isaías y en otras partes de la Biblia se exhorta a reventar los sesos de los niños y se celebran tales actos y, para que quede claro, NO se trata de fetos sino de niños ya nacidos que son seres humanos completamente desarrollados y físicamente independientes de la mamá. Así que cuando los fanáticos fundamentalistas ponen el grito en el cielo porque una mujer aborta y dicen que ella y los médicos y el personal de las clínicas "están matando a bebés", debemos preguntarles: "¿Creen en la Biblia?". "Sí", dirán, desde luego. "Entonces, ¿creen en estos versículos del Salmo 137 y en el libro de Isaías donde el ‘Señor’ y sus representantes exhortan a matar niños, y lo celebran? Porque si no defienden eso, ¡no vengan aquí alzando la Biblia e invocando su ‘autoridad’ para condenar a otros por ‘matar a bebés’! Si van a escoger qué defienden de la Biblia y qué no, son una bola de hipócritas, pues ustedes mismos dicen que es la palabra de dios y tiene la autoridad moral absoluta de su ley. Si no quieren defenderla hasta la última palabra (inclusive las partes que exhortan a cometer atrocidades grotescas y sin sentido y matanzas de niños), ¡más bien cállense y dejen de hostigar y amenazar a las mujeres que abortan y a sus médicos y el personal de las clínicas que ofrecen abortos higiénicos!".

Ahora, si los fanáticos fundamentalistas quieren defender las atrocidades de la Biblia, como la matanza de niños, son los peores hipócritas, porque entonces, ¿cómo condenan a otros por "matar a bebés"? Lo más absurdo del argumento es que el aborto no tiene nada que ver con "matar a bebés": es un tratamiento médico que extrae el feto, el cual no es un ser independiente completamente desarrollado (volveré a esto más adelante). Así, en este caso los fanáticos fundamentalistas tampoco tienen ningún derecho a hablar de "matar a bebés" y no hay por qué hacerles caso.

Otra cosa muy importante: por lo general los que atacan el derecho al aborto se oponen a los métodos anticonceptivos, y además de oponerse al DIU (un dispositivo que evita que el óvulo fertilizado se implante en las paredes del útero), se oponen a todos los métodos anticonceptivos. Por ejemplo, los católicos reaccionarios que se oponen al aborto también se oponen a los anticonceptivos. La doctrina de la iglesia católica así lo dicta por una razón fundamental que va al grano del asunto: según el punto de vista religioso reaccionario, la mujer debe subordinarse al esposo y parirle hijos, y en tal caso los anticonceptivos, al igual que el aborto, son indeseables. Por su parte, los fundamentalistas fascistas evangélicos también se oponen a los anticonceptivos para toda pareja, incluso para los matrimonios (lo dicen en muchas declaraciones destacados fundamentalistas evangélicos opuestos al aborto, pero es importante ponerlos en evidencia).

Al señalar estas cosas, podemos voltearles la tortilla política e ideológicamente a los fundamentalistas religiosos y dejar al descubierto que aquí hay gato encerrado: no es la supuesta matanza de bebés lo que les preocupa; lo que quieren, esencialmente, es que la mujer sea propiedad del hombre, que se subordine al esposo y le dé hijos (propiedad). Debemos atacarlos con furia y fuerza: " Eso es lo que plantea su Biblia y lo que ustedes defienden, y lo demuestra el hecho de que además de oponerse al aborto, se oponen a los anticonceptivos".

Por otra parte, no olvidemos que más del 90% de los abortos se hacen en el primer trimestre de embarazo, los primeros tres meses cuando el feto es muy pequeño (del tamaño del punto a final de esta oración a unos dos centímetros). Los oponentes del aborto hablan mucho de los supuestos horrores del aborto tardío, etc. Lo llaman "aborto de nacimiento parcial", lo cual es una tergiversación total. Además, dan a entender que se practican muchos, cuando en realidad son poco usuales y generalmente se hacen para salvaguardar la salud de la mujer (algo que tapan o no mencionan). Luego, su propaganda asocia tales "horrores" con todo tipo de aborto. De ningún modo estoy proponiendo que nos pongamos a la defensiva en cuanto a los abortos tardíos, pues la propaganda fundamentalista es una distorsión de pe a pa. Urge lanzarnos a la contraofensiva y plantear lo esencial del asunto. En más del 90% de los abortos estamos hablando de un grupito de células minúsculas (el feto) contra el destino de la mujer. Fisiológicamente y como cuestión social es el destino de la mujer contra un grupito de células, que en ese momento (en los primeros tres meses, especialmente) no han pasado por el proceso de diferenciación (los órganos internos y otras partes del cuerpo con funciones específicas todavía están sin desarrollar o a medio formar). No es un ser humano completamente desarrollado, ni mucho menos. Es solamente un grupito de células. Tenemos que dejar eso bien claro.

El aborto es un asunto crucial y tras las elecciones del año pasado se perfila como una cuestión sumamente candente. Los fascistas cristianos claman por abolir el derecho al aborto y les dicen a Bush y los republicanos que "¡ya es hora de que les cumplan esa promesa!". Por eso, le cayeron encima a Arlen Specter, un senador de Pensilvania de larga trayectoria que supuestamente es un republicano moderado (¡vaya!) y le advirtió a Bush que no debía nombrar magistrados que quieren prohibir el aborto.

En general la polarización política no es favorable ahora. Igual con la cuestión del derecho al aborto: se ha sembrado mucha confusión, incluso entre las mujeres, especialmente las jóvenes. La embestida reaccionaria ha surtido un gran efecto, sobre todo la mentira de que el aborto es "matar a bebés". Muchas jóvenes no captan la verdad, y muchos otros la han perdido de vista y han quedado "confusos" con sentimientos "contradictorios". Esto se debe a que encima del aluvión reaccionario está el problema de que las líderes democrático-burguesas del movimiento femenino han adoptado la estrategia pasiva de confiar en políticos del Partido Demócrata como Clinton y Gore. Víctimas de la noción falsa de que "Jamás podrán quitar del todo el derecho al aborto... y en caso de una amenaza grave, votaremos por los demócratas", durante años han entregado la iniciativa política, ideológica y moral a los fascistas cristianos y reaccionarios y su embestida contra el aborto.

Obviamente es muy bueno que hace poco un millón de personas manifestaran su apoyo al derecho al aborto, pero por sí solo no significa tanto porque no se ha tomado la iniciativa política e ideológica. Francamente, muchos de los manifestantes no sabrían cómo responder a la ofensiva ideológica y moral de los reaccionarios, fuera de repetir algunas frases sobre el derecho a escoger; no podrían refutar los argumentos centrales de los que lo atacan con saña.

Además, el movimiento femenino está perdiendo fuerza porque no ha sabido plantear y debatir cuestiones cruciales para la mujer. Los fascistas cristianos han organizado a muchas mujeres, aprovechando su temor a los valores que las feministas justamente defienden, y el movimiento femenino reformista no ha sabido responder. No estoy diciendo que las mujeres influenciadas por la propaganda fascista cristiana son las primeras que tenemos que convencer, pero tampoco debemos ignorarlas o descartarlas como caso perdido.

He abordado esto a fondo y recalcado su importancia porque estas cuestiones son importantes de por sí y porque son un aspecto central de la polarización actual en este país, y podrían ser clave para una repolarización más favorable que cambie profundamente el rumbo de la sociedad.

Aquí hay otro reto crucial que debemos asumir, desde nuestra perspectiva comunista revolucionaria cabal con la meta de emancipar completamente a la mujer y abolir toda opresión y explotación y, finalmente, emancipar a toda la humanidad.