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Revolución #47, 21 de Mayo 2006

Encuentros con Horowitz

Me esperaban varias sorpresas cuando fui a escuchar hace poco una charla de David Horowitz en la Universidad de Chicago. Por ejemplo, no esperaba encontrarme en medio de un debate espontáneo con Horowitz, estimulado por un estudiante republicano (hablaré de esto más adelante). Pero esa no fue la única sorpresa. He escrito en Revolución que Horowitz se ha proclamado “ariete” del plan de convertir las universidades en un vacío reaccionario y sofocante. He advertido que tiene el apoyo de la Casa Blanca y que tiene un séquito de peligrosos camisas pardas dedicados a delatar a los profesores que hagan comentarios “no relacionados al tema”. He denunciado su racismo y sus esfuerzos por impedir que se enseñen —o incluso se mencionen— verdades comprobadas acerca de esta sociedad y su historia.

Así que estoy algo familiarizado con Horowitz. Pero verlo en vivo y ver la reacción que causó en una universidad de la élite fue sorprendente. Asistieron unas 300 personas, casi todos estudiantes de la Universidad de Chicago. Delante de mí, un estudiante tenía una camiseta con la leyenda: “¿Pero funciona EN TEORÍA?”. ¡Esa universidad no es exactamente un hervidero de pragmatismo! A mi lado, unos cinco o seis estudiantes tenían el número de Revolución de esa semana y pasaron 20 minutos, hasta que salió Horowitz, leyendo la primera parte del artículo “La base, las metas y los métodos de la revolución comunista” de Bob Avakian. Me enteré más tarde de que no eran radicales. Otros estudiantes leían el artículo sobre Horowitz del número anterior de Revolución (y uno se basó en él para hacerle una pregunta al final).

Pero Bob Avakian no fue la única persona que habló del comunismo esa noche. Admito que no estaba preparado para la avalancha de anticomunismo del rollo de Horowitz. Empezó con una versión actualizada de las películas anticomunistas de los años 50: el joven Horowitz es idealista y marxista, partidario del movimiento de derechos civiles y cree que los negros viven oprimidos. Esos valores no suenan tan mal… ¡al principio! Pero la trama termina con la muerte de la contadora de Horowitz, a quien él mandó a ayudar en un programa de los Panteras Negras. Dijo: “Sé que la asesinó el Partido Pantera Negra”.

¿Les parece intolerable, o a lo mínimo inquietante, la opresión de los negros en este país? Bueno, a David Horowitz también le parecía, pero “ellos” mataron a su contadora. Continuó: “Todas mis ideas sobre justicia social, sobre los oprimidos de los ghettos, todo lo que decía… acerca de los Panteras, que la policía era fascista y que los atacaba… era mentira”. De hecho los Panteras eran una “pandilla asesina”. ¿No lo creen? Bueno, “lo vi con mis propios ojos”, afirma Horowitz.

Aquí hay que decir un par de cosas. Primero, a ninguna persona asociada con los Panteras la acusaron de la muerte de la señora que mencionó Horowitz. Segundo, a pesar de una increíble represión y con grandes sacrificios personales, el Partido Pantera Negra (PPN) planteó la revolución para millones de personas de este país. Las autoridades asesinaron a docenas de Panteras, como Fred Hampton, en la ciudad donde hablaba Horowitz, pero este no mencionó que a Hampton lo drogó un informante y que la policía lo asesinó en su cama. A muchos Panteras más los metieron a la cárcel muchos años con cargos inventados, como a Geronimo Pratt, quien pasó varias décadas preso, hasta que lo tuvieron que soltar porque salió a flote que le tendieron una trampa. Tercero, por varias razones los Panteras no pudieron mantenerse en el camino revolucionario; cuando Horowitz se alió con el PPN, este había abandonado la revolución y estaba dedicado a abrir fábricas de zapatos, y su estrategia para el cambio había dejado de ser la revolución y era trabajar con el sistema. Atribuir las acciones del PPN en ese período a una ideología revolucionaria es desinformación consciente.

Pero la atmósfera del auditorio durante ese cuento me hizo recordar los campamentos de verano de cuando era chamaco, cuando los maestros nos infundían miedo con cuentos de campistas que se metían al bosque y terminaban devorados por un monstruo o un fantasma. ¿Más de dos millones de personas en la cárcel, la mayoría negros, latinos y otros oprimidos? ¿La epidemia de asesinatos y brutalidad policiales, concentrada en las experiencias de Amadou Diallo, Abner Louima o Rodney King? ¿Toda la historia vergonzosa de esclavitud y segregación, desigualdad y opresión, como se vio en lo que pasó tras el huracán Katrina? “¡No piensen en eso! Los matarán hampones negros”, nos dice Horowitz. Su patente intención era llevar al público a identificarse con el Horowitz joven y liberal, para luego llevarlo de la mano a un callejón racista. Esto se vio con más claridad un poco más tarde.

Del racismo al anticomunismo de un salto

Pero primero Horowitz tocó otro tema. Sus experiencias con los Panteras Negras, nos dijo, fueron parte de un horror mucho mayor: “Todos los escritores y profetas izquierdistas me decían que iba a haber una revolución en el mundo, ¿y después? ‘Un futuro de justicia social. De igualdad. Sin pobreza. Sin guerras, porque se habría eliminado la propiedad privada, que por supuesto es la raíz de todo mal’. Por eso dediqué mis servicios a una pandilla”.

¿Y adónde lleva todo esto? “Las utopías de la izquierda, las falsas ilusiones que alientan a todos los profesores izquierdistas de esta universidad, acabaron en una absoluta catástrofe. Ciento veinte millones de personas masacradas en nombre de la justicia social desde 1917. Miles de millones más sometidos a la pobreza, a una pobreza artificial más allá de lo que cabe en la imaginación”.

Quiero hablar un momento a los lectores que sí entienden lo que se propone Horowitz. Esto les plantea un reto, que se patentizó tanto en el rollo de Horowitz como en la confusión que creó en un público culto. En las universidades se necesita con urgencia una atmósfera de investigación científica y debate acerca de la historia de la revolución comunista, especialmente en las universidades que ejercen influencia en la opinión pública. Esto no se puede evadir, fundamentalmente porque la revolución comunista representa los logros más avanzados de la humanidad hasta la fecha, y si la tiramos a la basura es perder todo eso. Esto es lo principal. Pero además, si no se cuestiona la hegemonía de mentiras, tergiversaciones y exclusión de la investigación científica, Horowitz y sus aliados tendrán el campo abierto para machacar esas mentiras y, como “consecuencia lógica”, declarar ilegítima toda oposición o crítica del statu quo.

El proyecto “Pongamos las cosas en claro” está presentando la charla de Raymond Lotta “El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor” y Revolución la está publicando en entregas. En el número que varios estudiantes leían mientras esperaban que empezara la charla de Horowitz, Lotta refuta la mentira de “cien millones de muertes”; dice que si se aplicaran los mismos métodos y criterios a los países capitalistas y los países dominados por el imperialismo, nada más el “experimento capitalista democrático” en India ha causado más muertes desde 1947 que las muertes que le impugnan incorrectamente al comunismo.

Pero los cuentos de horror de Horowitz lograron infundir miedo. Durante la sesión de preguntas y respuestas, antes de refutar a Horowitz, varios estudiantes sintieron la necesidad de aclarar que no apoyaban el comunismo y sus supuestos crímenes.

La voz de George Wallace

Tras vincular la preocupación por la opresión de los negros con el asesinato de inocentes, Horowitz lanzó un largo ataque contra los negros.

En particular atacó a Cornel West, un intelectual progresista negro, con unos comentarios que sonaban sacados de la boca del racista gobernador George Wallace [implacable defensor de la segregación en el Sur—Trad.]. Con aire despectivo, dijo: “Tiene la cabeza vacía, pero cobra $35,000 por dar una conferencia”. Se oyó una cantidad perturbadora de risas (y se vio clara indignación en la cara de los pocos negros presentes). Hubo menos aplauso y unos murmullos de desacuerdo cuando dijo que West es “perezoso”, y un silencio incómodo cuando lo calificó de “un tonto que trabaja poco y gana demasiado”.

Me hirvió la sangre. Debería sobrar decir (pero parece que no) que Cornel West es conocido por su profundidad académica e intelectual, su preocupación por la justicia y sus muchos esfuerzos por conectarse con las masas que este sistema aleja del mundo de las ideas. ¿No tiene ideas? No tengo que estar de acuerdo con todo lo que dice Cornel West para reconocer que sus ideas son serias y hacen reflexionar. Que un demagogo macartista trasnochado como Horowitz diga que West “no tiene ideas” casi sería un cumplido… si no fuera por el hecho de que Cornel West está bajo ataque desde varios lados que quieren callarlo, y si no fuera por el hecho de que Horowitz no es un iconoclasta sino un sicario ideológico vinculado a los que detentan el poder. Además, recurrir a los más bajos estereotipos racistas y ponerse a atizar los resentimientos de un público blanco es asqueroso. ¡Está a un paso del demagogo de la película “Rosewood”, que azuza a una chusma a atacar a un negro porque “se da aires” y tiene un piano!

De la misma manera que hay mucha ignorancia acerca del comunismo, también hay mucha ignorancia (incluso en las universidades de la élite, como la Universidad de Chicago, y en el público de esa noche) acerca de la realidad de la opresión nacional y la supremacía blanca. Horowitz habló del linchamiento de Emmett Till, pero solo para contrastarlo con el “tratamiento de héroe” que supuestamente recibió Kobe Bryant por violar a una mujer blanca (lo que un estudiante latino refutó en la sesión de preguntas y respuestas). Horowitz dijo: “En América, en el siglo 21, un negro acusado de violación, o un negro grande acusado de violar a una mujer blanca pequeña, será juzgado ante un tribunal y es inocente hasta que se demuestre que es culpable”. Por otra parte, afirmó que a los estudiantes blancos de la Universidad Duke acusados de violar a una mujer negra “los ahorcaron en los medios”. Horowitz afirmó: “En ciertos casos, los negros acusados de un delito tienen mejores chances que los blancos”.

Pero examinemos esta situación. Este comentario del programa de Rush Limbaugh es típico del tratamiento que han recibido los deportistas de Duke en los medios:

LIMBAUGH: “[Al Sharpton] está tratando de meterse en el caso de Duke, donde los deportistas…”

RADIOESCUCHA: “Sí”.

LIMBAUGH: “…supuestamente violaron a una puta”.

Se pueden encontrar un montón de ejemplos parecidos, como la histeria azuzada en el caso de “la corredora del parque Central” de Nueva York en 1989. Tras la violación violenta de una joven blanca, acusaron a un grupo de adolescentes negros y latinos (de 14 a 16 años de edad). La policía los arrestó y los interrogó (en varios casos sin abogado o sin sus padres) y los coaccionó a grabar “confesiones” falsas. ¡Se desató un fuerte racismo contra los chavos negros y latinos y Donald Trump gastó $100,000 en desplegados en los periódicos pidiendo que los ejecutaran! No había pruebas físicas y las “confesiones” no concordaban con los hechos, pero de todos modos los condenaron y un joven pasó 13 años en la cárcel. En el 2002 la verdad salió a flote: otro hombre confesó. Resulta que violó a otra mujer dos días antes y hay muchas pruebas de que la policía lo sabía y que en vez de investigar acusó a los chavos. A fin de cuentas el gobierno tuvo que exonerarlos.

Pero Horowitz no es tan loco como parece. Por una parte, quiere borrar algo que en todo el mundo se sabe y se condena de Estados Unidos: la opresión histórica y actual de los negros. Según Horowitz (y daré citas sobre esto en las próximas semanas), los negros “están endeudados con América” por la esclavitud. Por otra parte, busca tergiversar totalmente la historia del comunismo y entremezclarlo con todos los impulsos progresistas para aplastar todos los sueños de un futuro mejor. Todo esto con el fin de callar el pensamiento crítico en las universidades. Hay que contestar esto con la verdad… y nosotros tenemos que dominar y esgrimir la verdad.

En la segunda parte, hablaré de lo que pasó cuando empecé a decirle unas cuantas verdades a sus seguidores… y terminé confrontando a Horowitz.

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