Revolución #51, 18 de junio de 2006


El Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar examina…

Posibles formas de ataque a Irán

Al cierre de esta edición, George Bush anunció que Irán tiene “semanas, no meses” para aceptar la inspección de sus instalaciones nucleares por equipos internacionales; también dijo que si no suspende sus programas de investigación y desarrollo de tecnología nuclear, “tiene que haber una consecuencia”. “Le hemos dado a Irán un tiempo limitado, semanas, no meses”, dijo Bush.

La semana pasada presentamos un análisis de Larry Everest sobre el anuncio de negociaciones con el gobierno de Irán (ver “Nuevas maniobras de Estados Unidos en Irán: Cambios tácticos, mayores amenazas y el peligro de guerra”, Revolución #50). En ese artículo, Everest señala:

Un editorial reciente del Wall Street Journal (1º de junio) escrito por Robert Blackwill (ex subasesor de seguridad nacional de Bush y enviado presidencial a Irak) delinea las necesidades que tiene el imperio en Irán, desde un punto de vista imperialista. Empieza diciendo: “Hay fuertes razones para no usar la fuerza militar estadounidense para frenar el programa nuclear de Irán. Irán tomaría fuertes represalias en Irak, en Afganistán y quizá contra el territorio de Estados Unidos. [Un ataque militar] tendría un efecto volcánico en el mundo musulmán. Aumentaría el terror contra Estados Unidos. El Islam se radicalizaría más. El precio del petróleo se dispararía, con consecuencias nocivas para la economía internacional, incluso si Irán no interrumpe su suministro. La población de Irán probablemente apoyaría a los ulemas. La opinión global se desplazaría más contra Estados Unidos”.

Pero después presenta razones más fuertes para el ataque: “Usar la fuerza militar estadounidense contra la infraestructura nuclear de Irán obviamente conllevaría grandes riesgos. Pero consentir en que Irán tenga capacidad de armas nucleares sería profundamente peligroso para Estados Unidos y democracias afines por muchas décadas. Todo el mundo, amigos y enemigos, lo vería como una derrota estratégica de Estados Unidos, e inclinaría el equilibro de poder en el Medio Oriente a favor de Irán… John McCain lo ha resumido: ‘Lo único peor que ejercer nosotros una opción militar es que Irán tenga armas nucleares’”.

Everest concluye: “Este análisis de un alto miembro del equipo de Bush debe tomarse con toda seriedad”.

Hace poco el Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar (UMQG) publicó un análisis de las formas en que podría darse la agresión contra Irán. Titulado “Posibles tácticas de Estados Unidos en pos de sus intereses estratégicos en Irán”, es parte de la serie de tres artículos “Irán: La amenaza de otra guerra”. A continuación publicamos pasajes del artículo:

Nadie debe pensar que la oferta de negociaciones directas con Teherán es una indicación de que Washington ha decidido no seguir esa ruta [la guerra]. Al margen de que se realicen o no se realicen las pláticas, y sin poder predecir los resultados, se puede afirmar con certeza que un acto bélico unilateral contra Irán requiere un proceso previo de diplomacia para crear las condiciones políticas necesarias: preparar la opinión pública nacional e internacional, y negociar y presionar a las otras grandes potencias.

Un artículo del New York Times (2 de junio) que examina el porqué de esa oferta dice: “Pocos asesores de la presidencia creen que los líderes de Irán aceptarán la principal condición de Bush”: que Irán, de todos los países de la Tierra, acepte la prohibición total de enriquecer o reprocesar uranio, inclusive con inspección internacional. Eso sería el equivalente de renunciar a la soberanía nacional. Es como si Bush le hubiera ofrecido al gobierno iraní que le lama las botas en público y que cometa suicidio político. Es “una oferta que tenía la intención de fracasar”, continúa el New York Times. Una fuente allegada al gobierno explicó las verdaderas intenciones: “Si vamos a confrontar a Irán, tenemos que decir que antes tratamos de hablar”.

El analista Paul Reynolds de BBC (2 de junio) ofrece una explicación más directa: “Los halcones de Washington han aceptado la maniobra porque creen que una oferta de conversaciones directas ahora le dará mayor peso a sus argumentos de acción militar más adelante. También corteja el apoyo de Rusia y China… cuando [las negociaciones fracasen, los halcones] pedirán que el Consejo de Seguridad le ordene a Irán suspender el enriquecimiento y, entonces, si Rusia y China bloquean las sanciones, pedirán medidas unilaterales de Estados Unidos y sus aliados. Si eso fallase, seguiría la discusión de un ataque militar”.

Sanciones

Estados Unidos no le pidió de entrada al Consejo de Seguridad de la ONU que aplicara sanciones diplomáticas y económicas contra Irán, en gran parte por la oposición de Rusia y China. La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, dijo en marzo: “Nadie ha dicho que tenemos que correr a imponer sanciones”. Pero ese es el camino que trazó Washington y parece que desde el comienzo tenía cierto calendario. A principios de junio, Rice anunció: “En serio tenemos que resolver esto en cosa de semanas, no meses”.

Aunque los detalles siguen en secreto, parece que se acordaron varias sanciones en la reunión del 1º de junio de Estados Unidos, los otros cuatro miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (Inglaterra, Francia, Rusia y China), Alemania y el encargado de diplomacia de la Unión Europea, celebrada en Viena. La prensa informa que Rusia y China dijeron que inclusive si no aprueban las sanciones, no las bloquearán. El “menú” de castigos a Irán si no acepta el ultimátum va de prohibir los viajes de los funcionarios del gobierno a un embargo de armas. Tal embargo podría trazar un cerco militar alrededor de Irán. Paso a paso, las sanciones podrían preparar las condiciones para la guerra, inclusive si otras potencias vacilan o se oponen. Observando el proceso de la guerra contra Irak, es claro que la diplomacia, las sanciones, las maniobras en el Consejo de Seguridad de la ONU, etc., no impidieron la guerra y, por el contrario, prepararon el camino para ella. El plan de Washington esta vez, presentado por Rice, es reducir las riñas de las grandes potencias en el proceso.

Un embargo de armas reduciría fuertemente la capacidad de Irán de defenderse, puesto que buena parte de sus armamentos avanzados son importados de Rusia y China. En general, la República Islámica de Irán es sumamente vulnerable a la presión externa porque su economía está íntimamente ligada al mercado mundial. El fuerte aumento del precio del petróleo en la última década no ha hecho que la economía de Irán sea más independiente; por el contrario, la ha vuelto más dependiente de las exportaciones de petróleo. Las divisas del petróleo casi se han triplicado desde 1997 y ahora son tres cuartos de los ingresos del gobierno. Además, un bloqueo de las importaciones, especialmente de maquinaria y tecnología, podría paralizar rápidamente toda la economía. Eso debilitaría la capacidad de defensa, por no decir nada de la estabilidad política del gobierno. Hasta ahora Rusia y China no han querido aceptar sanciones que les impidan comprar petróleo iraní, pero si ven barcos militares de Estados Unidos y Europa en el golfo Pérsico, podrían cambiar de idea.

Cuando un embargo se impone por las armas, es un acto bélico. Por eso es que los embargos tienen la costumbre de volverse acciones militares de la noche a la mañana. En la I Guerra Mundial, Alemania atacó los barcos de Estados Unidos que iban para la bloqueada Inglaterra, y ese fue el pretexto de Estados Unidos para entrar a la guerra. En la II Guerra Mundial, el bloqueo estadounidense de barcos petroleros que iban para Japón provocó el ataque japonés a Pearl Harbor. El embargo de una década contra el gobierno de Saddam Hussein lo debilitó tanto en los aspectos económico y militar que estaba en condiciones perfectas para una derrota, incluso antes de la invasión estadounidense. El embargo fue la primera (pero no la única) arma de destrucción masiva de Estados Unidos. Eso no quiere decir necesariamente que Washington tolerará una década de embargo esta vez.

Opciones militares: Ocupación

Si Estados Unidos decide lanzar un ataque militar contra Irán, la forma del ataque depende de muchos factores, como las diferencias entre las grandes potencias, la oposición pública a la guerra y la situación política en general, y las capacidades militares del Pentágono…

Estados Unidos está estancado en Irak y tiene crecientes dificultades en Afganistán. En este momento y en el futuro inmediato, las fuerzas armadas apenas dan abasto para evitar la pérdida completa y un fracaso final en Irak…

Además, Irán es un país mucho más grande que Irak, con una población tres veces mayor. El terreno es accidentado y dificultaría el movimiento de tanques y maquinaria militar estadounidense. Inclusive en Irak, donde el terreno es más favorable, las unidades blindadas de Estados Unidos no han podido responder eficazmente a la clase de guerra que están librando las fuerzas de la resistencia.

Si, como dicen muchos analistas estadounidenses, se necesitan el triple de las tropas que hay en Irak para pasar de ocupar a controlar realmente el país, y si se extrapola eso a Irán, pareciera que Estados Unidos no tiene los medios necesarios para lograr sus objetivos en Irán, a pesar de las arrogantes amenazas del gobierno de Bush.

En una apelación a sus colegas imperialistas titulada “No ataquen a Irán” (Internacional Herald Tribune, 26 de abril), el ex asesor de Seguridad Nacional Zbigniew Brzezinski advirtió: “América tiene preponderancia en el mundo, pero no tiene la fuerza, ni la inclinación interna, de imponer su voluntad y de continuar haciéndolo ante una resistencia costosa y prolongada. Esa es la lección que dejaron las experiencias de Vietnam y de Irak”. Advierte que si de todos modos atacan a Irán, “la era del predominio americano podría llegar a un fin prematuro”.

Para entender la perspectiva de Brzezinski, debe recordarse que durante la revolución iraní de 1979 era un “defensor de la mano de hierro” y le urgió al sha “reprimir” y matar a todos los que fuera necesario para conservar el poder. (Ver The Iranian Revolution: An Oral History, de Henry Precht, encargado de la sección de Irán del Departamento de Estado). Brzezinski tomó esa posición en gran parte porque Estados Unidos estaba usando al gobierno del sha para contener a la Unión Soviética. Su posición actual está igualmente motivada por los intereses generales del imperio estadounidense.

El comentario de Brzezinski sobre “la inclinación interna” parece ser una referencia a que se necesitaría un reclutamiento masivo para duplicar, triplicar o más las tropas. Eso podría iniciar un enorme cambio en la situación política interna del gobierno de Bush. Brzezinski reconoce que esto sería muy difícil políticamente ahora y ofrece una solución al problema: “Si hubiera otro ataque terrorista en Estados Unidos, pueden apostar su último dólar a que de inmediato se acusará a Irán a fin de generar una histeria pública a favor de la acción militar”…

Un ataque militar contra Irán

Otra opción que se está discutiendo públicamente en Estados Unidos es un ataque militar contra los sitios nucleares y blancos militares y políticos selectos. Eso, indudablemente, cabe dentro de las capacidades de Estados Unidos, a pesar de sus debilidades. Es la clase de guerra que le gusta, con gran poder tecnológico y económico en un combate sumamente desigual (“muerte desde el cielo”). La pregunta es: ¿cuáles serían los beneficios políticos y militares de tal acción?

Muchos estrategas imperialistas dicen que sería fácil darle un golpe devastador al programa nuclear de Irán con misiles o aviones. Pero, primero que todo, ese programa no es la principal preocupación de Washington. Segundo, inclusive si esa preocupación fuera real, sabe que Irán dista mucho de producir armas nucleares. Un ataque podría asestarle golpes militares y políticos al gobierno iraní, pero probablemente no alcanzaría directamente los objetivos estadounidenses en Irán y el resto de la región. La idea de que podría contribuir a que caiga el gobierno no parece realista. Por el contrario, los círculos gobernantes de Irán podrían cerrar filas; también podría llevar a que el gobierno, ahora aislado, reciba apoyo popular por motivos nacionalistas.

Además, lo que se conciba como una acción limitada podría ampliarse si Irán toma represalias en otras áreas. Por ejemplo, podría bloquear el estrecho de Hormuz, por donde pasa cada día el petróleo de la región, o disparar contra las bases estadounidenses en la región o contraatacar por medio de aliados en Irak, Afganistán o Líbano. Un ataque aéreo contra unos pocos blancos podría desembocar en un conflicto militar de gran escala entre los dos países. Asimismo, y lo que sería peor para Estados Unidos, podría encender todo el Medio Oriente y crear una situación que rebase la capacidad militar estadounidense, aunque se puede argumentar que para Estados Unidos alcanzar la hegemonía en la región es una cuestión de “todo o nada”.

Por último, un ataque limitado contra Irán (a diferencia de un golpe contundente) podría aumentar la tensión entre los imperialistas. Las grandes potencias han tenido desacuerdos sobre atacar a Irán, cuándo y cómo. En el caso de la guerra de Irak, la oposición de las clases dominantes europeas se silenció cuando Estados Unidos lanzó una invasión de gran escala y las otras potencias tuvieron que aceptar la dominación estadounidense como un hecho consumado. Además de que un ataque limitado podría no alcanzar los objetivos de Washington, podría encender una furiosa oposición por todo el mundo. Como sucedió en la guerra contra Irak, esto podría interactuar con los planes de otras potencias imperialistas que velan por sus propios intereses, mientras que no se resuelva la cuestión de quién controla a Irán.

Desmembrar a Irán

Aparte de las opciones mencionadas, hay otras formas posibles de intervención que se discuten menos. Una es la invasión de una parte de Irán con el fin de separarla del resto del país. La provincia sur de Khuzestán sería el blanco más probable. Ahí están la mayoría de los recursos petroleros de Irán. Durante la guerra de Irak-Irán de la década de 1980, la meta estratégica de Saddam era conquistar esa provincia (con estímulo de Estados Unidos).

Khuzestán tiene importantes ventajas para Estados Unidos desde un punto de vista militar. Tiene una extensa frontera con Irak y terreno plano, lo que permitiría montar y realizar una invasión con relativa rapidez. Basora, la principal ciudad del sur de Irak, está a pocas horas de distancia de Ahvaz, la capital de Khuzestán. Estados Unidos podría realizar esa invasión parcial con el pretexto de “estabilizar” a Irak. Con el fin de reducir el costo político de esa maniobra, Washington ya está criticando a Irán por intervenir en los asuntos de Irak. (No importa que los partidos chiítas iraquíes que apoya la República Islámica de Irán sean miembros del gobierno de ocupación que instaló Estados Unidos. Este incluso acusa a Irán de “armar a los terroristas” en Irak, aunque eso no tenga pruebas y ni siquiera lógica. Es inconcebible que el gobierno chiíta de Irán le dé apoyo a los fuerzas sunitas que luchan contra la ocupación).

La ocupación de la provincia de Khuzestán haría más que aplicar una fuerte presión económica al gobierno iraní, e inclusive paralizarlo y acelerar su caída. También podría atizar el descontento que crea la opresión étnica en todos los rincones de Irán. Aproximadamente la mitad de la población son nacionalidades oprimidas por el gobierno central, que representa principalmente a la nacionalidad dominante, la persa. Estados Unidos podría justificar una invasión diciendo que va a ayudar a la población árabe de la provincia y que dicho grupo lo ha “invitado” a que le ayude.

El artículo del periodista Seymour Hersh sobre los preparativos para invadir a Irán (New Yorker, 17 de abril de 2006) dice: “Un asesor del gobierno que tiene contactos con civiles del Pentágono me dijo que las unidades están trabajando con grupos minoritarios en Irán, como los azeris del norte, los baluchis del sureste y los curdos del noreste”. El carácter explosivo de las minorías nacionales de Irán se vio en mayo con las grandes protestas que estallaron en la provincia de Azerbaiyán por unos cartones que presentan a los azeris como cucarachas estúpidas. En los últimos meses también se han dado incidentes en Baluchistán. Algunas fuerzas curdas iraníes ya están siguiendo el camino de Jalal Talabani y Massoud Barzani, los líderes curdos iraquíes que son los aliados de más confianza de Washington en Irak y a quienes se les ve con frecuencia en los think tanks de política exterior en Estados Unidos.

Ahvaz ha presenciado disturbios por más de un año. Sin duda las masas han salido a protestar contra las medidas represivas de Teherán, pero la explosión de bombas en centros urbanos congestionados hace preguntarse quiénes son los perpetradores. El gobierno islámico ha acusado de ingerencia a Estados Unidos y a Gran Bretaña. El hecho de que los informantes de Hersh no mencionen la minoría árabe de Irán no quiere decir que Estados Unidos no esté trabajando también en ese frente.

Si la invasión se limitara a Khuzestán, no necesitaría una fuerza militar muy grande. Pero no es seguro que Estados Unidos sea capaz de enviar siquiera las tropas necesarias. Además, es imposible predecir exactamente qué podría seguir a una ocupación de esa región. De todos modos, podría jalar a Estados Unidos a las circunstancias desfavorables que quiere evitar.

¿Es pura fanfarronada la amenaza de un ataque nuclear contra Irán?

La divulgación de que el Pentágono está discutiendo el uso de armas nucleares “tácticas” contra blancos en Irán alarmó y conmocionó al mundo cuando se publicó el artículo de Hersh. El artículo también divulgó que “los aviones tácticos de la marina han estado ensayando misiones de ataques nucleares cerca de los radares que Irán tiene en la costa”.

Algunos han dicho que se trata apenas de amenazas sin peso. Jack Straw, el ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña en ese momento, dijo que la idea era una “locura”. Sea locura o no, la discusión es tan concreta que políticos imperialistas como el senador Edward Kennedy han demandado abiertamente que solo se usen armas convencionales y no armas nucleares contra Irán… George Bush deliberadamente no ha querido decir que no lo hará. Como informó el periódico inglés Guardian (4 de mayo): “Cuando se le preguntó si las opciones con respecto a Irán ‘incluyen la posibilidad de un ataque nuclear’, si Teherán no suspende el enriquecimiento de uranio, Bush contestó: ‘Todas las opciones están en el tapete’”.

Cuando el imperialismo estadounidense pela los dientes deliberadamente, hay que tomar eso en serio. Ante la contradicción de que necesita avanzar hacia sus objetivos en el Medio Oriente pero no tiene suficientes tropas para hacerlo, podría tratar de resolver el problema de la manera más peligrosa. Las armas nucleares son una “opción” y “están en el menú”: los estrategas imperialistas usan palabras inocentes para grandes crímenes. Algunas fuerzas del gobierno de Bush y de la clase dominante creen que el arsenal nuclear es el medio para superar sus limitaciones y reafirmar su fuerza como superpotencia. El resultado podría ser la muerte inmediata de cientos de miles y la muerte lenta de muchos más. Pero la clase dominante de este país ha demostrado una y otra vez, en Hiroshima, Vietnam e Irak, que no teme derramar sangre si lo considera necesario para alcanzar sus objetivos e intereses. Son unos expertos en derramar sangre. La arrogancia de los civiles y los militares de que pueden aplastar a Irán se basa en la posibilidad de un ataque nuclear, como Bush lo ha dicho claramente.

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