Revolución #52, 25 de junio de 2006


Hoja de información

Palestina: Una historia de ocupación y resistencia

Las noticias recientes han centrado la atención mundial en la situación de Palestina: el asesinato de siete palestinos en una playa de Gaza por la artillería israelí (y las afirmaciones del gobierno israelí de que no tiene la culpa); los choques de grupos palestinos, especialmente Hamas y Fatah; y el intenso sufrimiento de los palestinos debido a la suspensión de ayuda internacional. Pronto presentaremos un análisis de estos sucesos. Como telón de fondo, en este número presentamos información básica sobre la historia de la ocupación israelí y la resistencia palestina.

Una realidad central sobre el estado de Israel es que es el perro de ataque del imperialismo yanqui en el Medio Oriente: una región estratégica de reservas petroleras que es la puerta a Europa, Asia y África.

Si no fuera por la ayuda estadounidense, Israel no existiría. Por décadas ha recibido de $2 a $3 mil millones anuales de ayuda, lo que le ha permitido construir uno de los ejércitos más poderosos del mundo. El libro Deadly Arsenals (Arsenales mortíferos) calcula que Israel tiene 100 misiles de corto y medio alcance con capacidad nuclear. También tiene armas nucleares que se pueden soltar de aviones o lanzar desde barcos.

Israel es el opresor directo de la nación palestina. También ha cometido muchas agresiones contra las masas y otros crímenes en la región y por todo el mundo al servicio del imperialismo. Invadió Líbano en 1976 y en 1982, y mató a más de 20,000 libaneses y palestinos. En 1982, bombardeó un reactor nuclear de Irak. En 1991 y 2003 apoyó a Estados Unidos en las guerras contra Irak. Los agentes israelíes han entrenado a torturadores de Guatemala, Sudáfrica y muchos otros países; Israel vende armas a gobiernos reaccionarios pro yanquis en todo el planeta.

El imperialismo, Israel y el pueblo palestino

Desde el siglo XVI hasta la I Guerra Mundial, el imperio otomano gobernó Palestina. La nación palestina moderna se forjó en el curso de la resistencia contra ese imperio, con una cultura común, un territorio contiguo y una vida económica truncada pero coherente de agricultura y procesamiento de productos agrícolas (como el aceite de oliva). Al final de la I Guerra Mundial, en 1918, unos 680,000 palestinos y 56,000 judíos (algunos de ellos eran refugiados de los pogromos de Europa) habitaban Palestina, y los primeros eran dueños del 97% de las tierras.

Después de la I Guerra Mundial, las potencias imperialistas se repartieron Palestina y los demás territorios del derrotado imperio otomano en medio de una encarnizada competencia por el petróleo, un producto económico y militar muy codiciado. En 1922, Gran Bretaña logró que la Liga de Naciones le otorgara un “mandato” para gobernar a Palestina como colonia. De 1933 a 1945, en medio de la II Guerra Mundial y el holocausto en Europa, Gran Bretaña y Estados Unidos restringieron la inmigración de los judíos a sus países para que emigraran a Palestina.

Los sionistas europeos empezaron a colonizar la Palestina histórica (lo que hoy son Israel, Gaza y Cisjordania) en la década de 1880. El movimiento sionista surgió en parte como respuesta de ciertos sectores judíos a la persecución en Europa. Pero en contraposición a las fuerzas que luchaban contra la reacción (muchas veces dirigidas por comunistas, que gozaban de mucho apoyo de los judíos), los dirigentes sionistas ofrecieron establecer un estado colonizador en el Medio Oriente al servicio de las potencias imperialistas. Cuando los imperialistas ingleses aprobaron ese plan al comienzo del sigo XX, empezó a llegar una ola de colonos sionistas.

En 1936, los palestinos se alzaron en armas contra las autoridades británicas y los colonos sionistas. En 1939, Gran Bretaña aplastó el levantamiento sin piedad y promulgó leyes de emergencia que imponían la pena de muerte a todo palestino que tuviera un arma.

Tras la II Guerra Mundial, Estados Unidos surgió como la primera potencia imperialista y reemplazó a Gran Bretaña como mandamás en el Medio Oriente. En noviembre de 1947, maniobró una resolución de la ONU que dividió a Palestina en dos estados, un estado sionista y otro árabe. En aquel momento, los palestinos tenían el 92% de la tierra y el doble de la población que los sionistas, pero la división le dio el 54% del territorio a Israel. En mayo de 1948, cuando los palestinos y los países árabes rechazaron la división de Palestina, Israel inició una guerra contra los palestinos. Las fuerzas israelíes masacraron a 250 personas indefensas en el pueblo de Deir Yassin, 100 de ellas mujeres y niños, con el fin de sembrar terror y hacer huir a los palestinos. En enero de 1949, cuando terminó la guerra, casi 800,000 palestinos (los dos tercios de la población) estaban exilados en Líbano, Jordania, Siria, Gaza y Cisjordania, e Israel confiscó el 77% de Palestina.

En los años 60, se dio un auge de lucha revolucionaria en Palestina. En 1965, varias organizaciones guerrilleras emprendieron la lucha armada con el fin de crear un estado democrático laico (no religioso) en todo el territorio palestino. En marzo de 1968, los combatientes palestinos repelieron un ataque israelí de gran envergadura en la batalla de Karameh, Jordania. En 1967, Israel lanzó la “guerra de Seis Días” y se apoderó de lo que le faltaba de la Palestina histórica (el 23% restante del territorio de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Oriental), además de la península de Sinai (de Egipto) y Golán (de Siria).

La Resolución 242 de la ONU ordenó que Israel se retirara de las tierras ocupadas, pero Israel empezó a construir asentamientos fortificados. Desde 1967 los palestinos de Cisjordania y Gaza han experimentado una cruel ocupación militar, no han tenido derechos básicos y no han podido desarrollar una economía viable.

El mortal “proceso de paz”

La intifada (levantamiento) palestina de finales de los años 80 sacudió a Israel y a los imperialistas yanquis. Además de reprimirla con la fuerza de las armas, estos iniciaron el “proceso de paz”. Un elemento clave de la estrategia estadounidense ha sido el plan de “dos estados”: que los palestinos reconozcan al estado de Israel (y olviden la lucha) a cambio de un “miniestado” en Cisjordania y Gaza. Hacia finales de los años 80, el líder de la Organización de Liberación Palestina (OLP), Yasir Arafat, básicamente aceptó esa propuesta.

Estados Unidos e Israel no tienen la menor intención de permitir la creación de un estado palestino independiente. Conforme al “proceso de paz” de Oslo de 1993, Israel transfirió 40% de Cisjordania al control total o parcial de la Autoridad Palestina. Pero eso es solo el 10% del territorio palestino y son pequeñas parcelas aisladas y rodeadas. Israel controla las principales carreteras, las fuentes de agua, las fronteras y la salida al mar. El Acuerdo de Oslo tampoco dice nada sobre los 4 millones de refugiados palestinos que viven fuera de Israel, Cisjordania y Gaza. Durante los años del “proceso de paz” (de 1993 a 2000), la cantidad de colonos israelíes se duplicó.

Estados Unidos e Israel abandonaron ese “proceso de paz” en el 2000 a favor de tácticas más duras. Israel siguió construyendo nuevos asentamientos y ahora tiene centenares, protegidos por el ejército.

Desde finales de los años 80, Israel a veces ha fomentado el crecimiento del grupo fundamentalista islámico Hamas como contrapeso a los grupos laicos y para azuzar choques entre los grupos palestinos. Hamas, con su ideología reaccionaria, es en cierto sentido un complemento ideal para Estados Unidos e Israel, porque les permite pintarse de democracias modernas que se oponen a la teocracia oscurantista. (La gente progresista de Estados Unidos que quiere oponerse a la teocracia fundamentalista puede empezar aquí mismo, donde hay un presidente muy conectado con los teócratas fascistas cristianos). Estados Unidos e Israel han aprovechado la victoria de Hamas en las elecciones como pretexto para desencadenar más brutalidad contra los palestinos y colocarla en el contexto de la “guerra contra el terror”.

Una ocupación más brutal

La agresión de Israel contra los palestinos se redobló con el gobierno de Ariel Sharon en el 2001. (Sharon dirigió la masacre de centenares de palestinos en los campos de refugiados Sabra y Chatila en Beirut, Líbano, en 1962).

En el 2002, Israel empezó a construir una barrera fortificada de 400 millas de largo (con muros de concreto, cercas electrificadas, sensores, alambre de navaja, trincheras y torres de vigilancia) en territorio Cisjordania. Este muro aísla a muchos pueblos palestinos, separa a los agricultores de sus campos y les roba más territorios a los palestinos.

En septiembre del 2005, Sharon se “retiró” de Gaza: sacó las tropas y desmanteló los asentamientos y bases militares. Esto era parte de un plan para convertir a Gaza en una gran cárcel para los 1.4 millones de palestinos que viven ahí, y anexar más territorio en Cisjordania. Ehud Olmert, el sucesor de Sharon, ha seguido el mismo camino. Anunció que Israel “se retirará unilateralmente” de Cisjordania, lo que significa que consolidará el control de los territorios más valiosos y estratégicos y aislará más los centros palestinos.

Este año, tras la victoria de Hamas en las elecciones legislativas, Estados Unidos y Europa cortaron o limitaron la ayuda a la Autoridad Palestina. Esta estrangulación económica ha tenido consecuencias traumáticas para el pueblo. Más de la mitad de los palestinos de Cisjordania y Gaza viven en la pobreza, con menos de 2 dólares al día. La Organización de Salud Mundial de la ONU advierte que “se avecina” una crisis de salud por la escasez de medicinas, combustible y otros artículos de primera necesidad en hospitales y clínicas.

 

 

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