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Revolución #63, 1 de octubre de 2006

Ataques militares israelíes y estrangulación económica

La vida en Gaza: Infierno diario para los palestinos

“Desde el holocausto, lo peor que le ha pasado al pueblo judío es el estado de Israel”.
Bob Avakian,
presidente del Partido Comunista Revolucionario, EU

El 21 de septiembre el ejército israelí mató a balazos a tres pastores palestinos adolescentes en el norte de Gaza: Zidan Abu Rashid, de 16 años, Ala Abu Dahruj, de 16, y Muhammad Masaleh, de 15. El ejército dijo que los encontró con un lanzamisiles que hacía poco había disparado al territorio israelí, pero admitió que no sabía si los tres muchachos lanzaron los misiles. Ese mismo día, en una redada en Rafah, en el sur de Gaza, el ejército mató a Muhammad Abu Maamar, de 28 años, supuestamente por ser “militante”, y a Itimad Abu Maamar, una señora de 35 años.

Esas muertes son parte de una ofensiva militar contra Gaza que se caracteriza por ataques diarios de aire y tierra, y que utiliza escuadrones de la muerte secretos. Empezó en junio, tras la captura de un soldado israelí, y ha llevado a la muerte de más de 240 palestinos.

A esto se suma el colapso total de la estructura económica de Gaza, donde la vida diaria es un infierno. Desde febrero Estados Unidos y los países europeos han suspendido toda la ayuda económica a la Autoridad Palestina. Asimismo, Israel ha suspendido los pagos que debe darle a la Autoridad Palestina conforme a los Acuerdos de Oslo de la década pasada.

Esto es un castigo a los palestinos por haber escogido al grupo islámico fundamentalista Hamas en las elecciones de enero. Esos fondos son la gran mayoría del dinero que alimentaba la economía, el gobierno y los servicios sociales.

En junio, Israel bombardeó la única central eléctrica de Gaza y ahora solo hay electricidad ocho horas variables al día. Esto ha dañado los sistemas de agua potable, aguas negras y comunicaciones. Se avecina una crisis de salubridad.

El sistema de salud pública está en ruinas. El Programa Alimenticio Mundial de la ONU informa que más del 70% de los 1.4 millones de habitantes dependen de la comida que lleva. Agrega que la cantidad de personas que recibe esta ayuda aumentó un 14% en 2006 y que el programa es “un esfuerzo insuficiente para impedir que deteriore más la situación y la nutrición de los más necesitados” (comunicado de prensa del 28 de agosto, en www.wfp.org)

La Organización Mundial de Salud informa que en los hospitales de Gaza casi se han agotado del 20% al 25% de las medicinas esenciales. En julio, la OMS informó que la tasa de raquitismo de niños menores de cinco años aumentó al 11.4% en Gaza y 8.8% en Cisjordania. Eso es un aumento de un tercio desde 1996. La anemia debido a deficiencia de hierro afecta a casi la mitad de los niños menores de cinco años. Más de la mitad de la población de Gaza son niños y esta crisis amenaza destruir toda una generación.

Israel ha pisoteado la poca infraestructura que existía. La ONU informa que Israel ha destruido más de 400 hectáreas de tierras agrícolas junto con tuberías de irrigación e invernaderos. No permite que los palestinos crucen la frontera para trabajar en Israel y ha bloqueado la costa e impide que los pescadores se acerquen a las zonas de pesca.
La mayoría de los habitantes de Gaza vive en campos de refugiados desde 1948, cuando se estableció el estado de Israel en tierras robadas del pueblo palestino. Los constantes ataques de misiles y la demolición de casas han obligado a muchos a abandonar los campos de refugiados y a vivir en tiendas o escuelas. Gaza tiene una de las mayores densidades poblacionales del mundo. Por ejemplo, en el campo de refugiados Jabalaya hay aproximadamente 28,571 personas por milla cuadrada.

Es importante captar que esta crisis no surge de la nada y que no empezó cuando Israel recortó los fondos en febrero o volvió a invadir y ocupar Gaza en junio.

Sara Roy, economista política de la Universidad Harvard, escribió en el London Review of Books (3 de noviembre de 2005):

“No cabe duda alguna de que la destrucción causada por Israel durante los últimos cinco años —la demolición de casas (unas 4,600 entre 2000 y 2004), escuelas, carreteras, fábricas, talleres, hospitales, mezquitas e invernaderos, la destrucción de campos agrícolas, el desarraigo de árboles, la confinación de la población y la negativa de acceso a la educación y a los servicios de salud como consecuencia de los bloqueos de ruta y los puntos de control israelíes— ha sido ruinosa para los palestinos, especialmente para los de la Franja de Gaza. Pero basta con considerar la economía de Gaza antes de la insurrección para comprender que la devastación no es reciente. Al estallar la segunda Intifada [en septiembre del 2000], la política de cerco de Israel ya existía desde hacía siete años, lo que causó niveles sin precedentes de desempleo y pobreza (que pronto fueron excedidos).

“Pero la política de cerco solo tuvo efectos tan destructivos porque los 30 años de integración de la economía de Gaza en la de Israel habían llevado a una profunda dependencia de la economía local. Como resultado, cuando clausuraron la frontera en 1993, la auto-sustentación ya se había hecho imposible; ya no existían los medios necesarios. Décadas de expropiación y de desinstitucionalización habían privado a Palestina de su potencial para el desarrollo, para que no surgiera una estructura económica (y por lo tanto política) viable”.

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