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Revolución #64, 8 de octubre de 2006

¡Saludo del PCR a las protestas del 5 de octubre: Fuera Bush y su gobierno!

La semana anterior al 5 de octubre pasará a los anales de la historia. ¿En última instancia será un nuevo paso hacia la oscuridad o, por el contrario, será el comienzo de algo muy positivo? Esa es la pregunta que tenemos enfrente. Lo que pase el 5 de octubre y lo que hagamos a continuación, dará la respuesta en gran medida.

El 28 de septiembre, Bush fue personalmente al Senado a exigirle que legalizara la tortura, revocara el habeas corpus y les diera a él y los demás inmunidad por crímenes de guerra relacionados con la tortura antes del 2005. Tras unas pocas horas de debate, el Senado pisoteó 900 años de tradición judicial y de leyes que han sido los pilares jurídicos del país e hizo lo que Bush quería.

Así que ahora cuando al presidente le dé la gana puede, legalmente, mandar detener indefinidamente sin juicio. Puede mandar torturar con “técnicas alternativas de interrogatorio”; es decir, someter a la capucha, privación de sueno, dolorosas posiciones de estrés durante largo tiempo, frío extremo, degradación sexual, ataques con perros y palizas que paren un golpe antes de “graves lesiones corporales”, según la definición de Bush… y, sí, al submarino. Mejor dicho, ahora Bush puede ordenar legalmente todo lo que vimos en las fotos de Abu Ghraib. Además, todo esto se puede hacer en secreto y nadie que ordene o cometa tortura puede ser juzgado. Ya era terrible que Bush, Cheney y demás ordenaran secretamente estas infamias; pero que las legalicen y se jacten de ellas es otro paso al abismo.

Por otra parte, Bush tomó la ofensiva política para justificar la “guerra contra el terror”. Lo hizo en momentos en que varios aliados y asesores (y varios líderes demócratas) le están pidiendo públicamente que mande más tropas a Irak y Afganistán, y que ataque a Irán. Mejor dicho, no le están pidiendo que “aguante hasta el final” (palabras que repite Bush), sino que multiplique el horror. Porque, ¿qué pasaría si ordena el bombardeo de Irán, quizás con bombas nucleares? ¿Cuánto sufrimiento causaría? Pensemos además en las consecuencias políticas: debido a que la gente de este país lo ha permitido, debido a que no ha montado un movimiento comprometido y resuelto que diga ALTO, un ataque a Irán atizará la dinámica que ha llevado a millones por todo el mundo a pensar que sus únicas alternativas son la cruzada fascista de Bush o una teocracia represiva islámica.

Pero es peor. El gobierno de Bush ha apretado las cadenas del patriarcado y la dominación masculina. Ha atacado el pensamiento crítico, está haciendo campañas contra el disentimiento en las universidades e imponiendo ideas religiosas en campos de la ciencia como la evolución y el calentamiento global. El partido de Bush ha demonizado y atacado a los inmigrantes. Su programa para los negros lo resumen las imágenes del Superdome de Nueva Orleáns después del huracán Katrina, y el lazo de ahorcar y la bandera de la Confederación sureña que tenía en su oficina George Allen (aliado de Bush). Bush les dice de frente a los periodistas derechistas que su presidencia está promoviendo un nuevo “despertar religioso” e importantes fuerzas del núcleo de su gobierno buscan cambiar las leyes y los mecanismos gubernamentales para que este país sea oficialmente una nación cristiana: una nación dominada por blancos, “americanos” de nacimiento, hombres y cristianos.

La convocatoria de El Mundo no Puede Esperar tiene razón: “El gobierno de Bush se ha propuesto redefinir la sociedad con un molde fascista por muchas generaciones”. La oración siguiente es más apta que nunca: “Tenemos que responder ya; el futuro está en juego”.

Por todas estas razones, las manifestaciones del 5 de octubre tienen que marcar el surgimiento de una fuerza que tiene la convicción de salirse de la política (o la protesta) de costumbre y decir NO a las guerras sin fin. NO a la tortura. NO al patriarcado, el racismo y la teocracia. NO al fascismo. El 5 de octubre tiene que decirle al mundo que en este país hay mucha gente resuelta a sacar corriendo este gobierno y cambiar la horrible dirección en que ha encaminado la sociedad.

El Partido Comunista Revolucionario saluda y se une de corazón a todos los que se adhieren al 5 de octubre. Están abriendo las puertas de lo que puede ser una gran resistencia que marca la historia y cambia el futuro. Finalmente, están plantando un polo resuelto a impedir que este horror siga avanzando: un polo tan resuelto a impedirlo como Bush y su camarilla están resueltos a seguirlo. Están dándole un golpe al desánimo y la pasividad, y le están demostrando al mundo que HAY otra alternativa fuera del fanatismo religioso de una marca u otra. Juntos podemos cambiar esto.

* * * * *

Toda una variedad de fuerzas se ha unido para el 5 de octubre y ha aportado una gran diversidad de ideas sobre las causas y los remedios de la situación actual. Esta diversidad y fermento son una gran fuerza de este movimiento, y ahora tienen que crecer a pasos agigantados.

Para nuestro partido, Bush, con todo lo extremo que es, representa a un sistema. Ese sistema en sí es extremo, aunque mucha gente no lo vea hasta que algo como Katrina lo hace saltar a la conciencia pública. Veamos un ejemplo: los centenares que mueren cada año cruzando la frontera. ¿Quiénes son? Campesinos que no pueden subsistir en el campo porque las grandes compañías imperialistas de Estados Unidos dominan la agricultura mexicana. Personas arrinconadas a arriesgar la vida para venir a que las superexploten los mismos capitalistas-imperialistas en este país. Mujeres y hombres que tienen que vivir fuera de la ley para mantener a la familia. (Y luego, el sistema les dice a los que pasan trabajos aquí, que esos compañeros son la causa de sus problemas). Ahora multipliquemos eso miles de millones de veces y sumémosle las enfermedades y el hambre innecesarias, las infancias malogradas o truncadas, la humillación y la ignorancia: esa es la situación que este sistema le impone a la vasta mayoría de la humanidad. Países enteros bajo la bota de una potencia imperialista u otra; guerras para proteger o extender ese poder; y la gran mayoría de la gente en todos los países relegada a una vida de explotación, alienación o ambas cosas. En una palabra: el funcionamiento “normal” del imperialismo.

Ahora todo esto está llegando a peores extremos. Eso no se debe tanto a que Bush sea un fanático asesino (que lo es), sino a que la cúpula de este sistema cree que esos extremos son necesarios para conservar y extender su poder, y el fanatismo de Bush encaja en eso. Asimismo, la pasividad, falta de convicción y actitud de “nosotros lo podemos hacer mejor” de los demócratas encaja en eso de otra forma.

La respuesta no puede ser volver a “los viejos tiempos”. No van a volver y tampoco eran tan buenos. Los pilares de este país fueron el genocidio de los indígenas y la esclavitud de los africanos. Se desarrolló con invasiones de otros países y saqueo de otros pueblos, el linchamiento de negros y la explotación de generaciones de inmigrantes. Ahora, su preservación y extensión dependen de una agresión desbocada en el extranjero y un fascismo teocrático en el interior.

Pero el mundo puede ser mucho mejor que esto. Otro mundo ES posible. Existen los medios para que la humanidad rebase esta división entre explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos. Para dejar atrás el reino de la superstición y la ignorancia, abordar la búsqueda sin restricciones de la verdad y llegar a una verdadera emancipación del espíritu humano. Para dejar atrás la mentalidad de “primero yo” que crean y nutren estos sistemas de explotación, y llegar a una sociedad que nutra la cooperación y valore lo diverso dentro de lo universal, lo individual dentro de lo colectivo. Para dejar atrás los estados de cualquier tipo y llegar a algo totalmente distinto: a una sociedad de seres humanos libremente asociados que cooperan entre sí. Esa sociedad es el comunismo y es la meta de nuestro partido.

El primer paso para llegar a esa sociedad es una revolución socialista: una revolución dirigida por el proletariado que una a gente de muchos otros sectores; una revolución realizada conscientemente por millones y apoyada por docenas de millones, capaz de soportar y derrotar todos los ataques que le lancen los imperialistas. Dicha revolución establece un nuevo poder estatal, que inmediatamente moviliza a las masas de la sociedad a eliminar los horrores que ha creado el imperialismo, y las relaciones que esos horrores generan y nutren. El nuevo estado socialista moviliza a los antes explotados, y a gente de otras capas, a poner las fuerzas productivas de la sociedad al servicio de la eliminación de la explotación en el país y, de suma importancia, en el mundo. Moviliza al pueblo a transformar las instituciones y las ideas de la sociedad en una dirección progresista y revolucionaria por medio de un proceso de grandes debates de masas y de mucha efervescencia intelectual, artística y científica. Incorpora cada vez a más gente en la toma de decisiones y la administración del estado, de muchos modos, para sentar la base para una sociedad sin estado: el comunismo.

Nuestro presidente, Bob Avakian, ha elaborado una crítica implacable e incisiva de la historia y la dirección actual de la sociedad estadounidense. Asimismo, ha puesto los cimientos de una estrategia revolucionaria para un país como este. Fuera de eso, ha planteado una nueva visión liberadora integral del comunismo y del socialismo. Esta nueva visión defiende y enriquece los logros de las sociedades socialistas que coronaron victoria en la Unión Soviética y China, luego derrotadas; además, critica y analiza profundamente sus deficiencias y resume sus lecciones a una nueva luz. Todo el que sueñe con la revolución y la liberación necesita acercarse a la persona que la puede guiar: nuestro presidente Bob Avakian. Ya sea que en este momento uno sueñe con la revolución o no, todo el que tome en serio los problemas que le trajeron al 5 de octubre, debe estudiar el análisis innovador de Bob Avakian (del que presentamos muestras en el suplemento -- pdf 1, pdf 2).

A partir de lo que hemos dicho, vemos que es crucial sacar a este gobierno: frenar sus terribles crímenes e impedir los crímenes peores que planea. La victoria en esto es crucial para pasar de la situación actual (en que las fuerzas fascistas tienen toda la iniciativa y el pueblo tiene muy poca) a una situación de aspiraciones más elevadas y más fuerza organizada del pueblo; a una situación de fermento y debate político generalizado, y de pensamiento crítico sobre una amplia gama de temas en todas partes de la sociedad; a una situación de iniciativa de los que quieren cambiar la sociedad en una dirección progresista y revolucionaria; a una situación de acción política consciente de los del fondo de la sociedad: el proletariado. Mediante todo este proceso, estamos trabajando urgentemente para el momento en que la combinación de lo que hace este sistema y el trabajo político de los revolucionarios haga surgir un pueblo revolucionario, consciente de la necesidad del cambio revolucionario y resuelto a luchar por él, y para el momento en que se pueda dar el primer gran paso para la transformación social fundamental.

No se puede predecir el curso de la lucha crucial de hoy para sacar a este gobierno. Sabemos que habrá sacrificio, y que habrá que multiplicar muchas veces el heroísmo y la valentía que ya se han demostrado. ¡Pero piensen en lo que podemos lograr! Si, con nuestras diferencias, juntos tenemos éxito en esta lucha urgente y cada día más necesaria, se levantará un terrible peso de las espaldas del mundo entero y se abrirá una nueva situación en que se podrá debatir el futuro de la sociedad con un poco de esperanza que no se ha visto desde hace décadas.

* * * * *

El 5 de octubre individuos y organizaciones de una gran variedad de posiciones se paran hombro a hombro resueltos a que el día 6 en todos los rincones de la sociedad se debata por qué hay que sacar corriendo a este gobierno y cómo hacerlo. Estamos unidos y resueltos a movilizar a partir de hoy a millones más a PARAR todo este horror. Resueltos a transformar la angustia, furia y frustración en una movilización política significativa, positiva y potente. Resueltos a darle esperanza y alegría al mundo cuando vea que aquí hay un movimiento de conciencia y justicia que no parará hasta sacar a este gobierno y cambiar toda la dirección que representa.

Lo que ha surgido el 5 de octubre tiene que avanzar a todo dar. Tiene que organizarse mejor y ser más activo, seguir a la ofensiva política en los próximos días, y tiene que potenciar los éxitos de hoy y jalar a mucha más gente a la lucha.

Este nuevo movimiento no puede ceder en sus principios: Bush y todo su gobierno (Cheney, Rumsfeld, Rice y el resto) tienen que salir corriendo, largarse de Washington repudiados y desprestigiados políticamente. Hay que repudiar contundentemente todos sus crímenes: las guerras, la tortura, las violaciones de los derechos fundamentales, la teocracia, la ignorancia impuesta, la intolerancia. Si no, la actual terrible dinámica seguirá intacta y desbocada.

Pero si este movimiento sigue fiel a su misión, si sigue atrayendo a más y más gente, puede, como dice El Mundo no Puede Esperar, “marcar una enorme diferencia positiva en el mundo y abrir la posibilidad de un futuro mejor para la humanidad”.

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