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Revolución #69, 19 de noviembre de 2006

Reseña de álbum:

Los blues políticos del World Saxophone Quartet

Political BluesPolitical Blues
World Saxophone Quartet
Justin Time Records 2006

Political Blues es intenso, profundo y ameno. En la tradición del Freedom Now Suite (Suite Libertad ya) de Max Roach de 1960, este nuevo CD del World Saxophone Quartet (WSQ, Cuarteto Mundial de Saxofón) se ubica en el momento actual; capta el profundo descontento, y furia, de amplios sectores sociales, y más a partir del huracán Katrina. Como indica la funda del disco, WSQ decidió abordar el clima político actual con “letras sin rodeos, arreglos que hacen reflexionar y una interpretación inigualable… una grabación que hierve de desdén por el gobierno actual”.

Una mano que alza un saxofón al aire adorna la portada del CD. Evoca el puño de poder de los años 60 que adornaba millones de playeras y brazaletes, y se convirtió en símbolo de rebeldía para toda una generación. El fervor de esos tiempos claramente resuena en esta compilación.

La pieza del título se abre con un cencerro, al cual sigue un bajo eléctrico pesado. Tras ocho compases, arranca todo el conjunto, que produce, como magia, el sonido de una banda grande, y los instrumentos de viento avientan la melodía y cuentan sus verdades. Ya establecido el ambiente , David Murray da el primero aldabonazo, no en su saxo tenor o clarinete bajo, sino con letras virulentas que fusionan rap, funk y blues tradicional (en inglés “blues” también significa “la depre”):

Tengo los blues de política/ Me harto de escucharlo todavía/Tengo los blues de política/ Katrina rompió el dique este día/Tengo que salir de aquí a buscar tantita armonía. Voy a subir en el pájaro de fierro y volar a otro continente/voy a escalar el Gran Muro de China para preguntar al presidente Mao qué quería decir exactamente. Tengo los blues de política/el país está en otra guerra/Tengo los blues de política/los damnificados me tocan la puerta…

Acusa también a Bush, Cheney, Rice; las elecciones de 2004 que nos encajaron este equipo monstruoso; el Partido Republicano; y el papel estadounidense en el tercer mundo.

Tocan tres de los fundadores de WSQ: Oliver Lake (alto), David Murray (tenor, clarinete bajo) y Bluiett (barítono). Bruce Williams y Jaleel Shaw comparten el lugar del alto para completar el cuarteto (el cuarto fundador, Julius Hemphill, del saxofón alto, murió en 1995). Pero el disco se distingue del sonido usual de WSQ de puro saxo. La lista de músicos invitados es impresionante: Jamaaladeen Tacuma, bajo; Craig Harris, trombón; Lee Pearson, tambores; James “Blood” Ulmer, guitarra y voz; Jeremy Pelt, trompeta; Carolyn Amba Hawthorne, voz; y Herve Samb, guitarra.

Al escuchar Political Blues, los aficionados de muchos años de WSQ reconocerán de inmediato su sonido único, lo imprevisible y el romper de toda tradición de los saxofones en sus cuartos niveles acordes, que de repente vuelan al espacio sideral tonal. David Murray es uno de mis músicos favoritos desde hace 25 años. Su música, no solo con WSQ sino en sus muchos otros proyectos, siempre trae una buena dosis de rebeldía, y como parte de eso desafía toda noción de autocomplacencia de “jazz tradicional”. Es conocido por su exploración de chillidos del registro estratósferico que al mismo tiempo son discordantes y fluidamente integrados en el viaje musical al que nos lleva ; incluso si vuela hasta donde uno no sabe ni qué onda, siempre regresa a recogerlo. Por más raras que sean sus exploraciones, siguen arraigadas en blues y jazz, con una gran dosis de funk y soul.

Political Blues vuelve repetidamente al tema de negligencia oficial imperdonable tras el huracán Katrina, no solo en la letra sino en la presencia de melodías jazzistas de Nueva Orleáns y marchas de Bourbon Street, revueltos con super-funk, blues de emotividad primordial e improvisación de lo más indisciplinada.

Se destacan también otras piezas . En Mannish Boy, James Blood Ulmer interpreta una canción clásica de Muddy Waters, combinando un blues tradicional que haría bailar a un muerto con los chillidos y sobrevuelos únicos de WSQ, y le imbuye una nueva pasión al estribillo: “Soy un hombre… soy un hombre”. Asombrosa Desgracia evoca la tonada del himno Asombrosa Gracia, pero cuando Carolyn Amba Hawthorne canta: Asombrosa desgracia/Cuando nos arrastraron hasta/ este lugar de mil tristezas/Violaron a nuestras madres/Encarcelaron a nuestros padres, robaron las tierras/Destruyen la tierra, agua y aire, no hay ni gota de resignación ni capitulación. En Bluocracy, Bluiett tacha de “neos” y “los ni-fu-ni-fa” a los músicos jazzistas conservadores y pregunta: “¿Habríamos de volver a ser esclavos? ¿A entretener a los amos modernos del siglo 21?”. En esta, la segunda parte de una suite blusera de tres partes, el trombonista Craig Harris produce con el instrumento aborigen didjeradoo un gruñido claramente descontento bajo un coro optimista de saxofones, que abre el paso para un dueto descabellado entre Harris, a la vez vanguardista y del estilo Nueva Orleáns, y Murray con sus vuelos espaciales. La ultra-funky Blue Diamond con sus punteos insistentes del bajo me hizo recordar la pieza de Sly and the Family Stone, Thank You Falettinme Be mice Elf Agin (¡que si no se entiende en inglés mucho menos en traducción!). Simplemente divierte esta composición de Craig Harris con un swing relajado sobre el cual lanzan solos increíbles Harris, Murray y Bluiett. La última pieza, Spy On Me Blues (Blues que me Espían), ofrece solos de saxofones y voz de Oliver Lake que critican satírica y tajantemente la pésima y criminal respuesta del gobierno a Katrina.

Sin duda, vale la pena oír este disco y gozarlo una y otra vez. Como indica la funda del disco, Political Blues es “una declaración a la vez oportuna y eterna, y en ningún momento deja de asombrar”.

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