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Revolución #69, 19 de noviembre de 2006

Una mala semana para dos viejos amigos…

Saddam and Rumsfeld shaking hands in 1983

Donald Rumsfeld y Saddam Hussein en 1983, cuando Estados Unidos le daba armas e inteligencia para librar una salvaje guerra con Irán.

A Saddam Hussein lo sentencian a muerte

En 1963, el Partido Baath de Saddam Hussein conquistó el poder en Irak con un golpe de estado entre vítores y aplausos de Estados Unidos. El gobierno se consolidó matando a las fuerzas de oposición. Para ello, la CIA le dio una lista de izquierdistas. En 1979, Hussein se apoderó personalmente de las riendas del gobierno y durante 12 años gobernó como hijo predilecto de Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Francia. Le proporcionaron armas, inteligencia y fondos para librar una brutal guerra de ocho años contra Irán (y componentes para las armas químicas con que masacró a soldados iraníes y civiles curdos).

Saddam Hussein cometió la gran mayoría de sus crímenes con la incitación o la complicidad de Estados Unidos. Tanto Donald Rumsfeld (secretario de Defensa que acaba de renunciar) como Robert Gates (el agente de la CIA nominado para reemplazarlo) fueron a ver a Hussein como representantes de alto nivel del gobierno. Ahora Washington, por medio del gobierno títere de Bagdad, ha sentenciado a muerte a Hussein. Pero no tiene más derecho de juzgar y ejecutar a Hussein que un capo de la Mafia tiene de matar a sus sicarios.

A Hussein lo condenaron de llevar a cabo una masacre de 148 hombres y jóvenes chiítas en Dujail en 1982. Escogieron ese crimen (en vez de otras masacres y crímenes de guerra mucho mayores) porque ni Estados Unidos ni Hussein querían divulgar que durante la mayor parte de su carrera fue asesino a sueldo de Washington. El periodista inglés Robert Fisk informó durante el juicio que “no le permitieron describir su relación con Donald Rumsfeld… ni el apoyo que recibió de George Bush Sr., padre del actual presidente”.

A Donald Rumsfeld le da la patada Bush

Cuando George Bush tomó las riendas tras las elecciones del 2000, Donald Rumsfeld pasó a ser un arquitecto principal de la campaña de Estados Unidos para imponerse como potencia imperialista dominante única por todo el mundo. Son monstruosos los crímenes que ha organizado, justificado y tapado.

En el 2001, dirigió la invasión y conquista de Afganistán. Personalmente mandó llevar a cabo un programa especial de captura, tortura y asesinato de presuntos enemigos por todo el planeta. Más tarde, desarrolló todo un sistema de centros de interrogatorio y cámaras de tortura, especialmente en Guantánamo (Cuba) y la base de la fuerza aérea Bagram (Afganistán). En agosto del 2003, los interrogadores de Abu Ghraib recibieron órdenes de arriba de redoblar la tortura. Un mes después, Rumsfeld fue personalmente al penal y aprobó las operaciones. La ex generala de brigada Janis Karpinski, comandante de los penales militares en Irak, escribió: “No cabe duda de que la cadena de mando, hasta el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, sabe [lo que pasó en Abu Ghraib] y tiene la responsabilidad”.

Además, desempeñó un papel central en la campaña oficial de mentiras y repitió que Irak tenía “armas de destrucción masiva” y amenazaba a Estados Unidos.

El 30 de marzo del 2001, Rumsfeld dijo esta descarada mentira: “Sabemos dónde están las armas de destrucción masiva. Están en los alrededores de Tikrit y Bagdad, al este, oeste, sur y norte, por ahí”.

Desempeñó un papel central en el bombardeo (“shock y pavor”) y la invasión de Irak, y después en la brutal represión contra la resistencia (como los repetidos ataques contra la ciudad de Faluya). Ahora se calcula que han muerto 650,000 iraquíes a raíz de la invasión y ocupación.

Ahora a Rumsfeld le dieron la patada no por sus muchos crímenes, sino porque poderosas fuerzas de la cúpula creen que no los realizó con la eficiencia y eficacia necesarias.

 

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