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Revolución #74, 24 de diciembre de 2006

Ola de asesinato y brutalidad del NYPD:
¡¡¡Esto tiene que parar!!!

Aun cuando la ira por el asesinato a sangre fría de Sean Bell el 25 de noviembre sigue creciendo, la policía sigue matando y maltratando. El 13 de diciembre mató a Timur Person, de 19 años, en el Sur Bronx.

A Timur le pegaron cuatro tiros, uno en el pecho. ¿Qué crimen cometió? La policía dice que él y otros tres muchachos estaban en la avenida Walton y que cuando se les acercaron empezaron a correr, lo cual es lógico si uno es joven y negro. Dos policías atraparon a Timur en la entrada de un edificio, donde le dispararon y lo mataron. Una vez más, la excusa de la policía es que tenía una pistola, pero los testigos dicen que se estaba entregando.

Un testigo dijo: “Estaba ahí no más parado… se entregó y de todos modos lo balearon”. Un grupo de personas estuvo un rato gritándoles a los policías y demandando justicia.

La mamá de Timur, Allene Person, dijo que su hijo menor hubiera cumplido 20 años en dos días. “No puedo llorar”, dijo, golpeando la cerca del hospital donde declararon muerto a su hijo. “No me salen las lágrimas por la furia”.

Tres días después de la muerte de Timur Person (y el mismo día que la Marcha por la Justicia en Manhattan) el NYPD volvió a matar porque sí. La víctima fue Anatoly Dimitriev, un migrante ruso de 62 años, balaceado en el pecho dos veces cuando trató de bajar corriendo por la escalera de incendios de su apartamento del Bronx. La policía dice que tenía un hacha y que no obedeció la orden de soltarla. Los vecinos dicen que tenía “problemas mentales”, pero que no era una amenaza a nadie. La semana antes del asesinato de Timur Person, la policía le disparó a tres hombres negros más.

El 6 de diciembre le dieron un tiro en la ingle a Hasani Omari que, supuestamente, sacó una pistola cuando lo perseguían. Como de costumbre, el vocero de la policía dijo: “La investigación preliminar indica que el tiroteo cumple las pautas de la policía”.

El 7 de diciembre, la policía le disparó a Richard Davenport en el brazo, con el pretexto de que él les disparó cuando lo perseguían.

Al día siguiente, la policía le disparó a Wayne Bolton debajo de ambas rodillas y dijo nuevamente que perseguía a una persona armada. Esta vez, el Comisionado de Policía, Raymond Kelly, dio un pretexto asombroso: “A veces los incidentes se dan en racha, en grupo, así son las cosas”. Luego, poniendo todo al revés, dijo: “Creo que eso recalca los peligros que enfrentan los policías”.

Ola de indignación

Esta epidemia de asesinatos policiales ha desatado una ola de indignación. Por primera vez desde el 11 de septiembre del 2001, una amplia gama de gente se ha movilizado para oponerse a la brutalidad policial; muchos se han lanzado a la calle y figuras destacadas se han pronunciado, todo lo cual influencia a personas de todas las capas sociales.

El 16 de diciembre, docenas de miles participaron en una Marcha por la Justicia en Manhattan. La víspera, el reverendo Calvin O. Butts III, de la iglesia bautista Abyssinian de Harlem, la iglesia negra más importante de la ciudad, dijo en frente de la alcaldía que los policías de Nueva York son unos “salvajes ignorantes que se siguen cebando con nosotros como si no mereciéramos respeto por virtud de nuestra humanidad y ciudadanía”. Y agregó: “Ya llevamos mucho tiempo pidiendo cambios, y cada vez nos faltan al respeto”.

La situación se ha puesto al rojo vivo y se está expresando de otras maneras también. Dos días después del asesinato de Sean Bell, sucedió algo en la calle 125 en Harlem que cuenta un testigo: “Yo iba por la calle 125, cuando vi que docenas de policías intentaban sujetar a un señor negro ya viejito. De repente salieron un montón de personas, furiosas, a gritarles a los policías, que empezaron a golpear las macanas en el suelo, casi a nuestros pies, como un extraño ritual, y a decirnos que teníamos que irnos. El grupo empezó a corear: ‘50 tiros’. Uno de los policías contestó diciendo que los vecinos llamaron a decir que ese señor estaba armado y que lo fueran a arrestar. Unos nos quedamos y seguimos careando a la policía. No sé qué pasó con el señor, que alguien dijo que militó en el Partido Pantera Negra”.

Las protestas continúan. La Coalición 22 de Octubre para Parar la Brutalidad Policial, la Represión y la Criminalización de una Generación ha convocado una protesta masiva para el miércoles 20 de diciembre en Jamaica, Queens, cerca de donde mataron a Sean Bell e hirieron a dos de sus amigos. Hablando de la racha de asesinato y violencia policial por todo el país, la convocatoria de la Coalición 22 de Octubre recalca que esto “no quiere decir que se trata de ‘unas manzanas podridas’ o incidentes aislados. Es una epidemia nacional… ESTO TIENE QUE PARAR, y solo la gente lo puede parar, con masivas y enérgicas protestas en las calles y otras acciones”.

También se ha convocado un Día de Indignación para clausurar Wall Street el 21 de diciembre.

“Un sistema donde suceden estas cosas es una porquería”

Muchos están entrando a la vida política con diferentes ideas. Por ejemplo, unos dicen que Sean Bell estuviera vivo si la policía usara balas de goma, o que lo que hace falta es capacitación para los policías o algún tipo de control comunitario sobre los policías que patrullan los barrios negros.

Nicholas Heyward es miembro de la Coalición 22 de Octubre; su hijo de 13 años, Nicholas Heyward Jr., fue muerto en 1994 por policías de Nueva York. Nicholas le dijo a este periódico la semana pasada que mucha gente “no entiende lo que está pasando y tiene que despertar. Lo que tiene que entender es que estos policías no están haciendo algo que no deben hacer, sino que están haciendo lo que tienen que hacer. Claro que están ahí para ‘proteger y servir’, pero no están ahí para protegernos a nosotros sino para proteger y servir a la gente que maneja este sistema de ganancias y poder”.

“Si uno entiende eso, puede entender que nunca se va a poder conseguir que usen balas de goma o que nos vayamos a reunir en sesiones con los policías para establecer mejores relaciones; eso nunca va a suceder. ¿Qué es lo que tiene que hacerse? Como dije en el llamado de la Coalición 22 de Octubre a protestas masivas el 20 de diciembre: ‘No tengo fe en este sistema que ha dado impunidad a los policías que mataron a mi hijo y a tantos otros’”.

Juanita Young también es activista contra la brutalidad policial; su hijo Malcolm Ferguson fue asesinado por la policía de Nueva York en el 2001. Juanita dijo: “En 1999 le dispararon 41 tiros a Amadou Diallo y ahora 50 tiros a Sean Bell. Nada ha cambiado; de hecho, desde el 11 de septiembre del 2001 la situación ha empeorado y los policías están más salvajes. Desde el 11 de septiembre han matado a más de 135 personas en Nueva York y New Jersey, sin que un solo policía haya acabado en la cárcel. Un sistema donde suceden estas cosas es una porquería. No es cuestión de unas pocas manzanas podridas, y eso que solo oímos de los casos más destacados. Hay muchos más de los que nada se dice en la prensa”.

Lo que dice Juanita Young es muy cierto con respecto al silencio sobre la brutalidad y asesinatos de la policía, que han intensificado desde el 11 de septiembre del 2001. Pero ahora, la furia de tanta gente y las protestas masivas han hecho que la verdad emerja. Por ejemplo, el programa del canal CNN “Larry King Show” y “Nightline”, del canal ABC, hablaron del asesinato de Sean Bell y así millones de personas se enteraron.

Las protestas y la resistencia tienen que crecer para que emerjan más verdades y para que muchos más vean la verdadera naturaleza de la policía en este sistema. Las protestas en las calles y la posición pública que toma la gente de renombre estimulan a los del fondo de la sociedad, que son los que más sufren a manos de la policía asesina. Dejan en claro que la gente no sufrirá en silencio cuando la policía mata y maltrata. Y esa resistencia influencia a gente de diversas capas sociales, les hace ver la realidad de la brutalidad policial y moviliza a la vida política con respecto a este y otros problemas y ultrajes de este sistema.

Como dijo Nicholas Heyward: “La única manera de parar la brutalidad policial es denunciando los horrores que comete este sistema y organizando la resistencia contra el sistema que sigue exonerando a policías asesinos, a pesar de pruebas contundentes”.

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