Revolución #87, 6 de mayo de 2007


El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor

Parte 11: Mao sobre las contradicciones en la sociedad socialista

Parte 12: La Revolución Cultural en China, Una irrupción sísmica de liberación

El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor
Raymond Lotta

• Parte 1: Introducción
• Parte 2: El comunismo y el socialismo
•  Parte 3: La revolución bolchevique estremece al mundo
• Parte 4: El experimento soviético: El poder proletario abre paso a la revolución social
• Parte 5: El experimento soviético: Se establece la primera economía socialista
• Parte 6: La II Guerra Mundial y sus secuelas
•  Parte 7: El gran avance de Mao: La revolución conquista el poder
• Parte 8: El avance de Mao: Romper con el modelo soviético
•  Parte 9: El Gran Salto Adelante
• Parte 10: La Gran Revolución Cultural Proletaria en China - No una purga fanática, sino el camino socialista contra el camino capitalista
•  Parte 11: Mao sobre las contradicciones en la sociedad socialista
• Parte 12: La Revolución Cultural en China, Una irrupción sísmica
• Parte 13: La Revolución Cultural, Lucha compleja y liberadora
• Parte 14: La Revolución Cultural, logros en educación y cultura
• Parte 15: La Revolución Cultural: Salud y economía
• Parte 16: La derrota del socialismo en China y las lecciones para el futuro
• Conclusión: La nueva visión del socialismo de Bob Avakian

Cada vez más personas se preocupan por el estado del mundo y la suerte del planeta. ¿Tiene que ser así el mundo? No; hay una alternativa mundial concreta: el socialismo y el comunismo. Pero constantemente nos remachan que el socialismo fracasó y que el capitalismo es lo máximo. Toda una generación no ha oído más que el socialismo es una pesadilla. Esa “revisión de la historia” también ha afectado a muchos intelectuales progresistas. El proyecto Pongamos las Cosas en Claro se propone convertir este ataque ideológico contra el comunismo en un debate enérgico en las universidades sobre el pasado del comunismo y el futuro del comunismo. En el 2005 y el 2006, el economista político maoísta Raymond Lotta dio una serie de conferencias por todo el país con ese fin. La conferencia “El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor” confronta las mentiras sobre el socialismo, analiza la experiencia y los logros de la revolución bolchevique de 1917 a 1956 y de la revolución china de 1949 a 1976, y plantea la nueva visión de Bob Avakian sobre el proyecto comunista. Revolución está publicando la conferencia por entregas. Salió por primera vez en Revolución a finales del 2005 y a comienzos del 2006. El website del proyecto Pongamos las Cosas en Claro es thisiscommunism.org. Estas son las partes once y doce.

Parte 11: Mao sobre las contradicciones en la sociedad socialista

El marxismo tuvo un enorme adelanto teórico con el análisis de Mao de que en la sociedad socialista siguen existiendo clases antagónicas, y que también sigue la lucha de clases entre el proletariado que gobierna la sociedad y la burguesía, ahora la gobernada.

Es algo complicado. Ya no se trata de capitalistas tradicionales con sus escrituras de propiedad y sus acciones en la bolsa de valores, aunque en los primeros años del socialismo se verán vestigios de la antigua burguesía y sus agentes reaccionarios organizarán en contra del nuevo sistema. Pero conforme la revolución se fortalece y la economía socialista se consolida, el peligro principalmente es una nueva burguesía que existe dentro de las relaciones y estructuras políticas, económicas e ideológicas de la sociedad socialista.

Causa confusión política. Sería más fácil si esa nueva burguesía saliera en la tele y anunciara: "Queremos destruir la revolución y explotarlos de nuevo, ¿oyeron?". Pero es al contrario: se organiza y lucha por sus intereses y programas dentro del marco institucional del sistema y con un lenguaje pseudo-marxista y pseudo-socialista.

Es cuestión de la naturaleza de la sociedad socialista.

Las desigualdades de la sociedad socialista

El socialismo es un enorme salto adelante; ha hecho posible cosas increíbles, como les he platicado. Pero es una sociedad de transición: trae las cicatrices económicas, sociales e ideológicas de la vieja sociedad. ¿Qué quiere decir eso?

Aún existen diferencias entre el desarrollo de la industria y la agricultura, entre la ciudad y el campo, y entre regiones. Algo muy importante es que sigue la división entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, o sea, entre los que principalmente se dedican a actividades intelectuales, administrativas y creativas, y los que trabajan con las manos.

Todavía hay diferencias salariales; el dinero, los precios y los contratos siguen jugando un papel importante en la economía.

Hay que restringir estas y otras desigualdades, así como la persistencia del intercambio de mercancías, y en última instancia habrá que eliminarlas para llegar al comunismo. También es necesario luchar ideológicamente contra la influencia de esas desigualdades en el pensamiento y los valores de la gente, y a la larga, eliminarla. Pero eso requerirá un proceso prolongado y complejo de lucha y transformación revolucionaria.

Mao analizó que estas diferencias sociales y las relaciones de mercancía forman el terreno del cual nacen nuevas fuerzas privilegiadas y una nueva burguesía en la sociedad socialista. Es más, demostró que el núcleo de la nueva burguesía se encuentra en los niveles más altos del mismo partido comunista. ¿Por qué?

El partido de vanguardia como el centro de las contradicciones

El partido comunista es la institución política más importante y la principal fuerza directora de la economía. Las masas necesitan dirección revolucionaria para transformar revolucionariamente la sociedad socialista. Es imprescindible el liderazgo de vanguardia y un estado proletario para dirigir la sociedad y coordinar la economía para el bien de las masas y para impulsar la revolución mundial. Se necesita un estado proletario fuerte para defenderse del constante peligro de un ataque imperialista.

Pero ahí está el detalle. Hay fuerzas en importantes puestos de liderazgo en el partido y el estado que promueven una línea burguesa, es decir, un punto de vista y medidas que expanden las desigualdades que mencioné y que restringen la iniciativa popular. Esos líderes de peso que promueven una línea burguesa están en una posición estratégica para implementar su programa: instituir medidas y reestructurar las relaciones económicas y sociales en la dirección del capitalismo. Esos "seguidores del camino capitalista", como Mao los bautizó, también tienen una posición ventajosa para movilizar a sectores sociales en torno a un programa neocapitalista.

Algunos preguntarán: "Bueno, ¿por qué no eliminar el partido y el estado de vanguardia, y así se evita el problema?". Pero eso no lo resuelve. Solo dejará a las masas sin liderazgo y más vulnerables ante todas las contradicciones de que ya platiqué. Y la burguesía volverá al poder.

Por eso, un partido de vanguardia tiene que dirigir el proceso revolucionario e impulsarlo hacia adelante. Pero, el mismo partido de vanguardia llega a ser el centro de las contradicciones de la sociedad socialista y, asimismo, la lucha dentro del partido entre el camino socialista y el camino capitalista llega a ser el centro de la lucha de clases.

Ese fue un gran descubrimiento de Mao.

Mao también buscó nuevos medios para lidiar con el problema: la movilización popular de abajo hacia arriba para derrocar políticamente los centros de poder burgués dentro del partido comunista y revolucionar el partido y las instituciones sociales; y la lucha ideológica para transformar el pensamiento y el conocimiento. De esta manera, la revolución socialista excava el terreno que regenera el capitalismo.

Con este fundamento político y teórico, echemos un vistazo a la Revolución Cultural.

Parte 12: La Revolución Cultural en China, Una irrupción sísmica de liberación

Es el 18 de agosto de 1966. Mao Tsetung está parado en la misma terraza con vista del zócalo de Pekín donde habló en 1949. Pero ahora pasa revista a la primera reunión pública de jóvenes revolucionarios, que se llamaban los Guardias Rojos. Un millón se han reunido y están celebrando porque hacía dos semanas Mao escribió y pegó en la calle un extraordinario cartelón titulado "Cañonear el cuartel general".

Nunca en la historia había hecho esto ningún líder revolucionario, ni ningún líder que detentara el poder. Mao llamaba al pueblo a desafiar las estructuras dominantes opresivas: a alzarse para derribar a los altos funcionarios del partido y del gobierno que intentaban llevar a China por el camino capitalista. Animaba al pueblo a reconquistar desde abajo los sectores del poder político y de la economía, cultura y educación de los cuales se habían apoderado los seguidores del camino capitalista.

Mao estaba lanzando una revolución dentro de la revolución.

Los Guardias Rojos como catalizador

En ese mitin de agosto, Mao saludó a la multitud y se puso un brazalete de los Guardias Rojos. Demostró su apoyo a la juventud revolucionaria y la animó; quería desencadenar su espíritu crítico y rebelde. Por su parte los Guardias Rojos jugarían un papel clave para iniciar la Revolución Cultural.

La situación en China en ese tiempo era gruesa. Un sector de líderes atrincherados en la administración y el partido promovían medidas burguesas con el camuflaje del marxismo. Muchos campesinos y obreros suponían que sus líderes, por llamarse comunistas, tenían que ser buenos. Mao quería quitarles esa costumbre de resignarse al statu quo y minar la arrogancia de los seguidores del camino capitalista. De hecho, en muchas fábricas y zonas rurales, la gente simplemente tenía miedo de criticar a la dirección.

Entran los Guardias Rojos.

Causaron sensación en la sociedad. Organizaron protestas y discusiones; criticaron funcionarios de alto y bajo nivel. Decían sus verdades a los directores de escuelas que se creían los muy muy. La generación anterior tenía la experiencia de la revolución en los años 30 y 40 en la lucha contra los invasores japoneses y el ejército de Chiang Kai-shek, que los yanquis financiaron. Ahora, una nueva generación se entregaba a la revolución. El gobierno daba permiso a los jóvenes de viajar gratis en tren. Los Guardias Rojos viajaban a muchas regiones y al campo, haciendo caminatas y trepados en los vehículos del ejército. Iban a los pueblos a reunirse con los campesinos, gente que no conocían y que les habían enseñado a despreciar.

Los Guardias Rojos sirvieron de catalizador. Alentaron al pueblo a alzarse la frente, a defenderse y a expresarse. Según contó un campesino:

"Los Guardias Rojos estaban bien organizados. Se dividieron en grupos y visitaron todas las casas de la aldea. Jamás habíamos visto tantos desconocidos en el pueblo. Nos hicieron preguntas sobre nuestra vida. Querían aprender de nosotros. Nos preguntaron cómo nos iba en la brigada [grandes unidades de trabajo]. Participaron en discusiones con los cuadros dirigentes de la brigada y les hicieron preguntas sobre el sistema de puntos de trabajo [el sistema de pago en las comunas]. Me dieron un libro de citas. Lo distribuyeron a varias familias. Al final todos lo tenían. Los Guardias Rojos fueron muy importantes para nosotros. Seguimos leyendo las citas cuando se fueron. Leímos y comparamos las citas con lo que hacíamos aquí y sacamos la conclusión de que era necesario cambiar muchas cosas". (Jan Myrdal y Gun Kessle, China: The Revolution Continued, Nueva York: Vintage, 1972, pág. 106-107)

La orientación de Mao para la Revolución Cultural

La burguesía odia la Revolución Cultural. La describe como "control del pensamiento" y retrata a los Guardias Rojos como fanáticos que arrasaban el país. Promueve en grande los estudios y memorias que pintan la Revolución Cultural como violencia y revancha. Pero esa no fue la realidad fundamental de la Revolución Cultural.

En primer lugar, no era una gresca descabellada. La dirección maoísta dio instrucciones. Uno de los principales documentos --y recomiendo que lo lean-- se llamaba la "Decisión de los dieciséis puntos". He aquí unas selecciones de las instrucciones de Mao:

* "Dejar que las masas se eduquen a sí mismas en el movimiento y aprendan a distinguir entre lo justo y lo erróneo, y entre la forma correcta de proceder y la incorrecta".

* "Hay que concentrar todas las fuerzas para asestar golpes al puñado de derechistas burgueses ultra reaccionarios. El blanco principal del movimiento actual son aquellos elementos en el seno del Partido que ocupan puestos dirigentes y siguen el camino capitalista".

* "Hay que hacer una estricta distinción entre los dos diferentes tipos de contradicciones: las contradicciones en el seno del pueblo y las contradicciones entre nosotros y el enemigo. Es normal que existan opiniones distintas entre las masas populares. Durante el debate, se debe recurrir al razonamiento y no a la coacción o a la fuerza".1

Esta era la orientación. ¿Hubo desorden? Sí. ¿Hubo excesos y violencia? Claro: era una revolución. Pero los revolucionarios maoístas se esforzaban por orientar el movimiento acertadamente en medio de todo su tumulto: debate en masa, crítica en masa y movilización política masiva.

Un episodio famoso ilustra este punto. En la Universidad Tsinghua, hubo mucho conflicto entre facciones estudiantiles y llegó a la violencia. En respuesta, la dirección maoísta envió un equipo de obreros no armados a la universidad para ayudar a los estudiantes a discutir y resolver sus diferencias

Nota

1. "Decisión del Comité Central del Partido Comunista de China sobre la Gran Revolución Cultural Proletaria" (aprobada el 8 de agosto de 1966), en Importantes documentos de la Gran Revolución Cultural Proletaria (Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1970). [regresa]

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