Revolución #90, 27 de mayo de 2007


La lucha de los chicanos y la revolución proletaria en Estados Unidos

Tercera parte: La revolución mexicana de 1910 y la I Guerra Mundial

Estamos publicando una serie de pasajes de "La lucha de los chicanos y la revolución proletaria en Estados Unidos". Este informe, de un grupo de estudio del Partido Comunista Revolucionario, EU, salió en junio del 2001. La investigación fue parte del proceso de elaborar el borrador del nuevo programa del PCR. (El Borrador del Programa y el informe completo están en línea en: http://revcom.us/s/programme_s.htm).

El informe tiene tres partes: Parte 1: La historia y la situación actual de los chicanos; Parte 2: La fuente de la opresión de los chicanos y la solución; Parte 3: La auténtica liberación: Puntos de unidad y discrepancias con otras perspectivas y enfoques.

Publicamos la primera parte de esta serie en el número 88 y la segunda parte en el 89. La tercera parte es de "La historia y la situación actual de los chicanos".

La revolución mexicana de 1910

La revolución mexicana de 1910 estalló con levantamientos campesinos que clamaron “¡Tierra y libertad!”. El 95% de los mexicanos eran aparceros y campesinos sin tierra, y luchaban por un nuevo reparto de la tierra. Líderes campesinos como Pancho Villa y Emiliano Zapata dirigieron la resistencia. En Estados Unidos, organizaciones como el Partido Liberal Mexicano (PLM), dirigido por Ricardo Flores Magón, instaron a los trabajadores chicanos y mexicanos a apoyar la revolución. Más tarde el gobierno estadounidense metió preso a Flores Magón y murió en la cárcel.

Durante ese tiempo, llegó la primera gran ola de migrantes mexicanos a Estados Unidos, casi el 10% de la población de México, debido al tumulto político y económico que acompañó a la revolución. El rápido desarrollo de la industria agrícola capitalista de Estados Unidos y la demanda de mano de obra barata estimuló la migración de jornaleros mexicanos que trabajaron en los campos de algodón de Texas y Arizona; en la cosecha del betabel en Colorado, Michigan y la región de los Grandes Lagos; y en la pizca de naranjas y vegetales en California. Asimismo, la expansión industrial de las primeras décadas del siglo 20 estimuló la contratación de trabajadores de Texas y México para las minas y ferrocarriles del Suroeste, la industria automotriz de Detroit, las fábricas de acero de Chicago, los mataderos de Omaha, Kansas City y Chicago, y otras industrias del centro del país.

Eran una fuente de mano de obra barata que los capitalistas querían utilizar para dividir a la clase trabajadora. Sin embargo, esos trabajadores chicanos y mexicanos, que hacían trabajos arduos y peligrosos, y sufrían discriminación en los salarios y un trato de ciudadanos de segunda clase sin derechos, se unieron al movimiento obrero y, junto a trabajadores de otras nacionalidades, se lanzaron a huelgas combativas en los campos y fábricas del país. En abril de 1914, en Ludlow, Colorado, se registró una de las huelgas más famosas de la historia del país; 9,000 mineros chicanos, italianos y eslavos reclamaron aumentos salariales, mejores condiciones de trabajo y vivienda, y el derecho a sindicalizarse. J.D. Rockefeller pidió tropas para “proteger sus propiedades”; estas ametrallaron a los trabajadores e incendiaron sus casas. La masacre de Ludlow dejó dos mujeres y 11 niños muertos.

La I Guerra Mundial y la crisis económica de 1929

La economía de guerra y el reclutamiento de obreros al ejército durante la I Guerra Mundial (1914-1918) crearon una escasez de mano de obra que abrió la puerta de la industria pesada a más chicanos y mexicanos. Como la guerra paró la migración europea a Estados Unidos, los trabajadores mexicanos reemplazaron a los europeos. En poco tiempo, las ciudades del centro del país tenían grandes comunidades chicanas. En 1917, Chicago tenía una población chicana de 4,000 habitantes, que aumentó a 20,000 en 1930. Pero a raíz del desplome de la bolsa de valores y la crisis económica de 1929, docenas de millones de trabajadores perdieron el empleo y los salarios bajaron un 50%.

A los inmigrantes los culpaban por la crisis. A los chicanos les quitaron la beneficencia pública y no les dieron empleos en los programas de obras públicas. Se calcula que unos tres millones de personas de familia mexicana vivían en Estados Unidos en 1929. Más de 500,000 (chicanos y mexicanos) tuvieron que regresar a México. En Detroit, deportaron a por lo menos 12,000 de la población chicana y mexicana de 15,000 habitantes. Separaron a muchas familias. A veces los padres terminaron a un lado de la frontera y los hijos al otro (o algunos de los hijos quedaron en Estados Unidos y deportaron a los demás). En muchos casos deportaron a gente nacida aquí, y en algunos casos gente que nació en México y se crió aquí tuvo que regresar a un país que prácticamente no conocía.

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