Issue and Date


Revolución #112, 16 de diciembre de 2007

Número actual  |   Números Anteriores  |   Bob Avakian  |   PCR  |   Temas  |   Comunícate


Nuevo suceso en el caso de Jena

“Justicia” capitalista y el caso de los 6 de Jena

El 3 de diciembre, Mychal Bell, uno de los 6 de Jena, aceptó un acuerdo propuesto por el fiscal (que se llama “admisión” en los tribunales juveniles) y lo sentenciaron a 18 meses en un penal juvenil. Bell se declaró culpable de causar lesiones agravadas de segundo grado; y retiraron la segunda acusación, de conspiración de cometer lesiones agravadas. Tendrá que someterse a la terapia, pagar los costos del juicio y pagarle $935 a Justin Barker (el estudiante blanco que acusan a los 6 de Jena de haberle golpeado) y su familia. El acuerdo dice que Bell tiene que “dar testimonio verídico” si lo llaman como testigo en los juicios de los demás acusados. Le dieron crédito para los meses que ya ha pasado en la cárcel, así que saldrá en unos meses. A sus padres los mandaron darle dinero al estado de Louisiana para sostenerlo hasta que cumpla 18 años.

Lo que este sistema ya ha hecho a Mychal Bell y a los 6 de Jena es una infamia. Este “acuerdo” es otra infamia más, en la que Bell tiene que aceptar decir lo que la fiscalía lo mande decir, tanto como son los juicios de los otros cinco jóvenes de los 6 de Jena, que todavía tiene programados el sistema.

Esto ha planteado unas preguntas fuertes: ¿Cómo le presionaron a Mychal Bell a aceptar el acuerdo? ¿Cómo se lo debe analizar? ¿Y qué significa para los 6 de Jena y para la lucha contra el racismo que este caso concentra, tanto como la “epidemia” de dogales que lo siguió?

Una concentración de la supremacía blanca

Desde el comienzo el arresto, el encarcelamiento y los juicios de los 6 de Jena han sido una terrible INJUSTICIA. En el pueblo de Jena, Louisiana, donde predomina la supremacía blanca, la segregación y un estilo de vida sureño, colgaron dogales de una árbol “solo para blancos” de la preparatoria. Los estudiantes negros se rebelaron y dijeron BASTA YA. Los reprimieron con acusaciones escandalosas y discriminatorias. Cuando se enteraron de su protesta, decenas de miles de personas por todo el país se unieron a ellos para decir BASTA YA.

Cuando el fiscal mandó arrestar a los 6 de Jena el 4 de diciembre de 2006, no lo hizo por una “pelea en el patio de la escuela”. Los dogales colgados en Jena representan la “tradición” de linchamientos y terror del Ku Klux Klan. Los administradores del sistema escolar, los funcionarios del gobierno y el sistema penal corrieron a defender los dogales; dijeron que colgarlos fue una “travesura”, castigaron a los que los colgaron con un tirón de orejas y atacaron con saña a los que protestaron contra los dogales. Todo esto dice mucho sobre la virulencia del racismo sin adornos en la sociedad hoy.

Este caso tocó una fibra sensible por todo el país porque es una fuerte concentración no solo del pasado sino de la actual realidad del pueblo negro por todo el país. Lo que pasó en Jena es tan claro, flagrante e indignante que impulsó muchos a la acción: las amenazas, los arrestos, los meses en la cárcel sin condena, las altas fianzas de decenas de miles de dólares, el juicio de Mychal Bell con un jurado todo blanco y su encarcelamiento incluso después de que anularon su condena en el tribunal de adultos. Esta clase de criminalización y castigo injustos es lo que este sistema le hace a los jóvenes negros en los tribunales por todo el país.

“Justicia” capitalista

Para entender el acuerdo que aceptó Mychal Bell, hay que examinar a fondo toda esta sociedad, y aplicar la ciencia, para ver todo el contexto y las fuerzas subyacentes.

Cuando un acusado comparece ante un tribunal, parece que lo que está pasando es que han acusado a un individuo de violar la ley y el tribunal va a decidir si es culpable o inocente y si se lo debe castigar. Pero el sistema de “justicia” de Estados Unidos funciona como parte de, y refleja y refuerza, las relaciones económicas y sociales básicas del capitalismo.

En el capitalismo, un puñado de personas domina la propiedad y la riqueza de la sociedad. Y fundamentalmente, esta clase domina los medios para producir la riqueza, como la tierra, las materias primas, la tecnología, etc. La gran mayoría de la población tiene muy poco o nada de estas cosas, y si quiere subsistir (o no tener que subsistir con otros medios, muchas veces ilegales), tiene que vender su capacidad de trabajar a los que las tienen. Este intercambio (de la capacidad de trabajar por un salario) parece un intercambio igual. Pero en realidad es una relación profundamente desigual, en que los que no tienen capital tienen que trabajar —y en el proceso crear más riqueza— para los que son dueños del capital y lo controlan. Además, en la sociedad estadounidense la opresión de los negros como pueblo siempre ha sido ligada inseparablemente al funcionamiento del capitalismo, en varias formas a lo largo de la historia.

Bob Avakian, hablando de cómo esta relación fundamental de desigualdad, dominación y explotación se extiende a todas las relaciones de la sociedad capitalista y se expresa por medio de ellas, a pesar de la apariencia superficial de igualdad, señala el concepto de la “igualdad ante la ley” como ejemplo. Dice:

“Eso supuestamente quiere decir que las mismas leyes se aplican, de la misma manera, a todo el mundo, sin importar su ‘condición’ social, la cantidad de dinero que tengan, y cosas así. Sin embargo, la experiencia demuestra que las cosas no son así en la realidad. La gente con más dinero tiene más influencia política —y los que tienen gran cantidad de dinero tienen gran cantidad de influencia y poder político—, mientras que los que tienen poco dinero, y especialmente los que tienen muy poco dinero, no tienen influencia política, lazos con el poder político, de importancia, etc. Y eso se ve, una y otra vez, en los trámites judiciales, hasta en la manera en que los que presiden los trámites judiciales (los jueces) ven —de una manera muy diferente— las diferentes clases de personas en los trámites judiciales. Pero lo que es aún más decisivo es la realidad de que las leyes mismas (y la Constitución que establece el marco para las leyes) reflejan y refuerzan las relaciones esenciales de la sociedad, y fundamentalmente las relaciones económicas (de producción) del capitalismo”. (“Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, Primera parte: Más allá del estrecho horizonte del derecho burgués”)

Estos son los cimientos y la realidad de todo el sistema de fiscales, jueces, tribunales y penales que Mychal Bell (y millones más) confrontan.

La trampa de los acuerdos con la fiscalía

En Louisiana, donde los negros son el 34% de la población, el 67% de los detenidos en el “sistema juvenil” son negros (en el 2006). Los acuerdos con la fiscalía son una manera importante de atrapar a los jóvenes negros en este sistema, y con que el sistema los criminaliza, hasta por los delitos menores.

En un año típico, más del 80% de los juicios en Estados Unidos se resolvieron por medio de un acuerdo con la fiscalía. El sistema de justicia criminal los arresta por delitos menores o por ningún delito. A los acusados los meten en una situación en que las opciones son: luchar por la vida, a sabiendas de que la baraja está arreglada y el sistema los castigará a lo máximo (incluso si no hicieron nada), o ceder ante el sistema y esperar que “no sea muy duro”. Mucha gente sabe y ha experimentado en carne propia la realidad de que en este país el derecho de ser inocente hasta que prueban que es culpable, de tener un juicio imparcial, de tener un jurado imparcial, o incluso de conseguir que el sistema obedezca sus propias reglas parciales, es una cruel mentira.

Hoy hay millones de jóvenes negros que el sistema capitalista no puede explotar provechosamente, así que no le ofrece trabajo ni futuro. El sistema carcelario ha pasado a ser un medio para contener y suprimir a centenares de miles de ellos. Todo esto lo refuerzan los medios y gente de la calaña de Bill Cosby, quienes (en vez de echarle la culpa al sistema que no ofrecerá y no puede ofrecer una vida y un futuro decentes) les culpan a las masas por su propia situación. Tales ataques, que sirven para descartar, demonizar y criminalizar a estos jóvenes, son una manera de justificar almacenarlos en los penales.

Es una gran injusticia que este sistema ha obligado a Mychal Bell a pasar 10 meses en la cárcel y que lo ha criminalizado. No es culpable de nada por lo que debe pasar siquiera un día en la cárcel. De hecho, si hubiera justicia en este caso el sistema tendría que pedirles disculpas, dar concesiones y poner en libertad completamente a los 6 de Jena.

A Mychal Bell lo juzgaron por primera vez en un tribunal de adultos en julio de 2007. Un jurado todo blanco y un juez blanco. El abogado defensor nombrado por el juez no presentó ni un solo testigo, pero el fiscal presentó a 16 testigos, la mayoría blancos. Lo condenaron tras unas pocas horas de deliberaciones de delitos por los cuales podría haber pasado 22 años en la cárcel. Pasó casi un año en la cárcel, e incluso después de que anularon su condena y un tribunal superior envió su caso a un tribunal de menores. En una situación de intimidación y coacción extremas, a Bell lo obligaron a escoger si aceptar o no el acuerdo del fiscal. Solo podemos imaginarnos las presiones que le aplicaron a Bell y a su familia para aceptar el acuerdo, entre ellas el hecho de que en el tribunal juvenil no hay jurado sino solo un juez. Esto se parece mucho a lo que les pasa a millones de otros acusados que este sistema lleva a una sala para arrancar una “confesión”. Por eso, hay que decir que la “admisión” de culpabilidad de Mychal Bell no refleja necesariamente la verdad de lo que pasó. Y ahora, si hay juicios para los demás miembros de los 6 de Jena, el sistema podría presionar y tratar de obligar a Mychal Bell a dar testimonio para la fiscalía en contra de los otros.

La pura verdad y la auténtica justicia

Desde el comienzo de este caso ha sido cierto que la única justicia sería anular TODAS las acusaciones y poner en libertad a TODOS los 6. Las circunstancias históricas convirtieron a los 6 de Jena en símbolo y centro de una lucha histórica mayor, una lucha por la justicia y una parte de la lucha para llegar a un mundo mejor donde se haya eliminado los dogales y la supremacía blanca. El surgimiento de un movimiento de masas por todo el país, con una marcha de decenas de miles de personas en Jena, desempeñó un papel en la decisión de anular las condenas iniciales de Bell y con lo que el fiscal podía y no podía hacer en el juicio, no importa cuanto lo niegue.

El estado tiene que condenar a los 6 de Jena, para defender y reforzar su veredicto de que lo que hicieron en oposición a los dogales fue un crimen y para darles carta blanca a las fuerzas racistas. Los abogados de los 6 de Jena tienen que librar una lucha en los tribunales, captar lo que está en juego y utilizar toda oportunidad, en este contexto social mayor, para defender a sus clientes. Pero tales casos no se deciden principalmente en los tribunales, sino fundamentalmente por lo que pasa en la sociedad. Cuando miles de personas se meten a la lucha, y millones empiezan a despertarse a la vida política y centrar la atención en esta infamia, los que dominan este sistema tendrán que calcular el precio político que tendrán que pagar para enjuiciar a los acusados. ¿Arrojará más luz sobre el funcionamiento de su sistema y movilizará a más gente en su contra? Al levantarse, ¿empezará a darse cuenta del potencial de su poder? ¿Atraerá a más gente a buscar otra solución de estos problemas? ¿Algunos empezarán a pensar en la revolución como resultado?

En este contexto, la decisión de Mychal Bell de no seguir luchando, y aceptar el veredicto del sistema de que es “culpable”, es un gran error que tendrá verdaderas consecuencias. Primero, no es cierto; no es culpable de nada que no es oponerse a toda una oleada de intimidación racista. Pero además de esto, y especialmente en vista de que esta lucha refleja las esperanzas de millones para un futuro mejor para todos, no se puede ver la situación desde la perspectiva de “lo que es mejor para mí”; hay mucho más en juego y hay que ver la situación desde la perspectiva de los intereses de la humanidad. La perspectiva de “lo que es mejor para mí” refuerza todo este sistema opresivo. Con ella la gente sigue peleándose entre sí. Por otro lado, cuando “todo el mundo está mirando”, cuando las esperanzas de la gente están en juego, como en el caso de Jena, se puede y se tiene que mantenerse fuerte y hacer algo que tendrá grandes consecuencias positivas para la gente.

Pero Mychal Bell, incluso con este acuerdo, tendrá otras demandas del sistema; no importa lo que le hayan prometido, seguirán atacándolo. Ante estas demandas, es importante que “haga lo debido” y que lo apoyemos si lo hace.

Al mismo tiempo, tienen programados los juicios de cuatro de los 6 de Jena en los tribunales de adultos, y todavía podrían ser sentenciados a 22 años en la cárcel. Otro joven tendrá juicio en un tribunal de menores. No hubieran debido arrestar a los 6 ni enjuiciarlos. Cualquier castigo es una injusticia. Y la batalla de libertad para estos jóvenes, y para defenderlos, tiene que continuar y cobrar más fuerza y resolución.

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.

Basics
Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es
From Ike to Mao and Beyond