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Revolución #116, 20 de enero de 2008

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Corrección de la Redacción:

Sobre la revolución de nueva democracia

El artículo de la semana pasada sobre Pakistán, “Pakistán: Un caldero peligroso se calienta”, examinó la explosiva situación en ese país. Ese artículo, que en lo general es correcto, contiene un error significante e importante en la conclusión.

El artículo analiza correcta, aunque por necesidad brevemente, cómo el imperialismo domina a Pakistán y cómo ese dominio incluye tanto la superexplotación capitalista así como la integración de la producción feudal y semifeudal, que todavía desempeña un papel significativo en la agricultura, en los circuitos del capital dominado por el imperialismo. Describe las diferentes facciones de la clase dominante de Pakistán, la base clasista y social de esas fuerzas y las maneras en que la opresión imperialista ha truncado el desarrollo de Pakistán e impedido su cohesión como nación independiente. El artículo explora cómo esa opresión imperialista se ha manifestado tanto en las relaciones de producción como en la superestructura política, y cómo Estados Unidos juega un papel central al decidir quién debe gobierna el país, fortalecer y utilizar sus fuerzas armadas, etc. Y como parte de eso, abordó la importancia del fundamentalismo islámico, como expresión ideológica y política estrechamente ligada a la fuerza persistente de las relaciones y fuerzas de clase feudales y semifeudales en Pakistán. El artículo también analizó cómo esas fuerzas pelean entre sí por ventajas y también pueden chocar —y a veces chocar fuertemente— con el imperialismo, a pesar de que el marco general y las condiciones dentro de las cuales luchan están dominados por el imperialismo. El choque actual entre el imperialismo estadounidense y el fundamentalismo islámico a nivel mundial, y su expresión aguda en Pakistán, es un ejemplo notable de esto.

Desafortunadamente, al final del artículo la formulación de las tareas de la revolución de nueva democracia en Pakistán negó el importante papel de las relaciones, fuerzas de clase e ideas feudales en Pakistán. Dio esta definición de la revolución de nueva democracia:

“La revolución de nueva democracia —forjada por Mao Tsetung— es el camino a esa liberación. La revolución de nueva democracia unifica y representa los intereses de todos los que se puedan unir para tumbar del poder a la clase de capitalistas burocráticos y el sistema de estado sometido y al servicio del imperialismo. Pero la meta no es el dominio imperialista con sello democrático, sino más bien una revolución de nueva democracia que tumba del poder al imperialismo, como la primera etapa de la revolución socialista que, en última instancia, tiene como meta derrotar el capitalismo-imperialismo por todo el mundo”.

Esta formulación omite la tarea de derrotar a los elementos feudales en la estructura del poder en las naciones oprimidas, así como la erradicación y transformación de esas relaciones y estructuras feudales, una vez que se haya logrado la liberación. Esto es erróneo y si se toma como línea llevaría a graves problemas. En un país como Pakistán, así como en la mayoría de las naciones oprimidas, las fuerzas de clase y las relaciones feudales y semifeudales siguen siendo significativas. Debido a eso, la revolución de nueva democracia tiene que incluir a los campesinos directamente oprimidos por los terratenientes en el campo, así como a los que han sido desplazados a las barriadas y tugurios urbanos. Con mucha frecuencia, la revolución en el campo tiene que pasar por una etapa de tierra para quien la trabaja, o sea, un reparto de la tierra y un período de agricultura de pequeña escala o de pequeños propietarios, una vez que se haya desmantelado el feudalismo, y que el nuevo poder debe dirigir paso a paso hacia la colectivización y después a la agricultura socializada. Por lo general, esa revolución también puede unirse con sectores de los pequeños capitalistas que tienen auténticos conflictos con el imperialismo sobre la subordinación del desarrollo nacional. Las capas progresistas en general —hasta las fuerzas religiosas que no sean teócratas— también pueden jugar un papel importante en esta revolución. Hay que dirigir todo esto como parte de un programa que rompe radicalmente con todas las estructuras de dependencia al imperialismo y con las relaciones e ideología esclavizadoras del feudalismo, como la primera etapa de un programa revolucionario que apunta a eliminar toda la explotación y la opresión, y las relaciones sociales que estas engendran.

[Se ha corregido este error en la versión del artículo que está en nuestro portal.]

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