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Revolución #118, 3 de febrero de 2008

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Las mujeres encarceladas deben tener acceso a esta información

Saludos,

Les escribo sobre su campaña para regalar suscripciones al periódico Revolución a los presos. Creo que es una idea maravillosa y me comprometo a contribuir $25 dólares al mes durante los próximos doce meses a la campaña. Soy mujer. Hace unos ocho años me metieron en dos penales federales en Florida durante casi tres años. Una parte del sufrimiento de estar encarcelado es el control completo que tienen los opresores sobre el tipo de medios de comunicación e información que uno recibe. Se permite la televisión pero como bien sabemos todos, ese medio de comunicación no solamente no nos ilustra sino que promueve el mismo tipo de valores y punto de vista que nos dan expectativas de fantasía. Al preso le inundan constantemente de mensajes de que no sirve, que las decisiones que tomó en la vida lo llevaron a estas circunstancias trágicas y que no estaría en esta situación si se hubiera portado mejor. Bueno, yo me he dado cuenta de que en gran medida uno termina en la cárcel porque aprende la visión del mundo que promueven los medios de comunicación, las escuelas y la sociedad en general, es decir: uno primero y que se jodan los demás; busca dinero y cosas materiales como pueda sin importar a quién perjudica. La mayoría de las mujeres encarceladas están allí por delitos relacionados con la droga o por sacar dinero de una manera u otra. Desafortunadamente muchas de estas mujeres terminan presas y separadas de sus hijos por su relación con un hombre. También a la mayoría las colocaron de niñas con familias de acogida o las abusaron y maltrataron durante los años de desarrollo.

Este periódico representa el punto de vista de los oprimidos en este país y el mundo. Nos enseña de cuál lado estamos y el único camino hacia la liberación para nosotros y los oprimidos por todas partes del mundo. Esta información hace tanta falta detrás de los muros de la prisión. No digo que la va a abrazar la mayoría de la población sino que hay presas que reconocen que este sistema en que vivimos no obra en beneficio nuestro. En los penales donde estuve presa, el 50% de las prisioneras eran latinas. Esta información la conoce poca gente en el mundo. En sus países de origen eran desesperadamente pobres y recurrieron a la venta y tráfico de drogas para mantener a la familia. En muchos casos eso era la única opción porque a las economías de esos países las controlan las demandas estadounidenses.

Eso lo aprendí al leer la prensa revolucionaria. Creo que las presas deben tener acceso a esta información y darse cuenta de que este sistema no puede ni le importa ofrecerles una vida buena y alegre a ellas y a sus hijos, y que el único futuro que les espera bajo este sistema es alguna forma de miseria para ellos y la gente de su clase. Eso no cambiará con cambiar el color del presidente; tenemos que cambiar el mundo. Pero primero tenemos que entenderlo.

Condenada de un delito grave

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