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Revolución #120, 17 de febrero de 2008

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"Home of the Brave" (Patria de los valientes)

El espíritu desafiante de Viola Liuzzo

25 de marzo de 1965: Fue el final de una marcha de cuatro días y 87 kilómetros, desde Selma a Montgomery, la capital del estado de Alabama, para demandar derechos civiles para los negros. Un carro que llevaba a cuatro miembros del Ku Klux Klan se aproximó al carro que llevaba a dos activistas de derechos civiles: Viola Liuzzo, una señora blanca de 39 años, y Leroy Moton, un hombre negro de 19 años. Viola y Leroy transportaban a unos residentes de la zona de regreso a casa tras la marcha. Los racistas del KKK dispararon contra el carro y le pegaron en la cabeza y mataron a Viola.

Viola Liuzzo fue la única mujer blanca asesinada durante el movimiento pro derechos civiles. Hoy muy pocas personas conocen la historia de esa mujer valiente.

Una rebelde con un fuerte deseo de justicia

Hace poco vi el documental en DVD “Home of the Brave” (Patria de los valientes) del 2004, que narra la historia de Viola. Relata también la lucha de sus cinco hijos para destapar lo que estaba al fondo de su asesinato y destaca lo que los documentos oficiales muestran: el FBI se involucró en el asesinato y desempeñó un papel clave en la campaña para calumniarla después. El documental dice que el FBI entregó más de 1,000 páginas del expediente sobre Viola Liuzzo, lo que en palabras de un abogado “es una cantidad inusitada para la víctima de un delito”. ¡Dice que el expediente del FBI sobre Liuzzo fue tres veces mayor que el que tenía sobre el KKK durante el auge del movimiento pro derechos civiles!

Viola creció en la pobreza de Tennessee. Siempre era algo rebelde y tenía un fuerte deseo de justicia, pero eso fue en un tiempo antes de que el “papel tradicional” de la mujer como “ama de casa” se desafiara (hasta cierta medida) a finales de los años 60 y comienzos de los 70. En aquel tiempo, en los anuncios se veían a mujeres que bailaban extasiadas ante la potencia de un nuevo detergente. Viola había quedado muy atrapada en ese papel tradicional, criando a los niños y cuidando la casa. Dio a luz a un bebé que nació muerto y eso le provocó una fuerte crisis. La doctrina católica decía que los bebés que nacen muertos jamás pueden ir al cielo. Viola no podía comprender la irracionalidad e injusticia de eso, y le causó una crisis de fe. Fue un período doloroso y desgarrador para ella. Pero al final, como dijo uno de sus hijos en el documental: “Dejó atrás la doctrina católica y empezó a explorar todo”. Fue a la Universidad Estatal Wayne de Detroit para estudiar enfermería y participó en grupos estudiantiles, como la NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color).

Cuando Viola vio en la televisión que la policía atacó con saña a una marcha pro derechos civiles en Selma, Alabama, le indignó muchísimo. Así que cuando los líderes del movimiento pro derechos civiles exhortaron a ir a Selma, ella no podía resistir. Los negros de Selma y de todo el Sur sufrían una fuerte segregación con las leyes “Jim Crow” impuestas por la policía y el KKK. En Selma, solo 150 negros estaban empadronados, de una población negra de 30,000 personas; pues para que un negro se empadronara, un blanco tenía que responder por él.

Viola sabía que ir a Selma iba a ser peligrosa. Antes de salir, le pidió a su mejor amiga cuidar a sus hijos si algo le pasara. Pero Viola captaba la importancia de que la gente opusiera resistencia y no iba a dejar que nada le impidiera.

La mano del FBI en el asesinato

Tras el asesinato, se lanzó una vil campaña de calumnias contra Viola. Las publicaciones racistas dijeron que las mujeres blancas fueron a Selma solamente para tener sexo con los hombres negros, y la prensa burguesa dijo que Viola no tenía ninguna necesidad de dejar a su familia. A sus hijos los hostigaban en la escuela; les decían: “Tu madre quería a los niggers”. Se quemaron cruces frente a la casa y dispararon contra las ventanas.

Acusaron a tres hombres por el asesinato de Liuzzo. El cuarto hombre que estaba en el carro, Gary Thomas Rowe, fue un soplón a sueldo del FBI. A pesar de que había un testigo presencial en el carro, el jurado todo blanco absolvió a los tres. Uno de los abogados de la defensa le llamó a Viola “una nigger blanca” en sus argumentos finales. Más tarde, en un juicio federal, a los tres los declararon culpables de conspiración y los condenaron a solo diez años de cárcel. A fin de cuentas, solo pasaron seis años en la cárcel por un homicidio a sangre fría.

En los años 70, salió a la luz que el soplón del FBI había desempeñado un papel mayor en el Klan y en el asesinato de Liuzzo. Mary, hija de Viola, dijo que Rowe “estuvo presente durante casi todos los actos violentos cometidos por el KKK”. El FBI le mandó participar en la violencia. Y se descubrió que con toda probabilidad Rowe fuera el gatillero en el asesinato de Viola.

El documental dice que los documentos del FBI que la familia obtuvo indican que el director del FBI, J. Edgar Hoover, tramó personal y deliberadamente una campaña de calumnias contra Viola. Colocó información falsa en los informes diseminados por todo el FBI y filtrados a la prensa. Hoover escribió que Viola estaba sentada tan cerca a su pasajero “que tenía la apariencia de una fiesta de besuqueos.” También afirmó que el brazo de Viola tenía marcas de agujas.

La familia de Viola entabló una demanda civil contra el FBI y el gobierno. A pesar de todas las pruebas, el juez rechazó el caso y le ordenó a la familia pagar los gastos legales, una suma calculada en $100,000. Su hijo Tony dijo: “Jamás pagaré ni un centavo al gobierno de Estados Unidos por el asesinato de mi madre”. El fallo fue desgarrador para la familia y en particular para Tony y Tommy, los hijos de Viola, que habían sido los principales acusadores. La familia tuvo que hacer frente al hecho de que “su” gobierno estaba metido en el asesinato de su madre, y lo que es más, no ofreció ninguna disculpa por sus acciones sino que iba a castigarlos por tratar de sacar a flote la verdad. Al final, Tommy se marginó de la sociedad y se mudó a una zona rural de Mississippi, donde por lo visto adoptó la ideología racista contra la cual su madre había luchado. Tony llegó a ser un alto dirigente de la derechista Milicia de Michigan y pasó a la clandestinidad tras el 11 de septiembre.

Para mí, estos hechos demuestran una verdad que es importante que los revolucionarios consideremos. Aun cuando la fe en el gobierno se echa por tierra, la gente no busca automáticamente las soluciones revolucionarias. De hecho, es posible que busque espontáneamente soluciones populistas de derecha o la religión, o que se vuelva cínica y desmoralizada. Nos toca a nosotros mostrarles las fuerzas reales que tienen la culpa de su opresión y también la verdadera solución, y retarles, a veces mediante una lucha aguda, a confrontar verdades dolorosas.

Al final del documental, Mary, hija de Viola, sigue la ruta de su madre de Detroit a Selma y habla con unas personas que la conocían. Al visitar un museo del movimiento pro derechos civiles en Selma, Mary pone el nombre de su madre en una pared de comentarios de los que participaron en ese movimiento. Escribe: “Fue, marchó y murió por lo que creía”.

El documental señala también que, aunque unas cosas han cambiado en Selma, en muchos aspectos siguen siendo iguales. En una escena, unos negros y unos blancos trabajan juntos en las urnas, pero aún así las actitudes racistas prevalecen. Se le pregunta a uno de los blancos sobre Viola, y este responde: “No creo que tuvo ninguna razón por estar aquí”. Cuando se les pregunta a una pareja blanca si están contentos ahora que los negros tienen el derecho de votar, contestan: “No puedo decir, realmente”.

Se ha puesto una lápida en el lugar donde mataron a Viola, para marcarlo. Pero se tiene que rodearla de barras para protegerla del vandalismo.

En un momento en que los dogales se ven de nuevo y la sociedad quiere encerrar a la mujer en su papel tradicional, el espíritu y el modelo de Viola Liuzzo es tan pertinente como siempre. Busquen “Home of the Brave” para verlo con sus amigos/as.

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