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Revolución #121, 24 de febrero de 2008

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Del Club Revolución de Harlem

Debates sobre dios en la calle 125

El 8 de febrero, unos 300 jóvenes organizados por el movimiento fascista cristiano BattleCry (Grito de Batalla) invadieron la plaza Times Square de Nueva York para un “espectáculo de reclutamiento” reaccionario de guerra santa. Tropezaron con una oposición fuerte, con una manta larga con enormes letras negras que deletreaban “ABAJO TODOS LOS DIOSES”. ” (Ver el volante del Club Revolución de Harlem.)

The BattleCry teens chanted “Los jóvenes de BattleCry corearon “¡Je-sús! ¡Je-sús!”, “¡Dios es real! ¡Dios es real!” y, para destacar su perspectiva anticientífica y antievolutiva, “¡No somos monos!”. En protesta, los miembros de los Clubes Revolución de Harlem y del Centro y otros revolucionarios se metieron en la multitud de BattleCry y disputaron su oscurantismo e ignorancia, su creencia en un dios no existente, los horrores de interpretar literalmente la Biblia y el punto de vista incorrecto y anticientífico de que la evolución es “solo una teoría”. Varios jóvenes de BattleCry tomaron el volante del Club Revolución; unos los agradecieron por haberles trabado conversación y dijeron que también tienen problemas con lo que hace el gobierno de Bush. Unos transeúntes pararon a escuchar y unos participaron en el debate animado sobre lo que BattleCry representa y los grandes interrogantes ante la humanidad. Hablaron de la necesidad de crear un mundo mejor, pero como resultado de hacer la revolución y alcanzar el comunismo en vez de creer en un dios no existente. Unos chavos se unieron a la protesta contra BattleCry y proclamaron: “¡Estamos del lado de la realidad!” ”

 [Foto: Exclusive para Revolución]

Recibimos esta carta de un miembro del Club Revolución de Harlem:

Estimado periódico Revolución:

En Harlem se habla todo el tiempo de dios. Pero en verdad, la gente tiene pocas oportunidades de hablar a fondo de ese mito inexistente y asesino y de todo el daño que causa. Un manto sofocante de convencionalismos y superstición religiosa la atonta para que no vea cómo es la situación en realidad ni lo que la gente es capaz de hacer.

La semana pasada, el Club Revolución de Harlem y unos simpatizantes del periódico Revolución buscamos sacar ese manto y dejar que la gente vea la luz del día. Distribuimos un volante que condena la cruzada juvenil del grupo fascista cristiano BattleCry (Grito de batalla), que está reuniéndose aquí en Nueva York, y al ministro negro T.D. Jakes, el principal orador. El volante proclama: “¡Dios no existe, pero nosotros sí, y podemos emancipar a la humanidad!”. “Es hora de alzar la frente, dejar de arrodillarnos, rechazar la superstición esclavizadora y asumir la manera más radical y auténticamente científica de conocer y cambiar la realidad: el comunismo”.

La semana pasada, iniciamos debates apasionados y conversaciones profundas sobre dios, la ciencia, la revolución y el comunismo por toda la calle 125. He aquí unos ejemplos de cómo fue la polémica:

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Una señora negra cuarentona con acento inglés sacó su Biblia y la alzó sobre la cabeza. “Eso no está aquí”, le dijo a la persona con quien debatía. Este sacó su Biblia y pasó a Números 31: “Aquí está. Dios le dijo a Moisés que mandara a los israelitas masacrar a los madianitas: a todas las mujeres que no eran vírgenes, a todos los hijos varones y a todos los hombres. ¿Vas a decir a tus hijos que esto los guíe?”. Después de verificar el pasaje en su propia Biblia, la señora dijo: “No. Claro que no debe portarse así hoy. Eso es terrible. Pero tenemos que examinar el contexto”. Pero no se le ocurría un contexto con que se podría justificar esa matanza inducida por dios. Dijo: “Es bueno que hacen pensar en estas cosas, pero no sé, tal vez irán al infierno”.

*****

En el Starbucks de la esquina de la 125 y Lenox, un tipo vestido de camisa gris dice: “Estoy de acuerdo con el 90% de lo que dicen, pero ¿por qué dicen que dios no existe?”. Había estado afuera en la esquina, escuchando lo que decía uno de nosotros, parado encima de un cajón de leche. Pero ahora la lluvia nos ha obligado a todos a refugiarnos en el Starbucks. Sigue hablando: “Me gusta lo que dicen, pero alguna fuerza espiritual tiene que estar detrás de todo esto”.

Su amigo agrega que la gente no podrá cambiar nada sin la ayuda de dios. Después de unas rondas de conversación, se pone claro que lo que quiere decir es que la gente necesita a dios y la salvación personal porque la sociedad no cambiará, no importa como sean las circunstancias.

¿Y Katrina, la guerra de Irak, la esclavitud, la pobreza mundial? Todo eso se debe a causas terrestres, no a dios ni ningún plan divino.

“¡Todo eso es obra de Satanás!”, anuncia el amigo. Debatimos si esa forma de pensar impide hacer la revolución y debe abandonarse.

La discusión se transforma en un debate sobre la evolución. Una señora del otro lado del café se aproxima y dice que su amiga quiere decir algo. Hacemos señas para que venga y le acercamos una silla. Nos dice que en la prepa enseñaron que en un tiempo todos los continentes estaban unidos pero que se separaron durante muchísimos años. También aprendió que la vida humana se originó en África. El tipo de la camisa gris propone el diseño inteligente —que todo eso es parte del plan divino—, pero también piensa que la evolución explica algunas cosas. Agrega que tal vez la ciencia explique el mundo pero que dios creó la ciencia. Otra persona responde: ¿Entonces qué hace ese dios que ve todo si todos los conocimientos de la realidad que tenemos son de la ciencia? Ahora los tres que repartimos el volante estamos sentados en la mesa, más otras cuatro personas. Y todo mundo en el Starbucks está escuchando la conversación.

Cuando empieza a llover menos y vamos de nuevo a la esquina, la señora dice: “Nunca he participado en algo como esto. Nunca me gustaba ofrecer mi opinión, pero pienso que eso estuvo muy bien”.

*****

En una esquina bulliciosa, seis chavas negras de 14 y 15 años de edad escuchan mientras un compañero, encima del cajón de leche, dice: “Pues saben que el dios de la Biblia es peor que Freddy Kruger. La Biblia justifica la violación, el asesinato, la guerra, la esclavitud... ¿Piensan que si una mujer no es virgen cuando se casa, los hombres del barrio deben matarla?”

“¡No, carajo!”, todas gritan en una que otra variación de ese tema.

“Bueno, esas pendejadas están en la Biblia y por suerte dios es un invento, porque ese hijo de la chingada de la Biblia es un loco de lo más sádico”.

“Uuuuy... si fueras a decir eso en la iglesia, te darían una paliza”, dice una chava.

“¿Por qué? ¿Tienen miedo de la realidad ahí en la iglesia?”

“A ver, Sr. Sabe-lo-todo —no dice eso pero así es el tono—, si no existe dios, ¿quién te despertó esta mañana?” Tiene la confianza de que es un argumento contundente.

“Mi reloj me despertó. ¿Crees que debemos erigir una iglesia al reloj?”

Ahora la mayoría de las chavas están echando carcajadas. Hacen señas con las manos y mueven la cabeza como para decir “Ay, te vas al infierno”, y se dirigen al cruce. Debatir temas prohibidos es divertido.

*****

“Dios no existe y la Biblia es una pesadilla”. Al oír eso, una joven pareja latina vuelve la cabeza para mirarnos. Toman un volante pero siguen caminando. Un compañero los persigue para preguntarles qué piensan. Es como abrir una caja o destapar una botella. “Hay gente que ha muerto debido a la religión. El odio está extendiéndose debido a la religión. No sé si existe dios, pero estoy harta de oír hablar siempre de dios, dios, dios”. Siguen hablando. Nos agradecen por retar a la gente con esto pero no quieren unirse a nosotros ahí mismo. La joven pregunta: “¿Dónde se reúnen?”. Compran el periódico, llevan más volantes y nos ofrecen una manera de contactarlos.

*****

Un joven como de 14 años de edad, en el uniforme de una escuela católica, escucha atentamente por mucho tiempo mientras mira la escena loca en la esquina. Luego dice: “Realmente no creen en dios; pero yo sí porque mucha gente no puede seguir adelante sin dios, pues es su esperanza”. Sus padres son de África y dice que la religión ha sido buena para África. Hablamos del papel del cristianismo y el islam en África, y de que esas religiones llegaron al continente a punta de la espada y la pistola. Hablamos de la opresión devastadora de la mujer que la religión fomenta y justifica, y del tremendo sufrimiento que causa en todas partes.

El chavo dice que, aun en el caso de que sea verdad, lo que nosotros decimos no explica todo. “¿Cómo llegamos aquí?”, nos pregunta honestamente.

Y vamos: hace 15 mil millones de años, el movimiento y transformación de la materia, la selección natural y la evolución. A veces el joven se frustra porque no puede encontrar las palabras para expresarse. Se disculpa por no expresar sus ideas con la claridad que desea. En cierto punto, hablando consigo casi más que con nosotros, dice: “Es bueno que los conocí porque no hablo con nadie acerca de esas cosas y no estoy seguro exactamente de lo que pienso”. Oímos eso varias veces durante la semana. El joven habla de Darfur, el SIDA, Irak.

Le decimos: “La gente como tú necesita asir el método científico para entender a fondo cómo es el mundo y cómo cambiarlo. ¿Por qué a los chicos más pobres los marginan de poder entender la biología, la astronomía, la historia? ¿Por qué a los chicos de lugares como Harlem y África les dicen cuentos de hadas dementes y morbosos sobre dios? La humanidad necesita que más gente como tú sean científicos revolucionarios, comunistas”. El intercambio lo deja un poco sacudido pero también estimulado. Compra el periódico Revolución, lleva unos volantes y hacemos una cita para seguir platicando.

*****

Tantas cosas han pasado durante esta semana muy loca. Déjenme añadir un comentario adicional. Los miembros del Club Revolución han estado estudiando la Biblia y han estado practicando sus argumentos para convencer a otros de que dejen atrás a dios y la Biblia. El trabajo es más fuerte cada vez que salimos. Un compañero del Club hizo una presentación en su clase universitaria titulada “La Biblia revelada” y sacó a la luz los horrores que representa. Los miembros del Club fuimos a hacerle frente a la cruzada de BattleCry, con nuestras Biblias en la mano y después de estudiar la charla de Bob Avakian sobre la religión. Una vez que empiezas a despejar el manto, terminas queriendo despejarlo más y más.

Abajo todos los dioses,

Desde Harlem

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