Watts: Bajo la bota

Cómo la "guerra contra las pandillas" le está quitando los derechos a toda una comunidad

Obrero Revolucionario #1217, 26 de octubre, 2003, posted at rwor.org

De la rama de Los Ángeles del PCR:

Los "robocops" patrullan las calles desiertas. Rumbo a la escuela, los chavos tienen miedo: nunca saben si les caerán encima por silbar, gritar o platicar. Pueden rastrillar las casas y apartamentos en cualquier momento, y arrestar sin razón a los que no figuran en el contrato de arrendamiento. Nadie la pasa en la calle. Pero esto no es Irak bajo la ocupación estadounidense, sino Watts, Los Ángeles, bajo la ocupación del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD). Es lo que le imponen al complejo multifamiliar Nickerson Gardens el jefe de policía Bratton, el alcalde Hahn y las demás autoridades angelinas.

Nickerson Gardens es el mayor complejo habitacional público de la ciudad, donde viven miles de proletarios negros y latinos. El Borrador del Programa del PCR describe barrios como Nickerson Gardens, donde "viven enrejados en los proyectos de vivienda pública, en `una comunidad dentro de una comunidad'. Muchos subsisten con trabajos de miseria, chanchullos o jales y actividades semicriminales, y acaban en la cárcel. Muchos son jóvenes, y su actitud es desafiante y osada. La burguesía los ve como un polvorín, les teme y los mantiene bajo la bota".

En Watts, ese espíritu de desafío ha generado un movimiento de los que no aceptan la situación de hoy ni el futuro que les han trazado los opresores; que han alzado las miras hacia la meta de la revolución para crear un futuro diferente y un mundo mejor; que se han unido en la lucha contra la brutalidad policial, contra los desalojos, en defensa de la rebelión de 1992 y para crear nuevas normas basadas en el principio de "servir al pueblo".

En el mapa de pandillas de Los Ángeles, Nickerson Gardens es territorio de los Bounty Hunter Bloods. El 1§ de octubre, un juez del Tribunal Superior dictó una orden de restricción contra los Bounty Hunters. La orden les quita el derecho constitucional de asociarse y prohíbe ciertas actividades en Nickerson y alrededores.

Es un ataque muy, muy serio. La orden le da a la policía carta blanca para arrestar a los que se reúnen en grupos de dos o más.Prohíbe una variedad de actividades comunes y corrientes, como sentarse en un porche, juntarse en un lote de estacionamiento o jugar a las cartas con los compañeros. Le permite a la policía registrar casas y apartamentos, y arrestar a cualquier persona que no figura en el contrato de arrendamiento. Convierte el barrio en una cárcel acordonada por la policía.

La orden facilita meter a la cárcel a cualquiera que quieran tras acusarlo de desacato. Una categoría de desacato se castiga con cinco días de cárcel y otra racha de restricciones más estrictas; la otra se castiga con seis meses de cárcel. La fiscalía escoge la categoría que quiera. Además de restringir las asociaciones, la orden prohíbe ciertas actividades específicas, como tener un pager o un teléfono celular. Una persona puede ir a parar a la cárcel si la policía la descubre junto con otra persona en la lista o si tiene un pager. En el caso de una persona que está en libertad condicional, la pueden devolver a la cárcel por varios años. Pueden arrestar a una persona un sinnúmero de veces mientras esté en vigor la orden.

Dictar órdenes de restricción contra las pandillas fue una táctica muy común en la década pasada. Una de las más famosas fue contra 60 miembros de la pandilla Calle 18 en el barrio Pico-Union, de la delegación Rampart y la unidad CRASH. En la audiencia donde se solicitó la orden, el principal testigo fue el policía Rafael Pérez, quien mintió ante los tribunales. Pérez dijo que Javier Ovando trató de matarlo a él y a otro policía y que eso demuestra que los pandilleros son monstruos que no merecen tener derechos constitucionales. Pero más tarde se supo que, en realidad, Ovando estaba desarmado y esposado, y que los dos agentes le dispararon y luego le pusieron encima una pistola. El desprestigio por esas y otras fechorías de los policías de Ramparts puso a la defensiva a las autoridades; no podían solicitar más poderes para la policía y abandonaron la táctica de solicitar órdenes de restricción.

Pero cuando nombraron a William Bratton jefe de policía en 2002, volvieron a la "guerra contra las pandillas". Bratton vinculó la "guerra contra las pandillas" a la "guerra contra el terrorismo", y dijo que los pandilleros son "terroristas internos" que "amenazan la seguridad nacional".

Bob Avakian, presidente del PCR, ha dicho que los imperialistas aprovecharon los sucesos del 11 de septiembre de 2001 para desencadenar una ola de represión contra los sectores de la sociedad que expresan oposición, y para sentar las bases y crear la maquinaria para mayor represión en el futuro, con el pretexto de que el disentimiento es traición y "ayuda al terrorismo".

Mirando hacia el futuro, a los imperialistas les preocupa el potencial de disturbios y resistencia de los de abajo. Para ellos Los Ángeles es un centro financiero, político y cultural de mucha importancia, pero ahí viven millones de proletarios que no tienen nada en común con su imperio. Los imperialistas recuerdan con temor la Rebelión de Los Ángeles de 1992, cuando la segunda ciudad del país ardió y millones de personas del país y de todo el mundo se solidarizaron. No quieren que eso vuelva a pasar.

Nombraron a Bratton para imponer medidas represivas más eficaces. En la década de 1980, el LAPD enemistó a toda la población del barrio Sur Centro por su salvajismo. Bratton prometió "retomar las calles" sin entrar a los barrios como "ejército de ocupación". En vez, mandó llevar a cabo "redadas quirúrgicas" contra las pandillas y "ganar la amistad de la comunidad", so pretexto de parar el crimen y los asesinatos.

La "guerra contra las pandillas" apunta contra los chavos que fueron la fuerza motriz de la rebelión de 1992. La meta es "retomar" los barrios proletarios pobres con un ataque preventivo antes de que el "polvorín social" vuelva a estallar. Es una guerra de contrainsurgencia lanzada antes de que estalle la insurgencia.

La orden de restricción contra los Bounty Hunters es parte de este plan. Es un ataque contra todo un barrio. Como dijo el fiscal Steve Cooley: "Antes solicitamos órdenes contra ciertos miembros de una pandilla y ciertas actividades. Pero esta vez, aunque mencionamos a 16 pandilleros, la orden se aplica a toda la pandilla...". La orden de 1997 en Pico-Union nombró a 60 presuntos "pandilleros" específicos. La nueva orden menciona a "200 miembros" de los Bounty Hunters, pero los identifica como "fulanos de tal" y da a la policía carta blanca para identificarlos.

Además de los "200 miembros" menciona "todas las personas que actúan conjuntamente con ellos, a beneficio de ellos, bajo la dirección de ellos o en asociación con cualquiera de ellos".Así pueden singularizar a familiares, amigos, conocidos... o incluso a alguien que simplemente toca la puerta con un volante. Con el pretexto de reprimir a los "200 miembros" pueden caerle encima a miles de personas y hasta a todo el barrio.

Para los "200 miembros" y "los que actúan conjuntamente con ellos", la orden prohíbe " pararse, sentarse, caminar, manejar, reunirse o aparecer en público, en un lugar público o en cualquier lugar accesible al público, junto con otro miembro de los Bounty Hunters".Así que permite arrestar a cualquiera que la policía diga que es miembro de la pandilla o que "actúa conjuntamente con ellos" por asociarse con otra persona que diga que es pandillero. O sea, puede arrestar a cualquier persona que quiera. Los únicos lugares donde se permite reunirse públicamente son las escuelas y las iglesias.

Además prohíbe poseer armas o drogas, intimidar o amenazar, hacer guardia, obstruir el tráfico o los estacionamientos, tomar alcohol en público, tener una lata de pintura o un marcador, holgazanear, participar en juegos de azar y "entrar sin permiso".

¿Qué significa eso? Mucha gente vive en el barrio sin figurar en el contrato de arrendamiento de sus familiares; eso es lo que la orden describe como "entrar sin permiso". En los proyectos mucha gente no tiene trabajo y "holgazanea" en su propio barrio porque no tiene nada que hacer. Jugar cartas o dominós con los amigos es "participar en juegos de azar". Así que la orden criminaliza actividades cotidianas como sentarse en el porche con los compañeros, celebrar reuniones familiares o barbacoas, tomar cerveza o caminar juntos a la tienda. ¡Hasta prohíbe vivir en los proyectos!

La ley de "un solo strike" permite a las autoridades desalojar de los multifamiliares públicos a toda una familia si un familiar o un visitante es acusado de un delito. Ya desalojaron a una familia de Nickerson Gardens porque acusaron a un hijo de ser pandillero. La orden permitirá desalojar a muchas más familias.

Quitarle los derechos a todo un barrio y darle a la policía poder de decidir quién tiene el derecho de asociarse con quién es una medida sin precedente. Es como vivir en el Sur en la época de la esclavitud... o en las cárceles de máxima seguridad.

Todo mundo habla del crimen
Pero dime, ¿quiénes son los criminales?
--Peter Tosh

El fiscal de la ciudad dijo que quiere crear una "zona de seguridad". Dijo que Nickerson Gardens es una zona "deprimida económicamente" donde la gente "experimenta miedo y angustia porque no puede romper el control que ejercen en su barrio los Bounty Hunters". Dijo que van a "liberar" al barrio y ofrecen "seguridad" a cambio de la cooperación. Pero el comandante del LAPD de la zona describió el plan de Bratton más honestamente: "Es lo mismo de siempre, con un nuevo giro".

Ponen la realidad patas arriba:

¿De dónde viene el crimen? ¿Por qué construyen más cárceles que escuelas en California?

Un nuevo informe del Departamento de Justicia dice que un tercio de los hombres negros nacidos a partir de 2001 irá a parar en la cárcel. Todavía no han cometido ningún delito, pero el sistema ya ha anunciado que los meterá presos. ¿Por qué? El informe dice que el 32.2% de los hombres negros terminará en la cárcel pero solo el 5.9% de los blancos. ¿Por qué?

Desde hace 30 años han eliminado muchos trabajos en barrios como Watts, así que hoy quedan muy pocos empleos para los chavos. En el clima económico futuro, la clase dominante ha calculado que no tiene nada que ofrecerles. Un economista dijo hace poco que "la delincuencia es una opción racional" para muchos jóvenes. Es decir, "escoger" ser delincuente "tiene sentido" porque el sistema no ofrece ninguna alternativa.

El sistema capitalista junta pero también enemista al pueblo: negro contra negro, negro contra latino, etc. Como muchos otros barrios, Nickerson Gardens reúne a inmigrantes mexicanos y proletarios negros. Los inmigrantes trabajan en talleres de la costura y pequeñas fábricas. Los proletarios negros tienen un alto porcentaje de desempleo. Muchos trabajan como ayudantes de maestros, guardias de seguridad o en otros trabajos que pagan salarios de miseria, si es que encuentran trabajo. Empleados o desempleados, ganan más o menos lo mismo. Todos viven al borde de la pobreza, y al fin de mes tienen que escoger entre comprar comida o pañales, pagar la electricidad o el teléfono, etc. Tanto lo que llevó a los negros y los latinos a vivir juntos en Watts, como lo que tienen en común, se les oculta.

El sistema no tiene nada que ofrecer a la juventud. Las escuelas no tienen libros. No los capacitan para los trabajos de alta tecnología de la economía moderna, ¡y muchas veces ni siquiera les enseñan a leer y escribir! Los registran a diario. No tienen futuro.

Como decía un volante de los jóvenes revolucionarios de Nickerson Gardens:

"Este sistema nos dice todo el tiempo que hay que hacer cualquier cosa para salir adelante. Por todo el mundo se sabe que el lema de Estados Unidos es `pensar primero y sobre todo en el número uno'. Acaban de demostrar esto en Irak, donde bombardearon y asesinaron a gente inocente para afianzar el control del petróleo. Más dinero y más poder... y a la mierda lo que no les conviene. Eso es lo que enseñan a la juventud, que no tiene opción ni futuro: que se puede luchar toda la vida y terminar con nada, o aprovechar y joder a los demás, sacar provecho y protegerse uno. Así que, ¿quiénes tienen la culpa? ¿Quiénes son los criminales? ¿El chavo que termina robando o vendiendo droga? ¿O el sistema que no le da opción?"

"Cuando nos robamos o nos matamos el uno al otro, nos perjudica y nos enfurece. Se dice que hay demasiado crimen, y esto es cierto. Las autoridades tienen una repuesta: más cárceles. Le echan la culpa a la juventud. Pero el sistema capitalista, y no la juventud, es la causa fundamental del crimen. Los jóvenes no eliminaron los trabajos y no recortaron los servicios sociales que se necesitan para subsistir. Tampoco crearon el tráfico de drogas que la policía, los capitalistas y la CIA llevan años organizando. Los chavos nacieron en este mundo, no lo crearon. Para acabar con el crimen, el proletariado tiene que tumbar este sistema y reorganizar la sociedad para satisfacer las necesidades del pueblo.

Como parte de los preparativos para cuando sea posible hacer eso, tenemos que forjar algo mucho mejor: nuevas relaciones revolucionarias en el seno del pueblo. Podemos unirnos en vez de enemistarnos; ayudarnos y compartir en vez de atropellar o ser atropellado. Podemos buscar métodos colectivos de resolver nuestros problemas, y crear relaciones basadas en el principio de `servir al pueblo', en vez de la visión explotadora de este sistema. Podemos fortalecer nuestra capacidad de ayudarnos mutuamente al final del mes, cuando hace falta dinero para pagar las cosas básicas. Podemos unirnos para defender nuestros intereses comunes. ¡Este es un sueño por el que vale la pena luchar!

Los opresores no nos protegen

El dolor que sentimos al ver a los chavos matarse es profundo. Pero la policía, los fiscales y el consejo municipal no tienen derecho a meterse. No tienen la solución.

No enjuiciaron a los más de 70 agentes de la delegación Ramparts culpables de asesinar a sangre fría, cometer agresiones, robar, entrampar y mentir. Llamaron a la Migra para atacar a los inmigrantes que se les plantaron. Absolvieron a los agentes que mataron a una señora sin techo, Margaret Mitchell, porque tenía un destornillador.

Le apuntaron pistolas a la cabeza de los estudiantes de la escuela Markham Middle School, cerca de los proyectos habitacionales. Balearon en la cabeza a Chubb Dotson en Nickerson Gardens y dejaron el cadáver varias horas en la calle mientras tomaban café.

Atacaron las fiestas organizadas para celebrar la tregua de las pandillas en 1992, dejan a los chavos en el territorio de pandillas rivales y manipulan las pandillas para controlar a la juventud.

Si Bratton puede convencer a los habitantes de aceptar la orden de restricción y cooperar con la policía, ¿cómo podrá el pueblo defender sus propios intereses contra el sistema? Primero atacarán a unos supuestos pandilleros que la policía tiene en las miras, luego atacarán a los revolucionarios y después podrán atacar a todos los demás.

La revolución es la esperanza de los desesperanzados

¿Cuál es la solución de esta locura?

En Watts han aparecido volantes y afiches que exhortan a luchar contra la orden de restricción. Un militante dijo: "¡Nos toca frenar esta orden! La juventud tiene que defender al pueblo con osadía y desafiar las medidas represivas. Tenemos que forjar unidad entre negros y latinos, para que la experiencia que tienen ambos fortalezca nuestra lucha. No podemos dejarnos embaucar por Bratton, el LAPD y los politiqueros con sus cuentos de una `zona de seguridad'.

"Tenemos que decir basta ya y no ser títeres del sistema que nos enemista.

"Todos los que odian la trampa que el sistema nos ha tendido, y que quieren un futuro diferente para la juventud y el pueblo, tienen que forjar resistencia, movimiento revolucionario y luchar por un mundo mejor".