Los señores de la guerra de Afganistán y el Occidente: Maridaje infernal

Obrero Revolucionario #1221, 30 de noviembre, 2003, posted at rwor.org

Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar:

Los señores de la guerra de Afganistán y el Occidente: Maridaje infernal

13 de octubre de 2003. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. Los Estados Unidos y otras potencias occidentales repartieron grandes cantidades de ayuda militar para derrotar a la Unión Soviética durante la invasión soviética de Afganistán de 1979 a 1988. De este armamento, apoyo y montones de dinero de la CIA se beneficiaron los señores de la guerra feudales, tales como Massoud (un tadjikí, el poderoso comandante del grupo fundamentalista Jamiat-i-Islami, quien encabezó el Ministerio de Defensa en 1992 tras el derrumbamiento del gobierno prosoviético), Rabani (quien fue presidente del Estado islámico antes del Talibán) y Hekmatyar (un pashtú quien fue primer ministro de tal gobierno islámico). Cuando estalló la guerra civil, el Occidente siguió apoyando a ambos bandos (Massoud y Rabani de un lado, y Hekmatyar del otro), y espoleó la destrucción de Afganistán.

Cuando llegó la hora de "reconstruir" el país, después de que sus bombas lo remataron, el gobierno yanqui reunió a sus aliados en una conferencia en Tokio en 2002 que prometió dar 5.8 mil millones de dólares de ayuda a Afganistán en los próximos cinco años. Hace poco, prometió 1.2 mil millones de dólares más e instó a sus aliados a dar mil millones de dólares más. Según criterios internacionales, eso es poco dinero. Los Estados Unidos dedica 900 millones de dólares al mes a la ocupación de Afganistán. Pero para quien simpatice con el pueblo de Afganistán y piense que la solución es enviar más "ayuda", es importante ver cómo se gasta el dinero.

Poco se dedica a la reconstrucción del país. El periódico británico Observer señaló el 25 de mayo: "Hasta ahora los países donantes han comprometido sólo 300 millones de dólares a reconstruir los caminos de Afganistán, exactamente la misma cantidad de dinero que se dedica a reconstruir la embajada estadounidense en Kabul... El contratista es Bechtel, la enorme empresa de construcción estadounidense". Bechtel es una de las dos principales megacorporaciones afines a Bush que se enriquecen en Irak hoy; cobra casi 400,000 dólares por km de camino.

En cuanto al resto del dinero, los Estados Unidos y el Occidente envían suministros y dinero directamente y por medio de organizaciones no gubernamentales, y una buena parte es en forma de ayuda militar al gobierno central o a los señores de la guerra que apoyan los gobiernos donantes. También envían "ayuda civil": alimentos o dinero para subsidiar la importación de alimentos del Occidente (otro beneficio para las megacorporaciones estadounidenses y de otros países). Pero importa muy poco que la "ayuda" acabe en manos de particulares o no, pues el gobierno mismo es corrupto, de los señores de la guerra.

La economía de Afganistán vive básicamente de dos cosas: el opio y el dinero remitido por los afganistaníes desterrados (cuatro de los 24 millones de habitantes del país). Afganistán tiene una de las tasas más altas de asilados en el mundo. La economía está estrangulada por una razón simple: los señores de la guerra y el sistema feudal que imponen.

Al principio, algunos señores de la guerra eran figuras locales o contaban con el apoyo del pueblo. Otros ganaron poder y tierras con las armas. Representan una clase reaccionaria que explota y oprime fuertemente a las masas. Aproximadamente el 75% de los afganistaníes vive en el campo, en su mayoría bajo la dominación y control de esos señores de la guerra. Casi la mitad de las tierras de cultivo pertenece a los grandes terratenientes feudales y la otra mitad se divide entre los campesinos, lo que significa que la gran mayoría de los campesinos no tiene tierras o tiene que subsistir con pequeñísimas parcelas.

Los campesinos que trabajan las tierras feudales tienen que dar de 65% a 85% de las cosechas a los terratenientes. El porcentaje a veces es más alto en el caso de la amapola.

Los señores de la guerra y sus ejércitos imponen la explotación, y en la mayoría de los casos son los explotadores directos. Arrebatan las tierras a quienes han dejado el país y en algunos casos obligan a vender o abandonar la tierra. A veces recaudan impuestos. Usan el impuesto islámico llamado khoms para hacerse del 20% o más de las cosechas. En un reportaje desde el valle Shol Garah de Afganistán, el New York Times señaló el 24 de septiembre: "Cuando se aproximó la temporada de la cosecha, ardieron los combates en esta cuenca próspera, pero eso no era una coincidencia. De las grandes cosechas de algodón, maíz y trigo recibirán una tajada los comandantes locales. Cuanta más tierra controlan los comandantes, mayor porcentaje de la cosecha pueden reclamar... Durante los primeros meses del verano, merodeaban hombres armados en camionetas. Hubo tiroteos. Los campesinos observaron angustiados, con la esperanza de poder zafarse de esos hombres...".

Muchos de los principales elementos del actual gobierno son señores de la guerra que han aprovechado la situación para convertirse en burgueses compradores importando productos de otros países y participando directa o indirectamente en la exportación del opio y otros productos. (Los burgueses compradores, también llamados capitalistas burocráticos, son los capitalistas de un país oprimido que derivan su poder del feudalismo y trabajan de agentes comerciales y políticos del capital extranjero). Algunos de ellos se enriquecieron durante la guerra de resistencia. Por ejemplo, en Badakhshan abundan las esmeraldas. El ministro de Relaciones Exteriores, Abdullah, estimó que los soldados de Massoud recaudaron 5 millones de dólares en el comercio de esmeraldas durante la guerra de resistencia contra la URSS. Hoy, esa misma gente es la que más se beneficia de la ayuda occidental y aprovecha su posición para trabajar con el capital extranjero.

Se suele presentar a Hamid Karzai, a quien los Estados Unidos impuso como "presidente", como un hombre opuesto a los señores de la guerra y quien procura controlarlos. Es sabido que existen conflictos de intereses y luchas entre estos ladrones y lacayos de las grandes potencias, lo que es un reflejo de los intereses conflictivos y la rivalidad entre las propias grandes potencias. Pero el gobierno de Karzai es un gobierno de los señores de la guerra.

Hace poco, el enviado especial de la ONU sobre el Derecho a la Vivienda Adecuada recomendó la destitución del ministro de Defensa y del vicepresidente (líderes de la Alianza del Norte y sucesores políticos del difunto Massoud), debido a su rol en el acaparamiento de tierras en la capital, un problema muy grave, pues miles de personas perdieron sus hogares durante las guerras y viven en albergues improvisados. Muchos refugiados de los campamentos de Pakistán e Irán no quieren volver a su país porque no hay dónde vivir. La policía capitalina ha desalojado a familias que llevan décadas viviendo en el barrio Wazir Akhar Khan. Las niveladoras han arrasado las casas de una docena de familias, quienes se resistieron al desalojo y aún vivían en los escombros. Hay planes para demoler 250 casas más y construir en su lugar casas para los ricachones. Al lado, se arriendan casas a funcionarios occidentales y sus lacayos locales a precios de lujo del Occidente (de nuevo, la "ayuda" occidental).

Poco después, el jefe de la ONU en Afganistán repudió la declaración del enviado especial. Parece que Karzai y su gabinete aprobaron los desalojos, y por ende la "fuerza excesiva" que se desató contra las familias fue muy legal.

El Partido Comunista de Afganistán (participante en el Movimiento Revolucionario Internacionalista) describe a Afganistán como "un país semifeudal y semicolonial". Es semifeudal porque tiene un sistema económico y social feudal en que influyen las relaciones capitalistas. Es colonial porque es un país bajo la dominación política y económica del imperialismo (como muchos países más llamados semicoloniales) y lo ocupan fuerzas imperialistas.

Los gobernantes de los países más "avanzados" del mundo han reforzado y defendido el atraso y la opresión que hace de Afganistán un infierno para una buena parte de la población. La contribución más positiva que el Occidente imperialista podría hacer a Afganistán sería dejarlo solo. Pero los Estados Unidos y las demás potencias del Occidente han mostrado que jamás lo harán hasta que la lucha del pueblo los expulse a la fuerza.