Los artistas de "Made in Palestine"

Revolutionary Worker #1224, 28 de diciembre, 2003, posted at rwor.org

Recibimos esta carta de Houston:

En busca de arte palestino, Jim Harithas, Gabe Delgado y Tex Kerschen del museo ArtCarMuseum/The Station de Houston fueron a Palestina por tres semanas en noviembre y diciembre de 2002. No tenían idea de lo que iban a encontrar, pero el resultado fue la exposición "Made in Palestine" (Hecho en Palestina), la primera en Estados Unidos o Europa dedicada al arte palestino contemporáneo.

Abrió en mayo de 2003 y siguió hasta octubre. Comprendía tres partes: 1) Al Naqba (la Catástrofe, la expulsión de los palestinos de sus tierras en 1948 cuando se estableció el estado de Israel); 2) la resistencia; 3) las esperanzas de los artistas y el pueblo para el futuro.

Asistieron a la inauguración 2,000 personas, quienes apiñaron el museo y lo llenaron de júbilo. Era una revoltura inolvidable de la comunidad árabe, el mundo artístico local y otros sectores. La comunidad árabe de Houston --una de las más grandes de Estados Unidos-- celebró la inauguración con gran cariño y bailes tradicionales.

La exposición constaba de obras de una amplia gama de artistas que viven en Cisjordania, Gaza e Israel, y algunos más en Siria, Jordania y Estados Unidos.

El comunicado de prensa del museo declaraba: "El arte palestino contribuye de manera única al arte contemporáneo por su diversidad, su enfoque en la liberación y su expresión pictórica singular. [El artista palestino] crea símbolos y configuraciones artísticas que definen su lucha de liberación nacional por una Palestina libre. Ser un artista por Palestina es un acto de valentía".

Según informa el museo, la mayoría de los 23 artistas que expusieron piezas "viven bajo ocupación militar o en el exilio. Por medio del arte, expresan las aspiraciones del pueblo palestino de un futuro mejor; respeto a los mártires; y el amor a la tierra y al pueblo, además de la angustia del encarcelamiento y la muerte; la inocencia; y el júbilo justo de la lucha".

Al caminar por la exposición, me impactó cada pieza tanto como el efecto del conjunto. Como señaló un amigo del museo, cobró especial relieve por exponerse aquí en "las entrañas de la bestia" que apoya a Israel.

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Encontré primero la obra de Emily Jacir, Memorial a 418 pueblos palestinos que Israel destruyó, despobló y ocupó en 1948. Es una tienda de campaña de refugiados, con los nombres de dichos pueblos en bordado. Más de 140 personas fueron al estudio de Jacir en Nueva York a bordarlos: palestinos originarios de estos pueblos e israelíes que se criaron en lo que sobrevivía de estos pueblos, además de personas de muchos distintos países.

Jacir pasa medio año en Nueva York y el otro medio en Ramalá en Cisjordania. También expuso Cruzar Surda , un documental de video de sus experiencias al pasar un retén militar israelí entre Ramalá y la Universidad de Birzeit, donde da clases. La cámara de video que escondió en la bolsa capta la humillación y terror que siembran el trato diario de las fuerzas israelíes de ocupación a los palestinos. En uno de sus viajes, las tropas israelíes le descubrieron la cámara, la detuvieron tres horas y le confiscaron la película. Cuando ella le pidió ayuda a la embajada estadounidense, un burócrata le contestó: "No te podemos ayudar; no debes estar ahí".

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Atrás de la tienda de campaña estaba un tributo que hizo Mary Tuma, profesora de arte de la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte, a las mujeres palestinas "que dan fuerzas bajo circunstancias terribles y reciben poco reconocimiento". Es una serie de vestidos cosidos de un solo corte de gasa negra de 48 metros de largo.

Era uno de varios tributos conmovedores al papel de la mujer en la lucha palestina. En la sala contigua, vi vestidos tradicionales bordados con banderas palestinas, que suelen vestir las palestinas. Como las autoridades israelíes han prohibido desplegar esta bandera o sus colores, es un acto de osadía vestirse así, y han matado o balaceado por ello. Otros vestidos de la misma colección (no expuestos aquí) tienen manchas de sangre o agujeros de bala.

Entre las piezas de brillante colorido de Abdul Hay Mussalam figura un tributo al Día Internacional de la Mujer con estas palabras en árabe e inglés: "La emancipación de la mujer no es un acto de caridad; es una necesidad fundamental de la revolución".

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En la sala principal de la exposición encontré una de las imágenes más impactantes, que cubría toda la pared. Los despojaron de la identidad y los expulsaron de su tierra , de John Halaka, es una imagen inolvidable en tonos grises de personas que deambulan sin rumbo en el monte, con niños, algunos mancos o con muletas. Encima de la pintura acrílica, aparece múltiples veces la frase "Sobrevivientes olvidados", impresa con sello de goma. Capta el sentir de Al Naqba; pero también, como señala el museo, "Halaka subraya lo universal del desplazamiento".

La exposición se extendía por una sucesión de salas con obras dedicadas a la resistencia del pueblo palestino.

Abdul Hay Mussalam vive en un campo de refugiados en Jordania y aprendió el arte por su cuenta. Con un material forjado de aserrín y pegamento, esculpe escenas vistosas de tres dimensiones. Unas piezas representan la vida tradicional palestina antes de Al Naqba; otras, sus experiencias en la lucha palestina, como el tributo al Día Internacional de la Mujer antes mencionado. Sabra y Shatila , por ejemplo, describe la defensa de los combatientes palestinos cuando la milicia cristiana, con el apoyo de Israel, masacró a miles de refugiados durante la invasión israelí del Líbano en 1981.

Otro artista con experiencia en la lucha de liberación palestina es Abdel Rahmen Al Muzayen, quien fue general de la OLP (Organización de Liberación Palestina). Expuso varios dibujos a pluma y tinta. Estaba en Jenín durante la invasión de las fuerzas israelíes de ocupación, y bosquejó las escenas de destrucción. Esas imágenes las incorporó en el vestido largo de "Anat, la antigua diosa de los cananeos, que simboliza el alma y la fuerza de Palestina". Tengo que decir que estas piezas son de mis favoritas.

Frente a las obras de Al Muzayen estaba una de las obras más impactantes y dolorosas de la exposición. Incursión negativa , de la artista Rula Halawani de Jerusalén, irrumpe con la brutal realidad de la invasión israelí de Ramalá en Cisjordania (marzo de 2002). Su cámara capta las fuerzas de ocupación salvajes en grandes imágenes negativas, espectrales: tanques, soldados que apuntan las armas a los civiles palestinos y una familia bajo una carpa provisional en medio de casas demolidas.

Halawani dice que al principio de las negociaciones patrocinadas por Estados Unidos hace diez años, tenía muchas esperanzas de que se lograra la paz, pero el asalto a Ramalá cambió su punto de vista. "Todas las calles y plazas estaban vacías y oscuras, no se veía nadie, solo el ejército israelí y sus tanques. Me daba frío y depresión. El único palestino que encontré en la calle ese día era un viejito, y lo mataron a balazos. Nunca supe su nombre, pero lo vi caminando por esas mismas calles en otras ocasiones. Esa noche no pude olvidarme de su cara; esa noche murieron mis esperanzas de paz".

Muhammad Rakouie creó sus piezas dentro del famoso penal israelí de Ashkelon; su estilo y colores vivos tienen un marcado parecido con el arte de presos chicanos en Estados Unidos. Tuvo que pasar los crayolas de contrabando. Pintó en fundas de lino que dobló y escondió en la palma de la mano para pasarlas cuando daba la mano. Su estilo tiene influencias del expresionismo abstracto soviético y el realismo socialista. Actualmente vive en un campo de refugiados en Damasco, Siria.

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La fase final de la exposición representaba la esperanza revolucionaria de los artistas para el futuro. Allí me impresionó la antigüedad de la historia y la cultura del pueblo palestino, la fuerza del espíritu humano y la importancia del arte para elevarnos las miras, saciar nuestra sed de liberación y nutrir nuestros sueños. Esta visión de un mundo nuevo brota del dolor y el sufrimiento del pueblo y la alegría de sus luchas.

Suleiman Mansour es una figura importante en el arte palestino, según señalaron los conservadores del museo: "Crea `símbolos de decadencia secos, deformados y agrietados', que nos recuerdan la dispersión, el desecho, el dolor y la muerte". Sobre una pared aparecen múltiples imágenes de cadáveres agrietados y en descomposición. Abajo, "las figuras en una losa quebrada son rosas que representan a los mártires que murieron en el levantamiento actual". Me pareció una obra de transición entre la decadencia de la sociedad palestina y la esperanza revolucionaria del futuro que la memoria de los mártires encarna.

Vera Tamari contribuyó un tributo al olivo, que "simboliza el espíritu palestino". Los sionistas han tumbado con buldózers miles de olivos en tierra palestina, como parte del "castigo colectivo" y para acaparar más terrenos. Tamari indica que para el palestino la destrucción de los olivares es "la destrucción del alma" del pueblo, porque la cultura y la comunidad palestinas están arraigadas en el cultivo de los olivares. En las notas del museo, describió su obra como: "una visión como de sueño en tonos pastel --azul, rosa, morado y ocre amarillo: el olivo, verde y sólido, se cansa de su forma antigua y su símbolo constante, y da a luz a miles de copias en miniatura; rompe las normas y trasciende la tradición para soltar un arco iris resplandeciente para el futuro".

Los intensos colores de las pinturas abstractas de Sami Halabi "auguran un futuro brillante para su pueblo".

La última pieza de la exposición era el increíble Autorretrato como diablo, hombre y dios de Mustafa Al Hallaj. Una sucesión de derecha a izquierda (como la escritura árabe) de grabados de bloque largos llenaba toda la última pared del museo. Las imágenes en blanco y negro me llamaron mucho la atención. Como me explicó un empleado del museo, es una serie de "imágenes continuas inspiradas en el estilo y folclor egipcio y mesopotámico", revueltas con imágenes modernas, "una liberación imaginaria de los límites de regímenes políticos e incluso del tiempo".

Con la intención de hacer su obra maestra, Al Hallaj trabajó en esta pieza durante diez años. Trágicamente, murió cuando su estudio se quemó, y la pieza fue totalmente destruida en el incendio. El grabado expuesto lo recreó la Unión de Artistas Palestinos en Siria usando los bloques originales.

Al Hallaj nació en Salame, cerca de Jaffa, en Palestina. Estudió arte en Egipto y vivió sus últimos años en Siria. Se le dedicó toda la exposición; un amigo del museo lo describió como "el héroe de la exposición".

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"Made in Palestine" fue un exposición realmente impresionante. Para mí, lo impactante de estas obras está en que las creó un pueblo que supuestamente no debe de existir, cuyo arte y cultura las suprimen duramente, cuya existencia misma ha sido una lucha por sobrevivir y liberarse los últimos 55 años.

Como dijo un asistente africano a la exposición: "Hasta el título `Made in Palestine' hace pensar".