Revolución #137, 27 de julio de 2008


Los juegos Olímpicos de 1968

Dar un golpe para la libertad

La historia valiente de Tommie Smith y John Carlos

En los juegos Olímpicos de 1968 en la ciudad de México, dos atletas negros, Tommie Smith y John Carlos levantaron los puños en alto en el estrado de medallas en un gesto simbólico contra el tratamiento opresivo del pueblo negro. Cuarenta años después, el 16 de julio, recibieron el Premio Arthur Ashe al Coraje en los premios ESPY en Los Ángeles1 . Los premios serán televisados el domingo, 20 de julio, por la tarde. Los previos ganadores de este premio incluyen a Billie Jean King, la jugadora de tenis quien luchó para la igualdad de mujeres en tenis; Cathy Freeman, la campeona olímpica australiana de 100 metros quien luchó para los derechos de los aborígenes; Muhammad Alí; y Kevin y Pat Tillman. Pat fue el jugador profesional de fútbol norteamericano muerto en Afganistán por fuego amigo y Kevin, su hermano, quien se opone a los crímenes del gobierno de Bush y lucha por desenmascarar el encubrimiento gubernamental del incidente del asesinato de su hermano2 .

Esta es la historia de por qué Tommie Smith y John Carlos levantaron el puño en los juegos Olímpicos de 1968 y el significado de esta toma de partido histórico.

 

Fue 1968.

Uno de los tiempos cuando pareció que un siglo de sucesos sea embutido en unos meses o hasta semanas.

Barrios negros a través de Estados Unidos, que ardían con descontento, estallaron en llamas de rebelión. Al otro lado del mar, estudiantes en París paralizaron la universidad. La policía en Chicago atacó a manifestantes durante la Convención Nacional Demócrata. Luchas de liberación nacional ardieron en África, Asia y América Latina. La Gran Revolución Cultural Proletaria de la China socialista estuvo en su apogeo. Los titulares reflejaron conflicto intenso, vientos de cambio y sueños hasta el cielo. La guerra de Vietnam…el asesinato de Martin Luther King…los Panteras Negras…cientos de miles de manifestantes contra la pobreza, la guerra, el racismo y la opresión de la mujer.

Fue en este ambiente que Tommie Smith y John Carlos pasaron por el escenario de la historia y dejaron su huella.

Fue como parte de esta lucha general para un mundo mejor que estos dos hombres tomaron una posición de coraje que hoy, 40 años después, es algo que recordar, apreciar y de que aprender.

Tomar posición en Ciudad Velocidad

Como velocistas estrellas, para Smith y Carlos todo se trataba de velocidad. No fueron solamente atletas tremendos, pero su estilo general reflejaba la actitud de los tiempos—lucían gafas de sol mientras que corrieron por la pista. Ambos fueron atletas de calidad mundial: Smith tuvo once plusmarcas mundiales simultáneamente, entre ellas los 200 y 400 metros, algunas como individuo y algunas como integrante de un equipo de relevos. John Carlos, en cierto momento, tuvo la plusmarca mundial de los 100 metros.

Tommie Smith fue el séptimo en una familia de 12 hijos, y se crió en Clarksville, Texas. Su padre fue mediero y Tommie se fortaleció trabajando en el campo. Se acuerda de cuando era niño, cuando fue a la tienda para comprar helado y los racistas blancos lo hostigaron y le dijeron “regresa a la selva”.

John Carlos se crió en Harlem y se involucró en el movimiento para derechos civiles y se hizo activista a una edad temprana. En la secundaria ya fue un velocista estrella y la universidad East Texas State le concedió una beca. Dice: “Unos dos minutos después de llegar, me hice caso de que mi nombre cambió de John Carlos a Boy [palabra despectiva en referencia a los negros que quiere decir “mozo” o “criado”—nota del traductor]”.

Los dos hombres acabaron estudiando en la Universidad Estatal de San José en California. Se unieron a lo que llegó a conocerse como “Ciudad Velocidad”—llamada así por la colección de velocistas de calidad mundial entrenados por el entrenador innovador Lloyd C. “Bud” Winter. Fue aquí que atletas, tanto negros como blancos, ayudaron a formar el Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos (OPHR), entre ellos atletas que aspiraban a ser seleccionados para el equipo olímpico de 1968.

La declaración fundadora del OPHR señaló que “la opresión de afroamericanos es peor que nunca” y los atletas trataron de organizar un boicot de los juegos Olímpicos para promover sus demandas. Tres demandas claves fueron: 1) “Restituir el título de Muhammad Alí” que había sido quitado porque rehusó alistarse en el ejército e ir a Vietnam; 2) “Sacar a Avery Brundage como jefe del Comité Olímpico estadounidense” porque fue una supremacista blanca y simpatizante nazi; y 3) “Retirar la invitación a Sudáfrica y Rodesia” a fin de apoyar las luchas para la libertad de los negros en estos estados de apartheid.

Cuando el Comité Olímpico Internacional decidió no admitir a Sudáfrica y Rodesia a los Juegos Olímpicos, muchos de los atletas negros decidieron no boicotear las Olimpiadas, pero empezaron a buscar otras maneras de protestar.

Mientras que Smith y Carlos, junto con otros, se preparaban para las Olimpiadas de 1968, continuó bullendo la controversia acerca de si habría, y si debería haber, formas de protesta por atletas negros en los juegos. Las cosas se deslindaron profundamente. Algunos atletas negros dijeron que no quisieran sacrificarse así, que verdaderamente quisieran ganar una medalla de oro. Otros sostuvieron que los tiempos lo exigieron, y que esta fuera una oportunidad de hacer un pronunciamiento fuerte al mundo sobre la condición del pueblo negro en Estados Unidos, aunque significara poner en peligro su beca o su carrera.

Este fue el espíritu de los tiempos. Estos fueron los tipos de grandes preguntas que muchas personas, especialmente los jóvenes, confrontaban: ¿de qué trataría tu vida? ¿cuidarías sólo a ti mismo? ¿o tu vida contaría para algo más? ¿tratarías de ganarte la vida para ti mismo en esta sociedad jodida? ¿o solidarizarías con el pueblo del mundo y te unirías a la lucha para la liberación?

La mera idea de que los atletas negros tomaran una posición tan desafiadora y rebelde provocó respuestas airadas reaccionarias y feas amenazas. Los atletas del OPHR recibieron amenazas de muerte y cartas de odio. Avery Brundage, el presidente del COI quien era un racista abierto, dijo públicamente: “No creo que ninguno de estos chicos será tan tonto como para protestar durante los Juegos Olímpicos y creo que si lo hacen, serán devueltos a casa en seguida”.

Al mismo tiempo, la postura fuerte del OPHR plantó un verdadero polo en la sociedad. Su causa recibió mucho apoyo y atrajo a gente de amplios sectores de la sociedad que vio todo esto como parte de la lucha general para una sociedad más justa. Ese verano, antes de las Olimpiadas, mucha gente empezó a llevar puesta la chapa del OPHR como un modo de mostrar apoyo masivo y decir al mundo que este verdaderamente importaba.

Victoria y desafió en la ciudad de México

El 2 de octubre, diez días antes del comienzo de los juegos, las fuerzas de seguridad mexicanas masacraron a cientos de estudiantes en la ciudad de México que estaban ocupando la Universidad Nacional. Cuando los atletas llegaron, el gobierno quería dar una imagen de orden y control y el Estadio Olímpico fue completamente rodeado por soldados armados. (Ver “El año de las Olimpiadas de 1968: Un mundo de lucha y tumulto” en revcom.us.)

Entre los atletas negros había mucha tensión y expectativa sobre lo que, o lo que no, pasaría. Larry James, quien ganó la plata en los 400 metros, expresó lo que muchos atletas olímpicos negros pensaban cuando recordó: “Cuando vas a los juegos, te traes a ti mismo contigo y lo que haces y cómo lo haces va a tener un impacto”.

La actuación del equipo estadounidense masculino de pista fue increíble. Ganaron siete de doce medallas de oro y rompieron cinco plusmarcas. Tommie Smith y John Carlos llegaron primero y tercero, respectivamente, en los 200 metros y Smith estableció una plusmarca mundial.

Llegó la hora en que estaban a punto de tomar el estrado de medallas. Aún se preguntaban para sus adentros qué deberían hacer. Al último momento, se decidieron a llevar puestos guantes negros. Peter Norman, el australiano quien logró el segundo lugar, llevó puesta una chapa del OPHR en el estrado de medallas. Norman más tarde recordó: “Yo creía en los derechos humanos, creía en lo que esos dos hombres estaban a punto de hacer”.

Smith y Carlos tomaron el estrado descalzos, pero con calcetines negros puestos. Cuando comenzó a tocarse el himno nacional yanqui, ambos se inclinaron la cabeza y levantaron el puño enguantado en alto. Tommie Smith tuvo un pañuelo negro alrededor del cuello, y John Carlos llevó unas cuentas.

Smith después recordó: “El puño negro en alto fue solamente en reconocimiento de aquellos que se han ido, fue una oración de solidaridad, fue un grito que pedía ayuda por mis compañeros hermanos y hermanas en este país, víctimas de linchamientos, balas, mordidas de perros, mangueras de agua de alta presión, un grito para libertad. Casi se pudo oír el viento soplando alrededor de mi puño”.

El mundo entero vio ese grito para la libertad.

Estos dos hombres valientemente pusieron la lucha del pueblo por encima de sus propios intereses personales. Y el poder de su gesto sencillo, pero profundo, inspiraba a la gente tremendamente, entonces y a partir de ese momento, por las ultimas cuatro décadas.

Inmediatamente después, en una entrevista con Howard Cosell, Smith explicó el simbolismo en su protesta: “Mi mano derecha significó el poder en la América negra. La mano izquierda de Carlos significó la unidad de la América negra. Juntas formaron un arco de unidad y poder. El pañuelo negro alrededor de mi cuello significó el orgullo negro. Los calcetines negros sin zapatos significaron la pobreza negra en la América racista. La totalidad de nuestros esfuerzos fue la recuperación de la dignidad negra”3 .

John Carlos, en una entrevista reciente con Dave Zirin, dijo: “Las cuentas fueron para los individuos linchados o asesinados para quienes nadie les rezó, quienes fueron ahorcados embarrados de alquitrán. Fue para aquellos arrojados al mar durante la travesía de los barcos negreros. Tuve todo eso en la mente”.

La junta del Comité Olímpico Internacional se reunió precisamente la mañana siguiente. Amenazaron con descalificar al equipo de pista entero por el resto de los juegos. Decidieron despachar a Smith y Carlos a casa y prohibir su participación en los juegos Olímpicos de por vida.

La prensa fue implacable contra Smith y Carlos. El Los Angeles Times los acusó de dar un “saludo tipo nazi”. Time cambió el lema olímpico a “Más enojado, más canalla, más feo”. El comentarista deportivo Brent Musburger los llamó “tropas de asalto de piel negra”.

A pesar del hecho de que mucha gente los atacaba por lo que hicieron, Smith y Carlos tuvieron muchos defensores, como el equipo olímpico de remo, de puros güeros de la Universidad de Harvard, que lanzó esta declaración: “Nosotros, como individuos, hemos estado preocupados por el lugar del hombre negro en la sociedad estadounidense en su lucha para derechos iguales. Como integrantes del equipo olímpico estadounidense, cada uno de nosotros ha llegado a sentir una obligación moral de apoyar a nuestros compañeros de equipo negros en sus esfuerzos de atraer atención a las injusticias y desigualdades que permean nuestra sociedad”.

De regreso en casa, los dos atletas recibieron más de 100 amenazas de muerte cada uno. Fue dificilísimo conseguir trabajo. John Carlos dijo en una entrevista con Dave Zirin: “Estábamos bajo muchas presiones. Conseguí cualquier trabajo que pudiera encontrar. No tenía mucho orgullo. Curros, trabajos de seguridad, jardinero, conserje, cualquier cosa que pudiera hacer para llegar al fin de mes”.

Para las masas de oprimidos y otros que odian cómo son las cosas en este país y en el mundo, Smith y Carlos fueron héroes porque tomaron la responsabilidad de decir a todo el mundo cómo son las cosas y nunca retrocedieron de esa posición.

En su autobiografía, Silent Gesture [Gesto silencioso], Tommie Smith contesta la pregunta de por qué es importante para famosos hablar sobre cuestiones sociales y políticas; dice: “…si eres uno de los grandes del mundo en una esfera particular, como yo fui en los deportes, tienes una avenida, y tienes una responsabilidad de usarla, especialmente si tienes algo que decir sobre la sociedad y cómo se trata a la gente, gente que no está en condiciones de decirlo por sí misma o que no tiene la capacidad de decirlo”4 .

En 2002, Erik Grotz, un estudiante blanco de la Universidad Estatal de San José, cuando se enteró de la acción de Smith y Carlos y de que habían estudiado en la escuela, organizó la recaudación de fondos para una estatua de ellos. “No pude entender por qué el recinto no reconocía sus esfuerzos como activistas estudiantiles”, dijo Grotz. “Sería una inspiración para otros estudiantes. Les demostraría que pueden tener un impacto ahora”.

Develaron la estatua de 20 pies de Smith y Carlos en el estrado de medallas en octubre de 2005. El puesto de segundo lugar en el estrado, donde estaba Peter Norman, fue dejado vacío, para que la gente pudiera ocupar el lugar y tomarse la foto con Smith y Carlos. Norman asistió a la develación, donde continuaba apoyando lo que Smith y Carlos hicieron 37 años antes. En 1968, vilipendiaron a Norman cuando volvió a Australia después de las Olimpiadas por llevar puesta la chapa del OPHR. Tampoco podía conseguir trabajo, y cuando se celebraron las Olimpiadas en Australia en 2000, no lo permitieron participar en nada, a pesar de que fue uno de los mejores velocistas olímpicos de todos los tiempos.

Norman falleció en 2006, y Smith y Carlos, quienes habían seguido manteniéndose en contacto con Norman a lo largo de los años, participaron como portadores del féretro en el entierro. Sobre Norman, John Carlos dijo: “Al menos yo y Tommie nos teníamos el uno al otro cuando llegamos a casa. Cuando Peter fue a casa, tenía que tratar con una nación solo. Nunca vaciló, nunca negó que estaba allí con nosotros a propósito y nunca dijo ‘lo siento’ por su participación y compromiso. Eso es indicativo de quién era el hombre”.

1968 fue una marea alta de lucha contra la opresión del pueblo negro en este país, y lo que hicieron Tommie Smith y John Carlos en las Olimpiadas es uno de los símbolos más grandes de esta lucha. En este mundo los actos de valor, como lo que hicieron Smith y Carlos, sobresalen y verdaderamente tienen importancia. Y hay una verdadera necesidad, ahora más que nunca, para que la gente siga semejantes pasos, para que se atreva a ir contra la corriente, a desafiar el orden establecido opresivo y a luchar para gestar el cambio revolucionario.

Ser reconocido como ganadores del Premio Arthur Ashe al Coraje solo recalca ese punto, y Tommie Smith lo dijo bien en la develación de la estatua donde expresó orgullo por el pasado, pero también reconoció los retos que tenemos por delante. “No me siento reivindicado”, Smith dijo. “Ser reivindicado significa que yo hice algo malo. No hice nada malo. Solo cumplí con una responsabilidad. Sentimos un deber de representar a mucha gente que hizo más que nosotros pero que no tuvo una plataforma, gente que sufrió desde hace mucho tiempo antes de que yo llegara al estrado de medallas… Algunos nos celebran como héroes, pero aún estamos luchando por la igualdad”.

* * * * *

Tommie Smith y John Carlos nunca obtuvieron contratos profesionales ni grandes patrocinadores. No recibieron ninguna “paga” tras su maravillosa victoria. Al contrario, aprovecharon su momento bajo los reflectores para hacer una poderosa declaración sobre la justicia… y hacer avanzar la lucha por la liberación.

La estructura de poder los obligó a pagar muy caro por su desafío.

Pero jamás renunciaron a él. Jamás retrocedieron. Jamás pidieron disculpas.

¿Valió la pena? ¿Valió la pena sacrificar tanto para dar un golpe a favor de la libertad?

Bien, pregúntate a ti mismo/a lo siguiente: ¿a quién recuerda la historia? ¿a quién aprecian las masas?

¿Aquellos que le entran al egoísmo?

¿O aquellos que toman partido con el pueblo, sin importar el costo?

* * * * *

Notas

1. Arthur Ashe fue el primer jugador negro de tenis que ganó el campeonato del Abierto de Estados Unidos en 1968 y el campeonato de Wimbledon en 1975. Fue el primer jugador afroamericano nombrado al equipo estadounidense de la Copa Davis y luego fue designado capitán del equipo de la Copa Davis.

En 1983, junto con Harry Belafonte, fundó Artistas y Atletas Contra el Apartheid, que trabajó para elevar la conciencia sobre el apartheid y presionar a favor de sanciones y embargos contra el gobierno sudafricano. En 1985, lo arrestaron fuera de la embajada sudafricana en Washington durante una manifestación contra el apartheid. También lo arrestaron durante una protesta contra la política estadounidense hacia los refugiados haitianos fuera de la Casa Blanca.

Contrajo el Sida después de recibir una transfusión de sangre contagiada durante una cirugía del corazón. En su autobiografía, Days of Grace [Días de gracia], escribió: “No me gusta ser la personificación de un problema, mucho menos un problema que se trata de una enfermedad asesina, pero sé que debo aprovechar estas oportunidades para correr la voz”. En el último año de su vida, fundó la Fundación Arthur Ashe para la Derrota del Sida, que recaudó dinero para investigar el tratamiento, la curación y la prevención del Sida, con el reto final de erradicar la enfermedad.

El 26 de febrero de 1993 Arthur Ashe murió de una neumonía relacionada al Sida en Nueva York a la edad de 49 años. Casi 6.000 personas asistieron al entierro. La Asociación de Tenis de Estados Unidos nombró al estadio central de su Centro Nacional el Estadio Arthur Ashe.[back]

2. Ver Revolución #68, 5 noviembre 2006, “Kevin Tillman y las mentiras mortíferas del ejército estadounidense”.[back]

3. Silent Gesture: The Autobiography of Tommie Smith, Tommie Smith con David Steele, Temple University Press, 2007, p. 173.[back]

4. Silent Gesture, p. 38.[back]

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