Revolución #138, 3 de agosto de 2008


La política exterior de Obama:

Guiar al imperialismo de EE.UU. por aguas peligrosas

El 14 de julio, el New York Times publicó un editorial importante del candidato demócrata Barack Obama titulado “Mi plan para Irak”, en que Obama llama al “re-despliegue” de las tropas de combate del ejército norteamericano acantonado en Irak en un plazo de 16 meses. Al día siguiente, Obama dio un discurso sobre política exterior que subraya su estrategia global “nueva y abarcalotodo”. Expone cómo ve los “retos de un mundo nuevo y peligroso”, su crítica a la guerra de Irak y sus preocupaciones con respecto a Pakistán, Afganistán e Irán, y una lista de otras contradicciones que los EE.UU. están enfrentando, incluidos los cambios climáticos globales, la proliferación nuclear y el aumento de los costos de energía.

El artículo y el discurso de Obama vinieron en vísperas de su gira al exterior, cuyo objeto es probar sus credenciales como un “jefe de estado con credibilidad”, según uno de sus seguidores. Esto sucede cuando muchos que se oponen a la guerra de Irak esperan que Obama represente un cambio real que sea diferente al plan de Bush y su interminable guerra por un imperio mayor y que haya una base con que la gente puede “obligar” a Obama a respetar “sus buenas posiciones”, según el columnista Norman Solomon.

Sin embargo, si tomamos las palabras de Obama de forma literal, no revelan tal “esperanza” y que no hay “buenas posiciones”. Sus planes y su visión no son idénticos a los de Bush, pero son imperialistas hasta el tuétano. Su objeto no es compartir el planeta con el resto de la humanidad, sino fortalecer y ampliar la hegemonía global estadounidense, ni es ayudar a resolver los terribles horrores que amenazan al mundo, sino tienen por objeto reforzar el mismo sistema de capitalismo-imperialismo global que es la raíz de todos estos horrores. Las palabras de Obama tampoco se tratan de terminar las guerras, sino todo lo contrario. El “Obamaplan”, o “Plan de Obama”, es el de reducir el número de fuerzas de los EE.UU. en Irak (según estimados, dejar 50.000 tropas por un tiempo futuro indefinido), mientras lanza una escalada de guerra en Afganistán (con el envío de otros 10.000 soldados) y aumentar la intervención militar yanqui en Pakistán.

Muchas posiciones de Obama no son siquiera tan diferentes de las políticas actuales de la administración de Bush, que han estado evolucionando ante el terreno cambiante y las contradicciones que el imperio norteamericano tiene enfrente.

Imperialistas debaten gran estrategia en un mundo cambiante

Las críticas de Obama a la estrategia de Bush no son únicas, las comparten muchos en la clase dominante. Los estrategas del imperio sienten que la invasión de Irak y la estrategia neoconservadora de una transformación regional rápida y forzosa del Medio Oriente no han ido de acuerdo al plan y han perjudicado los intereses yanquis en la región y en el mundo de maneras importantes. Piensan que la administración de Bush se ha enfocado muy cerradamente en Irak y en el Medio Oriente en perjuicio de otros asuntos de orden global, lo que ha dado a otras potencias oportunidades y más campo para maniobrar. Discuten que el equipo de Bush se ha confiado mucho en el poderío militar yanqui y no suficientemente en otros elementos del poder imperial: influencia económica, poses políticas y esfuerzos diplomáticos.

“Esta guerra [de Irak] nos distrae de todas las amenazas que encaramos y de muchas oportunidades que podríamos aprovechar”, declaró Obama. “Esta guerra disminuye nuestra seguridad, nuestra posición en el mundo, nuestro ejército, nuestra economía y los recursos que necesitamos para enfrentar los retos del siglo 21. En todo caso, nuestra enfoque cerrado e indefinido en Irak no es una estrategia apropiada para mantener a los EE.UU. a salvo”.

En el programa de noticias de Lehrer del 15 de julio, Obama dijo: “Lo que he dicho continuamente es que a la luz de los problemas que estamos teniendo en Afganistán, a la luz de otras amenazas a nuestra seguridad que tenemos allí afuera, asuntos de no proliferación nuclear, Irán, lo que estamos haciendo con respecto a China, lo que estamos haciendo con Corea del Norte, es importante para nosotros no estar concentrados cerradamente en Irak”.

Las preocupaciones de Obama reflejan el terreno global cambiante y las necesidades que el imperialismo norteamericano encara, y por eso aun Bush y McCain estarían de acuerdo con una buena parte de lo que dice, y en algunos casos ya se han ejecutado estos cambios, como la intensificación de la guerra de Afganistán y más énfasis en diplomacia y preparación política ante los retos muy agudos que Irán representa. (Un análisis más amplio del terreno global cambiante se halla en Raymond Lotta, “Cambios y grietas en la economía mundial y la rivalidad entre las grandes potencias”, Parte 1, Revolución #136, 20 julio 2008; Parte 2, Revolución #137, 27 julio 2008; y Parte 3, en este número del periódico.)

En resumen, Obama tiene un punto de vista muy imperialista: estar preocupado por los problemas que confronta, no la humanidad, por el imperio norteamericano en los frentes militar, político y económico, y por lo que se debería hacer al respecto. Así que no es sorprendente que la respuesta de Obama sea también cabalmente imperialista, desde combinar “la aplastante fuerza militar con buen criterio”, mientras que moldea la marcha de los acontecimientos “no solo con la fuerza militar sino con la fuerza de nuestras ideas mediante el poder económico, inteligencia y diplomacia”. Obama propone un aumento de las fuerzas armadas yanquis: 65.000 soldados terrestres y 27.000 marines. ¿El objeto? “[Una] estrategia que vea claramente los peligros del mundo, mientras nos aprovechamos su promesa”. En boca del probable comandante en jefe del imperio más grande y explotador del mundo, “aprovechar” la “promesa” del mundo es escalofriante, y nauseabundo.

Irak: Nuevo despliegue de fuerzas para lograr “mayores objetivos estratégicos”

Obama trafica con su oposición a la guerra de Irak, y continuamente lo tachan de candidato “anti-bélico”. Pero no tiene nada que ver.

Obama nunca ha criticado la invasión a Irak porque era una guerra ilegal, inmoral e injusta de conquista e imperio. Sus críticas vienen del punto de vista completamente chovinista de lo que es mejor para Estados Unidos, o sea, el imperio norteamericano. “Advertí que la invasión de un país que no era amenaza inminente encendería las llamas del extremismo y nos distraería de la lucha contra Al Qaeda y los talibanes”, escribe. Argumenta que el costo ha superado a los beneficios para el imperialismo norteamericano: “Desde entonces, más de 4.000 norteamericanos han muerto y hemos gastado casi un millón de millón de dólares. Nuestro ejército está sobreextendido. Casi toda amenaza que encaramos, de Afganistán a Al Qaeda a Irán, ha crecido… El desgaste en nuestras tropas ha aumentado, la situación en Afganistán se ha deteriorado y hemos gastado en Irak casi 200 mil millones de dólares más de lo que habíamos presupuestado”.

Obama nunca menciona los horrores que la guerra le ha infligido a millones de iraquíes: el millón de muertos, los cinco millones de desplazados. Obama está entrenando a la gente en la vil lógica de que las vidas y el poder norteamericanos valen, mientras que las vidas de los iraquíes no cuentan para nada.

Obama sostiene que continuar la ocupación en la forma actual perjudicará más los intereses imperiales yanquis y ha llamado a retirar las tropas de combate de Irak dentro de 16 meses. “Finalizar la guerra es esencial para lograr nuestras mayores metas estratégicas, a partir de Afganistán y Pakistán, donde los talibanes están resurgiendo y Al Qaeda tiene un lugar seguro. Irak no es el frente central en la guerra contra el terrorismo, y nunca lo ha sido”. Después cita al almirante Mike Mullen, el jefe del estado mayor de Bush, que dice: “No tendremos suficientes recursos para terminar el trabajo en Afganistán hasta que reduzcamos nuestro compromiso en Irak”.

Pero Obama no está llamando a retirarse de Irak o a permitir que el pueblo iraquí determine su propio destino. Su plan incluye dejar una fuerza “residual” de tal vez 50.000 tropas en Irak para continuar el trabajo de crear un estado estable pronorteamericano, lo cual se considera fundamental para fortalecer el control que los EE.UU. tienen en la región y transformarlo en favor de los intereses imperialistas. Deja muy claro que condicionarían lo que haga la realidad en el campo de batalla y los intereses de los EE.UU.: “…Mi plan no sería una retirada precipitada… necesitaríamos inevitablemente hacer ajustes tácticos. Como yo siempre dije, yo consultaría con los comandantes en el terreno y con el gobierno iraquí para asegurar que nuestras tropas fuesen reubicadas a salvo y nuestros intereses protegidos”.

En otras palabras, aun en la medida en que Obama y los demócratas tengan diferencias reales con Bush, no están a punto de hacer algo que pondrían en peligro el resultado de la guerra, y por eso aprobaron todos los proyectos de ley de miles de millones (más de 600 mil millones de dólares y contando) para la guerra.

Todo eso es otro ejemplo de la verdad de que las decisiones reales no se toman mediante las elecciones; la clase dominante las toman según sean sus intereses, no lo que la gente quiere o lo que los candidatos prometen en sus campañas.

Así que Obama tiene razón. Siempre han tenido cierta posición sobre la guerra de Irak, que parte constantemente de las necesidades e intereses reaccionarios del imperialismo norteamericano.

Irán: “Usaré todos los elementos de poder norteamericano”

Obama acepta el amplio consenso de la clase dominante de que la República Islámica de Irán es un enorme problema estratégico que ha de resolverse de una manera u otra, y repite las acusaciones de que Irán apoya al “terrorismo” y está buscando desarrollar armas nucleares. Su crítica es que el enfoque de la administración de Bush ha fortalecido, y no debilitado, a Irán.

“No podemos tolerar armas nucleares en las manos de naciones que apoyan al terror. Prevenir que Irán desarrolle armas nucleares es un interés vital de seguridad nacional de los Estados Unidos. No hemos de retirar de la mesa ningún instrumento del arte de gobernar, mas el senador McCain continuaría con una política fallida en que Irán ha fortalecido su posición, impulsado su programa nuclear y almacenado 150 kilos de uranio enriquecido de baja concentración. Usaré todos los elementos del poder norteamericano para presionar al régimen de Irán, empezando con una diplomacia directa y agresiva, de principios, una diplomacia apoyada con sanciones fuertes y sin precondiciones…. la medida de cualquier iniciativa es si llevará a cambiar el comportamiento iraní”.

La posición de Obama con respecto a Irán se desprende de su defensa de los elementos fundamentales de la estrategia imperialista, compartidos por toda la clase dominante: Los EE.UU. deben dominar al Medio Oriente, y para lograr eso, es esencial fortalecer al estado colono de Israel (el cual se fundó sobre la limpieza étnica de Palestina) como un aliado regional y puesto de avanzada militar. Por eso, Obama ha dicho repetidamente, tal como le dijo al AIPAC (Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos), que su “posición fundamental” es un “compromiso inquebrantable” con Israel y su determinación de que “haré todo lo que tenga en mi poder para impedir que Irán obtenga armas nucleares”, por ejemplo, librar otra guerra si fuese necesario. El llamado de Obama a usar la diplomacia directa está al servicio de estos objetivos, como el de poner a los EE.UU. en una posición política y diplomática más fuerte si se decidiera a ir a la guerra. “Si debiéramos usar el poderío militar”, Obama le dijo al AIPAC, “tendríamos más probabilidades de tener éxito y tendríamos mucho más apoyo en el frente interno y en el extranjero, si agotáramos los esfuerzos diplomáticos”.

Escalada de guerra en Afganistán y Pakistán

Este candidato denominado “antibélico” quiere una escalada de guerra en Afganistán y Pakistán, con el envío de 10.000 tropas más para reforzar a las 36.000 que ya están en Afganistán y amenaza con acciones unilaterales dentro de Pakistán, sin importar la opinión del gobierno de Pakistán.

“[Como] presidente, haré de la lucha contra Al Qaeda y los talibanes la prioridad más importante que deba haber, pues esta es una guerra que nosotros tenemos que ganar”.

La preocupación de Obama es que la mayor amenaza inmediata a la estabilidad de la hegemonía de los EE.UU. en el Medio Oriente y Asia central es la resurgencia de los talibanes en Afganistán y Pakistán. Esta apreciación la comparten muchos estrategas de la clase dominante, de ambos partidos. El secretario de Defensa de la administración de Bush, Robert Gates, ha argumentado abiertamente a favor de más poderío aéreo en Afganistán, la CIA y las fuerzas especiales ya han establecido bases secretas en Pakistán, y el candidato republicano John McCain ha pedido el envío de aún más tropas (15.000) a Afganistán.

Pero ¿cuál es la naturaleza de esta guerra que Obama proclama que los EE.UU. debe ganar? ¿Es una guerra justa para liberar al pueblo de Afganistán? No. El motivo de la invasión norteamericana a Afganistán desde el principio ha sido los intereses e ideología imperialistas reaccionarios. Nunca se trataba de capturar a Osama Bin Laden en respuesta a los ataques del 11 de setiembre de 2001, sino reemplazar al régimen talibán con uno que cuadrara más con los intereses de los EE.UU., lo cual incluye derrotar al fundamentalismo islámico y obtener el control estratégico de este cruce de Asia central, donde se está desenvolviendo una intensa rivalidad de grandes potencias por el control de los oleoductos y gasoductos más los recursos petrolíferos y de gas.

Durante la guerra de octubre de 2001, hubo masacres y torturas de miles de afganistaníes para derrocar al régimen talibán y así poner una colección de reaccionarios, señores de la guerra, más leales al poder norteamericano, con Hamid Karzai como principal líder y figura. Desde entonces, los talibanes se han reagrupado, y los ataques sobre las fuerzas norteamericanas y del régimen de Karzai se han incrementado. Tom Hayden , citando el nuevo libro del periodista Ahmed Rashid, titulado Descent into Chaos* , escribe: “Hay unas 36.000 tropas norteamericanas desparramadas a lo largo de Afganistán, y otras 17.500 bajo el comando de la OTAN, más otras 18.000 en roles de contrainsurgencia y adiestramiento. Están tan agresivamente orientadas al combate que el gobierno afgano mismo continuamente objeta por el alto número de bajas civiles… Setecientos civiles resultaron asesinados en los primeros cinco meses de 2008, de acuerdo a la ONU.

“En 2005, la Comisión Independiente Afgana de Derechos Humanos citó 800 casos de abuso de detenidos en treinta bases militares de los EE.UU. ‘La CIA opera sus propios centros de detención secretos, a los cuales el ejército norteamericano no tiene permiso de entrar’. Mantienen de manera permanente a prisioneros fantasmas, conocidos como Personas Bajo Control, sin ninguna clase de documentación pública sobre su existencia. Los señores de la guerra operan sus propias prisiones con ‘el abuso, tortura y muerte sin precedente de los presos talibanes”’. Como los EE.UU. redujo el número de prisioneros detenidos en Guantánamo, el número de prisioneros mantenidos en la prisión de Bagram, cerca a Kabul, se ha incrementado.

Además de la enorme violencia, ¿qué han traído los siete años de “liberación” estadounidense al pueblo de Afganistán? Cuando los EE.UU. invadieron a este país, Afganistán ocupaba el puesto 172 de 178 naciones en el índice de desarrollo de la ONU. Hoy día, poco ha cambiado. Afganistán “tiene el grado más alto de mortalidad infantil en el mundo y una esperanza de vida de apenas 44-45 años, y la población más joven de cualquier otro país. En 2005, el 95% de los habitantes de Kabul estaban viviendo sin energía eléctrica…. En 2006, la economía de Afganistán aún se basaba en la producción del 90% del opio del mundo”. Las mujeres permanecían encadenadas a los códigos sociales represivos del islam.

Esta es la guerra que Obama quiere escalar y declara que los EE.UU. deben ganar. ¿Cómo puede alguien que apoya la liberación de la gente oprimida apoyar eso?

Obama promete batallar con éxito por entre la intensa caldera de contradicciones en el Medio Oriente y el Asia central. Pero ¿quién dice que tendría más “éxito” de lo que ha tenido Bush, o que las fuerzas de los EE.UU. se retirarán de la región en algunos años? (Todo esto pone su voto por la expansión de la nueva ley de espionaje FISA en contexto.) Obama, al igual que los otros imperialistas, sabe que esta “guerra contra el terrorismo”, para reforzar la presencia de los EE.UU. en el Medio Oriente y Asia central como parte de solidificar la hegemonía global de los EE.UU., continuará por años y quizás décadas. Dado esto, y las profundas grietas en la sociedad norteamericana, nuevas medidas represivas son necesarias. (Ver “Nueva ley de intervención electrónica: Un gran salto en la gran-hermanización de la sociedad” y “¿Por qué Obama apoya a FISA y la inmunidad de las empresas de telecomunicaciones?”, Revolución #136, 20 julio 2008).

Todo eso nos enseña por qué la campaña de Obama no es progreso, sino extremadamente dañina para la gente. En resumen, ¡Obama usa sus credenciales “antibélicas” para adquirir apoyo público para librar más guerras imperialistas por los EE.UU.! Una nueva cara para el mismo imperio podrido.  

Nota

* “Obama, Iraq and Afghanistan”, Tom Hayden, The Nation, 15 julio 2008, citando a Ahmed Rashid y su libro Descent into Chaos (Viking, 2008). [back]

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