Revolución #142, 7 de septiembre de 2008


Sobre la nominación de Obama:

El cambio en que crees…
y el cambio que obtendrás

Te opusiste fuertemente a las guerras de Bush y quizá fuiste a las protestas en contra, pero te decepcionaste… y te has sentido impotente y con malestar a medida que avancen esas guerras…

Lloraste o te encabronaste acerca del asesinato de Sean Bell o la colocación de los dogales de linchamiento, preguntándote cuándo y cómo podrá haber justicia para los negros cuando hay un racismo tan profundo en Estados Unidos.

Observaste mientras que Bush metía en el gobierno a los seguidores de su versión de cristianismo de cruzados fanáticos ignorantes… observaste horrorizado mientras que eliminaban lo que considerabas derechos fundamentales… atestiguaste la despenalización de la tortura y escuchaste mientras satanizaban a uno tras otro grupo, ayer los gays, hoy los inmigrantes, y te preguntaste: “¿estamos en el camino al fascismo?”

Quieres igualdad para la mujer y te enfureces cada vez que te enteras de otra acción contra el aborto y ahora, sí, el control de la natalidad, a medida que restauren enérgicamente los valores tradicionales…

Luego, escuchaste a Obama hablar de cambio. Sonaba un poco vago, pero te dejaste tener esperanza. Ahora, después de la convención, tienes un poco de euforia… pero a su vez, algo te sigue picando, algo que no te parece del todo bien…

Pero te dices a ti mismo algo así: un negro, después de tanto años, nominado para la presidencia. Eso seguro quiere decir cambio, ¿no? Por todas partes en la convención, se asomaba la consigna de Obama: “el cambio en que puedes creer”.

Quizá sea hora de tomar una pausa y hacer unas preguntas un poco más profundas sobre el contenido de este cambio prometido. Quizá sea hora de escuchar a fondo el discurso de aceptación de Barack Obama y mirar con seriedad adónde dice que te llevará.

* * * * *

“Obama se mostró la pasta”. Ese fue el veredicto unánime de los comentaristas sobre el discurso de aceptación de Obama. Obama dijo que “como comandante en jefe, jamás dudaré en defender a esta nación” y de remate, criticó agresivamente a John McCain por no tener el “temperamento y juicio como para ser el próximo comandante en jefe”.

Bien, hablemos claro sobre John McCain. Su “gran hazaña” fue pilotear un caza de combate sobre los arrozales de Vietnam y arrojar bombas de enorme capacidad destructiva y horror sobre campesinos y niños, una y otra vez, sin ninguna punzada de remordimiento. Nadie sabe a cuántas personas mató personalmente McCain en Vietnam, pero por lo general se acepta que el saldo de muertes de la invasión yanqui sin fundamento a ese país es de más de dos millones de personas. A diferencia de las interminables profesiones de “respeto” a McCain de parte de Obama y los demás demócratas, este tipo no es sino un vil criminal de guerra. Hoy, McCain dice que actuará con más agresividad y brutalidad en Irak.

A eso es a lo que Obama le profesa profundo respeto, pero da a entender que no lo es “suficientemente duro”.

¿Es ese el cambio que quieres? ¿De sacar a las tropas de Irak… y meterlas a Afganistán, tal como ha pedido Obama? Afganistán, donde hace una semana el gobierno acusó a los soldados yanquis de haber asesinado a 90 civiles, entre ellos 60 niños, en una redada. Más adelante en el discurso, Obama llama a “proteger a Israel y refrenar a Irán”, y luego se mofa de McCain por “nada más… hablar fuerte en Washington” en lugar (no más podemos  presumir) de emprender más “acciones”. El que Obama seleccionara al empedernido defensor de larga trayectoria de Israel, Joe Biden, como su compañero de fórmula también tiene el propósito, en parte, de mostrar sus credenciales en esa materia. ¿Es ese el cambio que el mundo necesita, que Estados Unidos suelte a Israel para que se desboque de manera más sanguinaria y agresiva en el Medio Oriente?

Como parte del tema general, Obama remachó una y otra vez el patriotismo, la llamada “promesa de Estados Unidos” y que este país es la “última y mejor esperanza” para los pueblos de todo el mundo que quieren libertad, paz y un futuro mejor. En realidad, de Guatemala a Irak y Angola, y más allá, esas frases significan “cuidado, están a punto de bombardearnos y masacrarnos”. Esta “última y mejor esperanza” explota la fuerza de trabajo y le exprime los recursos al planeta entero. Ha emprendido y orquestado golpes de estado militares, guerras de sustitutos e invasiones directas en veintenas de países del mundo en los 60 años desde la II Guerra Mundial, las que han dejado un saldo de millones de muertos. Esta “última y mejor esperanza” es el ÚNICO país que jamás haya usado bombas nucleares, y en varias ocasiones desde entonces ha amenazado con sumir al mundo en una guerra nuclear a fin de proteger lo que considera sus intereses. No es solo un país con elevados ideales que por alguna razón se ha desviado hacia una “política” imperialista desacertada; es un sistema imperialista impulsado a expandirse o morir. Y la única verdadera “promesa de Estados Unidos” es que “está en consideración todas las opciones” en cuanto a rociar con destrucción a quienquiera se le ponga en el camino.

Pero no nada más te dejes llevar por nuestras palabras. Busca la respuesta de Pat Buchanan al discurso de Obama en YouTube. Buchanan, puede que te acuerdes, escribió discursos para Richard Nixon y Ronald Reagan. Es un supremacista blanco a ultranza y un vil reaccionario antiinmigrante quien escribe libros que advierten que Estados Unidos no es suficientemente blanco ni cristiano, y por tanto corre el peligro de perder la cohesión social que necesita para proteger su imperio1 . Buchanan salió en la MSNBC con palabras efusivas de que este fue el mejor discurso de una convención que jamás había escuchado, que “no fue en absoluto un discurso liberal” y señaló en particular el siguiente pasaje como broche de oro:

Amo a este país, y tú también lo haces, y también John McCain. Los hombres y las mujeres que cumplen su deber en nuestros campos de batalla puede ser demócratas, republicanos e independientes, pero han combatido juntos, sangrado juntos y muertos juntos bajo la misma bandera orgullosa. No han cumplido su deber para unos Estados Unidos rojos o unos azules, sino para los Estados Unidos de América del Norte.

Bien, pregúntate por qué un tipo como Pat Buchanan eche tantas palabras efusivas. Esa es una retórica que lleva a la ciudadanía a combatir y a morir por el imperialismo. ¿Es ese el cambio en que crees ?

* * * * *

 

“Si caes en la orientación de intentar hacer que los demócratas sean algo que no lo son, y nunca lo serán, terminarás
volviéndote más en lo que los demócratas realmente son.”

Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, EU

Durante la campaña para la primera ronda de elecciones, Obama dio un discurso sobre el racismo en Estados Unidos y se refirió al “lamentable pasado” del país. Pero en ese discurso trató de no llamarle la atención a la verdadera historia y a la actual opresión de los negros, tapando la profundidad de las raíces de la supremacía blanca y recomendando una solución falsa y en los hechos mortal a ella2 . Pero lo que más llama la atención del discurso de aceptación de Obama fue lo poquísimo que habló sobre esta división fundamental de la sociedad norteamericana… y cuán despiadado estuvo el contenido de lo que dijo.

Para colmo, al parecer el vídeo sobre la vida de Obama que pasaron antes del discurso dejó fuera a los negros. El discurso describió muchos problemas que tienen las personas comunes de todas las nacionalidades de Estados Unidos, tales como la falta de buenos servicios médicos, la terrible situación de la educación para la mayoría de los niños, los problemas muy malos de la vivienda y el empleo, etc. Pero Obama no consideraba que fuera digno de mención, ni siquiera una vez, cómo la discriminación racial agrava muchísimo más todos estos problemas en el caso de los negros. Ni mencionó, ni siquiera una vez, las formas específicas de opresión “reservadas” para los negros y otras minorías nacionales. Ni mencionó cómo el sistema de justicia criminal almacena a los varones negros en el bote… cómo de rutina la policía hostiga, a menudo golpea y sí asesina a los hombres, y mujeres, negros y de otras nacionalidades oprimidas… y cómo estos mismos jóvenes padecen una satanización en la cultura.

Dijo, de hecho, dos cosas sobre este tema tan fundamental de Estados Unidos. En primer lugar:

Sí, debemos ofrecer más escaleras al éxito para los jóvenes que caen en la vida del crimen y la desesperanza. Pero también debemos aceptar que los meros programas no pueden reemplazar a los padres de familia; que el gobierno no puede apagar la televisión y hacer que el niño haga su tarea; que los padres deben asumir más responsabilidad para dar amor y guiar a sus hijos con tanta necesidad.

¿De veras considera Obama que apagar la televisión hará volver las siderúrgicas a las ciudades, cuya salida ya había mencionado en una parte anterior del discurso? ¿De veras Obama cree que importa el que sus padres se levantaran en la madrugada para hacer que sus hijos hicieran su tarea, en un sistema cuyo propósito no es servir, cuando ha dejado a las escuelas sin fondos y que se pudran y se conviertan en algo parecido a cárceles?3

Es una mentira muy cruel echarles la culpa a las propias masas por no lograr salir adelante en un sistema cuyo propósito es mantenerlas oprimidas. Pero Barack Obama, al igual que su esposa Michele en un discurso anteriormente esta semana, hizo precisamente eso. Sí, él (y ella) hablaron de tender la mano de ayuda. Pero eso fue una parte muy secundaria en comparación con la constante repetición del argumento de que en Estados Unidos, si uno trabaja duro, y si su familia conserva los papeles tradicionales, “se puede salir adelante”. El subtexto, y a veces se expresa de manera más explícita, por lo común en boca de otros, es que “si los Obama lo lograron, pues, también lo podrán hacer los demás negros, si nada más le echan más ganas. Si no quieren hacerlo, pues solo pueden culparse a sí mismos”.

La neta, como ha dicho Bob Avakian, es lo siguiente:

La determinación decide quién saldrá del ghetto — vamos ése sí que es un cliché gastado, en su peor aspecto, a todo nivel. Esto es separar las partes del conjunto para tergiversar la esencia. Es como ver un molino de carne que pulveriza a millones de personas y en vez de fijar en que a la gran mayoría la vuelve pedazos, concentrarse en los pocos que se escapan enteros, fijarse en alguna característica individual de ellos — su “determinación” — y decir que eso es lo decisivo... y de remate, usar eso, directa o indirectamente, para decir que ¡“el molino sí sirve”!4

Como si quisiera rematarlo, Obama mencionó una vez más la opresión de los negros hacia el fin del discurso, en referencia a la marcha que se celebró en Washington por los derechos civiles 45 años antes de la fecha de su discurso de aceptación. Si bien ahora se ha borrado esa marcha de la historia, tal como señaló Malcolm X, al principio la marcha de 1963 fue una protesta desde las bases contra las bárbaras injusticias que se perpetraban contra los negros, pero luego las fuerzas “más respetables” se apoderaron de ella y la convirtieron en otra cosa5 . Para ilustrar a qué extremos fue este cambio de dirección, ¡la Casa Blanca revisó todos los discursos de esa marcha, y John Lewis, entonces del SNCC (Comité Coordinador Estudiantil No Violento) y hoy importante congresista, se vio obligado a cambiar el suyo! Pero cuando Obama evocó esa marcha, lo hizo para recordar el discurso de ese día, “Tengo un sueño”, de Martin Luther King y decir:

Posiblemente los hombres y las mujeres reunidos ahí ese día escuchaban diversas cosas. Quizá unas palabras de discordia y furia. Tal vez les decían que cedieran al temor y la frustración de tantos sueños aplazados.

Pero, al contrario, lo que escucharon… es que en Estados Unidos nuestros destinos están inextricablemente enlazados. Que juntos, nuestros sueños pueden ser uno solo.

En este caso, Obama tiene razón: en ese entonces, eso es lo que se le dijo a la multitud (de nuevo, con el aval de la Casa Blanca). Pero lo que la gente ha aprendido todos los días los años desde esa fecha es que la única cosa a que el “destino” de Estados Unidos estaba “inextricablemente enlazado” eran sus raíces como perversa mezcla de genocidio, esclavitud y capitalismo. Que el llamado “sueño americano” se desprende del destierro y casi-exterminio de los pueblos originarios y la esclavización de los africanos, y el posterior desarrollo de ese sistema y esos valores por todo el continente y luego por todo el mundo mediante las guerras entre imperialistas. Que esas raíces penetran profundamente en los cimientos de este país y que unas cuantas reformas no van a cambiar la situación de las masas negras, ni el carácter general y básico de esta sociedad. Que para tener otro futuro, la gente tendría que zafarse de los confines de la política burguesa. Que las formas en que los negros a veces se ventilaron su furia y desesperanza entre sí, tal como el efecto negativo que eso ha tenido y sigue teniendo en la familia, tienen más que ver con las amoladoras tensiones de la supremacía blanca en combinación con las relaciones y los valores que el sistema inculca que con los defectos de un individuo cualquiera. Que se necesite un cambio fundamental radical para obtener la libertad auténtica, y que en el curso de luchar por ese cambio revolucionario, y únicamente en el curso de luchar por esa clase de cambio, la gente pueda transformar su concepción del mundo y romper con las diversas formas de mentalidad egoísta y moral que el capitalismo engendra y refuerza y de las cuales luego se ceba.

El movimiento de entonces logró maravillosas cosas, aunque no logró abrir paso y hacer la revolución. Pero ese revés no cambia la realidad de que se necesita un cambio revolucionario, y no cambia la realidad más profunda de por qué es posible este cambio y que se puede lograr.

Si estás a favor de Obama, y estás leyendo este periódico, es probable que estés de acuerdo con al menos mucho de lo que acabábamos de decir sobre esta sociedad y la opresión histórica del pueblo negro, y su situación actual en este sistema. Pero Obama está diciendo algo diametralmente opuesto a lo que entiendes y crees, y eso estuvo bien sintetizado en su discurso. Léelo otra vez, sin nubes en los ojos. Está echándole la culpa por la opresión del pueblo negro, que aún sigue, a las mismas masas. Está diciéndoles a aquellos que quieren eliminar esta injusticia que el único camino hacia adelante es en esencia dejar de luchar contra esta opresión y confiar en el patriotismo estadounidense. De hecho, está diciéndoles a aquellos a que esta opresión tiene sin cuidado o que aun creen que se benefician de ella y aun “son partícipes de ella”, que no tienen que molestarse la conciencia por ella.

Pregúntate a ti mismo de nuevo: ¿es ese el cambio que necesitamos? ¿Quieres una sociedad donde se usa a un presidente negro para decirle a la gente que está justamente enojada sobre las atrocidades que una y otra vez cometen contra el pueblo negro que deje de lado su “ira y discordia”, que apague la tele y que trabaje más duro?

¿Es ese el cambio en que crees ? Porque ese es el cambio que corres el peligro de conseguir.

* * * * *

Los comentaristas felicitaron a Barack Obama por decir muy poco sobre los “cuestiones sociales”: la opresión de la mujer, concentrada en los incesantes intentos de eliminar el aborto y aun el control de la natalidad; la opresión de los gays, tal como negarles el derecho de casarse; la satanización y represión de los inmigrantes; etc.

En esta parte del discurso, de repente se esfumó el personaje combativo “pegarle a McCain sin guantes”. NO se comprometió a defender el derecho al aborto, sino habló de reducir embarazos no deseados. NO habló del derecho de los gays a casarse, a lo que Obama se opone de todos modos, sino de su derecho a visitar a sus parejas en el hospital (lo que McCain también apoya). NO habló de por qué los inmigrantes se ven obligados a venirse a este país a encontrar trabajo ni por qué hay que respetar y defender sus derechos y humanidad, sino solamente de que no se debe separar a las madres de sus hijos, y que no se debe contratar a trabajadores “ilegales”.

Este párrafo del discurso de más de 40 minutos siguió a una oda al sacrificio patriótico en la guerra y se expresó según la necesidad, en las palabras de Obama, de restaurar “nuestro sentido de propósito común” en Estados Unidos ante los “retos” y “opciones difíciles” de hoy. En otras palabras, dijo que estas cuestiones, es decir, los derechos de la mujer, de los gays y de los inmigrantes, se debieran subordinar a la necesidad de “unidad nacional” en un tiempo en que va a llevarse a cabo la agresión en Afganistán y muy posiblemente en Irán, y casi seguramente en otros lugares (nótese bien que Obama también habló de “frenar la agresión rusa” en su discurso y en otros debates presentó la idea de tomar acción militar unilateral en Pakistán).

Dio este discurso después de su actuación en el circo teocrático del predicador evangélico Rick Warren solamente una semana antes de la convención. Más de cinco millones de personas miraron a Obama y McCain por la tele en su primer acto de presencia en el mismo escenario en un examen público por el ayatolá del condado de Orange. Sí, sabemos, Rick Warren tiene una actitud jovial y sin pretensiones; se esconde los colmillos con mucha más habilidad que Pat Robertson. Pero Rick Warren es también un fanático que dice que el aborto es asesinato, que se debe enseñar el mito bíblico de la creación en lugar de la ciencia en las escuelas, y que la homosexualidad es un “pecado enorme”, el mero “pecado” no le basta, y que por eso se debe prohibir el matrimonio de gays6 . El que el “candidato del cambio” le rinda homenaje a Rick Warren, a fin de darle de hecho el derecho de moderar el primer debate presidencial real, es legitimar esta locura de manera que Bush o McCain nunca pudiera realizar.

A este circo escandaloso le siguieron el discurso de Michelle Obama que trató la importancia de la familia tradicional patriarcal con los papeles del “papá que trabaja y la mamá que se queda en el hogar”, relacionándola con el patriotismo (un comentarista señaló que Michelle Obama mencionó la palabra “América” al menos 12 veces); y luego Hillary Clinton, en lo que se anunciaba como un “discurso feminista”, quien ni siquiera mencionó el derecho al aborto.

Mira: el derecho al aborto no existe en muchos lugares donde las amenazas y el asesinato han obligado a los proveedores de aborto a huir, y ese derecho está bajo un embate incesante en las cortes, incluida la Suprema Corte, y en las asambleas legislativas. El control de la natalidad está en las miras de estas fuerzas teocráticas y patriarcales, y esta gente está exigiendo que se enseñe la doctrina religiosa en las escuelas públicas. Los fondos públicos van para financiar proyectos religiosos, y Obama ha presentado su propia propuesta para aumentar esos fondos, mientras que les modifica algunos pormenores. Nos están escribiendo y firmando un nuevo “contrato social” delante de las narices, en que de nuevo se relegan a las mujeres a papeles tradicionales decretados por la Biblia, y están dándole a la moral y la epistemología bíblicas cuando menos una legitimidad mucho mayor y un lugar mucho más grande en la sociedad... y te están diciendo que aceptes todo eso en la consecución de algún “propósito común” desconocido.

¿Es ese el cambio en que crees?

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En su discurso en el Estadio Mile High, Obama tenía dos públicos. Por un lado, hablaba a las masas. Como tal fue importante; los políticos sí tienen que preparar al pueblo políticamente, por medio de estas campañas, para cómo se le gobernará. Pero también hablaba a diferentes sectores, y jugadores, de la clase dominante de este país, es decir, los capitalistas-imperialistas. En cierto sentido, estaba dándoles una audición. ¿Estará capaz de hacer un buen trabajo de convencerle a la gente para que se sacrifique? ¿Para que deje el desafecto ante la situación actual y de nuevo acepte, y asuma, los principios del chovinismo estadounidense? ¿Estará capaz de traer a los jóvenes, al pueblo negro, a aquellos que odian lo que ha hecho en especial el régimen de Bush y que veían en Obama una posible salida... estará capaz de llevarlos “un paso más” en el camino... de volver al redil?

A menudo hemos citado el artículo de Andrew Sullivan7 en que aconseja a la clase dominante a que apoye a Obama. Los gobernantes estadounidenses tienen un limitado ámbito de opciones, sostiene Sullivan, y Obama sería la mejor “cara” posible en materia de todas las cosas que tendrá que hacer al servicio del imperio estadounidense. Hay una clara dimensión internacional: tal como señaló un comentarista, refiriéndose a la multitud de 200.000 personas que salieron en Alemania para aclamar a Obama, la única manera en que Bush consiguiera tal multitud en Berlín sería si las masas estaban exigiendo que fuera juzgado como criminal de guerra. Además, hay una dimensión “interna”: Obama, según Sullivan y muchos otros, es el candidato quien puede conseguir que la gente deje de lado las demandas e ideales justos que surgieron tan poderosamente en los años 60 y que en los hechos nunca se han extinguido, quien puede borrar lo que la gente ha aprendido a un precio tan alto, quien puede preparar a una nueva generación para la vida política de acuerdo a las normas que en su profunda esencia son cienporcien conservadoras.

Obama no gobernaría exactamente de la misma manera que McCain. Eso no es nuestro argumento. Lo que SÍ es imprescindible es que serviría los mismos intereses fundamentales y obedecería los mismos imperativos fundamentales, como McCain. En esta conexión, Obama también está sosteniendo ante esos gobernantes que su mezcla específica de agresión y negociaciones, junto con su capacidad de “atraerle a” la gente internacionalmente y apaciguar la escena política en el frente interno, sería más eficaz al servicio de esos intereses e imperativos que los métodos de McCain.

* * * * *

Eso te deja con una decisión que tomar. Si examinas francamente por qué Obama te atrajo en primer lugar... y el verdadero mensaje e implicaciones de su discurso..., verás que tus propios principios e ideales son objeto de una traición, y que se ha realizado este proceso de manera sutil y paulatina, pero ha alcanzado una cierta etapa innegable en Denver. Si dedicas tus energías, talento y esperanzas a esta campaña, estarás de hecho trabajando contra lo mejor de tus propias creencias.

Puede que sea difícil de aceptar, pero no es, y no se debe considerar, motivo de desesperanza ni excusa para volverse pasivo, ni para colmo, ocasión de encogerse de hombros y aceptar el “realismo” de un sistema en que siempre dicen que los valores de justicia y emancipación no son realistas y en que uno siempre se raja ante el “realismo” de los monstruos. Hay una batalla que librar contra las mismas atrocidades que te atrajeron a Obama en primer lugar, pero que Obama nunca puede eliminar y, de hecho, él solamente las reproducirá.

No hay ningún atajo, pero sí hay un camino hacia adelante, por sinuoso que esté. Existe la verdadera posibilidad de la revolución, que vive en realidad y puedes conocer y a la que puedes conectarte en las páginas de este periódico todas las semanas. Hay un movimiento revolucionario que es real. Y hay una comunidad de resistencia mayor, tales como aquellos en Denver que fueron contra la corriente, dijeron la verdad y defendieron lo justo. Esa es la gente a que has estado esperando. Ve y únete con ellos. 

 

FOOTNOTES

1. Ver Patrick J. Buchanan, The Death of the West: How Dying Populations and Immigrant Invasions Imperil Our Country and Civilization (Nueva York: St. Martin’s Press, 2002) y Where the Right Went Wrong: How Neoconservatives Subverted the Reagan Revolution and Hijacked the Bush Presidency (Nueva York: St. Martin’s Press, 2005). [back]

2. Ver “Respuesta al discurso de Obama ‘sobre la raza’ ” en tres entregas: Revolución #125, 6 abril 2008; #128, 1 mayo 2008; y #130, 25 mayo 2008. [back]

3. “Las escuelas públicas de Nueva York y la criminalización de los estudiantes: ¿Qué clase de sistema le hace esto a la juventud?", Revolución #93, 24 junio  2007, y “Suprema Corte refuerza graves desigualdades”, Revolución, 15 julio 2007. [back]

4. Bob Avakian, “El ‘juego de la ciudad’ — y la ciudad, nada de juego”, Obrero Revolucionario (ahora Revolución), #201, 15 abril 1983. [back]

5. Malcolm X, “Mensaje a las bases”, 10 noviembre 1963 (en xroads.virginia.edu/~Public/civilrights/a0147.html. [back]

6. “Sobre Barack Obama… y superar las diferencias”, Revolución #141 (24 agosto 2008). [back]

7. Ver Andrew Sullivan, “Goodbye to All That: Why Obama Matters”, The Atlantic, diciembre de 2007 (theatlantic.com/doc/200712/obama) y “Andrew Sullivan sobre Barack Obama: Un argumento a favor de darle la ‘mejor cara’ al imperialismo”, Revolución #118 (3 febrero 2008). [back]

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