Revolución en línea, 24 de septiembre de 2008


Pasajes de

El derrumbe financiero y la locura del imperialismo (20 de abril de 2008)

Raymond Lotta

Nota de la redacción:
A continuación presentamos pasajes con modificaciones y rectificaciones de un artículo de Raymond Lotta escrito en abril de 2008. Este análisis contribuye muchísimo a entender la crisis financiera en marcha y sus causas más profundas. El artículo amplía y explora varios puntos analíticos importantes:

1) Existe una relación fundamental entre el fortalecimiento del sector financiero en Estados Unidos, y el fenómeno general de lo que el artículo describe como la financierización y la profundización de la globalización de la producción capitalista mundial. Un elemento central de la dinámica del crecimiento y la expansión de los últimos 15 años ha sido la relación entre el imperialismo estadounidense y China.

2) Esta crisis particular estalló a causa de la acumulación de severos equilibrios entre el sistema financiero y sus expectativas de futuras ganancias, y la acumulación de capital, o sea, las estructuras y la producción de ganancias concreta basadas en la explotación del trabajo asalariado.

3) Un “pequeño secreto sórdido” de esta crisis es el enorme peso de la militarización de la economía estadounidense.

4) Esta crisis es una manifestación concentrada de la anarquía de la producción capitalista, del hecho de que no se lleva a cabo la producción de acuerdo a ningún plan racional a nivel de la sociedad.


El auge y derrumbe de esta más reciente burbuja especulativa, así como la intensificación de la fragilidad financiera que podría resultar en un desmoronamiento enorme, son en realidad manifestaciones de procesos y transformaciones subyacentes en la economía capitalista mundial.

Veamos la situación desde una perspectiva más amplia.

A. La globalización y la financierización

En los últimos 15 años, la expansión capitalista mundial ha girado en torno a una dinámica y una estructura internacionales específicas. Eso ha implicado la mayor financierización y el parasitismo en los países capitalistas avanzados: Estados Unidos está el epicentro de ese proceso; y la mayor integración al mercado capitalista mundial de los países exportadores del tercer mundo donde el costo de la producción es bajo: China está el epicentro de ese proceso.

El punto de viraje en eso ocurrió con el desmoronamiento de la Unión Soviética socialimperialista en 1990-1991. Con la implosión del bloque soviético, se quitó del camino el principal obstáculo geopolítico a la libertad de acción del imperialismo estadounidense. Al mismo tiempo, y muy relacionado a eso, se aceleró la globalización imperialista. (Un análisis a fondo de eso se encuentra en Apuntes sobre economía política: Nuestro análisis de los 80, cuestiones de metodología y la actual situación mundial [Chicago: RCP Publications, 2000]).

En los últimos 15 años se ha forjado una economía de manufacturas de mano de obra barata integrada a nivel mundial, con enormes reservas de mano de obra de China, India y otras partes del tercer mundo, así como la mano de obra del ex bloque soviético. La globalización de la producción ha tenido enormes consecuencias para la acumulación mundial: ha incrementado la rentabilidad del capital imperialista, ha constreñido los salarios y rebajado las presiones inflacionarias. La integración del proceso manufacturero de mano de obra barata en la producción mundial está ahora tan profunda que en Estados Unidos la mitad de las importaciones (por lo general bienes de consumo) proviene del tercer mundo.

Una estadística llamativa: un estudio de la Universidad de California investigó quién se beneficia cuando se vende en Estados Unidos por $299 un iPod fabricado por empresas nacionales de China. Solo $4 se quedan en China con las firmas que armaron el aparato, mientras que $160 van a las firmas estadounidenses que diseñaron, transportaron y vendieron el iPod1 .

Cuando hablamos de la acumulación capitalista, estamos hablando de la producción competitiva de la plusvalía (la fuente de las ganancias) que se basa en la explotación del trabajo asalariado; y la inversión y la reinversión de las ganancias sobre una base tecnológicamente más productiva en expansión y de la reducción de costos.

Cuando hablamos de “financierización”, estamos hablando de dos aspectos particulares de la estructura más amplia de la acumulación capitalista en este período de globalización imperialista: a) la enorme expansión de las actividades y servicios financieros, como organizar y financiar adquisiciones de corporaciones, asegurar las inversiones contra riesgos, crear nuevos instrumentos financieros, etc.; estas son actividades en las que se generan ganancias desviando, centralizando y reinvirtiendo la plusvalía mediante canales financieros; y b) la creciente separación entre las finanzas y la producción.

Este proceso de financierización ha avanzado más en Estados Unidos que en cualquier otra parte, y es un importante factor en la capacidad del imperialismo estadounidense de conservar y expandir su dominio en los mercados financieros internacionales2 .

La financierización también es un medio por el cual los países imperialistas centralizan la riqueza y el control efectivo sobre las fuerzas productivas, a pesar de que la producción ha llegado a tener una mayor dispersión geográfica y que cada vez más se lleva a cabo con redes de subcontratistas en el tercer mundo.

La financierización incluye esfuerzos para exprimirle más “valor” al valor ya creado. Una medida de eso es que en 2006, el volumen diario de transacciones en los mercados de divisas y de derivados (instrumentos financieros) llegó a $11.4 millón de millones, o sea casi igual al volumen anual de las exportaciones de mercancías mundiales ese año. Con respecto a los cambios estructurales de la economía de Estados Unidos, la parte que le correspondió al sector financiero del total de las ganancias corporativas subió de 8% en 1950 a 31% el año pasado3 .

B. Financierización y producción

Pero por más separadas que estén las finanzas del circuito de la producción, y por elaboradas y de niveles múltiples que estén sus operaciones, las finanzas no pueden zafarse de la esfera de la producción. Aunque traten objetivamente de hacerlo —y aunque la disyuntiva entre las dos esferas (producción y finanzas) aumente—, las condiciones subyacentes y la rentabilidad de la producción establecen el marco general para la acumulación de capital.

El imperialismo es un sistema mundial de producción y comercio. La estructura de la producción social —la producción global de la plusvalía que se basa en la explotación de los seres humanos— está al centro de todo este sistema. Con respecto a la producción de la plusvalía, la “financierización” es a la vez parasítica y funcional. Es parasítica en el sentido de que le succiona valor a la producción.

Pero la financierización es una parte operativa de la operación del capitalismo mundial en el sentido de que facilita la acumulación de capital dinero en aglomeraciones cada vez mayores de capital y encuentra nuevos canales que generan ganancias en los cuales invertirlo rápidamente… ¡y con la misma rapidez retirarlo! El capital mundial tiene toda clase de incertidumbres y riesgos financieros en la cancha competitiva global, a medida que se mueve por diferentes canales o circuitos de producción. Las técnicas de “control de riesgos” que el sistema global de finanzas trae son un factor vital para la acumulación de capital, para que valga “correr riesgos” en la economía globalizada turbo cargada4 . Por ejemplo, un día el dinero salta al mercado mobiliario de Tailandia, y al día siguiente salta a la producción de etanol en Brasil… y luego vuelve al mercado hipotecario.

Hay algo más: las entradas y las salidas del capital especulativo de corto plazo también constituyen un medio perverso para imponer disciplina y reestructurar capitales: negarle créditos a una importante compañía de manufacturas o amenazarla con una adquisición palanqueada (hostil). Ese tipo de “disciplina financiera” se ha impuesto sobre países enteros en el tercer mundo, con la ayuda, instigación y dirección del Fondo Monetario Internacional, al cual domina Estados Unidos.

Todo esto explica en parte por qué la inestabilidad financiera es un aspecto permanente de las formas más globalizadas y financierizadas del capitalismo.

La financierización y la globalización de la producción han estado estrechamente entrelazadas. Se puede explicar de esta manera: existe una relación entre la mano de obra de las maquiladoras de la provincia de Guangdong de China, el reciclaje de las ganancias por concepto de exportaciones de China al Departamento de Hacienda y a los mercados financieros estadounidenses, y la expansión financiada con crédito de la última década en Estados Unidos. O para decirlo de una manera más gráfica, existe una conexión entre la agonía de la mano de obra superexplotada en las entrañas de las nuevas zonas industriales del tercer mundo, la febril búsqueda de rendimientos veloces y altos en la cima de la pirámide financiera y el caos del mercado hipotecario en Estados Unidos en que la población está perdiendo sus casas.

Esta es una concentración extrema de la naturaleza del capitalismo mundial. Este mundo está altamente entrelazado por la producción, el comercio y las finanzas. Las necesidades materiales para la vida (los bienes de consumo) y para la producción (la maquinaria, materia prima, etc.) se producen de forma social, o sea requieren los esfuerzos colectivos e interconectados de trabajadores asalariados en fábricas, bodegas, etc. Pero una pequeña clase capitalista controla y maneja de manera privada esa riqueza, la tecnología y los medios para producirla, así como los mismos conocimientos.

C. Barreras, contradicciones y placas tectónicas cambiantes

Lo que vemos ahora es una dinámica particular de crecimiento, caracterizada por la intensificación de la financierización, que está gestando nuevas contradicciones y nuevas barreras a la acumulación sostenida.

El nivel de deuda en comparación con la producción en Estados Unidos nunca ha sido tan alto. La financiación del déficit comercial y público del imperialismo estadounidense (o sea, el crédito para la compra de importaciones y la compra de la deuda del Departamento de Hacienda por los inversionistas) depende de la entrada constante y creciente de capital desde el exterior. Pero el debilitamiento del dólar y el surgimiento de otras divisas contendientes, como el euro, amenazan cada vez más a estos mecanismos. Un aspecto muy crucial de esto ha sido el proceso por el cual los países como China que perciben dólares por medio del comercio con Estados Unidos los reciclan de nuevo en la economía estadounidense con la compra de bonos del Departamento de Hacienda y otras inversiones.

En Estados Unidos, el sector financiero padece serias tensiones y es un punto de inflamación de la creciente inestabilidad financiera mundial, si no un colapso que podría provocar una importante depresión económica.

Hemos llegado a un punto básico de este análisis: ha estallado una crisis financiera debido a los severos desequilibrios entre el sistema financiero —y sus expectativas de ganancias futuras—, y la acumulación de capital, o sea, las estructuras y la producción de ganancias que se basan en la explotación del trabajo asalariado.

El estado imperialista está interviniendo para impedir mayores daños y para disciplinar y reestructurar el sistema financiero. Pero la misma complejidad de los “paquetes financieros” creados durante el auge especulativo —con la amalgamación de préstamos y largos circuitos de finanzas— ha generado nuevos retos para los estrategas. Como dijo un economista de la Universidad Yale, que tal vez no a propósito le hizo eco a una frase de Marx: “Al igual que el aprendiz del hechicero, hemos creado cosas que no entendemos y que no son fáciles de controlar”5 .

Esa incertidumbre explosiva se está desarrollando en un panorama internacional. La economía capitalista mundial está experimentando grandes cambios. Hace poco el mercado europeo eclipsó en tamaño el mercado estadounidense. La creciente demanda de China de materia prima para alimentar su economía de exportación la ha convertido en un nuevo jugador en la competencia por recursos y el control sobre ellos. La creciente importancia de China como proveedor de capital a Estados Unidos le está dando más palanca. Rusia está surgiendo de nuevo como jugador imperialista mundial, debido en gran parte a sus enormes reservas de energéticos y el aumento del precio del petróleo y el gas.

Al mismo tiempo, y en este momento de crisis financiera, el margen de maniobra del imperialismo estadounidense se halla severamente limitado, tal como su capacidad de estimular la economía con medidas fiscales y monetarias. Estados Unidos jamás ha tenido un déficit de cuenta corriente tan grande y ningún solo país jamás ha tenido un déficit tan grande en comparación con la economía mundial.

D. El costo militar

Eso nos lleva a uno de los “pequeños secretos sórdidos” de la crisis financiera: las necesidades y los costos militares de imperio… y “el imperio mayor”.

Está el hecho toral de la acumulación imperialista. Todo el sistema imperialista descansa sobre la dominación de vastas extensiones del mundo por medio de la fuerza sanguinaria, en la cual el coloso militar estadounidense juega un papel especial. Estas fuerzas armadas ayudan a “crear las condiciones” a favor de la dominación de Estados Unidos, de los gobiernos clientelares de Estados Unidos en el tercer mundo y de las inversiones de las corporaciones estadounidenses.

Durante el gobierno de Bush, el imperialismo estadounidense ha estado tratando de aprovechar su poderío militar para forjar un nuevo orden mundial. Eso abarca la reestructuración de las relaciones políticas y de producción que le permitirán resolver o mitigar algunos de los problemas y tensiones que tiene, y así imponer su supremacía mundial durante décadas contra rivales actuales o potenciales.

La participación en la producción mundial que tiene Estados Unidos ha caído al 20%, del 30% de hace 40 años, pero el imperialismo estadounidense está compensando eso aprovechando su ventaja militar como única “superpotencia” imperialista (desde el derrumbamiento de la Unión Soviética).

En un estudio reciente, Chalmers Johnson ha calculado que las erogaciones relacionadas con la defensa para el año fiscal 2008 rebasarán un millón de millones de dólares por primera vez en la historia. Sin incluir a las guerras de Irak y Afganistán, los gastos militares se han duplicado desde mediados de los años 906 .

La militarización también está incrustada en la economía estadounidense. Es un componente estructural clave del crecimiento, de la investigación científica y del poderío tecnológico del imperialismo estadounidense. Debido a su enormidad, también juega un papel en los esfuerzos del estado imperialista estadounidense de “manejar” y estimular la economía.

Pero la reciente oleada de militarización le ha impuesto enormes tensiones financieras al imperialismo estadounidense. Ha creado enormes déficits que son imposibles de sostener sin la entrada de capitales a Estados Unidos. Las guerras por el “imperio mayor” han incurrido costos astronómicos que ni los planeadores del gobierno ni las fuerzas armadas habían anticipado. Los reveses y dificultades que ha tenido el imperialismo estadounidense en Irak y Afganistán son una razón importante de esto.

Esta es una aguda contradicción para el imperialismo estadounidense, porque en muchos sentidos se ha apostado el futuro del imperio a estas guerras; pero estas han resultado mucho más caras. En el colmo de la hipocresía, los demócratas le echan la culpa a la guerra contra Irak por la crisis financiera, aunque siempre votaron a favor de autorizar los presupuestos militares, de un total de 500 mil millones de dólares.

E. Una reflexión: Transparencia y anarquía

Los ideólogos burgueses ensalzan el mercado libre por su “transparencia”, o sea la idea de que los mercados, los precios y las tasas de interés transmiten toda la información necesaria sobre la oferta, la eficiencia, las opciones y el rendimiento.

Pero una característica distintiva de esta crisis es la increíble y omnipresente falta de información entre los prestamistas, los que piden prestado, los operadores y las compañías de seguros acerca de la calidad y respaldo de lo que les piden prestado a otros… ¡e incluso de lo que les prestan a otros! Ofuscan, encubren y opacan mucho los hechos.

F. Una reflexión: Una casa… no siempre es un hogar

Al descender de los rascacielos de las finanzas a la planta baja, las consecuencias para los seres humanos se vislumbran con más claridad. Al comienzo de 2008, casi 1.3 millones de casas particulares en Estados Unidos estaban en una fase del proceso de embargo, o sea, más de una de cada 100 familias del país. Moody’sEconomy.com informa: “En ningún momento desde la gran depresión de los años 30 se ha visto una proporción tan alta de estadounidenses que deben más del valor de su casa”7 .

Piénsenlo. Algo tan básico y esencial como la vivienda se ha convertido en mercancía. Una casa ha pasado a ser una inversión; la compra la avalan instrumentos financieros de compraventa; y la atracción de ser dueño particular de una casa la están cercando los vientos alisios devastadores del mercado. ¿Y qué pasa? Se esfuman los ahorros de la gente; su historial crediticio sale dañado si no destruido; y muchos se encuentran ante la posibilidad de quedarse sin techo.

El problema no es que la gente no necesita vivienda, ni que la sociedad no tiene los recursos o conocimientos para construirlas. El problema es que el capital es un obstáculo que no permite satisfacer las necesidades de los seres humanos.

Notas

1. Citado en Charlemagne, “Winners and losers”, The Economist, 1º de marzo de 2008, p. 56. [back]

2. Entre los estudios informativos sobre la financierización, el neoliberalismo y la hegemonía del dólar figuran: David Harvey, A Brief History of Neoliberalism (Londres: Oxford, 2005); Andrew Glyn, Capitalism Unleashed (Londres: Oxford, 2006); Kevin Phillips, American Theocracy (Nueva York: Viking, 2006); Ramaa Vasudevan, “Finance, Imperialism, and the Hegemony of the Dollar”, Monthly Review, abril de 2008; y C.P. Chandrasekhar, “Continuity or Change? Finance Capital in Developing Countries a Decade after the Asian Crisis”, Economic and Political Weekly, 15 de diciembre de 2007. [back]

3. Ver Chandrasekhar, “Continuity or Change”, pp. 37-38; The New York Times, 11 de diciembre de 2007. [back]

4. Sobre la financierización como medio para contener el desorden financiero e imponer la disciplina neoliberal, ver Christopher Rude, “The Role of Financial Discipline in Imperial Strategy”, en Leo Panitch y Colin Leys, compiladores, Socialist Register 2005: The Empire Reloaded (Londres: Merlin Press, 2004). [back]

5. David Dapice, “Bad Spell on Wall Street”, Policyinnovations.org, 24 de enero de 2008. [back]

6. Chalmers Johnson, “Why the US has really gone broke”, mondediplo.com (edición en inglés), 5 de febrero de 2008. [back]

7. Datos de RealityTrac.com, 29 de enero de 2008; Moody’s Economy.Com, 21 de febrero de 2008. [back]

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