Revolución #151, 28 de diciembre de 2008


Entrevista a Oliver Stone, 11 noviembre 2008, por Michael Slate en Beneath the Surface, KPFK FM 90.7

A continuación publicamos esta entrevista cortesía del programa radial “Beneath the Surface” de Michael Slate, KPFK-Los Ángeles. Las opiniones que expresa Oliver Stone son, desde luego, suyas, y él no es responsable de las opiniones que se expresan en otras partes de este periódico.

Michael Slate (MS): Quien haya estado respirando y haya estado sintiendo durante los últimos 25 años conoce a Oliver Stone y su obra, y opina algo sobre ella. Es una de las personas que han contado el relato de un período realmente importante de la historia, el relato de una generación de personas, mientras el mundo ha cambiado y cómo se han relacionado con el mundo. Es distinto a todo cineasta anterior. Ha participado en más o menos 20 películas, que han forjado el mundo al mismo tiempo que lo han interpretado.

Su película más reciente es “W”. Es una que yo estaba esperando y que me dio mucho gusto ver. Oliver, bienvenido al programa.

Oliver Stone (OS): Me da gusto acompañarlos. Larry Everest manda muchos saludos. Por él estoy en este programa. Soy muy amigo de él y usaba su libro, Oil, Power and Empire. Su obra influyó algo en la película. Es una tesis muy interesante.

MS: Bueno, entrémonos. Hiciste una película que para mí va contra la corriente para muchas personas y creo que era extremadamente importante. Claramente te sentiste igual pues has dicho que sentiste una verdadera urgencia para hacer esta película, y que no era una película fácil de hacer. Pero lograste hacerla y te motivó un sentido de urgencia, quizás la más grande que has sentido jamás para hacer una película. ¿Por qué?

OS: No es la urgencia para cambiar las cosas en las elecciones. Francamente, de 2000 a 2004 era un período muy duro para muchos veteranos de la guerra de Vietnam como yo. Vimos que venía esta situación y a muchos nos deprimió en ese tiempo y nos dio coraje. Me preguntan: “¿Por qué no estás haciendo una película sobre la guerra de Irak?” y no quise porque no era mi generación. Yo combatí en otra guerra. Ahora es de gente más joven. Les toca hacer esa película, pero me interesa la mentalidad que nos llevó a Irak. Es una mentalidad antigua que ya conozco. Tiene sus raíces desde hace muchas generaciones, desde Nixon y Johnson. Y Reagan también, y Bush padre. Pero esa mentalidad es algo que puedo tratar a esta edad de mi vida. Bueno, desafortunadamente, la información que ahora dan por sentada, no era tan disponible en 2004. Empezó a filtrarse en los años 2005 y 2006, se escribieron los libros, como 12 o diez libros, y esos periodistas investigadores nos dieron el derecho de entrar en lo del tercer acto de la película, los primeros cuatro años de su presidencia.

Entonces, ¿qué estaba yo pensando? Estaba pensando, ese tipo ha cambiado la historia. Piense lo que piense la gente de él, lo subestimó, o como él lo dijo, lo mal subestimó durante mucho tiempo. Igual a Napoleón en la historia francés, creo que va a tener un impacto mucho más allá de su tiempo. Quería ser “trascendental”, es lo que él dijo, un presidente trascendental. Sí lo fue. El presidente distraído llegó a ser una fuerza muy extraña en la historia estadounidense.

MS: Hay otro aspecto. Esta no es una película hecha para un evento específico, sea la elección u otra cosa que está a nuestro alcance inmediato, pero tu punto de vista es que este hombre ha desencadenado consecuencias que van a forjar el mundo por mucho tiempo que venir.

OS: Esto es serio. Quiero decir, de largo plazo. La gente hasta se me encabronó: “¡¿Por qué no lo despedazaste?!” Sería como presa demasiado fácil. Simplemente, ¿cómo vamos a quitarnos de encima todo eso del Pentágono? ¿Cómo salvarnos del gasto de un millón de millón de dólares al año? Él ya anunció una guerra contra el terror. ¿Qué es? ¿Qué significa? Me parece una reacción extremadamente exagerada. El concepto del ejecutivo unitario y el poder que se ha asignado rebasa con mucho lo que Nixon pudiera imaginarse.

Todavía está en vigor. No sé cómo Obama va a hacerlo dar marcha atrás. No le va a ser fácil ceder el poder. El equilibrio, por supuesto, lo que ha hecho con la Suprema Corte, aquella gente. Ya es una cuestión constitucional espinosa dónde queda el equilibrio. Entonces el Congreso va a tener que sacar todo lo que tenga para con el presidente y no será nada fácil cambiar las reglas. ¿Cómo regresar al FISA, lo que significaba, el Comité Church; cómo regresar a todo aquel? ¿Dónde estamos en este momento? No vamos a regresar al 2000. Estamos aquí.

MS: Exacto. Creo que incluso, como quien dice, que se rehizo el tejido de la sociedad. Es realmente horrendo cuando ves lo que se ha encadenado, y lo que señalaste exactamente, de ¿cómo hacer que eso se dé marcha atrás? Nada menos que una gran agitación popular en las calles lograría revocar muchos de los cambios.

OS: Eres mucho más revolucionario que yo. Todavía estoy tratando de ser evolucionario. Desafortunadamente, la economía se volvió el tema principal al último. Hasta el final era una campaña electoral al tú por tú, más o menos parejo. Se trataba mucho del estado en pro de la guerra y el estado en pro de la seguridad nacional. Es la cuestión de crucial importancia, igual a la economía. Pero se eclipsó, y como consecuencia los medios de comunicación, los tipos del establecimiento central, se dieron el derecho de decir: “Obama ganó por la economía”. Pero no fue así. Creo que posiblemente hubiera ganado por lo del estado en pro de la seguridad nacional nada más. Pero si te diste cuenta el día que tomó posesión, lo primero con que CNN le estaba fregando era: “Entonces, hoy el Sr. Obama tuvo que hacer frente a la primera y más importante prioridad de su administración, la seguridad nacional, ergo, la guerra contra el terror, ergo, Afganistán”. Fue lo primero con que le estaban fregando. Le estaban machacando con la guerra contra el terror. Hicieron de Afganistán la cuestión número uno, y no la reforma de los servicios de salud, ni la salud pública, la educación, el bienestar del pueblo estadounidense. No, era Afganistán. Al hacer la pregunta de esa forma, le hacen imposible que establezca ni siquiera su propio programa prácticamente. ¿Por qué él no podría decir: ‘Oye, Afganistán no es la primera cuestión para mí. La primera es esta otra”?

MS: Creo que ocupas una posición única en la cual mucha gente de la derecha se te encabronó de que “Nada más estás atacando a Bush”, y luego hay personas de la izquierda, las he visto, que reaccionan sin haber visto ni siquiera la película, como acto reflecto: “Bueno, yo he oído que es muy blando con Bush, que le da un pase y que este y otro”.

Fui a verla dos veces, porque me intrigó realmente cómo lo hiciste. En la película realmente logras crear una obra muy impactante en la cual Bush sale como un individuo ofensivo en un sentido social, pero en lo que se trata de la mayor parte de su origen, es un bobo, ponle que no cae bien a uno pero que tampoco le ofende.

OS: Tengo una amiga, es una liberal de hueso colorado, y me dio una regañiza de aquellas. Me dijo: “Él sabía de las Armas de Destrucción Masiva (ADM)”. Le dije: “Vamos. Aunque supiera, ¿qué hubiera salido diferente?”. Porque el meollo del asunto es que iba a librar la guerra de todos modos, sea en Irak, Venezuela, Irán, Georgia, hubiera encontrado una guerra. Lo de las ADM solo era una de las pantallas que aprovechó. Llegan a debatirlo: “¿Por qué no lo despedazaste?” Bueno, francamente, no tenemos pruebas de eso. Es difícil de comprobar. El Memorando de Downing Street aún queda algo en duda, la inteligencia inglesa. Saldrá, de eso estoy seguro. ¿Para qué desenmascararlo por la cocaína? No se puede comprobar. ¿Para qué desenmascararlo por algo que no se puede, mientras que si lo desenmascaras por lo que sabemos por seguro, se consigue, permite creer, y la credibilidad siempre es importante para esta película. Yo no quería perderla porque andábamos al borde de la sátira. Me refiero a la sátira no como comedia sino la sátira: es un presidente vergonzoso.

Estábamos tratando de condensar en dos horas la esencia de ese hombre, cómo ve la vida, el tener que pararse en la mañana y tener que ser George Bush, tener que ir hacia el espejo. Soy dramaturgo, no periodista. Voy hacia el espejo y digo que me cae bien el tipo que veo en el espejo. Para ser George Bush, uno tiene que caerse bien a sí mismo. Entonces, entenderlo como es, lo que está pensando, su modo de ver el mundo, su modo de ver su misión como la de la libertad y la democracia, como un misionario. La manera en que cree que está dando un vuelco al Medio Oriente, que ya para el año 2035 se va a arreglar.

Y luego vemos el punto de vista de Cheney, que es completamente diferente. Su punto de vista no es abstracto en absoluto. Es muy geopolítico. Vemos la postura de Powell y la postura pro-Pentágono de Rumsfeld. Es que te da un sentido de cómo piensa cada uno de esos personajes y Bush, que en mi opinión es solo uno de ellos, queda atrapado porque no es tan indiferente intelectualmente que los otros. Rove quiere politizar el 11 de septiembre respecto a los temas de las elecciones de 2004. Para él, ganar lo es todo. Así que ganar las elecciones llega a ser lo principal para Rove. Está también la dominación geopolítica del mundo, la teoría de hegemonía mundial de Perle, Wolfowitz y Cheney y los demás. Tienes a Rumsfeld, que quiere modernizar el Pentágono y todo eso. Creo que todo eso se junta en una tormenta perfecta, como dijimos en la película, y Bush no sabe en qué se ha metido. No tenía suficientes calificaciones para el puesto y luego, ¿sabes qué? En su mente, halló su papel en Winston Churchill, el presidente de la guerra. Llegó a ser el presidente de la guerra, y eso le fue muy divertido. Pues tienes todos tus juguetes y puedes moverlos de aquí para allá. No creo que pensaba en esas cosas de la manera en que la gente cree que las pensaba. No fue maquiavélico en ese sentido. Fue simplemente una cuestión de: “¿Sabes qué? Me gusta este papel”.

MS: Creo que lo que terminas haciendo, al representarlo de la manera en que lo has hecho desde un principio, termina siendo una situación en que hay que aceptar que las personas hacen cosas muy malas, no porque son malas inherentemente...

OS: Exactamente.

MS: ... Sino porque tienen que cumplir con lo que dicta la cosa a la cual sirven, el sistema al cual sirven.

OS: Entonces en el caso de Bush, espero que hayamos dejado en claro que tiene mucho amor propio. Desde un principio, es un bravucón y tiene que ser el centro de atención. Le dice a Cheney: “Bueno, yo soy quien decide”. Y le dice a Rove: “Yo llego con las ideas”. En verdad, no es así, pero necesita aparentarlo, así que tiene mucha inseguridad y, dicho sea de paso, eso lo dice muchísima gente. Parece que tiene que ser el que manda, pero no sabe lo que está pasando. Es un capitán que no maneja muy bien el barco, no lo cuida de cerca. Pero con tal de que lo vean como el capitán, está contento.

MS: Otra parte que para mí es muy importante es la escena sobre el imperio. Hay dos escenas que realmente captan esta idea de que Bush está encadenado a la dinámica de todo eso, y está incidiendo en ella, y los otros también, y que de alguna manera en realidad hay una intersección entre Bush y cualquiera que sea su programa personal, y Cheney y Wolfowitz y todos ellos, y Rumsfeld y Powell, pero también hay ese aspecto de que el sistema en sí está operando aquí, y toda esa razón de por qué estamos ahí.

OS: Larry Everest habla del imperio, y por eso me criticó gente como Bob Woodward, a quien le gustó la película pero no le fue creíble la escena sobre el imperio. Ese es un punto crucial. Y es difícil probarlo. Esa es la hipótesis de Larry. No tenemos a Cheney diciendo “imperio” en ninguna escena más, y obviamente estamos atribuyéndole algo que no sabemos si lo dijo o no, pero nos basamos en sus discursos ante la sociedad petrolera en Londres y cosas así, y varios comentarios que ha hecho durante años sobre Irán, y llegamos a esa idea de que, vaya, todo el mundo habla de Irak como si fuera la gran cosa, pero no la es en Eurasia. Irak tiene el 10% de las reservas petroleras mundiales, pero también, pues mira al mapa, hombre, mira al mapa. Mira todas las bases militares estadounidenses que tenemos ahora en Eurasia, y mira el gran hueco de en medio, y ese es Irán. No tenemos nada en Irán. Esa escena toma lugar en 2003, 2002, entonces según el pensamiento de ese tiempo, pues hay que mirar el cuadro geopolítico. Irán tiene que ser el premio gordo. Y nuestra postura hacia Irán durante los últimos seis años ha sido, como sabes, de mucha confrontación. Rehusamos tratar con ellos. Su gobierno nos ayudó a expulsar al Talibán de Afganistán. Estaba dispuesto a hacer negocio. James Dobbins dirá lo mismo. Y no respondimos. Lo rechazamos. Bush rechazó por completo a los iraníes.

Me acusan de inventar eso, pero esa acusación simplemente no es la verdad. Irán es ahora un protagonista muy importante. En mi opinión, mucho más que Irak en ese tiempo. Ahora lo han dejado a un lado, por lo menos por ahora.

MS: Creo que existen posibilidades reales de que esa situación se acalore pronto. Aquí tengo una pregunta que quiero hacer porque...

OS: Temo que tengas la razón. No quiero que hagamos eso, es simplemente una locura, porque podríamos ser aliados con Irán. De veras. El pueblo estadounidense y el pueblo iraní tienen la inclinación natural a cuadrarse el uno con el otro. De veras.

MS: Has tratado eso en unas películas pero entra en juego de nuevo. Hablaste de esa idea de la necesidad de controlar el mundo y del concepto de la paranoia estadounidense. Y mencionaste dos cosas: la paranoia estadounidense y el excepcionalismo estadounidense. Quiero pedirte hablar un poco más sobre eso. Dijiste que tenemos la constitución jurídica y luego la constitución de Oliver, y eso significa la idea en el mundo donde “Wall Street” topa con “Asesinos en Serie” que topan con “W”.

OS: Olvidé eso. Bueno, sí creo que hay una selva, la teoría del tigre en la selva. Sabes que es un tigre cuando lo ves. Los grandes ganan. En esas reuniones, ¿por qué domina Rumsfeld? ¿Por qué tuvo que dominar en sus ruedas de prensa? Fue el león grande, ¿verdad? ¿Por qué retrocedió Condi Rice y por qué es Bush el león grande? Todos esos tipos tienen su papel que desempeñan. Cheney lo hace como el lobo disfrazado de cordero. Es muy listo Cheney. Va más lejos que Rumsfeld. Me encanta toda esa dinámica de conducta; pienso que se ve en la película, en los actores. Creo que cada uno la encarna muy bien.

Pero el tema mayor es, como dices, la hegemonía. Creo que se trata de un pacto para el nuevo siglo estadounidense. Así lo dice sin pelos en la lengua. William Kristol, esos tipos pues, lo escribieron. Cheney abogó por eso en 1992, cuando fue secretario de Defensa, pero no logró nada. Luego lo revivió en 1998 y hubo otro borrador. Se menciona a Tom Donnelly. Ah, hay un buen libro, La pornografía del poder, de Robert Scheer. Condena a Donnelly y menciona cómo elaboraron ese pacto. Larry Everest lo hace también. Mucha gente habló de ese pacto. Es un asunto grande. Porque tras el derrumbe de la Unión Soviética, los neoconservadores tomaron una decisión muy deliberada de no permitir el surgimiento de ninguna potencia, ni militar ni económica, que pudiera ser nuestro rival. Esa fue la gran decisión. Se la vinculó a la guerra contra el terrorismo y luego se transformó en la guerra preventiva, y luego en la de Irak, para dar un ejemplo. Ya habrás oído que Wolfowitz, cuando estaba en el Departamento de Estado bajo Reagan, se impresionó mucho con la situación de Marcos en Filipinas. Yo estaba ahí filmando “Pelotón” y cuando Reagan le quitó el respaldo a Marcos, fue algo grande, porque según Jeanne Kirkpatrick había que dejar en su lugar a los regímenes autoritarios. Así se llega a la teoría, tú sabes, de que empezamos derribando al sha de Irán y luego a la gente de Marcos. Wolfowitz estaba diciendo que podíamos seguir adelante con eso y tumbar a los gobiernos autoritarios, que podíamos vincularlos con el tema de los derechos humanos.

En otras palabras, los neoconservadores cambiaron, de lo que eran bajo Reagan para lo que son ahora.

MS: Una parte de lo que has hecho con esta película, es que has dicho que es shakesperiana, es tragicómica. Me impresionó la comedia que hay en ella. Pero mientras estaba riéndome, algo se me ocurrió y esa fue la banalidad del mal. Están tomando decisiones horrorosas sobre la tortura mientras comen un sándwich de salchicha. O el hecho de que una galleta pudiera haber cambiado la historia contemporánea. Y esa pandilla de criminales de guerra que anda caminado por un sendero del rancho de Bush y se pierde, y el tema musical es “Robin Hood”. Me hizo acordar más que todo de Blancanieves y los Siete Enanos.

OS: Qué bueno que lo captaste. Si lo piensas, se trata de una camarilla de doce hombres, parece, y Rice, que eran el núcleo de todo. Se tenía menos acceso al centro del poder en esta Casa Blanca que jamás en la historia. Fue como en Orwell. Dicen que no se podía ver al presidente, no había acceso para hablarle. Mucha gente ha escrito sobre eso. Paul O’Neill fue el primero y luego Ron Susskind. Ron Susskind hizo un trabajo tremendo en su libro, al empezar el proceso de poner en tela de juicio a este tipo. Fue como un pequeño Rey George, el rey George IV. No lee los memorandos, no leía mucho.

¿Leíste Angler? ¿Leíste el otro, el libro de Jane Mayer?

MS: Leí el de Jane Mayer.

OS: Sí. También Angler, y Ron Susskind, The Way of the World, de Cheney a Bush. Pero nadie lo ve. Había cosas que ni siquiera Powell captó. Y Rice estaba dormida, pues dormida no, pero quedó intimidada ante Rumsfeld y Cheney. Así que es increíble que Cheney fuera el que podía hablar con Bush.

MS: Sé que todos te han dicho eso, pero la selección del reparto para la película fue magnífica. De James Cromwell a Josh Brolin, a Dreyfuss a Thandie Newton.

OS: También Wright, que representó a Powell.

MS: Le diste [a Powell] el beneficio de la duda, un aspecto que me inquietó. Pero por otro lado, no escabulliste del hecho de que, sin importar las discrepancias que tuviera con lo que Bush estaba planeando, o Cheney, consintió en todo, dando incluso el discurso más convincente de toda la propaganda para ir a la guerra.

OS: Todas las acciones están allí. El hecho de que no tratamos a Bush muy duro no cambia su responsabilidad. Todavía va a la guerra. Todo lo que hace mal se hace, el que él se dé cuenta de ello o no. ¿Me entiendes? A fin de cuentas no distorsionamos la historia. No cruzamos esa línea. Todo lo que pasó en la película sí pasó.

Cedió. No importa lo que pensaba, cedió.

MS: Lo de Powell es otro debate. Sé que estabas trabajando en una película sobre My Lai, y que Powell comenzó su carrera encubriendo lo de My Lai.

OS: Fue un buen soldado. Estaba de acuerdo con “Un buen soldado elige sus batallas”. Dijo eso en sus memorias. Lo triste de Powell es que no eligió su más grande batalla. La perdió.

MS: O lucha por el bando equivocado.

OS: Debió haber renunciado en ese momento.

MS: Me parece que trataste la conversión religiosa de Bush de manera muy seria. Correspondió porque esta llegó a ser una fuerza importante en la vida de Bush. La mantuviste casi privada aunque le pesaba en la vida; tienes a personas rezando después de cada reunión. Bush ha hecho mucho daño en cuanto a las medidas teocráticas, por ejemplo acabar con la separación entre la iglesia y el estado. ¿Por qué dejaste la religión al nivel personal?

OS: Buena pregunta. No creo que sus iniciativas basadas en la fe hayan significado mucho. Se han topado con el rechazo y parece que no había habido esa clase de daño. Es mucho más dañino rezar todo el tiempo por Estados Unidos y para que dios esté de nuestro lado. A mi parecer, es mucho más dañino a la psique decir: “Que dios bendiga a Estados Unidos, iremos a la guerra, y que dios siga bendiciendo a Estados Unidos”. Qué asco. ¿Por qué dios debería seguir bendiciendo solamente a Estados Unidos? ¿No crees que haya un dios más grande? Eso me es muy ofensivo. Pero aparte de eso, el asunto más grande es que no sabemos qué pasó. Bush afirmó la conversión. Le dimos el beneficio de la duda, acerca de la conversión. Teníamos otra escena con otro predicador también. Nos llevó dos años armar la película, así que una película tiene que simplificar las cosas, pero hay otra escena en las escenas que no incluimos.

Lo importante es que él sí se cambió a ese momento de su vida en el sentido de que acabó con la temeridad excesiva, al menos en cuanto a la bebida y la conducta. Pero si se mira muy de cerca a la película, el evangelismo se basa en la destrucción del ego. Tiene que ser: “George Bush está roto y el tú ya no puede existir. Existes como un aliado de Cristo. Solamente existes por medio de Cristo”. Eso es un principio fundamental. Se supone que te eches el ego por la borda. Y hablé con varios evangélicos en el Sur, con cuatro pastores reconocidos y sus fieles. Bush me sorprende. No lo ha dicho en público, pero se ha convertido a un cristiano “renacido”, y todavía tiene ese enorme ego. Así que para mí hay una enorme disonancia entre lo que afirma ser y lo que es. Recomendaba leer lo que escribe Jacob Weisberg. Creo que Weisberg lo trata con mucho más dureza, pero Weisberg sí tiene algo que decir sobre su evangelismo, y lo cuestiona con mucho detenimiento.

MS: Eso lo haré. Y Oliver, quiero volver a la cuestión de Colin Powell, a lo que opino sobre él. Me gustaría saber por qué lo trataste con guantes de seda, pues este hombre realmente es un criminal de guerra y el equivalente de todos los otros involucrados. Tal vez tuviera algunas diferencias tácticas sobre cómo estaban haciéndolo, pero su carrera entera se ha basado en lo que estaba haciendo el imperio norteamericano a través del mundo.

OS: Correcto. No cabe duda alguna. Fue jefe del estado mayor e hizo lo suyo en Irak Uno. Tenía la relación con Schwarzkopf, y permitió que Schwarzkopf recibiera el reconocimiento y todo eso. Pero sin duda es un jugador importante.

En la película, Wolfowitz dice: “Estabas de acuerdo con nosotros en los años 90 sobre el pacto para un nuevo siglo norteamericano”. Powell estaba de acuerdo con ello. En esos años aprobó ese plan. Estaba involucrado en la Casa Blanca de Bush padre. Fue jefe del estado mayor. Estaba metido. Luego, según los informes, de Woodward por ejemplo, había muchas riñas a puertas cerradas entre Powell y Cheney. Otros libros hablan de esto también. Powell se encontró fuera del grupo principal. Él fue un problema. Y el otro tipo, Armitage, aunque Armitage tiene su propia historia. Pero esos tipos estaban muy molestos con la Casa Blanca, el poder de Cheney y cómo la manejaba. Rumsfeld asumía los poderes del estado. Suponemos que pelearon. Y Powell se paró en ese momento e intentó esclarecer la situación: “Lo que estamos haciendo es una locura”. Y no apoyó lo de Irak, como sabes. Creía que era una guerra estúpida. “Si rompes el lugar, este va a ser de tu propiedad”. Dijo eso y se opuso a esa guerra.

Pues en algún momento cedió, y se dejó convencer acerca del asunto de Tenet y el uranio, África y el ONU. Fue triste. Pero eso es lo que hizo en My Lai. A fin de cuentas, es un buen soldado. Y así lo presentamos. Creo que tiene una conciencia. Tiene alguna nobleza, aunque uno pueda discrepar con sus objetivos. Si crees en lo del imperio, él es un hombre que al menos es un guerrero.

MS: Oliver, quiero agradecerte mucho. Te tengo una pregunta más. Dijiste que te consideres un dramaturgo más que un cineasta político, y dijiste: “Necesitamos sobre todo un teatro que nos despierta”. Quiero saber si puedes sintetizar lo que estabas diciendo con eso. Porque eso ha sido una de tus grandes contribuciones al arte.

OS: Muchas gracias. Eso significa para mí, Michael. Ojalá que todos en la radio fueran como tú. Sería fenomenal. “Despertar”. Eso viene de una declaración de Antonin Artaud de los años 1920. Fue un maravilloso dramaturgo, director y actor francés. Dijo que el teatro que nos despierta, en cuerpo y alma, nervios, es bueno. El chiste es hacer que la película u obra de teatro sea interesante, no didáctica ni sermoneadora, sino apasionante, que atrae. Entras en el asesinato de Kennedy, o la historia de Nixon o Salvador, y la vives.

Si hubiera hecho de Bush una creación más monstruosa, quizás funcionaría. Pero creo que lo que hicimos bastaba: la banalidad del mal lo llamaste antes, verlo de manera cotidiana. Ese es el tipo a que elegimos. Es el lobo que llegó. Nos dejamos convencer. ¿Quién será el siguiente? ¿Lo reconoceremos? ¿Será un tipo con quien saldrás a tomar una cerveza? ¿Será Sarah Palin? ¿Estará tan crédulo Estados Unidos?

De nuevo se trata del militarismo, y de la agresión, ese deseo de venganza, después del 11-S, esta cultura de quejarse. Este “estoy enojado y ¿qué voy a hacer al respecto? Voy a pelear”. Eso no es la respuesta. No es la respuesta… y se trata del horror con que empecé. Para mí este presupuesto de un millón de millón de dólares es una locura. Si alguien en las malditas elecciones hubiera dicho: “Recortemos el 25% del presupuesto del Pentágono y usemos ese dinero para componer la infraestructura de Estados Unidos”, habría representado una declaración muy desafiante y provocadora, porque todos sabemos que podríamos recortar el 25% del Pentágono y ni nos afectaría en casi nada. Deberías leer el libro La pornografía del poder, de Scheer, y promoverlo, porque analiza cómo la locura llegó a prevalecer en el Pentágono. No saben lo que hacen allá. Tienen más dinero que Fannie Mae y los demás de Wall Street, juntos. Y aquí estamos apoyándolos y ni siquiera pestañeamos. Estamos hablando de banqueros de Wall Street, pero ni siquiera pensamos acerca de los tipos del Pentágono. Solamente los alabamos, a Petraeus y esos tipos. Qué asco.

MS: Que regreses en otro momento. De veras me gustaría pasar más tiempo contigo hablando sobre toda tu obra.

OS: Gracias.

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