Revolución #156, 15 de febrero de 2009


Carta de un preso:

Ver el mundo de otra manera: ¡científicamente!

Reflexiones sobre La ciencia de la evolución y el mito del creacionismo

Lo siguiente es un pasaje de una carta que un preso mandó a Insight Press, la editorial de La ciencia de la evolución y el mito del creacionismo: Saber qué es real y por qué importa, de Ardea Skybreak. Insight Press la remitió a Revolución para que la comunicáramos a los lectores.

Compré este libro porque tuve la gran fortuna de leer la serie sobre ello hace unos años en el OR [Nota de la redacción: la obra de Ardea Skybreak originalmente salió como serie en el Obrero Revolucionario, el nombre antiguo de Revolución]. La presentación científica que hace Ardea Skybreak de la evolución y sus críticas del mito del creacionismo me fascinó completamente. Era, y es, muy bella e iluminadora.

Lo que más me gustó de la serie y ahora el libro es que me hizo pensar y mirar el mundo y la vida de otra manera: ¡científicamente! No de una manera que me hiciera sentir que había perdido el propósito y destino y asombro que supuestamente la religión da; al contrario, ¡descubrí un nuevo propósito! Permítanme citar de una de las partes que más me gusta del libro: Visto que nuestra existencia no tiene propósito especial…

“¿Significa que no importamos? ¿Significa que da lo mismo que nos matemos unos a otros porque no hay un dios a quién le importe lo que hagamos? ¿Significa que nuestra vida no tiene absolutamente ningún propósito? ¡Todo lo contrario! ¡Nuestras vidas son muy valiosas y nuestra existencia es muy importante… para los demás seres humanos!

“Debemos ‘portarnos bien’ y tratarnos con integridad y de una forma ‘moral y ética’ no por temor a que nos regañe un dios castigador, sino porque lo que hagamos afecta directamente la calidad de la vida humana. Y nuestra vida puede tener y tiene propósito (aunque cada quien lo define de modo distinto según su concepción del mundo) ¡porque los seres humanos podemos infundirle propósito a nuestra vida!

“Así que aquí estamos: una bola de seres vivos maravillosamente complejos, simultáneamente muy destructivos y muy creativos, con una capacidad enorme de transformar conscientemente el mundo natural y las sociedades que habitamos. ‘Allá arriba’ no hay nada más… ¿pero no es esto más que suficiente?”

Me encanta esa parte. Es la última palada de tierra sobre la tumba de Dios. Expresa la realidad de que no tenemos más que a nosotros mismos y que a fin de cuentas nuestra importancia depende de lo que hagamos con nuestras capacidades como especie y cómo las usamos o para ser humanos mejores o para extinguirnos.

No soy el único que ha leído este libro desde que lo compré. La promoción entusiasta que lo he dado les ha intrigado a unos cautivos aquí, a tal punto que dejaron a un lado las novelas de Mario Puzo y Jackie Collins para echarle una lecturita. ¡Es increíble lo que nos ocultan! ¡Nos han ocultado tanto conocimiento sobre los seres humanos y cómo llegamos a existir y por qué! Y ni hablar del resto del mundo. Unos cautivos que leyeron el libro (al grado que nos permita nuestra educación que no va más allá del séptimo u octavo grado) nunca antes tuvieron acceso a la teoría de la evolución o la entendían muy mal o tenían ideas muy distorsionadas sobre la evolución y cómo funciona (gracias a la clase dominante, los reaccionarios y varios grupos de fundamentalistas religiosos). ¡Un cautivo pensó que la “evolución” es una religión, como el cristianismo o el islam!

Una de las cosas más fundamentales que aprendimos es que toda forma de vida ha evolucionado y sigue evolucionando. Antes de captar ese hecho fundamental, muchos de nosotros pensábamos que solo los seres humanos evolucionaron o que la evolución solo se aplicaba a nosotros como especie. Y luego está el modelo evolutivo lineal que todos hemos visto del chimpancé que poco a poco pierde su pelaje y empieza a caminar erguido, y hay que conquistar esa concepción de cómo los seres humanos realmente evolucionaron de nuestro pariente más cercano, el chimpancé. Nos fue muy fácil captar e imaginar el proceso evolutivo entero con toda su complejidad, desde la formación de la Tierra y las bacterias unicelulares a cómo la especiación y otros factores naturales contribuyeron a callejones sin salida evolutivos y un sin fin de “ramas” de vida. ¡Qué extraordinario!

Me gustó en particular la crítica que hace Ardea Skybreak del creacionismo y su manera de poner patas arriba a los diferentes tipos de creacionistas: de los “tierra vieja” a los “tierra joven”, de los “evolutivos” a los de diseño inteligente. La mayoría de los presos de esta sociedad crecimos pobres, oprimidos, empapados e inculcados del fundamentalismo religioso. Por eso nos incomoda dar crédito a la evolución, sobre todo al principio cuando nos es difícil “cambiar” nuestra dependencia relativamente cómoda en un Creador por ideas y teorías cuando muchos de nosotros no hemos tenido la oportunidad de desarrollar nuestra capacidad intelectual y usar conocimientos adquiridos mediante la educación para apoyarlas y sostenerlas. El proceso y el “método científico” son completamente ajenos a mucha gente para quien la oportunidad de usarlos y trabajar con ellos es una puerta metafórica y concretamente cerrada con llave. Así que me dio un verdadero gusto que Ardea Skybreak expresara no simplemente la ciencia de la evolución sino también por qué es tan importante que todo humano conozca la evolución y el método científico en general y saque provecho de ellos, y por qué por todo el mundo se sabe poco —o nada— sobre la teoría de la evolución, y ¡por qué nos hemos quedado más o menos excluidos de una liberación de la esclavización de dogmas religiosos, supersticiones, misticismo, espiritualidad e ignorancia obligatoria!

Me queda muchísimo más para aprender y explorar en este libro maravilloso. ¡No tengo más que tiempo para hacer lo que puedo para meterme de lleno en esta obra y propagar ampliamente un entendimiento de la evolución y la ciencia y usar mis conocimientos, grandes o pequeños como sean, para alentar y motivar e inspirar a los cautivos aquí a reconsiderar su propósito y su poder! Los cautivos en prisión están entre los que más necesitan entender la ciencia y la teoría de la evolución, ¡pues cada aspecto de nuestra reclusión opresiva y brutal CLAMA por un libertador! Y al final, resulta que no es un libertador sino libertadores: ¡NOSOTROS MISMOS! ¡Sí podemos liberarnos y mejorar la vida de todos!

marzo 2007

 

 

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