Revolución #159, 22 de marzo de 2009


De un lector:

Rompiendo con “yo y lo mío”

Quisiera compartir con Uds. una conversación interesante que tuve cuando salí a vender el periódico cuando nos preparábamos para el evento en Chicago, Hacer la revolución en Estados Unidos.  El programa enfatiza la importancia de trabajar con la gente para que tome responsabilidad del mundo tal como está y para que sea parte de un movimiento revolucionario que realmente trabaje por la revolución.

Algunos de nosotros estábamos en Englewood, uno de los barrios más oprimidos de la ciudad, con un camión equipado con sistema de sonido y el periódico Revolución. Hablamos con un tipo de ese barrio y compró el periódico. Tuvimos una discusión sobre el evento del 1º de marzo. Él estuvo de acuerdo con el hecho de que las cosas están jodidas en el mundo y que se necesita un cambio real, pero él tenía que dedicarse a su familia, ir a la escuela y el mejoramiento de su propia vida. Yo le planteé que eso es incorrecto, pues mira al mundo alrededor, está que pide una revolución, está pidiendo el comunismo y que él necesita abrir los ojos y reconocerlo. Él me preguntó de qué barrio venía yo, como retándome a que yo no tenía derecho de hablar.

Le pregunté a qué venía esa pregunta y me contestó que para él caminar por las calles todos los días era suficiente lucha. Yo le respondí fuertemente: piense en los jóvenes que tienen que caminar en Gaza bajo el fuego de las bombas que vienen de Israel con el apoyo de los Estados Unidos, donde francamente, los jóvenes tienen suerte si llegan a esa edad. A mí no me importa de qué barrio vienes, todos tenemos una responsabilidad para con esa gente y para con los pueblos del mundo de hacer la revolución y deshacernos de este sistema, que no nos sirve en este país ni tampoco sirve a esos jóvenes en Gaza. Él se quedó mirándome un segundo y respondió: “Vaya, no había pensando en eso. ¿Tienes una tarjeta? Usted realmente me retó. ¿Puedo hablar con ustedes más después?”

Él se llevó un manojo de volantes y yo le di la forma de comunicarse con nosotros y me dio su dirección para que pudiéramos visitarlo. Alguien pasó por su casa e hizo una cita para seguir hablando, y él seguía enfatizando que quería seguir hablando.

Esto es solo un comienzo, pero pensé que es buen ejemplo de alguien que responde positivamente a esa lucha necesaria de romper con eso de “yo y lo mío” y abrir los ojos y levantar su cabeza para pensar y tomar responsabilidad por la revolución.

Un lector

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