Revolución #160, 29 de marzo de 2009


Sobre lo que pasa en Nepal y lo que está en juego para el movimiento comunista: Cartas del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, al Partido Comunista de Nepal (Maoísta), 2005-2008 (con una respuesta del PCN(M), 2006)

Hoy muchas personas en el mundo se están preguntando cómo evaluar los recientes sucesos respecto a la revolución de Nepal donde, después de diez años de una inspiradora guerra popular dirigida por el Partido Comunista de Nepal (Maoísta) (PCN[M]), esa guerra ha tocado fin, el PCN(M) hoy es el Partido principal en la recién elegida Asamblea Constituyente y el presidente del Partido, Prachanda, es el primer ministro del gobierno. ¿Representa la actual trayectoria en Nepal y el camino que ha tomado el PCN(M) una cosa nueva histórica, una victoria y un adelanto importante en el avance de la revolución comunista en el siglo 21, como han sostenido algunas personas; o, como muchas otras temen, representa un retroceso y traición de las metas de la revolución y de la heroica lucha librada por alcanzarlas y un fuerte distanciamiento de la causa comunista por la que el PCN(M) dice que está luchando?

La respuesta a esta pregunta es de gran importancia y solo se puede dar analizando profundamente las importantes cuestiones de línea política e ideológica en juego; y es necesario ver esto en el contexto de la encrucijada que enfrenta el movimiento comunista internacional, que se centra en la cuestión fundamental, tal como se plantea en El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos: ser una vanguardia del futuro o un residuo del pasado.

Este artículo constituye una introducción a un intercambio entre el Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (PCR, EU) y el Partido Comunista de Nepal (Maoísta)1 (PCN[M]) durante el período de octubre de 2005 a noviembre de 2008 —tres cartas escritas durante esos años por el PCR, EU y una respuesta del PCN(M)— que tratan los crecientes desacuerdos sobre importantes cuestiones de principios comunistas y estrategia revolucionaria. (Estas cartas se hallan en línea en revcom.us.)

Algo de la historia
y los antecedentes

Las revoluciones, sobre todo las revoluciones de los oprimidos dirigidas por los auténticos comunistas, son muy raras en el mundo actual, un mundo que clama con mucha urgencia por tales revoluciones. Cuando quiera que surja una lucha que apunta contra el control del imperialismo sobre siquiera una pequeña parte del mundo y cuando esa revolución tenga como meta la transformación de las relaciones fundamentales que agobian a la humanidad hoy, el triunfo o el fracaso de esa lucha es de gran importancia y tiene profundas implicaciones. En febrero de 1996, el Partido Comunista de Nepal (Maoísta) se atrevió a iniciar tal lucha, lanzando una guerra popular revolucionaria y enarbolando la bandera roja de la revolución comunista en “la cima del mundo”. Esa guerra alentó las esperanzas de las masas de Nepal y de esa región del mundo así como de todos los que anhelan que se emprenda este tipo de lucha liberadora y que se obtenga un nuevo poder estatal revolucionario en muchos más lugares por todo el mundo. En un momento en que se ha propagado la mentira de que el comunismo ha muerto y que no existe ninguna posibilidad real de librarse de las mortíferas garras del imperialismo (y de las relaciones de explotación y opresión en general), cuando se repite hasta el cansancio que no existe ninguna alternativa viable a este monstruoso sistema de capitalismo-imperialismo, muchas personas estuvieron muy inspirados por las metas osadas y excelsas que estos revolucionarios habían asumido.

Por diez años la batalla ardió en los cuatro puntos cardinales del reino himalayo, pero a pesar de la sanguinaria represión crecieron las fuerzas revolucionarias, a medida que iban expulsando de la mayor parte del campo a las fuerzas armadas del viejo estado y estableciendo bases de apoyo rojas en que los campesinos, minorías étnicas, mujeres y millones de otros oprimidos saboreaban por primera vez la auténtica liberación. La declarada meta de la guerra popular fue oponerse a la monarquía que llevaba más de 200 años dominando a Nepal, establecer un estado de nueva democracia —un estado que surgiría a partir del derrocamiento y la derrota del imperialismo y el feudalismo y otras fuerzas reaccionarias aliadas con el imperialismo y el feudalismo y que representaría y encarnaría el dominio del proletariado dirigido por su vanguardia comunista, a la cabeza de una alianza con las masas del campesinado y otras clases y grupos que se habían unido en la lucha contra el imperialismo y el feudalismo— y luego continuar la revolución hacia el socialismo y el comunismo. El PCN(M) entendía todo eso explícitamente como parte de la revolución mundial y como contribución a la misma.

Los comunistas revolucionarios de todo el mundo, incluido el PCR, EU, le dieron apoyo ideológico y político. Nuestro Partido realizó esfuerzos importantes para popularizar la heroica lucha y los objetivos comunistas de este levantamiento de las masas más oprimidas de Nepal encabezadas por los camaradas del PCN(M). Seguíamos de cerca el desarrollo de vueltas y revueltas de la guerra popular y las nuevas cosas revolucionarias que la lucha originó. Prestamos atención a la manera en que la dirección aplicaba los principios básicos del marxismo a las condiciones concretas que enfrentaban, con un énfasis específico en el hecho de que ellos estaban popularizando el objetivo final del comunismo y el establecimiento de un poder estatal revolucionario como el necesario paso siguiente hacia ese objetivo final; la manera en que tenían como objetivo la nueva democracia, a diferencia de la democracia burguesa; la manera en que concibieron el frente unido bajo la dirección del proletariado; y cuestiones de estrategia para triunfar en la revolución y establecer un nuevo poder estatal revolucionario.

A medida que avanzaba la revolución, no es sorprendente que se topara con nuevas dificultades y retos en torno a la manera de obtener en los hechos el poder estatal, cómo transformar la economía de un país atrasado en un mundo dominado por el imperialismo y sobre todo bajo la amenaza de los poderosos países vecinos de India y China (siendo el último un estado reaccionario dominado por gente que se llama comunista pero que es capitalista de hecho y ya no es un país socialista) y cómo forjar un frente unido con la participación de las capas medias de la sociedad y a la vez mantener en la mira los objetivos revolucionarios y continuar dando dirección comunista. Cualquier lucha revolucionaria auténtica tendrá este tipo de retos, pues nunca habrá soluciones sencillas ni fórmulas hechas a la medida que se pueden aplicar para resolver estos problemas complejos. En este contexto, en el panorama más amplio de la derrota de la primera etapa de revolución comunista en el mundo (que llegó a su fin con la revocación de la revolución y la restauración del capitalismo en China poco después de la muerte de Mao Tsetung en 1976) y en respuesta a la necesidad de desarrollar más en teoría y en práctica una nueva etapa del comunismo capaz de hacer frente a esos retos, surgió una lucha sobre cuáles deberían ser los objetivos concretos de la revolución y cómo alcanzarlos.

Nuestro Partido prestó atención a todos estos sucesos, de acuerdo a nuestra orientación internacionalista fundamental — cómo entendíamos las responsabilidades de todo comunista de tratar la revolución como un proceso de lucha histórico-mundial que debe tener como objetivo y a la larga alcanzar el comunismo a nivel mundial. Con eso en mente, nos iba alarmando cada vez más el rumbo que seguía la dirección del PCN(M) en sus formulaciones teóricas así como en el respectivo abandono de los objetivos originales de la revolución. Estos desacuerdos trataban: 1) la naturaleza del estado y específicamente la necesidad de establecer un nuevo estado dirigido por el proletariado y su vanguardia comunista en contraposición a una estrategia centrada en la participación en el estado reaccionario (menos la monarquía en el caso de Nepal) y en lo que implica el “perfeccionamiento” de dicho estado; 2) más específicamente, la necesidad de establecer como primer paso al derrocar el viejo orden, un estado de nueva democracia para emprender el desarrollo de la base económica y las respectivas instituciones del país libre de la dominación imperialista y de las relaciones feudales, sobre la base de las nuevas relaciones sociales y de producción generadas en el curso de la guerra popular, en contraposición a establecer una república burguesa que se dedicara a desarrollar el capitalismo y a encontrar un lugar en la red imperialista mundial; 3) el papel dinámico de la teoría y la lucha entre dos líneas (la lucha al interior de los partidos comunistas y entre los comunistas en general sobre cuestiones de línea política e ideológica) contra el eclecticismo, el pragmatismo y los esfuerzos de apoyarse en la “astucia táctica” y lo que representa la realpolitik burguesa — las maniobras en el marco de la dominación del imperialismo (y otras potencias grandes) y las relaciones de explotación y opresión existentes.

Respecto a cada una de estas tres dimensiones decisivas, la dirección del PCN(M) ha insistido cada vez más en el punto de vista y enfoque equivocados, lo que trágicamente la ha conducido al abandono y la traición de la causa por la que al comienzo luchaba. Ante estos sucesos muy desalentadores, se nos ha presentado la necesidad de llevar a cabo una fuerte lucha contra este camino desastroso y hemos buscado de manera consecuente los mejores y más adecuados medios para dar a conocer nuestras críticas al PCN(M) y a los partidos y organizaciones que conforman el Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI) — para llevar a cabo esta lucha de una manera que en efecto sería de ayuda ideológica y política para la revolución y no ayudaría a los imperialistas y los reaccionarios que son los enemigos a muerte de la emancipación de los oprimidos (y en última instancia de toda la humanidad) y que constantemente pretenden dividir, derrotar y aplastar a las fuerzas de la revolución y el comunismo.

Al abordar esta lucha entre líneas, el PCR en primer lugar ha reconocido que los comunistas de todo el mundo tienen la responsabilidad de aplicar la ciencia del comunismo a los problemas de hacer la revolución en “su propio” país así como también, en las palabras de Lenin, de “apoyar esta lucha, esta y sólo esta línea en todos los países sin excepción”. Es el deber de los comunistas entender lo mejor que puedan las cuestiones cruciales de línea ideológica y política tal como se manifiestan a nivel internacional y hacer todo lo que esté a su alcance para ayudar a la línea comunista revolucionaria a vencer la influencia del revisionismo (la traición del comunismo a nombre del comunismo) en todo país y esforzarse aún más por hacerlo cuando el resultado de la lucha en torno a la línea política e ideológica tenga un efecto tan grande e inmediato en una lucha revolucionaria muy avanzada tal como la que se está dando en Nepal.

Se ha llevado esta lucha entre dos líneas de una manera seria y disciplinada. Mientras que el PCN(M) daba más pasos hacia la destrucción de la revolución que había estado dirigiendo, el PCR, EU, siguió llevando a cabo la lucha en privado, debido al hecho de que el PCN(M) había dejado en claro que favorecía tal enfoque y con el objetivo de limitar los esfuerzos de los imperialistas y otros enemigos de especular acerca de las diferencias en las filas de los comunistas y de crear condiciones más favorables para que el propio PCN(M) debatiera estas cuestiones de línea y tomara claridad mediante lucha. Lamentablemente, la dirección del PCN(M) no respondió en serio ni trató de ninguna manera sustantiva las cuestiones fundamentales en consideración a lo largo de este período sino que decía que el quid del asunto son las tácticas y no los principios básicos y la orientación estratégica de los que las tácticas deben surgir y de los que surgirán. En efecto, han desestimado las críticas sobre estas cuestiones fundamentales dando un mensaje repetidas veces que en sí fue una burda expresión del pragmatismo y empirismo: apreciamos sus inquietudes pero no hay de que preocuparse —pues, confíen en nosotros— hasta ahora hemos tenido éxito, así que han de saber que lo que estamos haciendo debe estar en lo correcto.

No obstante, en la actualidad debido a lo que ha sucedido en el PCN(M) y en particular a que ha acelerado más la degeneración revisionista de su línea, es necesario concluir que ya no es correcta la orientación, aplicada hasta ahora por el PCR, de llevar la lucha únicamente en privado. Consideramos que es necesario en este momento dar a conocer públicamente esta lucha con el fin de capacitar al movimiento revolucionario del mundo y a los que apoyan la revolución y el comunismo (o los que están bregando no solo con la necesidad sino con la posibilidad de la revolución y el comunismo), para que entiendan de la manera más acertada y completa que sea posible la naturaleza y el desarrollo de esta crucial lucha entre dos líneas.

La situación actual

Hoy, como resultado de las elecciones sostenidas en abril de 2008, el PCN(M) es el partido líder de la recién formada Asamblea Constituyente de Nepal. Los líderes del centro del Partido prometen con mucho bombo ser fieles a la nueva “república democrática federal”, es decir, un estado burgués que se fundó sobre las reaccionarias relaciones de clase de Nepal y que las protege, y a la “comunidad internacional” (léase: los estados imperialistas y reaccionarios como Estados Unidos, Inglaterra, India y China) la colman de palabras tranquilizantes acerca de su intención de mantener a Nepal firmemente empotrado en el sistema imperialista mundial. Se han disuelto los organismos del poder popular forjados en el campo de Nepal mediante la guerra revolucionaria, se han restaurado las viejas fuerzas de la policía, se ha desarmado al Ejército Popular de Liberación (EPL), nunca derrotado en el campo de batalla, y se le ha internado en “acantonamientos” mientras el viejo ejército reaccionario (antes el Ejército Real de Nepal, ahora el Ejército de Nepal) que antes temía hacer recorridos fuera de sus cuarteles salvo en grandes convoyes fuertemente armados, tiene la libertad de hacer patrullas en todo el país — con el aval del ministro de Defensa miembro del PCN(M). La descarada renuncia a los principios comunistas de parte del PCN(M) —tal como la necesidad de destrozar el viejo estado burgués y establecer el nuevo poder proletario, la dictadura del proletariado y el objetivo concreto del propio comunismo de hacer una ruptura radical con toda relación e idea tradicional en palabras y en hechos— ha sorprendido a mucha gente dentro y fuera de Nepal. En el propio PCN(M) mucha gente se ha reculado frente a estas muestras abiertas del revisionismo — en que se usan algunas consignas y lenguaje comunistas para embellecer lo que es en esencia una concepción del mundo y programa político del capitalismo. Fuera de Nepal, los revisionistas de todo el mundo, muy pocos quienes anteriormente apoyaron la guerra popular, están muy entusiasmados frente a la marcha de los acontecimientos y escriben artículo tras artículo con elogios al PCN(M) y la línea que está aplicando hoy. Por otra parte, los últimos sucesos en Nepal han venido frustrando y desalentando cada vez más a los que habían apoyado la guerra popular con la esperanza de que anunciara un nuevo orden social y sirviera al avance de la revolución mundial.

Aunque surgió oposición al interior del PCN(M), lamentablemente ha quedado cada vez más claro, sobre todo después de la Convención Nacional de noviembre de 2008 (que trataremos abajo), que las principales fuerzas de oposición al interior del PCN(M) molestas por el abandono de la revolución en sí no han logrado elaborar una crítica coherente de la línea revisionista y por eso se están engañando a sí mismos y al menos objetivamente están engañando a otros acerca del programa concreto y la naturaleza del PCN(M), un partido encaminado de hecho al abandono total de la causa del comunismo, a la vez (al menos por un tiempo) que lo defiende solo de nombre.

El viraje hacia el revisionismo, sus raíces e implicaciones

De hecho, la fruta amarga que vemos hoy en Nepal no es un acto imprevisto de traición de parte de unos cuantos líderes del Partido — es el resultado lógico y previsible de un proceso que ha venido naciendo al interior del PCN(M) en el curso de varios años, un proceso en que una línea revisionista en torno a una serie de cuestiones reemplazó a la línea -comunista revolucionaria que había conducido al inicio y al avance de la guerra popular (sean cuales fueran las debilidades y deficiencias en cuestión). Por “línea” nos referimos al punto de vista y la orientación, la concepción estratégica y el método que guían la actividad política en una u otra dirección. Se dio el viraje decisivo en octubre de 2005 cuando “se resolvió” de forma revisionista una fuerte lucha en el Partido, tal como discutiremos abajo. Esta experiencia general ilustra de nuevo cuán previsor era Mao Tsetung cuando señaló que la línea política e ideológica lo decide todo. Dijo:

Se derrumbará quien siga una línea incorrecta, aun cuando controle la dirección de las autoridades centrales, de las autoridades locales y del ejército. Quien siga una línea correcta llegará a tener soldados aunque ahora no tenga ninguno y conquistará el poder político aunque no lo tenga ahora. De esto habla la experiencia histórica tanto de nuestro partido como del movimiento comunista internacional desde los tiempos de Marx… El quid del problema reside en la línea. Esta es una verdad infalible.

Cuando la lucha entre líneas brotó por primera vez en el PCN(M), trató lo que tal vez parecían para mucha gente cuestiones abstractas de democracia y de la experiencia de la revolución socialista, y muchos comunistas de Nepal y del resto del mundo no captaron las implicaciones de vida o muerte de estas cuestiones para el rumbo y el futuro de la revolución. Pero las cuestiones en juego en la lucha ideológica en torno a la revolución de Nepal tratan en lo fundamental y en última instancia de si luchar por un mundo comunista o “hacer lo mejor que se pueda” en el actual mundo dominado por el imperialismo; aceptar la idea de que la sociedad se organiza, y se organizará por un tiempo indefinido, sobre una base capitalista, o luchar por derrocar ese sistema y construir un tipo completamente diferente de sociedad sin clases ni explotación. No es sorprendente que los propios términos de la lucha en Nepal no se expresaran así de manera abierta y menos aún en las etapas iniciales de la lucha. Aunque unos cuantos líderes del PCN(M), sobre todo Baburam Bhattarai, han proclamado fuertemente su lealtad a la “democracia” —o sea, la democracia burguesa al estilo occidental— y han planteado un veredicto negativo acerca de la primera ola de la revolución proletaria, la mayoría de los otros líderes del centro del Partido también proclamaron fuertemente su apoyo a los objetivos de establecer la nueva democracia, el socialismo y el comunismo a la vez que insistían que limitar la lucha a una lucha por una república “de transición” (léase “burguesa”) era solamente una “táctica”. De hecho, en general los líderes del PCN(M) constantemente han pretendido centrar el debate en la cuestión de “tácticas”, como si la cuestión fundamental fuera cómo obtener una “república democrática federal” y no qué tipo de estado, y más a fondo qué tipo de sistema social, era necesario en Nepal y en el mundo.

En sus cartas, el PCR, EU, no puso en primer plano las cuestiones tácticas específicas en consideración, sino las cuestiones generales de línea y rumbo general, a la vez que escuchaba y examinaba constantemente los argumentos del PCN(M) sobre la manera en que sus tácticas, en las condiciones concretas de ese país, podrían propiciar una solución revolucionaria a los fuertes problemas que la revolución enfrentaba. No se trata de que las cuestiones de un cese al fuego, las negociaciones e incluso la participación en las elecciones de la Asamblea Constituyente no tengan importancia; la cuestión crucial era que no se podía examinar y valorar si fueran correctas o incorrectas tales tácticas aparte del marco fundamental de lo que el Partido pretendía lograr y qué concepción y orientación guiaban sus acciones. Los que se opusieron al rumbo que el Partido seguía pero que tomaron como arena principal las cuestiones tácticas, tal como la dirección del PCN(M) insistía en hacer, se quedaron paralizados sin la capacidad de elaborar una clara crítica de la línea del Partido y presos de confusión y desorganización frente a cada vuelta o revuelta siguiente de la situación política de Nepal o a la última maniobra política de la dirección del Partido.

Para reconocer los peligros que enfrentaba la revolución de Nepal, era necesario estudiar con detenimiento y seriedad las cuestiones en juego a medida que la situación se desenvolvía — tener la capacidad de aplicar la concepción y el método del comunismo para penetrar debajo de los fenómenos superficiales a fin de entender las cuestiones fundamentales en juego. Inclusive hoy, cuando tal vez parezca más fácil —al menos para los que han conservado una orientación revolucionaria— discernir el desenlace no revolucionario del rumbo del PCN(M) durante los últimos años, el que se contente desestimando así no más las acciones del Partido sin examinar en serio los argumentos políticos para justificar y racionalizar esas acciones correrá el peligro de caer en una trampa similar pero con nueva apariencia. Por esas razones y no mera ni principalmente por tratarse de tener un registro histórico de ello, es necesario que todos los que se interesan por los problemas de hacer la revolución examinen el importante intercambio entre el PCR, EU, y el PCN(M).

Brota la lucha

¿Cómo estuvo la situación en 2005 cuando brotó de lleno por primera vez la lucha entre líneas? Las fuerzas lideradas por el PCN(M) habían liberado a casi todo el campo de Nepal y habían avanzado al momento en que en los frentes militar y político, empezaba a vislumbrarse la perspectiva de una victoria nacional. Ante eso, el monarca reinante, el rey Gyanendra, centralizó el poder político en sus manos, disolvió el parlamento y suprimió a los partidos parlamentarios tradicionales en plan de unificar a la fuerza a las clases dominantes en conjunto de Nepal con la finalidad de aplastar a la guerra popular. El Ejército Real de Nepal al mando del rey contó con el respaldo de Estados Unidos, India, China, Inglaterra y otros estados reaccionarios. En el campo de batalla se libraron férreos combates con resultados mixtos: el Ejército Popular de Liberación (EPL) ganó algunas batallas, pero en otros casos el Ejército Real de Nepal pudo soportar ataques de gran escala y el EPL tuvo que batirse en retirada con importantes bajas. Se palpaba mediante hechos contundentes la cuestión de quién triunfaría: el viejo estado representado por el rey o el nuevo estado que se forjaba en las zonas liberadas de Nepal. A medida que se perfilaban posibles “desenlaces finales”, asumió una importancia especial la cuestión de qué harían las clases intermedias de Nepal, sobre todo las clases medias urbanas del valle de Katmandú.

No es sorprendente que la lucha política y militar en el terreno contribuyera a agudizar la lucha ideológica y teórica al interior del propio Partido. ¿Qué tipo de sistema estatal pondría en el poder la revolución una vez derrotado el poder del rey? ¿En qué aspectos sería similar y en qué aspectos sería distinto a los estados socialistas del siglo 20, la Unión Soviética bajo Lenin y Stalin y la República Popular China bajo Mao? ¿Qué tipo de democracia se practicaría en tal sistema? ¿Qué papel tendrían los partidos políticos y las elecciones? ¿Qué tipo de transformaciones sociales y económicas se llevarían a cabo y con cuáles medios? ¿Cómo sería la relación entre un gobierno revolucionario del pueblo en Nepal y los estados imperialistas y reaccionarios? ¿Cómo serviría un Nepal revolu---cionario a la revolución mundial — o lo haría?

En febrero de 2004, salió un artículo en el número 9 del órgano en lengua inglesa del PCN(M), The Worker, titulado “El problema de construir un estado de nuevo tipo” (en adelante “Nuevo estado”), escrito por Baburam Bhattarai. “Nuevo estado” planteó varios argumentos sobre la democracia y la dictadura y qué relación tenían con la lucha en Nepal que, dijo el PCR, “…de aplicarse, no llevarían a establecer una dictadura proletaria, o en caso de establecerse, llevarían a abandonarla”. En el momento de la publicación de ese artículo, también había señales de una lucha interna entre Bhattarai y unos cuantos más agrupados a su alrededor, de un lado, y del otro, la dirección central del Partido liderada por el presidente Prachanda. El PCR, alarmado por las posiciones planteadas en “Nuevo estado” pero también con esperanzas de que la lucha interna del partido pudiera servir de mecanismo para que el PCN(M) reafirmara y clarificara su concepción de los objetivos de la lucha, llamó al PCN(M) a “dejar de lado los aspectos de su anterior concepción y línea política que van contra la orientación principalmente correcta” que había caracterizado la línea y la dirección del PCN(M) hasta ese momento y que la había capacitado para liderar avances inspiradores y cruciales.

Básicamente “Nuevo estado” puso la ampliación de la democracia formal (incluidas las elecciones con la contienda de los partidos políticos) al centro de la transición socialista y como una especie de supuesta “garantía” para impedir la restauración capitalista y planteó que al llegar al socialismo, se podría disolver el ejército regular y reemplazarlo con milicias, y en general sostenía que el modelo de la Comuna de París con elecciones directas y la remoción de funcionarios públicos era un modelo más positivo que la experiencia de la dictadura del proletariado en la Unión Soviética y China.

La carta de octubre de 2005 del PCR, EU, cuestiona los puntos de vista expresados en “Nuevo estado” y su promoción de la democracia formal como la clave para un nuevo poder estatal. Citando a Bob Avakian, señaló:

En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, hablar de la “democracia” sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia no tiene sentido o tiene implicaciones peores. Mientras exista la sociedad dividida en clases no puede haber “democracia para todos”: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá y promoverá el tipo de democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar: ¿qué clase dominará y si su gobierno, y sistema de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a estas, o lleva a abolirlas?

Por supuesto, las cartas del PCR no podían analizar a fondo la dinámica de la transición socialista, y en lugar de eso hicieron referencia a las obras de Bob Avakian que han examinado estas cuestiones muy a fondo y que han generado una nueva concepción radical del comunismo que ha abordado muchas de las debilidades de la primera ola de la revolución proletaria mundial. Pero se señaló enérgicamente que era un error serio creer que la cuestión más esencial de la transición socialista fuera la democracia formal (y su expresión en las elecciones, la contienda de partidos, y cosas por el estilo) y que eso fortalecería tendencias hacia el abandono de la dictadura del proletariado. Los argumentos planteados en “Nuevo estado”, que llegaron a caracterizar el enfoque general del PCN(M), negaron la necesidad de un estado proletario poderoso que permitiría que las masas de hecho transformaran el mundo —y se transformaran a sí mismas— como parte de la batalla mayor de derrocar el imperialismo por todo el mundo, arrancar de raíz y erradicar toda relación de explotación y opresión y emancipar a toda la humanidad.

La primera carta del PCR sacó la conclusión muy correcta e importante: “En el mejor de los casos, ‘Nuevo estado’ describe la dictadura proletaria como ‘un mal necesario’”. Inevitablemente se planteó el interrogante: ¿con semejante enfoque, sería posible en los hechos que el PCN(M) librara la batalla ardua a contracorriente que se requiere para destrozar el viejo estado, deshacerse de la dominación milenaria de la sociedad por parte de las clases explotadoras y establecer el dominio proletario, con todos los duros sacrificios que eso entraña?

El Manifiesto del PCR, EU, El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, publicado en septiembre de 2008, analiza que, si bien han surgido dos tendencias opuestas en el Movimiento Comunista Internacional (MCI) —“de aferrarse de manera religiosa a toda la anterior experiencia y a la teoría y el método asociados con ella o (en esencia, si no de palabra) abandonarlo todo”—, al mismo tiempo “lo que estas tendencias ‘contrapuestas’ erróneas tienen en común es que están enmarañadas en una u otra clase de modelo del pasado (aunque varíen los modelos específicos) y se guarecen en estos: o se aferran de manera dogmática a la anterior experiencia de la primera etapa de la revolución comunista —o, más bien, a un análisis incompleto, parcial y fundamentalmente erróneo de ella— o se guarecen en la anterior época de las revoluciones burguesas y sus principios: vuelven a lo que son en esencia teorías de democracia (burguesa) del siglo 18, disfrazadas o a nombre del ‘comunismo del siglo 21’, lo que en efecto equipara este ‘comunismo del siglo 21’ con una democracia que es supuestamente ‘pura’ o está ‘por encima de las clases’ — una democracia que en realidad, mientras que existan las clases, solo puede ser la democracia burguesa y la dictadura burguesa”2.

La revocación de las revoluciones en la Unión Soviética (a mediados de la década de los 50) y en China (20 años más tarde), si se le entiende correctamente, no debe ser una justificación para este tipo de retirada hacia el pasado, de una forma u otra, y no lo justifica. Como argumentó la carta del PCR de octubre de 2005:

Es muy cierto que la propia existencia del estado proletario, un partido proletario de vanguardia, un ejército permanente, etc., se pueden transformar en su opuesto: en un estado de la burguesía que oprime a las masas populares. Lo mismo se puede decir acerca de la misma revolución: no hay ninguna garantía de que avance continuamente hacia el comunismo. Se puede abortar una revolución, y desafortunadamente muchas se han abortado o se han convertido en su contrario. Pero eso no es ninguna justificación para no hacer una revolución. El que un estado siga avanzando hacia el objetivo final del comunismo y a su propia extinción depende de si (y cómo) ese estado lucha por transformar todas las condiciones ideológicas y materiales objetivas que hacen que la existencia del estado siga siendo necesaria. No hay ninguna solución fácil de este problema. Apoyarse en las instituciones y la práctica de la democracia formal no resolverá el problema y no eliminará las contradicciones que hacen que la dictadura del proletariado sea absolutamente necesaria; sólo fortalecerá a las fuerzas quienes buscan derrocar y eliminar la dictadura del proletariado y quienes pueden obtener fuerzas en este proceso a partir de las desigualdades que quedan en la sociedad socialista y a partir de la existencia de los gobiernos reaccionarios e imperialistas, que por algún tiempo probablemente estarán en una posición de “cercar” a los estados socialistas que nacen mediante la lucha revolucionaria. Abolir o minar el monopolio de poder político y, sí del poderío armado, del proletariado, y su dirección de vanguardia, de la forma en que se logre, tal como celebrar elecciones generales en que se ponga a decidir el partido de vanguardia y su papel, causará, por todas las razones mencionadas, la pérdida del poder estatal del proletariado y la restauración del poder estatal reaccionario, con todo lo que ello en--cierre.

La resolución de la lucha de dos líneas e “integrar” dos en uno

Desafortunadamente, la lucha entre dos líneas en el PCN(M) se resolvió sobre bases muy negativas en la reunión del Comité Central de octubre de 2005, cuando apenas venía llegando la carta del PCR. Lejos de repudiar los argumentos del artículo “Nuevo estado” de Bhattarai, el Comité Central los adoptó en lo principal. Un Comunicado del Comité Central del PCN(M) descartó las diferencias de línea en el Partido diciendo que más bien eran un “malentendido”. El Partido adoptó el plan para una “república de transición”, con la condición de que solo era una “táctica” y que el Partido seguía fiel a sus metas de largo plazo de la revolución de nueva democracia, el socialismo y el comunismo. Sobre esa base, incorporaron a Bhattarai a la dirección de nuevo. Alabaron este método de unir dos opiniones contradictorias como gran logro y lo defendieron como modelo a seguir para todo el movimiento comunista internacional.

Esta forma particular del revisionismo —el eclecticismo o el intento de conciliar contrarios irreconciliables, de combinar el marxismo (de palabra) con el revisionismo en esencia— había sido un problema desde hace tiempo en el pensamiento de los líderes del PCN(M) pero a partir de la “lucha interna del Partido” de 2005 se consagró y se defendió como principio. Esta línea y orientación política fue la que dirigió el PCN(M) durante el siguiente período turbulento de lucha de clases en Nepal.

El PCN(M) contesta al PCR, EU en la práctica y en la teoría

La dirección del PCN(M) no contestó la carta del PCR de octubre de 2005 sino hasta julio de 2006. Pero aún antes de darse una respuesta en el campo de la teoría a los argumentos planteados, se manifestaron en grande las consecuencias prácticas de la línea del PCN(M).

Una tesis clave de la reunión del Comité Central del PCN(M) que adoptó las posiciones centrales de “Nuevo estado” fue la noción de que la meta inmediata en Nepal no es la revolución de nueva democracia —la forma de la dictadura del proletariado que corresponde a las naciones oprimidas, la forma que descubrió y puso en práctica por primera vez Mao Tsetung— sino una “república de transición”. La carta del PCN(M) de julio de 2006 explica su pensamiento:

“[N]uestro partido ha analizado que la república democrática no es ni una república parlamentaria burguesa ni directamente una república de nueva democracia. Esta república, con una amplia reorganización del poder estatal para resolver los problemas de clase, nacionalidad, región y género prevalecientes, jugaría el papel de república pluripartidista de transición. Las clases reaccionarias y sus partidos tratarán de transformar esta república en una república parlamentaria burguesa, pero nuestro partido de la clase proletaria tratará de transformarla en una república de nueva democracia”.

Como explican las cartas de PCR más a fondo de lo que se puede hacer aquí, ese concepto de “república de transición” y la noción subyacente de que ésta sea un tipo de aparato neutral que se puede transformar en estado burgués o en estado proletario niegan una verdad básica del marxismo la que no es una especie de dogma anquilosado sino una verdad que se ha corroborado una y otra y otra vez por medio del resumen científico de la experiencia amplia, profunda y repetidamente aguda en la sociedad de clases durante siglos: no hay estado que no sea en lo fundamental un instrumento del dominio de una clase u otra. ¿A cuál clase servirán el ejército y los otros instrumentos de poder institucionalizados en esa “república de transición”? ¿Servirán a las masas en su lucha para arrancar las raíces de su opresión y luchar por hacer avanzar la revolución mundial, o las manejarán las clases reaccionarias al servicio de sus intereses y para imponerlos? Las cartas del PCR hacen hincapié en la naturaleza de clase del estado y señalan, desde muchos ángulos, que en el mundo de hoy todo estado tendrá un carácter de clase e impondrá los intereses de una clase definida: los del proletariado o los de una clase reaccionaria (o alguna combinación de clases reaccionarias). Por ende, las cartas analizan y refutan el argumento del PCN(M) de que la existencia de la monarquía convierte a Nepal en un caso excepcional y justifica no solo formar un frente unido contra la monarquía sino unir las fuerzas anti-monarquistas en la “república de transición” y “reestructurar el estado” en lo que viene siendo toda una etapa separada de la nueva democracia y previa a ella.

Una vez que el PCN(M) decidió aceptar la posición de “Nuevo estado” y la meta de una “república de transición”, no sorprende que esta orientación y entrega de su parte llegara a ser un factor importante en la política de Nepal. Se hizo una serie de acuerdos con los partidos políticos reaccionarios que quedaron excluidos del poder cuando el rey Gyanendra disolvió el parlamento el 1º de febrero de 2005. El PCR, EU, ha dejado claro que su orientación y la sustancia de su crítica nada tienen que ver con un enfoque infantil que rechaza todo acuerdo con partidos políticos incluso reaccionarios para lograr objetivos específicos, por ejemplo en oposición a la monarquía. Sin embargo en el caso del PCN(M), dichos acuerdos se sustentaron las tesis que los líderes estaban adoptando acerca de la “república de transición” y cuestiones relacionadas y las reflejaron. En otras palabras, los acuerdos con los partidos reaccionarios se basaban en la renuncia a objetivos y principios comunistas, expresada especialmente en aceptar como meta de la lucha una “república democrática” (burguesa), la cual correspondería de hecho a toda una etapa, separada de la nueva democracia.

En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, hablar de la “democracia” sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia no tiene sentido o tiene implicaciones peores. Mientras exista la sociedad dividida en clases no puede haber “democracia para todos”: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá y promoverá el tipo de democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar: ¿qué clase dominará y si su gobierno, y sistema de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a estas, o lleva a abolirlas?

Bob Avakian,
presidente del Partido Communista Revolucionario, Estados Unidos

En el contexto de esos acuerdos políticos — y del desarrollo de una amplia oposición a la denegación por parte del rey de los derechos democráticos, junto con los avances de la guerra popular centrada en el campo, en abril de 2006 surgió un enorme movimiento popular contra la monarquía en los centros urbanos de Nepal. Participaron no solamente el proletariado y los sectores urbanos pobres sino también grandes cantidades de estudiantes, intelectuales, tenderos y otros elementos de clase media en general en las ciudades. Al movimiento también lo apoyaron y lo trataron de dirigir los principales partidos parlamentarios políticos, como el revisionista Partido Comunista de Nepal (Marxista-Leninista), comunista solo en nombre, que había sido un enemigo virulento de la guerra popular, y el Partido del Congreso Nepalés, que tiene conexiones profundas con la clase dominante de la India y que ha sido históricamente el partido político de la burguesía compradora de Nepal (un sector de la burguesía del país atado al imperialismo y a las potencias extranjeras y que les sirve). Ante las movilizaciones masivas en las regiones urbanas, en particular en la capital, Katmandú, en la estela de la poderosa guerra popular, las clases dominantes de Nepal y sus amos extranjeros en Estados Unidos, la India y otras partes, decidieron que era necesario abandonar la política de contar con la monarquía absoluta para restaurar el orden. Se acordó un cese al fuego y se entablaron negociaciones entre los partidos parlamentarios y el PCN(M) que en noviembre de 2006 culminaron en el Acuerdo de Paz Global, el cual creó un gobierno interino con la participación del PCN(M), restringió a acantonamientos al Ejército Popular de Liberación (EPL) y estableció las reglas de los comicios para una Asamblea Constituyente encargada de redactar una nueva constitución del país.

Claramente el estallido del movimiento popular urbano y el fin de la monarquía absoluta crearon nuevas condiciones importantes para la lucha revolucionaria en Nepal, y ciertamente era necesario que los comunistas las tomaran en cuenta, que hicieran los ajustes correspondientes en sus tácticas y políticas y que se empeñaran a ganarse a los sectores urbanos vacilantes que se alzaron contra el rey pero se hacían ilusiones de que un “regreso a la democracia” resolviera los problemas del país.

En ese contexto de la caída de la monarquía absoluta la dirección del PCN(M) finalmente contestó al PCR, EU, en una carta con fecha 1º de julio de 2006. La respuesta del PCN(M) descartó con indignación los argumentos del PCR como una mera repetición del “abecé del marxismo”. Es cierto que el entendimiento correcto de la naturaleza de clase del estado es un “abecé del marxismo”, es decir, es una verdad fundamental la cual han comprobado el análisis científico y la síntesis de una experiencia vasta y tantas veces amarga, con consecuencias trágicas cuando se descartan esa verdad. Visto así, se plantea agudamente la pregunta: Aunque fuera cierto —y no lo era— que las críticas del PCR al PCN(M) simplemente repitían el “abecé” del marxismo sobre la naturaleza básica del estado entre otras cosas, ¿eso justificaría abandonar dichos principios básicos (el “abecé”), como lo ha hecho el PCN(M)?

En su respuesta, el PCN(M) trata de esquivar esa crítica asegurando que por supuesto está de acuerdo con el PCR en que “estratégicamente” son las relaciones de clase las que determinan la naturaleza del estado, pero luego afirma que su demanda de una república de transición de hecho es solo una “consigna táctica”. Pero este argumento solo sirve para delatarse a uno mismo y agravar el problema. De la noche a la mañana la meta de la lucha ya no es destrozar el viejo estado reaccionario comprador-burgués avalado por el imperialismo y establecer un gobierno de nueva democracia bajo la dirección del proletariado, sino conformarse con algún tipo de república democrática que supuestamente no tiene carácter de clase definido, un estado al cual tratarán de aprovechar tanto la burguesía como el proletariado por igual. Pero con eclecticismo clásico, se argumenta que por tratarse de una simple “táctica”, ¡no le ha arrancado el corazón a la tesis marxista sobre el estado! Los acontecimientos desde el 2005 demuestran con claridad que la concepción ecléctica y confusa sobre el estado que subyace a esa consigna (“república de transición”) abarca mucho más que las meras “tácticas”; de ahí no es de sorprenderse que unos años más tarde hayan salido artículos en Red Star (Estrella Roja, el periódico quincenal en línea que presenta las opiniones del PCN[M] en inglés) que afirman que el estado actual de Nepal es una “dictadura conjunta tanto del proletariado como de la clase burguesa” (Red Star 15, “La caída de la dinastía de Koirala”). A eso lo alaban como una gran innovación teórica. Pero en realidad no tiene nada de grandioso, ni de innovador, un estado basado en la vieja sociedad, con nuevos rostros en los puestos altos que alegan que pueden utilizar ese estado para satisfacer las necesidades del “pueblo”. De hecho, ese concepto de un estado que está por encima de las divisiones de clase en la sociedad es el mismo engaño con que las clases explotadoras siempre tratan de ocultar su dominio. Además, en el movimiento comunista el abandono de la dictadura del proletariado y la defensa de un “estado de todo el pueblo” siempre ha sido un distintivo del revisionismo. Al igual que este tipo de actividades revisionistas en el pasado, los esfuerzos actuales en Nepal para aplicar semejantes conceptos y las tácticas que los acompañan, solo pueden llevar a cada vez más reveses para la causa revolucionaria, desarmar a las fuerzas revolucionarias y a las masas tanto en el frente ideológico como en otros frentes y encaminarlas hacia el desastre. La verdad fundamental que las “tácticas” erróneamente concebidas no pueden cambiar ni esquivar es que solo se puede establecer el dominio proletario destrozando y desmantelando el viejo estado reaccionario, no “perfeccionándolo” ni “reestructurándolo”; y los intereses de las masas populares solo se servirán arrancando las raíces de la sociedad de clases mientras que el dominio y los intereses de los imperialistas y otros reaccionarios solo se persistirán y se servirán fortaleciendo esas mismas raíces de explotación y opresión.

En marzo de 2008 la segunda carta importante del PCR, EU, contestó los argumentos del PCN(M) y ahondó en muchos de los temas de la carta previa del PCR (de octubre de 2005) en el contexto de la situación política cambiante de Nepal. Tras todo un proceso de maniobras e intentos de llevar a cabo los acuerdos entre el PCN(M) y los otros partidos políticos, por fin se programaron para abril las elecciones para la Asamblea Constituyente en Nepal. De una cuestión de principio y teoría básicos, como la era en 2005, la “república de transición” se había convertido en una cuestión práctica inmediata, ya que todo el país se preparaba para acudir a las urnas en abril de 2008 para elegir la Asamblea Constituyente.

La carta del PCR de marzo de 2008 examina el llamamiento del PCN(M) a “reestructurar el estado” y sostiene que eso representa lo mismo que “perfeccionar la maquinaria estatal existente”, que en realidad sirve a las clases reaccionarias, en vez de hacer añicos el estado reaccionario (en la formulación de Marx). El argumento del PCR sobre este punto crucial menciona varios ejemplos históricos —las revoluciones democráticas burguesas de Europa en el siglo 18 y 19 y las revoluciones (o cambios de régimen) en el siglo 20 en Rusia, Irán, España y otros países— para demostrar que una y otra vez las luchas revolucionarias no han alcanzado a liberar a los oprimidos por haberse conformado con quitarle a la maquinaria estatal los aspectos obsoletos, como una monarquía, que ya no correspondían al desarrollo histórico —y/o a las necesidades del momento de las clases reaccionarias de entonces—, en vez de destrozar esa maquinaria por completo y dejar el campo libre para establecer el dominio de los anteriormente explotados y oprimidos en la vieja sociedad.

De ahí esa carta del PCR examina por qué países como Nepal, que por necesidad deben llevar a cabo la lucha antifeudal (que en Nepal específicamente sí incluía unir a amplias fuerzas contra la monarquía), requerirán una forma de revolución de “dos etapas” y por qué no se debe permitir que las fuerzas burguesas dirijan la primera etapa —que corresponde a la realización de tareas democrático-burguesas como derrocar el feudalismo (y, de nuevo, en el caso de Nepal, abolir la monarquía)— ni que resulte en el establecimiento de una república capitalista-burguesa (sin importar como se disfrace o se nombre), sino que al contrario, los comunistas tienen que dirigir esta etapa al servicio de los intereses fundamentales del proletariado y debe resultar en el establecimiento de un estado de nueva democracia, construido conscientemente como parte de la revolución proletaria mundial. En Nepal las formas feudales de explotación y opresión están entretejidas en el capitalismo que se ha desarrollado bajo la égida del sistema imperialista mundial y por ende no puede haber democracia del tipo capitalista sin el “hedor al feudalismo”. Por lo tanto, sin una revolución de nueva democracia, las soluciones “a medias” no liberarán al país y a las masas populares de la dominación extranjera ni de la subordinación continua dentro de la red internacional de relaciones imperialistas, con todas sus consecuencias terribles; es más, seguirán existiendo importantes aspectos del feudalismo, en la realidad y a pesar de las afirmaciones o intenciones de uno. Asimismo, los logros que se alcancen a hacer para perfeccionar la maquinaria estatal reaccionaria solo llevarán a plasmar la república burguesa en toda su plenitud, que Lenin describió como el “armazón más adecuado” para el crecimiento del capitalismo.

Aquí cabe repetir el principio fundamental —sí, un “abecé” del marxismo, y pasarlo por alto resulta desastroso, como se ha comprobado repetidamente— de que no es posible librarse de las garras de las clases reaccionarias y abolir la explotación y opresión por medios graduales o un enfoque gradualista, sino solamente mediante una ruptura radical que derroque y destruya los viejos órganos del poder político que servían a la vieja sociedad y que establezca los órganos radicalmente nuevos del dominio político que sirvan a la transformación radical de toda esfera de la sociedad y hagan avanzar dicha transformación, como parte de la revolución proletaria mundial en general.

Como afirma la carta del PCR de marzo de 2008:

Uno de los problemas políticos centrales que planteamos en nuestro debate con el PCN(M) fue si la etapa actual de la lucha es para el establecimiento de una república de Nueva Democracia, es decir, la forma de la dictadura del proletariado apropiada en las condiciones de Nepal, o si la revolución debe “pasar por” el proceso de consolidar una república democrático-burguesa. Este problema que debatíamos en teoría, se ha vuelto un problema de carne y hueso durante los últimos dos años. Dos estados habían surgido en el curso de la guerra popular de diez años: el viejo estado reaccionario burocrático-comprador-capitalista-feudal dirigido por la monarquía en alianza con el imperialismo, y el embrionario estado de nueva democracia que surgía en el campo con base en la fuerza del Ejército Popular de Liberación (EPL). El problema objetivo que enfrenta Nepal es cuál de estos dos estados saldrá triunfante y será consolidado a nivel nacional y cuál de ellos será derrotado. La gran tragedia es que la línea política y las ideas confusas de los camaradas del PCN(M) en una medida importante han ilegitimado el estado que había surgido en el campo y han vuelto a legitimar la dictadura de las clases reaccionarias ligadas al sistema imperialista mundial....

En realidad, la guerra popular ya había logrado avances concretos en la transformación de las relaciones sociales y económicas en las zonas liberadas, a base del poder político rojo que se estableció allí. Dichos cambios demuestran en la práctica que solamente por medio de la eliminación del viejo poder estatal mediante una revolución de nueva democracia se puede llevar a cabo las tareas democrático-burguesas básicas, como eliminar el sistema de castas, dar un auténtico salto para arrancar de raíz la desigualdad y opresión que viven las mujeres y las nacionalidades minoritarias, repartir “la tierra a quien la trabaja” y obtener una verdadera independencia nacional de la dominación imperialista.

Este último punto es crucial: sin un ejército popular y sin un estado de nueva democracia encabezado por el proletariado, será imposible zafarse de las garras de la dominación imperialista. Como señala la carta del PCR del 8 de noviembre de 2008:

Vez tras vez hemos visto en los países oprimidos que no existe ninguna separación entre lograr la emancipación social de las masas y luchar contra el imperialismo…. Justamente por ser un sistema mundial el imperialismo, que penetra cada vez más profundamente todos los aspectos de la estructura social y económica, es imposible que haya transformación social significativa sin una ruptura radical con el imperialismo….

¿La Suiza del sur de Asia, o base de apoyo de la revolución?

La carta del PCR de noviembre de 2008 presenta un argumento agudo contra el camino que el PCN(M) está siguiendo, lo que se concentra en su promesa de hacer de Nepal la “Suiza del sur de Asia” — una promesa prominente en la campaña electoral del Partido anteriormente ese año. Primero, esta promesa se basa en la ilusión de que se pueden resolver los problemas de Nepal integrándose más en el sistema imperialista mundial (un aspecto importante de esta promesa es hacer de Nepal el “eje de comercio” entre China e India), en lugar de que Nepal se zafe del sistema en que ha sufrido generaciones de dominación y distorsión de la economía y la sociedad en general conforme a los intereses y dictados de los imperialistas y otros explotadores. Y esta es una ilusión que rápidamente se está esfumando en la actual crisis económica global, en que Nepal está viviendo fuertes aumentos de los precios de las necesidades básicas como energéticos y granos. Aún más a fondo, en primer lugar ¿qué tiene que ver esta visión con el comunismo? La Suiza es un pequeño país imperialista que se ubica cerca de la cima de la cadena alimenticia imperialista que se beneficia del saqueo global de este sistema parásito. ¿Es esta la visión que debería inspirar a los comunistas — o no debería ser en cambio la visión a que Bob Avakian, el presidente del PCR, EU, ha prestado tanta atención: la de ser “emancipadores de la humanidad”?

Para repetir, las bases de apoyo en la guerra popular de Nepal habían demostrado vívidamente algunas de las transformaciones revolucionarias que las mases eran capaces de llevar a cabo una vez que tenían el poder en sus propias manos. Imagínese cómo la formación de un estado revolucionario, incluso en un país relativamente pequeño y pobre como Nepal, podría contribuir a romper con la idea exageradamente sostenida de que no haya ninguna alternativa en el mundo actual a la democracia burguesa al servicio del capitalismo e imperialismo.

El PCN(M) se metió de lleno en la campaña electoral, y en oposición a las expectativas de casi todos los observadores, el PCR incluido, salió de las elecciones como partido líder. En medio de la euforia por esta victoria, el PCN(M) se puso a la cabeza de un gobierno de coalición con varios otros partidos parlamentarios importantes.

Como consta más arriba, esto no representó un paso hacia la liberación sino un paso para distanciarse de ella, porque de hecho estas elecciones constituyeron un medio poderoso para darle una nueva legitimidad al viejo estado reaccionario que el proceso general de la Asamblea Constituyente no destrozó ni derrocó sino que solamente perfeccionó. En el sentido más amplio, la afirmación del PCN(M) de que estaba usando el estado existente en Nepal, despojado de sus rasgos monárquicos, como un trampolín hacia la liberación es una ilusión peligrosa. Como se ha recalcado repetidamente —y es necesario recalcarlo muchísimas veces más dada la gran medida en que es una fuente de ilusiones mortíferas—, el estado reaccionario no es un instrumento por encima de las clases que puede servir al proletariado o a la burguesía por igual, que simplemente depende de quién lo tenga en las manos. El estado no es lo mismo que el gobierno ni en particular los parlamentos — los que, como observó Lenin directamente, es posible disolver fácilmente si el núcleo de la clase dominante determina que obedezca a sus intereses. El estado, al contrario, es una maquinaria integrada y evolucionada históricamente de poder militar y burocrático que refleja, encarna y sirve a las relaciones sociales y económicas dominantes y a la clase (o clases) dominante(s) que las dominan. La idea de que se puede tomar en las propias manos la maquinaria de las clases explotadores tal como está o en una forma “reestructurada” —pero sin destrozarla ni desmantelarla— y que luego se puede usar para alcanzar los objetivos de emancipar a los oprimidos y en última instancia a toda la humanidad, va contra el resumen científico del carácter de clase de todo estado y de un sinnúmero de experiencias en que ha ocurrido lo contrario: a los que empezaran con aspiraciones revolucionarias pero se cayeran en estas ilusiones sobre el estado una y otra vez se han visto subsumidos y transformados en defensores del mismo sistema que oprime a las masas, y/o han sido aplastados sin piedad. La carta de marzo de 2008 del PCR examina las amargas experiencias del movimiento comunista en Francia y Italia y concluye: “Una vez que se acepte como legítimo el marco básico de las instituciones del estado burgués, los esfuerzos de los comunistas para organizar al proletariado y a las masas para ejercer sus intereses dentro de ese marco (a través de medios electorales y no electorales) tienen el efecto objetivo de fortalecer y perfeccionar esas mismas instituciones reaccionarias”.

No es una casualidad que una institución que prácticamente ha quedado sin tocar por los cambios que ha pretendido el gobierno dirigido por el PCN(M) es el Ejército de Nepal (EN), el pilar sobre el que descansa el viejo estado. Pero mientras que sigue intacto el EN, que libró una sanguinaria guerra contrarrevolucionaria por años y tiene unos de los peores antecedentes en derechos humanos del mundo, se ha desarmado e internado al Ejército Popular de Liberación (EPL) en acantonamientos que ha vigilado la ONU por más de tres años, y ahora el EPL está bajo la amenaza de la liquidación por medio del proceso de integración al EN. Con muchísima frecuencia los revolucionarios han aceptado las ilusiones en lugar de reconocer la verdad básica que Mao resumió con tanta agudeza: “Sin un ejército popular, nada tendrá el pueblo”. Por su parte, los reaccionarios y los imperialistas siempre mantienen un férreo control de la cuestión básica del poder estatal. Mientras que el PCN(M) habla constantemente de los dos ejércitos como si tuvieran un estatus equivalente, lo que revela mucho acerca de la realidad de la situación es que la idea de incorporar al EN en el EPL, y no al contrario, no se oye en el discurso público, y en los pasillos del poder en Katmandú la única respuesta que esta idea provocaría sería la risa.

Una acomodación con el revisionismo cuando se necesita una ruptura radical

Durante el período desde poco después de la victoria electoral del PCN(M), un creciente número de cuadros del Partido empezó a rehuir frente al camino que había tomado el Partido. Lanzaron una lucha al interior del Partido y se aglutinó una suerte de “oposición” en torno a unos altos dirigentes en el Partido que planteaban críticas de que el Partido estaba acomodándose a la política parlamentaria en Katmandú y que estaba olvidando continuar la revolución y otros asuntos serios3. Esta lucha culminó en la Convención Nacional celebrada a mediados de noviembre de 2008. Desafor-tunadamente, lo que no se dio en la Convención fue una ruptura radical con la línea dominante en el Partido y un rechazo de la democracia burguesa y el eclecticismo que han llegado a caracterizar la línea del Partido en general y que lo ha conducido al cenagal que había indignado a tantos cuadros.

De hecho, parece que la mayoría de las fuerzas de la oposición se quedaron atrapadas por este mismo enfoque de medidas a medias, centrismo (pretender encontrar una posición acomodaticia entre el comunismo y el revisionismo) y eclecticismo y en lugar de una lucha decisiva, salieron con un acuerdo ecléctico (un caso clásico de combinar “dos en uno”, como analizan las polémicas del PCR). Se combinaron los puntos básicos de los dos documentos presentados por el presidente del PCN(M) Prachanda y el líder de la oposición Kiran en una plataforma común única. Sobre la base de esta plataforma, el Partido continuará encabezando un gobierno de coalición, pero ahora se llevará a cabo el trabajo del Partido por medio de un frente de tres partes, “el gobierno, la Asamblea Constituyente y la calle”. (El nuevo nombre que proponen darle al gobierno —República Nacional Democrática Federal Popular— también revela la resolución ecléctica de esta lucha.)

Esta acomodación demuestra cuán poco la mayoría de los líderes de la oposición han entendido lo que tiene de erróneo la actual línea del PCN(M) en general. Por mucho que uno diga que “la calle” será lo principal, mientras el poder del estado siga en las manos de las clases reaccionarias de Nepal y sus amos imperialistas, lo que definirá la sociedad nepalesa y determinará el futuro desarrollo del país no será “la calle” sino el funcionamiento del sistema capitalista imperialista en el mundo y en Nepal. En esta situación, “la calle” jamás puede representar más que un grupo de presión en la política parlamentaria que se desencadenará o se restringirá según sea el desenvolvimiento de factores de mayor peso fundamental y se limitará a obtener reformas dentro del marco reaccionario general. A pesar de que uno tenga la posición de primer ministro, las reglas que uno tendrá que acatar, los acuerdos que uno tendrá que amarrar y los intereses que uno tendrá que defender y servir impedirán que “la calle” sea más que un grupo de presión que se usa para maniobrar y negociar.

La carta del PCR, EU, de noviembre de 2008 señala:

Rehusar hacer un deslinde bien definido entre el marxismo y el revisionismo y en cambio intentar forjarse una posición “intermedia” entre la ideología y política comunista revolucionaria, y la capitulación y el oportunismo total, es una de las particularidades del centrismo y el eclecticismo. En Nepal, esta forma del revisionismo centrista se ha vuelto el peligro mayor, y no los que descaradamente proclaman su adhesión a la ideología de la democracia pluripartidista y las glorias del capitalismo. El viejo refrán es que existe un peligro de revisionismo o derechismo “por una parte” pero también existe el peligro de dogmatismo por la otra, y que al maniobrar hábilmente entre estos dos obstáculos el Partido ha ido de victoria en victoria. O, en palabras se reconocen los principios fundamentales, los “abecé del marxismo”, tal como la necesidad de hacer añicos la maquinaria de estado existente, mientras que la política concreta del Partido es completamente contraria a esa meta.

En particular, Baburam Bhattarai ha estado argumentando abiertamente a favor de un largo período de desarrollo capitalista en Nepal y ha sido un blanco del descontento en las amplias filas del Partido por mucho tiempo4. Pero últimamente el mayor obstáculo ha sido el eclecticismo y las medidas a medias que han llegado a caracterizar la línea de Prachanda, el presidente del Partido, y las fuerzas a su alrededor, que una y otra vez combinaban promesas verbales, para el consumo de las bases y los sectores descontentos de la dirección, acerca de las intenciones del Partido de llevar la revolución hasta la victoria mientras que seguían aplicando la línea y las políticas revisionistas básicas recomendadas por Bhattarai. Se alaba esta “integración” de dos en uno como una gran contribución al marxismo bajo el lema de “evitar escisiones”, pero en los hechos quiere decir evitar la necesaria lucha aguda y decisiva y la ruptura hacia una línea fundamentalmente diferente y revolucionaria y a unir a todos que se pueda unir por medio de ESA lucha entre líneas. Está quedando cada vez más claro en la práctica que lo de “evitar escisiones” y el eclecticismo general del cual es parte, en los hechos quiere decir abandonar los intereses fundamentales del proletariado y las otras masas oprimidas en nombre de la unidad con las clases explotadoras, sus representantes políticos y su ideología, y abandonar la misión del proletariado de eliminar completamente el imperialismo y la reacción en Nepal como parte de hacer avanzar la revolución proletaria mundial.

En esta situación fue crucial, especialmente para los que querían forjar la necesaria oposición a la línea revisionista ya dominante en el PCN(M), que hicieran una ruptura radical precisamente con este tipo de centrismo indeciso y eclecticismo y romper con una orientación formulada en términos de una democracia ilusoria por encima de las clases que solamente podría representar el tipo de democracia a que el Partido estaba acomodándose. No hacer eso sino al contrario tomar medidas a medias y conciliar una vez más con el revisionismo y el eclecticismo quiere decir reforzar esta orientación errónea, la que ha conducido a la situación que provocó la rebelión en primer lugar.

En una situación que exigía que confrontara con decisión las causas de la enfermedad, la oposición una vez más acabó limitando su atención simplemente a los síntomas. Veamos un ejemplo: la “oposición” se sacudió ante la posibilidad de que el Partido se deslizara hacia el reformismo parlamentario pero persistió en aclamar la victoria en las elecciones de abril de 2008 como un gran éxito. El consiguiente acuerdo mutuo en la Convención Nacional de noviembre, como la “victoria” en las elecciones de abril de 2008, no fue un paso para embarcar al Partido en un camino más revolucionario sino al contrario representó la conciliación con el revisionismo, de tomar la ira y rebelión que habían estallado en un sector importante del Partido y encauzarlas una vez más hacia la órbita de una línea en general incorrecta. Como dijo la carta del PCR, EU, de noviembre de 2008: “Debemos recordarles a los camaradas que todo partido revisionista siempre tiene una ‘izquierda’ cuyo papel objetivamente es proporcionar una válvula de escape para el descontento de las masas y sectores de las bases mientras mantiene a estos mismos sectores atados al programa político de la dirección del partido”.

Casi de inmediato salió a la luz más evidencia de que no había ningún cambio de importancia en la trayectoria del Partido, cuando en enero de 2009 el PCN(M) completó un proceso de unirse con el Partido Comunista de Nepal- Centro de Unidad (Mashal). El segundo partido fue el producto de una escisión anterior en el movimiento comunista de Nepal antes de que se lanzara la guerra popular. De hecho, romper con estos y otros revisionistas había sido una parte necesaria y vital del proceso de prepararse para lanzar la guerra popular en primer lugar. El hecho de que hoy el PCN(M) se ha unido de nuevo con estos revisionistas empedernidos y ha aclamado esta unión como un gran logro en el camino a unir a “todos los comunistas de Nepal” representa un paso más para poner la guerra popular y la revolución que encarnó y encabezó en el museo de la historia antigua. De hecho, cada vez más trata la guerra popular como una acción que, aunque legitimó el Partido entre los sectores más pobres de la sociedad, no guarda relación alguna con el futuro.

Un número reciente de Red Star dio otra indicación de la dirección en que conducirá el camino que está siguiendo el PCN(M). En el número 21 apareció un artículo de un reportero de Red Star, Roshan Kissoon, titulado “La negación de la negación”, en que el eclecticismo y revisionismo del PCN(M) caen mucho más bajo. El artículo de Kissoon repudia toda la historia del movimiento comunista internacional y las contribuciones trascendentales de sus figuras fundadoras y dirigentes, de Marx en adelante. Revoca el veredicto sobre casi todas las luchas de importancia entre la revolución y la contrarrevolución. El artículo de Kissoon tiene el efecto de liquidar de plano todas las líneas divisorias en la experiencia del movimiento comunista internacional — como si no se hubiera aprendido nada en absoluto desde que el proletariado subió al escenario de la historia, como si no valieran nada la lucha y los sacrificios de los cientos de millones de personas que lucharon heroicamente por arrebatar los inicios de un nuevo mundo a las manos de los explotadores capitalistas.

Este desprecio por los logros del movimiento comunista, histórica e internacionalmente, y las lecciones aprendidas a un costo tan grande, están al servicio de la franca capitulación, porque la conclusión de Kissoon es que no se puede hacer nada hoy en Nepal salvo construir el capitalismo, y con aprobación hace eco del comentario de Bhattarai que “se debería de dejar el comunismo para nuestros nietos”. Pero el problema es que las futuras generaciones nunca alcanzarán el comunismo hasta que y a menos que los revolucionarios den los pasos iniciales pero decisivos en la dirección del socialismo y en última instancia el comunismo. Ir a todo vapor hacia el capitalismo solamente retrasará y minará la lucha por el comunismo y con respeto a Nepal en particular significará desperdiciar la gran oportunidad que se forjó mediante el proceso de la guerra popular — de abrir las puertas al futuro socialista y comunista.

No es de extrañar que Kissoon se reserve el bilis más vil para Bob Avakian, porque es el trabajo que Avakian ha hecho para impedir que el comunismo se convirtiera en una reliquia del museo —y para revitalizarlo y fortalecerlo como una orientación y método científicos capaces de dirigir a las masas a hacer avanzar la lucha revolucionaria hacia la meta del comunismo— que representa el peligro más grande a esta marca de “realismo cínico” revisionista. El mismo PCN(M) no ha adoptado —todavía no— este tipo de franco liquidacionismo, pero darles a los revisionistas una plataforma desde la cual regar su veneno en un periódico bajo la dirección del Partido, tal como han hecho en el caso de Kissoon, refleja una línea que ya ha llevado al Partido un buen trecho por el camino de liquidar el contenido comunista de la línea del Partido.

Lo que está en juego en esta lucha y la necesidad de llevarla al mundo hoy

El PCR está dando a conocer estas cartas en público en este momento de acuerdo a su estimación de la mejor forma de hacer avanzar la lucha para hacer todo lo que sea posible para salvar la revolución en Nepal y para ayudar a otros a través del mundo a aprender de esta experiencia con la finalidad de elevar la conciencia general acerca de las líneas divergentes que se están manifestando en el movimiento comunista internacional. Ya no es hora de andar con rodeos: la revolución de Nepal ha estado hundiéndose en arenas movedizas y no habrá ninguna “autorectificación” a menos que y hasta que se repudie de manera consciente y enérgica la línea política e ideológica que la ha llevado a este desastre.

Al decidirse a dar a conocer en público estas cartas, el PCR se basa en el sólido principio de que los comunistas no son representantes de esta o aquella nación sino del proletariado mundial y que su causa es la de emancipar a toda la humanidad. Según esta orientación, los comunistas deben prestar atención en particular y canalizar la ayuda y el apoyo ideológicos y políticos hacia las luchas que tengan las mayores posibilidades de obtener importantes avances revolucionarios contra el imperialismo. Por eso, el PCR ha observado con la mayor seriedad y preocupación el surgimiento de las posiciones revisionistas en el PCN(M) y ha trabajado duro para determinar cómo llevar la lucha con el PCN(M) de modo que concuerde con principios comunistas y que ofrezca las mayores esperanzas de obtener un resultado positivo.

Algunos críticos se han burlado del PCR por el “silencio” que ha mantenido hasta ahora acerca de Nepal. Pero se da el intercambio de puntos de vista entre partidos y organizaciones comunistas —incluidos los desacuerdos a veces agudos sobre cuestiones de principio— en el contexto de lucha sumamente compleja, con muchísimo en juego, contra enemigos feroces; los que en serio quieren hacer avanzar esta lucha deben tener esto en mente constantemente. El PCR ha actuado de acuerdo al entendimiento de que “el trabajo de los comunistas y las luchas revolucionarias que dirigen son cuestiones de suma importancia para las masas, no solamente en el país particular donde se llevan a cabo, sino de hecho en el mundo en su conjunto” y hay que sopesar y considerar con mucho cuidado un proceso de ventilar las diferencias, porque “es fácil que sea de ayuda para los imperialistas y los reaccionarios que despiadadamente pretenden aplastar y aniquilar las luchas revolucionarias y las fuerzas comunistas de vanguardia” (de “Atascado en el ‘horrible presente capitalista’ o forjar un camino al futuro comunista, una respuesta a las Nueve cartas de Mike Ely”, en inglés).

En el movimiento comunista internacional debe florecer un debate y lucha vigorosa, pero no es y no se debe convertir en un mero círculo de debate. El PCR tomó la decisión de dar a conocer esta lucha al público en general únicamente después de estar bien convencido de que por los canales a su alcance no era posible persuadir a la dirección del PCN(M) a que dejara el camino desastroso que estaba siguiendo.

Sin duda es cierto que el PCN(M) ha cavado un hoyo profundo en que está cayendo a profundidades cada vez mayores. Para ser directo, de hecho es muy difícil para un partido lograr salirse de tales profundidades. Pero jamás se alcanzará al comunismo sin que los comunistas confronten grandes obstáculos y superen enormes dificultades a fin de hacer grandes adelantos sin precedentes — y eso es lo que se exige hoy. Lo primero que hay que hacer es aceptar el hecho de que el problema es la línea básica del Partido. El revisionismo, y el centrismo y el eclecticismo y la promoción de ilusiones sobre la democracia por encima de las clases, han conducido al Partido al pantano, y lo que se requiere es una ruptura radical con todo eso. Eso quiere decir, ante todo, reafirmar los principios y objetivos básicos del comunismo, lo que en Nepal quiere decir desarrollar —por medios revolucionarios y sin pretender apoyarse en ilusiones gradualistas y proyectos reformistas ni promoverlos— la lucha por completar la revolución de nueva democracia como el primer paso hacia el socialismo y el objetivo final del comunismo.

Los camaradas de Nepal no están solos frente a este reto pero para hacer las rupturas necesarias, se requerirá romper de manera tajante con el nacionalismo, el empirismo y el pragmatismo — y como una expresión particular de eso, romper con lo de elevar la práctica de uno, con los avances que esta hubiera abarcado hasta cierto punto, como si estuviera por encima de la crítica y como si fuera más importante que los principios fundamentales del comunismo, los cuales en sí constituyen la destilación y la síntesis científica de un enorme ámbito de práctica y lucha de la humanidad en la esfera de la revolución y en muchas otras dimensiones del pensamiento y actividad humanos. Como señala la carta del PCR de noviembre de 2008:

[L]a opinión de que la práctica avanzada de la revolución nepalesa lo ha hecho innecesario aprender del entendimiento avanzado de otros camaradas es parte del pragmatismo y el empirismo que desafortunadamente ha sido parte creciente de la orientación ideológica de la dirección del PCN(M) ya por un tiempo. Cualquier esfuerzo de resolver la crisis en el PCN(M) exclusivamente “de acuerdo a sus propios términos”, y que por razones nacionalistas o empiristas haga caso omiso del entendimiento comunista revolucionario avanzado que se desarrolla en otras partes, o se le oponga a dicho entendimiento, perjudicará gravemente la lucha por una línea correcta. En particular, esperamos con toda sinceridad que los camaradas del PCN(M) pongan mucha atención a entrarle a la obra, el método y el enfoque, la nueva síntesis, que Bob Avakian ha estado desarrollando.

* * * * *

Esta introducción y recorrido general del intercambio polémico entre el PCR, EU, y el PCN(M) ha tocado solamente algunos de los muchos puntos importantes planteados en las cartas, entre ellos la relación entre estrategia y tácticas, la dimensión internacional de la revolución de Nepal, la relación de la nueva democracia a la realización de las tareas democrático-burguesas, el papel de la democracia formal bajo el socialismo, la historia del PCN(M) y muchos más. Pero he aquí algo muy claro: estos intercambios polémicos representan una de las luchas entre dos líneas más importantes que han tenido lugar en el movimiento comunista internacional en muchos años. Como otras luchas muy importantes semejantes, hay mucho en juego y ramificaciones de gran alcance, y representan una importante “escuela de la revolución” que pueden ayudar a una nueva generación a aprender lo que encierra el proceso inevitablemente complejo de la revolución y lo que se requiere de hecho para llevar la revolución hasta el final, a la victoria — y sobre esa base contribuir a hacer todo lo que sea posible para salvar la revolución de Nepal. Como concluye la carta de marzo de 2008 del PCR:

Esta muy importante batalla es parte de un proceso más grande de rescatar el proyecto comunista de la única manera en que puede rescatarse, confrontando las cuestiones ideológicas y políticas de la revolución en el siglo 21, con osadía examinando y volviendo a examinar nuestros preceptos y entendimiento y forjando la solución a los problemas de la humanidad. Nuestros propios pasos en el transcurso de este proceso nos han convencido, más que nunca, de la viabilidad y de la necesidad de la revolución comunista.  

Notas

1 El PCN(M) cambió su nombre a Partido Comunista Unificado de Nepal (Maoísta) después de unirse en enero de 2009 con el revisionista Partido Comunista de Nepal-Centro de Unidad (Mashal). [regresa]

2 Recomendamos que las y los lectoras/es estudien El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, que ubica las tendencias políticas principales del movimiento comunista internacional dentro del contexto del resumen de toda la primera ola de revolución comunista y de la necesidad de desatar toda una nueva ola. [regresa]

3 Vea los artículos de los camaradas Kiran y Gaurav, entre otros, en los números de Red Star de septiembre a noviembre de 2008. [regresa]

4 Bhattarai sostiene que Nepal debe desarrollar las fuerzas productivas antes de que la revolución pueda avanzar más y que solamente el capitalismo puede lograr eso. Si bien algunas personas lo comparan con Deng Xiao-ping de China, se puede decir que invocar de esta manera en Nepal la “teoría de las fuerzas productivas”, en condiciones en que, a diferencia de China, ni siquiera se ha alcanzado el socialismo, es un ejemplo clásico de la frase irónica de Marx, primera vez tragedia, segunda vez farsa. [regresa]

 

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