Revolución #165, 24 de mayo de 2009


Damián García ¡Presente!

El 22 de abril de 2009 es el 29 aniversario del asesinato brutal de mi amigo y camarada Damián García en un multifamiliar del Este de Los Ángeles, un acto de cobardía de parte de gentes a sueldo del Departamento de Policía de Los Ángeles al servicio de este sistema. Justamente un mes antes, en un acto de desafío revolucionario internacionalista contra todo el sistema imperialista, Damián había escalado orgullosamente los muros del fuerte Álamo de San Antonio, Texas, había arrancado las banderas de Estados Unidos y de Texas, y en su lugar había izado la bandera roja. El fuerte Álamo es un símbolo odiado de la opresión que era consecuencia de las guerras estadounidenses que robaron gran parte del territorio mexicano, y la noticia de su acto fue recibida con alegría no solamente por los oprimidos de Texas sino de otros países también.

Damián fue uno de esos chicanos que creció pobre y discriminado en los barrios del sur de California, y llegó a ser activista en las luchas de los años 60 contra la guerra de Vietnam y contra la opresión de las minorías nacionales dentro de Estados Unidos. Fue una de esas personas que logró ir a la universidad y tener la oportunidad de ser “alguien”. Tenía muchas habilidades y era simpático. Sin embargo, Damián, como muchos en esos tiempos, llegó a darse cuenta de que hay todo un sistema que es responsable de los males que veía, y decidió dedicar la vida a la lucha para liberarse de la opresión en todo el mundo. Ese era el Damían que yo conocí. Y, como dije, era mi amigo y camarada. Llegó a ser comunista y se incorporó al Partido Comunista Revolucionario.

En 1980, junto con muchos más, respondió a la convocatoria al 1º de Mayo Revolucionario de 1980, un llamado a llevar la revolución y el internacionalismo a la clase obrera y a los oprimidos de este país, y hacer ese día una declaración de gran impacto en las calles. Como parte de eso, trabajó sin cesar para llevar dicho mensaje a los diferentes tipos de personas que necesitan ser el núcleo de un movimiento revolucionario. Varias brigadas de personas fueron a las fábricas y los multifamiliares en lugares como Watts y el Este de Los Ángeles, y a San Antonio, Texas, con el periódico Obrero Revolucionario y exhortaron a la gente a tomar la historia en sus manos. La bandera roja ha sido por mucho tiempo el símbolo de la rebelión y la revolución por todo el mundo, y por eso Damián izó esa bandera sobre el Álamo. También llevaba esa bandera el 22 de abril, cuando un hombre que proclamaba “mi bandera es roja, blanca y azul” se apartó de la muchedumbre, sacó un cuchillo y le segó la vida al Camarada Damián García.

Mientras aquellos que participábamos en el movimiento para el 1º de Mayo Revolucionario de 1980 lloramos la pérdida de nuestro camarada, su vida segada tan temprano, y mientras se enteraban de ese crimen del sistema otras personas que habían visto levantadas sus esperanzas de un cambio revolucionario, recibimos un mensaje de Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, EE.UU., el cual cita en su autobiografía From Ike to Mao... and Beyond:

“Morir por las causas a las cuales los imperialistas y los reaccionarios han alistado a las masas y las alistarán a una escala aún más monstruosa, o resignarse y morir una lenta muerte de rodillas, o consumirse en intentos inútiles de escaparse de forma autocompasiva: todo eso es mezquino y vergonzoso. Pero dedicar la vida e incluso estar dispuesto a ofrendarla para acabar con el sistema que vomita todo eso, vivir y morir por la causa del proletariado internacional, hacer la revolución, transformar la sociedad y hacer avanzar la humanidad hacia el luminoso amanecer del comunismo — eso es de verdad un vivir, y un morir, lleno de sentido e inspiración para los millones y centenares de millones que luchan por la misma meta o comienzan a reconocerla por todo el mundo. Tal fue la vida y la muerte del Camarada Damián García, luchador y mártir del ejército del proletariado internacional”.

Esa fue y es una verdad profunda y una gran fuente de fortaleza para aquellos que, como Damián, ardíamos con odio por el mundo como es y veíamos en la lucha por un mundo comunista nuestra única esperanza y la única causa para la cual vale la pena dedicar la vida. Esa declaración fue la dirección que teníamos en ese momento, la cual nos inspiró a llevar adelante el movimiento para el 1º de Mayo Revolucionario en ese año y más allá de ese año... y esas palabras han quedado en mi corazón desde entonces.

En abril de 1980, al correr la voz por todo el país sobre el asesinato de Damián, un preso de Atlanta, Georgia, escribió un poema con este verso: “Nunca supe que yo tenía bandera hasta que murió Damián García...” Al pensar acerca de todo eso hoy, es aún más cierto que demasiados oprimidos en este país y por todo el mundo no saben que tienen una bandera, no saben del comunismo, no saben que tienen una causa para la cual vale la pena vivir y morir y no saben que tienen a un líder como Bob Avakian; no saben que hay una salida. En un tiempo en que esos millones están condenados a una vida de sufrimiento y degradación bajo este sistema, el sentido de la vida de Damián puede inspirar a muchos a entrarle ahora para ayudar a cambiar tal situación, dedicando la vida a poner fin a ese sufrimiento innecesario y a crear todo un mundo radicalmente diferente y comunista.

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