Revolución #169, 28 de junio de 2009


Justicia para Oscar Grant:

Policía asesino acusado de homicidio... La lucha continúa

El 4 de junio, seis meses después de la muerte de Oscar Grant, el juez C. Don Clay dictaminó tras una audiencia preliminar que enjuiciarán a Johannes Mehserle, expolicía de BART (Tránsito Rápido del Área de la Bahía), por homicidio. Ese fallo sienta las bases para la batalla por justicia para Oscar Grant y cambia lo que está en juego. Hay que poner mucha atención a las vueltas y giros de este caso mientras se aproxima el juicio. La gente debe seguir expresándose, oponiendo resistencia y poniendo al descubierto ante el mundo la verdad sobre este asesinato, que es parte de una epidemia de asesinato policial a nivel nacional.

Durante las décadas recientes, miles de personas han muerto a manos de la policía. Hombres, mujeres y niños. El Departamento de Justicia mantiene una lista de algunas de las víctimas, aproximadamente 350 al año, bajo el título de “homicidio justificado”. El San Francisco Chronicle investigó y solo pudo encontrar 6 casos en los últimos 15 años en que acusaron de homicidio a un policía que mató mientras estaba de servicio. De esos seis casos, en que estaban involucrados 13 policiás, absolvieron a la mayoría de ellos, y no declararon culpable de homicidio a ninguno (“Expolicía de BART acusado de homicidio en un grupo poco común”, en inglés, 15/02/09) En el caso de Amadou Diallo, por ejemplo, absolvieron de todos los cargos a los cuatro policías que le dispararon 41 balas.

En el caso de la mayoría de las muertes, el asunto ni siquiera llega a un tribunal. Cuando un policía mata, basta muchas veces con escribir en el informe, “Bajaba la mano hacia la cintura” para que automáticamente califiquen de “homicidio justificado” la muerte de un civil inocente y para resolver una investigación.

Cada asesinato policial es un suceso terrible: un jóven baleado en la espalda, una mujer trastornada, acribillada por blandir una pelapapas (Cau Bich Tran, muerta por el Departamento de Policía de San José en 2003), las golpizas, las llaves de estrangulación y las ejecuciones por electrocución con una pistola Taser, un arma supuestamente “no letal”.

El asesinato de Oscar Grant, visto desde cinco ángulos diferentes en video, era horroroso y rápido. Oscar Grant y sus amigos habían celebrado el año nuevo y regresaban a casa en el transporte público por más “seguro”. Cuando el tren en que viajaban llegó a la estación Fruitvale, los policías de BART detenían a Oscar y sus amigos porque se les había informado de algún altercado. Los oficiales estaban gritando palabrotas, blandiendo las pistolas Taser, empujándolos, golpeándolos y amenazándolos. Johannes Mehserle empujó a Oscar hasta acostarlo boca abajo en el suelo, y le dio un balazo en la espalda a quemarropa. El incidente solo duró unos pocos minutos.

Asesinatos policiales ocurren todos los días. Sin embargo mucha gente protestó ESTE asesinato de muchas maneras diferentes. En primer lugar, por lo menos cinco de las personas en el tren atestado de gente esa noche del año nuevo, al ver a la policía insultar y empujar a Oscar Grant y sus amigos, sacaron sus cámeras o teléfonos celulares para documentar la brutalidad. Tres videos aparecieron, uno tras otro, salieron en la tele y se difundieron muy ampliamente por la Internet. La gente de Oakland y por todo el mundo empezó a reclamar justicia para Oscar Grant. Arreglaron un campito conmemorativo fuera de la estación donde murió. Su familia habló durante su funeral al cual asistieron centenares de personas. Los políticos y reverendos pidieron la calma. Pero el 7 de enero, Johannes Mehserle dejó el departamento de policía de BART, y aún no lo habían arrestado. Esa noche estalló una rebelión de centenares de personas en el centro de Oakland que duró gran parte de la noche.

Como informó Revolución: “irrumpieron en las calles en una justa rebelión por las décadas de furia latente contra la brutalidad policial y asesinatos francos, como el de Oscar” (“Asesinato policial prende rebelión en Oakland; ¡El pueblo exige justicia para Oscar Grant!”, 18 de enero de 2009).

La siguiente noche un grupo más pequeño de 100 personas se tomaron las calles del centro, con los helicópteros policiales otra vez persiguiéndolos durante horas y hubo más arrestos. El viernes estudiantes de Oakland High y otras escuelas salieron de clases en protesta. El lunes por la tarde una protesta tumultuosa desfiló por el centro de San Francisco y hubo más arrestos. En medio de los retumbos de la rebelión y las protestas generalizadas por la justicia para Oscar Grant con la participación de gente de muchos diferentes sectores sociales, por fin arrestaron a Johannes Mehserle en Nevada adonde había huido, y lo acusaron incialmente de homicidio.

De los seis policías que se encontraban en el andén con Mehserle en 1º de enero, ninguno ha sido despedido de BART. En sus testimonios durante la audiencia, estos perros dijeron que no “se han arrepentido” de sus actos esa noche. Una de ellos, Marysol Domenici, dejó atónitos a todos en asistencia cuando describió cómo ella misma se preparaba mentalmente para matar a alguien luego del asesinato de Oscar. Y ahora, según el noticiero KGO, Domenici y Jon Woffinden han sido premiados con una nueva función: entrenadores de defensa táctica para todo el departamento. Los mismos oficiales que se desbocaron durante dos minutos y medio ahora ¡entrenarán a otros oficiales en cómo hacer lo mismo!

Cuando la gente se levantó en Oakland, estaba oponiendo resistencia a todo eso. Actuaba con un entendimiento básico: “Ya basta, no más”. Los lemas “Todos somos Oscar Grant” y “Todo el maldito sistema es culpable” resonaban poderosamente en las calles y por todo Oakland, y siguen resonando. Se veía que esta rebelión, aunque se trataba de solo unos centenares de personas, tenía profundas raíces y podía estallar de nuevo... y extenderse.

El sistema quiere encubrir la muerte de Oscar y dejar en libertad a sus agentes del orden. Pero también sabe que siguen ardiendo bajo la superficie el espíritu de aquellos primeros días después del asesinato de Oscar y las protestas subsiguientes. Las autoridades inmediatamente hicieron todo lo posible para calumniar la rebelión. La prensa tildó de “matones” a los que participaron y especialmente criticó a Libros Revolución por defender la rebelión. David, un miembro adolescente del Club Revolución, fue acusado de felonías (delitos graves), junto con tres otros, entre ellos un periodista y un estudiante de City College. Después de la noche del 7 de enero, a casi todas las protestas contra la brtualidad policial las han rodeado cientos de policías antimotín.

En marzo, cuando cuatro policías en Oakland fueron muertos, el sistema inmediatamente se aprovechó de ese incidente para desencadenar una contraofensiva y desacreditar el coraje y la resistencia justos del pueblo contra el asesinato de Oscar Grant y la epidemia mayor de que forma parte. Se hizo un enorme funeral al cual asistieron 15.000 policías; lo transmitieron en vivo por televisión en el Área de la Bahía con los panegíricos que hicieron los políticos para los “cuatro héroes caídos”. Barack Obama les mandó una carta de condolencia, diciendo: “Siempre los llevaremos en el corazón, y su legado de servicio nos inspirará mientras trabajamos juntos por un Oakland mejor, un mundo mejor”. Pero no dio ningún pésame por Oscar Grant.

También el fiscal de California, Jerry Brown, hizo declaraciones fascistas y directas que calificaron a las masas de “terroristas urbanos”. Singularizó especialmente a los activistas revolucionarios cuando prometió “contener” a los “oponentes ideológicos” que “se aferran tanto a su creencia de que la policía es el problema”.

Por todas esas razones es tan importante defender a los arrestados el 7 de enero que siguen siendo acusados. David, un miembro del Club Revolución del Área de la Bahía, es uno de los cuatro (y el único menor) acusados de felonías. Como señaló un volante del Club Revolución que llamaba a asistir a una audiencia en el caso de David el 15 de junio: “Estas mismas autoridades y este mismo sistema, que continuamente cometen estos ultrajes violentos contra la gente oprimida, ponen en la mira a una persona que ha traído a los que participaron en la rebelión justa un entendimiento claro de la causa de esos ultrajes —el propio sistema y la imposición de su naturaleza opresiva por medio de la brutalidad y el asesinato— y el hecho de que la solución se encuentra en construir un movimiento revolucionario con el objetivo final de barrer este sistema monstruoso por completo”.

Al acusar a David, igual como los otros, de felonías en este caso, el sistema está atacando a todos los que se niegan a quedarse callados ante el asesinato de Oscar — y más allá, a todos los que sueñan con un mundo radicalmente diferente. Defender a los acusados es una parte crucial de la batalla general por justicia para Oscar Grant.

Nos esperan vueltas, curvas y giros en la lucha por justicia para Oscar Grant. Mehserle aún está lejos de ser convicto. Por eso, hay que tomar nota de que el juez Clay, al dictaminar que Mehserle debe ser enjuiciado de homicidio, dijo estar de acuerdo con la defensa en que el meollo del caso estaba en el “estado de ánimo” de Mehserle cuando disparó el arma, y dijo que para determinar eso, Mehserle tendrá que testificar. También opinó que cree a los policías —aunque piensa que exageraron— cuando declararon que pensaron que Oscar Grant era un peligro... para la policía. En resumen, el juez Clay, al consignar a Mehserle para un enjuicio por homicidio, explicó a la defensa las principales estrategias para el juicio que podrían llevar a su absolución.

Debido al nivel de la lucha que se ha librado hasta la fecha, se da la posibilidad de algo sumamente insólito bajo este sistema: que en este caso, se podría obtener algo de justicia para un muchacho negro asesinado por la policía, y un policía asesino podría ir a dar en la cárcel por homicidio. Se darán vueltas y giros, y cosas nuevas que la gente tendrá que aprender a tratar y hacer — incluso para conseguir la simple justicia por el asesinato de Oscar, ni hablar de ponerle fin al sistema y hacer nacer un mundo radicalmente diferente.

Como escribimos anteriormente en Revolución: “Una poderosa resistencia puede cambiar el ambiente en la sociedad en que demasiadas personas aceptan lo inaceptable. Puede darles ánimo a aquellos que este veredicto tiene bajo una pena capital constante. Puede alentar a mucho más gente a unirse para resistir. Puede ser una poderosa fuerza para construir un movimiento revolucionario apuntado a acabar con este sistema asesino” (“¡El pueblo exige justicia para Oscar Grant!”, 19/01/09).

¡Todos somos Oscar Grant! ¡Todo el maldito sistema es culpable!

Luchar contra el poder, y transformar el pueblo, parra la revolución.

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