Revolución #169, 28 de junio de 2009


Las raíces del levantamiento iraní

“Una sociedad que se ahoga en la corrupción, la destrucción, la superstición, la vil ignorancia religiosa, la drogadicción y la prostitución”

26 de junio de 2009

Cuando se anunciaron los resultados de la elección presidencial en la noche del 12 de junio, escasamente tres horas después de que se cerraran las casillas, millones de iraníes se sorprendieron. El presidente de turno —y ampliamente odiado— Ahmadinejad supuestamente ganó una reelección por un margen del 63 al 33 por ciento. Millones estaban indignados por lo que sintieron era un descarado robo de la elección —muchos lo llamaron un golpe de estado— y empezaron casi inmediatamente masivas protestas callejeras.

Como estallaron muchas formas de protesta, testigos presenciales reportaron que cada vez más gente expresaba sentimientos abiertamente en contra del régimen, aún más allá de la indignación al ser percibida ampliamente como una elección robada: “…una inmensa y creciente parte del pueblo ya no confía ni es leal al régimen. La gente que aún no ha tenido ninguna respuesta a la situación política claramente coreaba: ‘Muerte a Jamenei’, una consigna que rara vez o si es que nunca escuchada antes en cualquier protesta en Irán” ("Irán: una agrietada estructura de poder pero lejos de ser erradicada”, Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar [SNUMQG], 22 de junio de 2009, en línea en revcom.us).

Muchas fuerzas están en el campo de batalla, entre ellas aquellas leales y que buscan la reforma de la República Islámica de Irán (RII). Y muchos de los que están en las calles veían a estas fuerzas como una alternativa positiva al intolerable orden establecido y enarbolaban la bandera verde del islam (un análisis más profundo de las fuerzas que están en medio de la actual situación en Irán se halla en “Revuelta en Irán”, de V.T., en revcom.us).

Al mismo tiempo hay fuerzas más radicales y hay muchos debates y lucha sobre grandes cuestiones. Entre aquellos implicados en las protestas existe una estimulante atmósfera de desafiar a cosas que se han aceptado por años y el apremiante debate sobre el camino a seguir. Para una muy única y reveladora imagen de esta atmósfera, recomiendo fuertemente a los lectores leer —y circular— el artículo "Sábado, la calle Azadi, Teherán”, del SNUMQG (22 de junio de 2009, en línea en revcom.us).

Estas justas y heroicas protestas que se han dado durante dos semanas al cierre de esta edición, se han topado con una escalada sanguinaria de represión, con amenazas, golpizas, tortura y asesinatos por la RII. Los estudiantes de la Universidad de Teherán que fueron arrestados escriben que las condiciones de encarcelamiento —que incluyen asalto sexual, golpizas y la privación de agua y comida— eran “peores que las de Guantánamo”. Los periodistas sufren hostigamiento, arrestos y expulsiones de Irán en plan de suprimir el cubrimiento de las noticias. El régimen ha cerrado los periódicos y los sitios web de oposición y ha fichado y encarcelado a sus simpatizantes, y se ha reportado que algunos han sido torturados para forzarlos a “confesar” de ser parte de un “complot del extranjero” (The Guardian, Inglaterra, 26 de junio de 2009).

“Los testigos nos están diciendo que la Basij está destrozando las calles y los barrios también como las casas a fin de detener los coros de protesta sobre los techos en la noche”, dijo un representante Human Rights Watch (BBC, 27 de junio de 2009).

El ayatolá Ahmed Jatami, un líder del clero (sin parentesco con el anterior presidente Jatami), amenazó con ejecutar a los manifestantes en un sermón radiotransmitido nacionalmente el viernes 26 de junio declarando que se debería “tratarlos sin piedad”, porque se oponían al Líder Supremo el ayatolá Jamenei quien es supuestamente ungido por Dios para gobernar y debe ser obedecido y diciendo que cualquiera que se rebele contra él “está en una guerra contra Dios”.

Detrás de la furia y la indignación

El robo de la elección que muchos han percibido fue la chispa inmediata para el desahogo de la furia y el desafío masivo. Pero más de fondo, el levantamiento masivo de Irán ha sido impulsado por la rabia reprimida de millones de iraníes ante el carácter sofocante y opresivo de la RII, una vida caracterizada por lo que el Partido Comunista de Irán (Marxista-Leninista-Maoísta) [PCI (MLM)] llama “una sociedad que se ahoga en la corrupción, la destrucción, la superstición, la vil ignorancia religiosa, la drogadicción y la prostitución” (Comunicado #6 del PCI [MLM]: ‘Al pueblo: ¡Cuidado! ¡Musavi no es su hermano y no está de su lado!’ (SNUMQG, 22 de junio de 2009, en línea en revcom.us).

Las raíces de estas condiciones recaen en toda una historia y la presente realidad diaria, de un mundo dominado por el imperialismo —por un sistema impulsado a maximizar las ganancias a través de la explotación, cuya lógica y relaciones económicas y políticas se refuerzan por la sistemática brutalidad y opresión. Puedes girar el globo y señalar a un país y descubrir un legado de invasiones imperialistas, golpes de estado, regímenes títeres, cámaras de tortura, escuadrones de la muerte y la represión para imponer esas relaciones y esta es verdaderamente la situación de Irán. Con sus inmensas reservas de petróleo y su ubicación de importancia geopolítica estratégica, desde hace mucho Irán ha estado en las miras de las potencias imperialistas — los británicos hasta la Segunda Guerra Mundial y luego principalmente los Estados Unidos.

Hasta 1978 la dominación imperialista de Irán tomó la forma del gobierno del Sha, un monarca tirano que fue instalado por la CIA estadounidense en un golpe de estado militar en 1953 y permaneció como un cliente leal a través de su reinado. Ampliamente odiado por los iraníes el Sha permaneció en el poder, en gran medida gracias a la SAVAK, su policía secreta entrenada por Estados Unidos.

En 1978 una ola revolucionaria que atrajo a millones de iraníes se extendió por todo Irán. El Sha inicialmente trató de ahogar la revolución en sangre asesinando a miles en un solo día —“el Viernes Sangriento”— en septiembre.

Por poco que se conozca, la llegada al poder del actual régimen en unos sentidos importantes fue facilitada por los Estados Unidos. Cuando se hizo claro que las masacres del Sha no tenía el efecto deseado, los Estados Unidos hizo un llamado de que su mejor opción, bajo las circunstancias, era facilitar la llegada al poder de las fuerzas de la Republica Islámica de Irán en 1979. Los Estados Unidos consideró que esas fuerzas islámicas eran su mejor apuesta para mantener la dominación imperialista de Estados Unidos en la región antes que permitir que la revolución se desarrollara.

Yo estaba en Irán recién después de la revolución y de nuevo en 1980, reportando para Revolución (entonces el Obrero Revolucionario) y vi que la Republica Islámica estaba consolidándose con la clase de ataques violentos sobre los oponentes al régimen de los que hoy somos testigos. Un florecimiento de la actividad política y el debate ha crecido rápidamente en el período subsiguiente a la revolución de 1979, evidenciado por concentraciones políticas con decenas de miles de personas, las aceras salpicadas de literatura radical y revolucionaria y muchas otras actividades políticas. Esta situación tuvo el potencial de desarrollarse en un movimiento revolucionario que realmente rompiera las cadenas de la dominación imperialista.

Las fuerzas alrededor de Jomeini sirvieron, bajo las circunstancias, a los intereses del imperialismo. Esas fuerzas no se acomodaban a sus intereses pero violentamente aplastaron las fuerzas políticas radicales y revolucionarias y reprimieron brutalmente a sectores del pueblo —como a las mujeres— cuyas demandas se dieron en contra de las estructuras económicas, políticas, sociales y culturales y las tradiciones que reforzaban al viejo orden. Durante mis viajes vi al régimen ponerse a aplastar a sus oponentes y a consolidar su poder. Las escenas de hoy recuerdan esas imágenes —los golpeadores con tubos del Hezbolá de Irán (el “partido de Dios”) que atacan a aquellos que se oponían a la teocracia islámica, desde los burgueses islámicos y democráticos hasta los revolucionarios comunistas— asaltando las manifestaciones y arrestando y asesinando a miles de comunistas y otros oponentes del régimen durante la década del 1980. Entonces como ahora, las mujeres eran el primer blanco del violento clero islámico patriarcal.

Desde ese entonces, la República Islámica ha sobrevivido gracias a dos elementos de primera importancia: la represión y el estricto control de las muchas organizaciones armadas de policía y de seguridad, y los castigos extremos sancionados por la religión. Como he esbozado arriba, el imperialismo estadounidense, el que incluye al presidente Barack Obama, es responsable de las condiciones fundamentales que crearon esta situación. Estados Unidos no tiene ningún derecho a derramar lágrimas de cocodrilo ni a expresar indignación ante ella, pues el funcionamiento del imperialismo estadounidense, tanto en su naturaleza explotadora como en las medidas políticas tomadas conscientemente al servicio de dicho sistema, es lo que fundamentalmente creó tales condiciones, a pesar de que Estados Unidos ahora encuentra que estas fuerzas son un obstáculo y una amenaza a sus objetivos económicos, políticos y militares en la región.

El creciente descontento

Hoy el descontento y la alienación por el carácter sofocante, represivo, sin salida y oscurantista —o sea, al estilo de la Edad de las tinieblas— del gobierno islámico han ido creciendo particularmente entre las y los jóvenes, en especial las y los jóvenes de las zonas urbanas, y sobre todo los estudiantes y las mujeres. Todo eso se ve reflejado en las consignas de las protestas de hoy: muerte a la dictadura, libertad de pensamiento, libertad o muerte, y la demanda generalizada de poner fin a la censura y la represión periodística, artística e intelectual. Pero al mismo tiempo refleja los enormes cambios sociales, políticos y económicos en el mundo y en Irán: la urbanización del país (ahora el 70% de la población vive en ciudades), la población joven (más del 60% tiene menos de 30 años de edad) y el mayor acceso a la educación, incluido para las mujeres, que en el pasado.

El régimen ha endurecido el castigo a los que no acatan sus dictados. De acuerdo a Amnistía Internacional, el año pasado el régimen ejecutó a cuando menos 346 personas (una cifra que incluye los ahorcamientos), lo que le da a Irán el segundo lugar en el mundo en cuanto a ejecuciones. En un solo día, el 27 de julio de 2008, ahorcaron a 29 personas presuntamente culpables de delitos como asalto a mano armado, venta de drogas e incluso consumo de bebidas alcohólicas y tener de municiones (Telegraph, 27 de julio de 2008).

Hay ataques y represión regularmente a las protestas obreras, estudiantiles y de mujeres. Cualquier arrestado o detenido va ante un sistema jurídico controlado por clérigos, en que se llevan a cabo los procedimientos muchas veces en secreto, los acusados tienen pocos derechos y acceso limitado a abogados y “el mundo se entera de la suerte [del detenido] solo si se anuncia el veredicto en la televisión estatal” (Associated Press, 26 de junio).

La opresión de la mujer

Una gran fuerza poderosa que está surgiendo en medio de la revuelta y las protestas en Irán es la oposición a la opresión de la mujer, vista por ejemplo en la gran cantidad de mujeres en las calles. La RII ha impuesto la ley de Sharia, ha codificado la discriminación legal (en realidad el apartheid) hacia las mujeres, ha reinstalado muchas restricciones y castigos medievales y les ha negado derechos básicos.

El sometimiento de la mujer es una piedra angular del gobierno islámico en las esferas ideológica, política y social. “La sociedad ideal de los fundamentalistas islámicos se basa en la subordinación absoluta de la mujer al hombre en cada nivel de la sociedad. La moral de su sociedad ideal depende absolutamente de que las mujeres sepan que su papel asignado es ser objeto sexual fiel al hombre que es su dueño y producirle mucha descendencia, en particular a niños varones” (“Declaración de la Organización de Mujeres 8 de Marzo (Irán-Afganistán): Para un 8 de marzo internacionalista — Día Internacional de la Mujer; Mujeres revolucionarias claman: La revolución es la salida para la humanidad”, Revolución #157, 22 de febrero de 2009, http://revcom.us/a/157/mar8_call-es.html).

“La obligación de llevar el hiyab (el velo) en público se impuso a las mujeres y hasta infracciones menores resultan en un castigo severo (74 latigazos o un año de cárcel)... Los tribunales han aplicado como castigo los azotes, la amputación y la muerte a pedradas, la última solo para mujeres condenadas por adulterio. Aplican sentencias más leves que antes para los esposos, padres y hermanos acusados de ‘asesinatos de honor’. Incluso hay reglamentos contra las muestras de cariño en público. Bajo Jomeini se permitió de nuevo el matrimonio de niños y bajaron la edad de casarse de 18 a 9 años para muchachas (cuando eso suscitó protestas, subieron la edad a 13 años), y a 15 años para muchachos. Nuevas leyes alentaban la poligamia e impedían que la mujer dejara a un esposo que la maltrataba” (“Divided Iran on the Eve” [Irán dividido en la víspera], de Malise Ruthven, una reseña del libro Sexual Politics in Modern Iran [La política sexual en el Irán moderno], de Janet Afary, publicada en la revista New York Review of Books el 2 de julio de 2009).

Se permite matar a pedradas a mujeres condenadas de adulterio u otros delitos, y la forma bárbara en que el castigo se cumple sigue normas jurídicas que garantizan el sufrimiento máximo: “El Código Penal de Irán impone un castigo de muerte a pedradas. Incluso estipula que las piedras sean suficientemente grandes para infligir dolor, pero no tan grandes como para matar inmediatamente a la víctima”, dice el informe de Amnistía Internacional sobre un día en que nueve mujeres y dos hombres estaban esperando su muerte a pedradas. Continúa: “El artículo 102 del Código Penal dice que para la ejecución a pedradas, hay que enterrar a los hombres hasta la cintura y las mujeres hasta el pecho. El artículo 104 afirma, refiriéndose al castigo por adulterio, que las piedras “no deben ser tan grandes como para matar a la persona con un golpe o dos; ni tan pequeñas que no se les pudiera llamar piedras” (“Iran: Death by stoning, a grotesque and unacceptable penalty” [Irán: La muerte a pedradas, un castigo grotesco e inaceptable], de Amnistía Internacional, 5 de enero de 2009).

También se discrimina a la mujer en el empleo y se le impide desempeñar su papel justo y pleno en la sociedad, a pesar de que representa aproximadamente el 60% de los estudiantes universitarios: “El hecho es que a 30 años de la revolución, las mujeres constituyen solamente el 15% del sector formal de la fuerza de trabajo asalariada (es decir, los que tienen derecho a días festivos pagados, licencia por maternidad, pensión de jubilación y otras disposiciones del derecho laboral). De acuerdo al censo iraní del año 1385/2006, solo 3.5 millones de las mujeres son trabajadoras asalariadas, en contraste con 23.5 millones de los hombres... El censo iraní más reciente (de 1385/2006) demuestra que las mujeres constituyen menos del 20% de la fuerza de trabajo, muchísimo menos que el promedio mundial de 45%” (“Where are Iran’s Women?” [¿Dónde están las mujeres de Irán?] de Valentine M. Moghadem, The Iranian Revolution at 30 [La revolución iraní a los 30 años], del The Middle East Institute, www.mideasti.org, 10 de febrero de 2009).

Como analizó la Organización de Mujeres 8 de Marzo tras el asesinato de Neda Agha-Soltan a manos del régimen durante la reciente revuelta: “Neda se convirtió en un blanco del odio que tiene el sistema islámico medieval, el cual ni siquiera puede tolerar la simple participación de la mujer en la sociedad” (declaración de junio de 2009).

Los cambios sociales, por ejemplo el impacto de la revolución y de la guerra de ocho años entre Irán e Irak y los cambios en el mundo en general, han aumentado las tensiones existentes en la sociedad iraní entre la posición social, la experiencia y las aspiraciones de las mujeres iraníes y las restricciones islámicas del régimen. El alfabetismo de las mujeres sobrepasa el 95% y la mayoría de las familias quiere que sus hijas reciban una educación. La situación de la mujer en Irán concentra agudamente la naturaleza del régimen. Sin embargo, como es el caso de toda la opresión que sufre la población iraní, sus raíces están, una vez más, en el sistema mundial de capitalismo e imperialismo y en las maneras en que ese sistema se entrelaza con fuerzas, tradiciones y relaciones sociales feudales y reaccionarias, y opera mediante ellas en los países que domina.

Para los que miran hacia el Occidente para la solución a la opresión de la mujer, cabe examinar el tipo de “liberación de la mujer” que la invasión, guerra y muerte a manos de Estados Unidos les han traído a las mujeres que viven en la República Islámica de Afganistán (en verdad, así se llama el gobierno títere instalado por Estados Unidos) y bajo el régimen iraquí, también instalado por Estados Unidos y que ha adoptado el islam como la base de su gobierno.

La “Declaración de la Organización de Mujeres 8 de Marzo (Irán-Afganistán): Para un 8 de marzo internacionalista — Día Internacional de la Mujer; Mujeres revolucionarias claman: La revolución es la salida para la humanidad” dice al respecto:

“Tomen un momento para preguntarse: ¿Qué clase de sociedad tenemos (en el mundo) si la subordinación de una mitad de la humanidad a la otra mitad es una de sus piedras angulares y cánones morales? ¿En qué clase de mundo vivimos si de un continente a otro la opresión de la mujer y la ignorancia religiosa organizadas (con la aprobación del estado) se utilizan para mantener la ‘cohesión social’? Los asesinatos de honor, las muertes a pedradas y el matrimonio obligatorio son prácticas endémicas en lugares como Afganistán, Irán, Pakistán, Kurdistán e India, mientras la oculta violencia conyugal mata en silencio a las mujeres en el Occidente ‘civilizado’, pero dicen que todo eso es resultado del ‘debilitamiento de los valores familiares’, el aborto y el ‘debilitamiento de los valores religiosos’. Todos son rasgos demasiado omnipresentes de nuestro mundo.

“La República Islámica de Irán es el estado reaccionario más opresivo bajo el cual la mujer iraní ha vivido. Pero las clases dominantes imperialistas de Estados Unidos, que preparan una nueva serie de agresiones y guerras en el Medio Oriente, no son nada mejor, y dan asco sus intentos de justificar sus crímenes en la región con palabras hipócritas sobre la liberación de la mujer. Tanto el uno como el otro se beneficia de la opresión de la mujer en Estados Unidos y por todo el mundo. De hecho, esa opresión es un elemento fundamental del sistema capitalista mundial.

“Se acepta el comercio de mujeres, viendo en el cuerpo femenino una legítima mercancía más de compraventa capitalista. Marx dijo que el capitalismo hace que la prostitución se generalice. Y en verdad, eso lo estamos viendo. En Irán y Afganistán, bajo repúblicas islámicas, matan a pedradas a las mujeres por acostarse con el hombre indebido, pero la prostitución es cada vez más uno de los trabajos más accesibles para ellas”.

La RII: un régimen reaccionario, y de ningún modo antiimperialista

Algunas fuerzas políticas en Estados Unidos y otros países argumentan que la RII es un régimen antiimperialista porque tiene conflictos con EE.UU. Repiten las acusaciones de la RII de que la causa del descontento en la población son las intrigas del Occidente y que las protestas constituyen un levantamiento de la élite privilegiada en contra de la gente común. Estos argumentos son profundamente incorrectos y representan un entendimiento totalmente erróneo de la naturaleza del imperialismo, la naturaleza de la RII y la clase de cambio radical verdaderamente liberador que se necesita en Irán y alrededor del mundo.

Es cierto que el ascenso del fundamentalismo islámico representa un desafío grave a los objetivos del imperialismo yanqui. Irán, una república islámica relativamente estable y poderosa, ha sido el epicentro de ese desafío en muchos sentidos.

Hoy, Irán no está bajo el fuerte dominio de Estados Unidos como en los días del Sha y “debido a una combinación de factores, ha adquirido más margen de maniobra y alcance geopolítico. Entre los factores principales figuran sus grandes reservas de petróleo y gas natural en combinación con sus instituciones y estructuras estatales cohesionadas, con centro motriz ideológico, profundas raíces y gran alcance (en Irán y con elementos más allá, especialmente en la región)” [citado en el pasaje traducido al español de “Una evaluación del avance hacia una guerra entre Estados Unidos e Irán: Causas y potenciales ramificaciones” en línea en revcom.us http://revcom.us/a/169/iran_study-es.html].

Pero en realidad Irán sigue siendo básicamente una nación dependiente y oprimida dentro del marco del imperialismo mundial y subordinada a él (el que incluye a muchos países imperialistas y otras potencias reaccionarias). Por ejemplo, veamos las industrias muy extensas de petróleo y gas natural sobre las cuales Irán ejerce un control relativo. La RII ha podido emplear el control de esas industrias y los ingresos que generan (que se calculan en $70 mil millones el año pasado) para tomar varias medidas de asistencia social (a menudo con el propósito de crear una leal base social) y subvenciones (en particular para los alimentos y la gasolina) las cuales, junto con su amplio aparato de control social, económico y político, le han permitido mantener su firme dominio del poder.

Estos sectores estatales de la economía iraní no son una manifestación de liberación nacional. Ilustran nítidamente la subordinación de Irán a la economía mundial y las relaciones económicas y sociales distorsionadas y deformadas resultantes. La economía de Irán todavía está orientada a la producción del petróleo para el mercado mundial (el 80% de los ingresos del gobierno aún vienen de la venta de petróleo), de modo que la crisis financiera global y las agitadas fluctuaciones del mercado mundial y del precio de petróleo tienen importantes repercusiones en Irán. Aun cuando hayan subido los precios y los ingresos por concepto del petróleo, no siempre han resultado en crecimiento y un aumento de ingresos, sino que a menudo han generado inflación y más desigualdad. Irán sigue dependiendo del mundo imperialista para la tecnología que requiere para expandir y modernizar el sector energético, de modo que —en parte debido a las sanciones estadounidenses— aunque Irán es el segundo país en el mundo en reservas de gas natural y el tercero en reservas de petróleo, no tiene la capacidad de refinar gasolina ni de producir suficiente gas natural para el mercado interno, así que se encuentra obligado a importarlos (y como resultado está sujeto a muchas formas de presión de otros países y a los caprichos del mercado).

Por esta dependencia estructural del “mercado mundial” (el imperialismo), la situación económica de los iraníes ha empeorado en los últimos años. Se han recortado las subvenciones; y la inflación ahora es de más del 23% al año. El crecimiento económico en 2009 será menos de la mitad de lo que fue en 2007 (New York Times, 10 de junio de 2009). Se han cerrado muchas fábricas y el 40% de la población vive debajo del umbral de la pobreza. “La tasa oficial de desempleo ha sido de 20%; entre los jóvenes la cifra es de 40%. Cada año, 250.000 egresados universitarios buscan empleo pero solamente 70.000 lo encuentran” (“La guerra económica contra la gente: un aumento de crisis y resistencia”, Haghihat, #36, noviembre, órgano del PCI [MLM]).

En resumen, en la forma de la República Islámica la economía de Irán está profundamente entretejida en las redes globales del capitalismo-imperialismo mundial. Y las relaciones sociales que existen en ese país reflejan y sirven a eso, incluido el poderoso papel de las fuerzas y las tradiciones feudales y fundamentalistas religiosas.

A partir de este análisis, se puede comprender lo positivo que es que algunos sectores de la sociedad que tienen acceso a la educación y la cultura se están rebelando contra la moral y la concepción del mundo fundamentalistas islámicas asfixiantes que entumecen y aplastan la vida. Esta rebelión es algo bueno.

Es cierto que sin un fuerte polo que representa a los oprimidos que no tienen nada que perder más que sus cadenas y que actúan como emancipadores de la humanidad con una dirección comunista revolucionaria, estas fuerzas y sus reivindicaciones se van a acabar cobijados bajo una tendencia reformista u otra: la democracia burguesa, las iniciativas de encontrar una solución islámica moderada o una posición que oscila entre la una y la otra. Pero eso solamente señala la necesidad de que las fuerzas revolucionarias abracen todo esto y dirijan; que estrechen los brazos alrededor de amplios, diversos, complejos y potencialmente muy positivos sectores de la sociedad que se estén rebelando contra toda forma de opresión.

El imperialismo: el meollo del problema y no una parte de la solución

Durante el actual levantamiento, los gobernantes yanquis se han hecho pasar por amigos del pueblo iraní que apoyan su protesta y lucha contra la represión y la injusticia. El 23 de junio, el presidente Barack Obama declaró que estaba “horrorizado e indignado por las amenazas, las palizas y los encarcelamientos de los últimos días”, que lloraba “cada vida perdida de un inocente”, que Estados Unidos “respeta la soberanía de la República Islámica de Irán y que no está interfiriendo en los asuntos internos de Irán”.

Como esbocé en este artículo, estas son las palabras del comandante en jefe de la potencia imperialista dominante en el mundo, una potencia que en su afán de alcanzar la hegemonía global dominó directamente a Irán por 25 duros años bajo el Sha y que ha tratado de recuperar su dominio sobre Irán desde entonces. ¿Está “horrorizado” Obama por el hecho de que Estados Unidos azuzó una guerra entre Irán e Irak que duró ocho años y que alentó a Saddam Hussein a usar armas químicas contra Irán lo que causó la muerte de cientos de miles de iraníes (y cientos de miles de iraquíes)? No. Obama nunca menciona eso. Obama dice que respeta la soberanía de Irán, pero el imperio yanqui que encabeza invadió y ocupó a Afganistán en 2001 e Irak en 2003, dos países que colindan con Irán.

De fondo, la “solución” prometida por la “democracia occidental” es en verdad la “solución” de meter a Irán más firmemente bajo la dominación de las redes del imperialismo estadounidense e integrarlo más en dichas redes. Pero son las propias relaciones económicas y sociales que en lo fundamental establece el imperialismo los que están al centro de toda la miseria, pobreza, represión brutal y opresión oscurantista de la Edad de las tinieblas contra las cuales el pueblo iraní se está levantando.

El mundo y el pueblo de Irán necesitan algo mucho más liberador que los horrores del dominio del fundamentalismo islámico y los horrores que el imperialismo estadounidense trae al mundo. Y como parte de forjar otro camino por todo el mundo, es decisivo apoyar el levantamiento del pueblo iraní contra la tiranía opresiva de la RII sean lo que sean las vueltas, curvas y giros de este levantamiento y reconocer lo magnífico que es cuando millones de personas aprovechen las oportunidades creadas por las divisiones entre los que gobiernan para subir al escenario político. Y especialmente para la gente en Estados Unidos esto quiere decir desenmascarar enérgicamente y oponerse a las medidas que toman “nuestros” propios gobernantes para manipular los sucesos en Irán en beneficio de sus intereses imperialistas.

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