Revolución #173, 16 de agosto de 2009


París, Texas — Linchamiento moderno, ultraje de siempre

“Están vendiendo postales del ahorcamiento...”

- Bob Dylan, de la canción “Calle de la desolación”, 1965

París, Texas tiene un lugar de triste fama en la historia norteamericana. Allí en 1893 tuvo lugar el primer linchamiento público, organizado y muy publicitado de un hombre negro.

Henry Smith fue acusado de asesinar y agredir a la hija de tres años de edad de un policía de París, Texas, a pesar de que no había ninguna evidencia, testigo ni pista. Smith fue capturado en Arkansas y llevado a París por tren. Miles de blancos se congregaban en cada parada mientras Smith, golpeado brutalmente, fue exhibido ante las turbas.

Cuando llegó a París, unas 10 mil personas que llegaron desde Dallas y otras ciudades por tren estaban esperando el vil espectáculo del linchamiento de Smith. Lo pasearon por las calles de París en un carro alegórico y lo llevaron al campo fuera de la ciudad. Allí lo pusieron en un patíbulo donde el policía y su familia lo torturaron por casi una hora. Le marcaron la carne con varillas de hierro al rojo vivo, desde los pies para arriba.

Un artículo del New York Sun informó que “a cada gemido del desalmado [esto se refiere a Smith, no a sus torturadores], a cada contorsión del cuerpo les respondió la muchedumbre muy numerosa. Finalmente, le clavaron en los ojos y la garganta el hierro al rojo vivo”. De algún modo, Henry Smith todavía respiraba. La turba le echó aceite y le prendió fuego. Luego los participantes armaron peleas cuando discutían entre sí sobre quién recogiera los huesos, las cenizas y los dientes de Henry Smith como recuerdos.

Adelantamos el reloj 115 años.

El 16 de septiembre de 2008, el domingo por la madrugada, en una zona remota del condado de Lamar, Texas, cerca de París, se descubrió el cuerpo desfigurado y parcialmente desmembrado de un hombre joven negro, Brandon McClelland.

De inmediato la policía anunció que Brandon fue víctima de un conductor que lo atropelló y se dio a la fuga. Pero pronto empezó a salir algo de la verdadera historia de su brutal asesinato.

Esa noche dos hombres blancos, Shannon Finley y Charles Crostley, manejaron al estado de Oklahoma con Brandon para comprar cerveza. Cuando volvieron a París, Brandon se bajó del camión y les dijo que iba a pie a casa.

Los hombres lo atropellaron mientras andaba por el camino rural. Cuando Brandon cayó debajo del camión, lo arrastraron para arriba y para abajo por el camino. Continuaron haciendo esto hasta que el cuerpo destrozado y mutilado se zafara del chasis del camión. Probablemente vertieron dos latas de cerveza sobre el cuerpo. Luego se fueron con la finalidad tratar de quitar la sangre de Brandon de su camión.

Cuando la noticia de la muerte de Brandon llegó al pueblo, una ola de ira y angustia recorrió las comunidades negras de París y el condado de Lamar. El incidente trajo recuerdos del linchamiento por camión de James Byrd hace diez años en Jasper, otra ciudad de Texas a unas horas al sur de París, donde tres supremacistas blancos habían sido condenados por el asesinato de James Byrd. La familia McClelland dijo que el asesinato de Brandon fue un “linchamiento al estilo de Jasper”.

El otoño pasado, manifestaciones sacudieron a París que exigieron un juicio contra los dos asesinos. Centenares de personas acudieron a París, organizadas por las secciones de Houston del Nuevo Partido Pantera Negra y de la Nación de Islam. Finley y Crostley fueron detenidos y acusados de homicidio y de manipular la evidencia.

Pero Stacy McNeal, el policía estatal a cargo de la “investigación”, casi de inmediato declaró que no “veía cómo era racial”. Y en junio de 2009, el “fiscal especial” Toby Shook retiró todas las acusaciones contra Finley y Crostley alegando “falta de evidencia”. Pusieron en libertad a los dos asesinos sin restricciones.

El crimen y el encubrimiento

Según la Associated Press (la Prensa Asociada), “La esposa separada de Finley y un amigo de él dijeron que los dos acusados les habían dicho que Finley había empezado a embestir a McClelland con la delantera del camión hasta que McClelland se cayera, y Finley se le pasó encima, según los documentos de la corte. Después Crostley y Finley supuestamente manejaron el coche a un lavacoches para limpiar las manchas de sangre”.

Como dijo Jacqueline McClelland, la madre de Brandon: “ataron a mi hijo a ese camión y lo arrastraron hasta que se viniera a pedazos el cuerpo. Destrozaron el cuerpo de tal manera que ni siquiera se pudiera embalsamarlo en la funeraria. Esto es un crimen de odio... Ése no fue un conductor que lo atropelló y se dio a la fuga. Ellos [Finley, Crostley y sus familias] escondieron el camión e incluso trataron de limpiar las manchas de sangre. La policía ni siquiera protegió la escena del crimen con cinta amarilla y algunas de las partes del cuerpo de mi hijo todavía estaban desparramadas por ahí. Eso es lo mismo que lo que pasó en Jasper”.

Jesse Muhammed, un reportero del periódico Final Call de Houston que viajó a París a principios de octubre de 2008, un par de semanas después del asesinato de Brandon McClelland, escribió: “Fuimos al lugar del crimen en el condado de Lamar. ¡No creerían ustedes que partes del cráneo de Brandon McClelland todavía estaban allá en el suelo! Eso demuestra qué tan poco esto le preocupaba a la policía. Eso fue como un episodio de CSI Nueva York con regueros de sangre para arriba y para abajo en el camino y huellas de llantas con rastros de sangre. Fue una de las noticias más dolorosas que he tenido que cubrir en persona”.

Pero las autoridades inmediatamente tomaron medidas para ocultar y encubrir la evidencia del asesinato de Brandon. En el affidávit para el arresto de Finley y Crostley que presentaron, las autoridades dijeron que habían observado la sangre humana en la parte inferior del chasis del camión de Finley. Pero los informes del laboratorio afirmaron que no había ninguna “evidencia biológica” en el camión. Jacqueline McClelland dijo: “¿Un minuto tienen evidencia y al siguiente no? Ahora no hay nadie acusado del asesinato de mi hijo. Eso es simplemente cruel e injusto”.

La señora McClelland le dijo al Dallas Morning News que “las latas de cerveza estaban regadas por allí [donde murió Brandon], pero los policías ni siquiera las recogieron, simplemente dejaron la evidencia allí. Ni siquiera considerarán la cuestión racial. Así es en París”.

Un informe de la autopsia firmado por diez médicos forenses del Instituto de Medicina Forense del Suroeste de Dallas dijo que la “investigación inicial plantea que las heridas de fuerza contundente sufridas fueron el resultado de un accidente de un conductor que atropelló y se dio a la fuga. No obstante, otras investigación y descubrimientos en el caso indican que el difunto fue atropellado adrede por un camión”.

El informe también dice que “por consiguiente, a partir de las conclusiones de la autopsia y la historia que estaban a nuestra disposición, en nuestra opinión Brandon Demon McClelland, un varón negro de 24 años, murió como resultado de heridas de fuerza contundente”.

El “fiscal” encargado del caso de Finley y Crostley, Gary Young, del condado de Lamar, fue el abogado defensor de Finley hace cinco años cuando éste fue acusado de homicidio sin premeditación por haber baleado y matado a su “mejor amigo”. Finley afirmó que dos hombres negros les habían robado a él y a su amigo. No había ninguna evidencia de esta afirmación y Finley no ofreció ningún nombre ni descripción de sospechosos salvo decir “dos hombres negros”. Nadie fue arrestado ni hablar de acusado del supuesto robo. Finley dijo que había apuntado mal cuando baleó a los supuestos ladrones y le dio tres tiros en la cabeza a su amigo. En ese caso Young pudo arreglar que la condena de Finley se redujera a tres años.

Young fue obligado a recusarse a sí mismo de participación directa en el juicio de Finley y Crostley y un “fiscal especial” fue nombrado. Ese fiscal, Toby Shook, de la Oficina del Fiscal del Distrito del condado de Dallas, anunció que se habían anulado las acusaciones contra Finley y Crostley debido a lo que escandalosamente llamó una “falta de evidencia”. Jacqueline McClelland resumió las maniobras de los fiscales con precisión cuando dijo: “Siento como si todo el mundo estuviera trabajando para que estos tipos se salieran con la suya”.

La fea y profunda historia de la opresión del pueblo negro en este país está empotrada profundamente en todos los aspectos y lugares de esta sociedad, pero hay pocos lugares en que se manifiesta de manera tan descarada como en París. En el centro de la plaza del pueblo se encuentra un monumento dedicado a los veteranos de la Confederación. El año pasado París logró mala fama cuando Shaquanda Cotton, una muchacha negra de 14 años, recibió una sentencia de 7 años de prisión por empujar a un vigilante del aula en su escuela, pero el mismo juez le dio una sentencia de libertad condicional a una muchacha blanca de la misma edad por haber incendiado la casa de sus padres. Anteriormente en 2009, se exhibieron abiertamente dogales, banderas de la Confederación y graffiti racista durante unos meses en una fábrica de tubería, el empleador más grande de la ciudad. Como dijo un hombre en una de las manifestaciones por justicia para Brandon: “Tengo 55 años, y reconozco el racismo cuando lo vea. París, Texas es racista hasta la médula”.

Ha brotado en los últimos meses mucha ira profundamente arraigada en contra de esta opresión. El vil asesinato de Brandon McClelland fue el catalizador para la indignación de muchos, especialmente los jóvenes, ante el abuso que viven constantemente. Las manifestaciones de cientos de personas han exigido justicia para Brandon McClelland y que procesen a Finley y Crostley. El estado de Texas ha respondido negándose a procesarlos.

Hace más de 100 años el primer linchamiento público abiertamente organizado de un hombre negro en los Estados Unidos tuvo lugar en París, Texas. Desde entonces, se han ofrecido promesas de cambio en Estados Unidos vez tras vez, y vez tras vez han quedado rotas. Aquí estamos en 2009 y los hombres que mataron a Brandon McClelland todavía andan sueltos en la calle. Ya es hora de dejar de tolerar que el sistema ponga en libertad a tales asesinos sin que la gente libre una resuelta resistencia política. ¡JUSTICIA PARA BRANDON MCCLELLAND!

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