Revolución #191, 7 de febrero de 2010


Obama y la guerra de Afganistán... Un año después y ¿dónde están los estudiantes?

En enero de 2009, Barack Obama tomó posesión de la presidencia en medio de una gran demostración de optimismo sin precedentes: era el primer presidente negro del país y había prometido “esperanza” y “cambio” después de ocho años de pesadilla bajo el régimen de Bush. En ese tiempo, el punto de vista planteado por el Partido Comunista Revolucionario, de que la presidencia de Obama no iba a representar “el cambio que necesitamos” sino una nueva cara para el sistema de siempre, se recibió en general con sarcasmo, sorna y oídos sordos.

Adelantémonos ahora al diciembre de 2009, menos de un año después. Ahí está Obama en la academia militar West Point, invocando repetidas veces el 11 de septiembre mientras anuncia que enviará a 30.000 soldados estadounidenses más a Afganistán. Con este aumento de tropas, Obama ha triplicado el total de fuerzas estadounidenses en Afganistán desde que asumió la presidencia, de 31.000 a 101.000 soldados. En un solo año, Obama ha duplicado, y más, la cantidad de tropas que George W. Bush envió durante todos los ocho años de su presidencia.

Tras la intensificación de la guerra que anunció Obama, Revolución decidió investigar la reacción de los estudiantes universitarios a esa noticia. A lo largo de la historia del país, los estudiantes han estado en las primeras filas de resistencia a los crímenes de su gobierno. Esa resistencia ha sido una fuerza especialmente potente cuando se ha aunado a la furia desencadenada de los más despiadadamente oprimidos, como ocurrió durante los años 60 y a principios de los 70. En particular, la prolongada lucha contra la supremacía blanca y la implacable opresión nacional, y para el poder negro, les fue una enorme inspiración a los movimientos estudiantiles de ese tiempo, como el movimiento estudiantil contra la guerra de Vietnam, y al combinarse con esos movimientos dieron resultados poderosos.

No falta una plena conciencia de ese precedente histórico cuando mucha gente radical y con aspiraciones revolucionarias se pregunta ahora, en una época en que nuestro gobierno lanza descaradamente guerras asesinas de agresión, tortura y espías: “¿Y dónde están los estudiantes?” La reciente intensificación de la guerra de Afganistán de parte de Obama es otra ocasión en que esa pregunta se ha planteado de nuevo, y muy agudamente.

A comienzos del mes pasado, con la esperanza de arrojar luz sobre el panorama político en las universidades del país, Revolución entrevistó a estudiantes de dos universidades de Nueva York; en la primera, los estudiantes son principalmente blancos y de clase media, mientras que en la segunda, son principalmente gente de color de la parte baja de la clase media o del proletariado. Para evitar la confusión, vamos a referirnos a esas universidades según el orden en que las visitamos: la universidad principalmente blanca se llamará la #1, y la de estudiantes principalmente de color se llamará la #2. Hablamos con un total de 14 estudiantes de las dos universidades. Aunque esta muestra no es lo suficientemente grande para sacar conclusiones definitivas sobre el panorama político de las universidades de Estados Unidos, sí ofrece un vistazo a ese panorama y demuestra en parte las contradicciones, la necesidad y el potencial que tienen.

Un panorama rocoso y serpentino

Al comienzo de nuestra conversación con Taso, un estudiante de primer año en la universidad #1, él expresó su consternación por la declaración de Obama de que Estados Unidos no empezará la retirada de tropas de Afganistán hasta 2011.

Dijo: “Lo que no entiendo es por qué [Obama] todavía no las ha retirado. Entiendo que, sí, quiere asegurarse de que haya un gobierno estable y todo eso, pero para ser franco, no debemos estar ahí”.

La próxima pregunta que Revolución le hizo a Taso, con el fin principal de solicitar una aclaración y una profundización de su comentario, fue si consideraba justa la guerra estadounidense en Afganistán y si pensaba que Estados Unidos debería estar ahí.

Respondió: “En mi opinión, debemos estar ahí. Pero no estamos enfocando el problema de la manera adecuada. Estamos dándole una solución completamente equivocada”.

Así, en menos de un minuto, Taso había cambiado de oponerse a la presencia de Estados Unidos en Afganistán a apoyarla en esencia. Ese intercambio es una ilustración típica de la reacción extremadamente contradictoria de los estudiantes a la intensificación de la guerra de Obama.

En la universidad #1, tres de los nueve estudiantes con quienes hablamos expresaron una que una versión del argumento de que las fuerzas armadas estadounidenses no debieron haber invadido a Afganistán en primer lugar, pero, dado que lo habían hecho, ahora tenían que permanecer para mantener la “estabilidad”. Otro indicio de este modo de pensar contradictorio fue que tres de los nueve estudiantes dijeron tener una opinión más positiva sobre la guerra ahora con Obama que habían tenido sobre esta misma guerra bajo Bush.

Sin embargo, en medio de la significativa complejidad de las respuestas de los estudiantes, emergieron ciertos temas que cabe notar.

Preocupación... pero no todos al mismo nivel

Llama la atención el hecho de que entre los 14 estudiantes con quienes hablamos, ni uno expresó apoyo entusiasta, determinado e incondicional para la guerra estadounidense de Afganistán ni para la intensificación de esa guerra.

En varios niveles y por distintas razones, todos los estudiantes expresaron un grado de descontento con la guerra y/o con la decisión de Obama de enviar a 30.000 soldados adicionales a Afganistán.

En la universidad #2, por lo general los estudiantes expresaron su oposición a la guerra en términos morales muy claros.

“No estoy de acuerdo con ella”, dijo Ryan, un estudiante de psicología de segundo año. “A final de cuentas, no es necesario el derramamiento de sangre. Una guerra nunca justifica los medios. Hablo por otros dos compañeros al decir que la guerra es muy injusta”.

• Ángela, una estudiante de ascendencia afroamericana y panameña, que se especializa en matemáticas en la universidad #2, estaba de acuerdo: “No, no creo de ninguna manera que es una guerra justa. Ahora que tenemos a Obama, ‘el santo’, nos han cegado”.

En contraste, los estudiantes de la universidad #1 tenían opiniones más contradictorias sobre la guerra, que muchas veces debatían entre el apoyo y la oposición. He aquí un poco de las conversaciones que tuvimos ahí.

• Una universitaria de cuarto año, que prefirió no dar su nombre, expresó dudas al principio sobre el aumento de tropas de Obama porque este no se fundamentó en una estrategia sólida y porque iba a privar de fondos y recursos a otros proyectos donde se requieren. Sin embargo, su posición no se debía únicamente al típico pensar estadounidense. Dijo: “No podemos gastar ni siquiera 30 centavos para darle píldoras de zinc a un país africano, pero estamos gastando miles de millones de dólares para quedarnos en Afganistán. No veo la lógica en eso”.

Un poco más tarde, le presentamos el punto de vista del periódico Revolución: que la guerra de Afganistán es una guerra de imperio, porque Estados Unidos quiere controlar no solo tierras y recursos, sino toda la región. Le pedimos su reacción.

Ella interrumpió: “Estoy de acuerdo en eso”. Después de un momento, agregó: “Creo que si lo miramos a partir de ideales, sí tenemos una razón para estar en Afganistán, porque fuimos atacados, pero en términos de justicia, tratándose de nuestro tipo de conducta colonialista, pues entonces no creo que es justa en ese sentido”.

Así que le planteamos esta pregunta sencilla: “Si fuera tu decisión, ¿mañana habría tropas  estadounidenses en Afganistán? ¿Si tuvieras estas tres opciones: mantener la misma cantidad de tropas que antes del aumento, aumentarlas como Obama está haciendo o retirarlas?”

Ella contestó: “Si fuera mi decisión, yo la estabilizaría, dejándola así como es y simplemente la terminaría. Yo no enviaría a más soldados. No haría nada de eso”.

A pesar de que le intranquiliza la mentalidad “colonial” de Estados Unidos, al parecer no ve como opción una retirada total e inmediata de Afganistán.

• George, de primer año, expresó una mezcla similar de ideas contradictorias. Cuando le preguntamos si piensa que Estados Unidos debe estar en Afganistán, respondió con firmeza: “De ninguna manera. Es una guerra por recursos naturales. Carece totalmente de valor moral. Y solo estamos perdiendo tiempo ahí”.

Agregó: “Estoy de acuerdo de que no debiéramos habernos metido ahí en primer lugar. Pero ahora que estamos ahí, está bien que Obama está pensando en el futuro y en una retirada. Para mí, el 2011 está bien, así que creo que eso es una buena idea”.

El sentimiento de George de que la guerra “carece totalmente de valor moral” no fue acompañado de un sentido de indignación porque el comandante en jefe Obama está extendiendo esa guerra. De hecho, George reconoció que tiene una opinión distinta de la guerra de Afganistán con Obama que con Bush.

Dijo: “Como acabo de empadronarme como votante demócrata y nunca me gustaron mucho Bush y su política, yo sentía más o menos desesperanzado bajo su régimen y pensaba que la guerra nunca iba a terminar. No sé exactamente qué hará Obama, pero creo que le está dando a la gente alguna esperanza”.

• Layla, una estudiante de segundo año cuyos padres son de Irán, nos dijo:

“Creo que si es posible hacer algo bueno, entonces vale la pena. Todo eso de Gandhi y la porquería de que ‘los países pueden hacerlo por su cuenta’, pues hay que acabar con eso... No están ahí exactamente para ayudarle a la gente... En teoría, no estoy en contra. Pero en la práctica, probablemente no va a lograr nada bueno para Afganistán”.

Le presentamos la perspectiva del periódico Revolución de que la guerra de Afganistán es una guerra imperialista.

Layla respondió: “No importa si son imperialistas o no, eso es lo que estoy diciendo. Creo que los estadounidenses podrían ir a donde quieran, y si mejoran las condiciones de vida para la gente trabajadora, pues yo estoy de acuerdo”.

¿Pero no es la naturaleza del imperialismo, por definición, explotar y asesinar, en vez de “ayudar”?

Layla dijo: “Eso es cierto. Es verdad. Por eso es algo puntiagudo. No creo que todo lo sea blanco y negro como la pintan. No creo que tiene que ser malo; creo que en la mayoría de los casos es malo”.

• Evelyn y Mira, dos estudiantes de política, habían seguido de cerca las noticias sobre el aumento de tropas de Obama y tenían mucho qué decir, a nosotros y entre sí, mientras trataban de aclarar sus opiniones sobre la guerra.

Evelyn dijo: “En realidad tengo opiniones muy contradictorias en cuanto a enviar a 30.000 soldados adicionales”.

Agregó que la región fronteriza entre Afganistán y Pakistán es “altamente peligrosa” y dio a entender que tal vez las fuerzas armadas estadounidenses son necesarias ahí. Al mismo tiempo, sugirió que la guerra estaba desviando fondos de programas sociales muy necesarios en Estados Unidos.

A Mira le inquietaba más claramente la presencia estadounidense en Afganistán.

Mira empezó por decir: “Básicamente me opongo por razones ideológicas al militarismo en general”. Agregó: “Es que, obviamente no soy experta en [política] exterior, por eso no puedo decir con certeza o con convicción que es una mala idea en términos de política exterior”.

Continuó: “Pero solo en términos de mis propias convicciones, no apoyo el envío de tropas y ciertamente no apoyo el envío de más tropas a la región cuando, en mi opinión, si lo militar fuera la solución, el conflicto no sería tan grande como lo es todavía”.

Evelyn y Mira debatieron preguntas relacionadas por un rato, como la supuesta “responsabilidad” de Estados Unidos de permanecer en Afganistán para “reconstruir” el país y el papel que las fuerzas armadas estadounidenses están desempeñando en realidad.

Mira dijo: “Invadir a un país es una respuesta absolutamente inapropiada al terror y, de hecho, es contraproducente, porque el sentimiento y la hostilidad que impulsan al terror se alimentan mucho con el enorme sufrimiento de la población civil que ocurre cuando se invade a un país en busca de un actor no estatal”.

Evelyn respondió, citando los ataques terroristas a Mumbai en noviembre de 2008 (los presuntos responsables eran paquistaníes) para luego repetir su argumento de que la región afgana-paquistaní es muy volátil.

Evelyn dijo: “No estoy en desacuerdo contigo, porque sí es muy fácil pintar con la misma brocha a todo un pueblo y luego el conflicto pasa de simplemente tener en la mira a un grupo de actores a tener a toda una población en la mira y toda esa población sufre como resultado. Pero, aún así, sigue siendo una región que verdaderamente merece atención e interés internacional”.

Mira dijo: “Claro que estoy de acuerdo de que es un problema que hay que tratar. Pero a mi modo de ver, como el problema es con actores no estatales, la respuesta tiene que ser una que no convierte en blanco a toda una nación y menos a la población civil. Creo que antes, mencionaste también que parte de la razón que tú [Evelyn] ves por intervenir en Afganistán es para implementar la democracia en la región. Y yo simplemente no veo eso como el papel de las fuerzas armadas ni tampoco algo que debe ser su papel, en realidad”.

No obstante, la oposición de Mira a la guerra de Afganistán no se tradujo en una demanda de que Estados Unidos se retire del país.

Mira dijo: “No creo necesariamente que el gobierno debe actuar como yo quisiera que actuara, porque entiendo que mi papel como ciudadana es distinto al papel de los actores estatales en términos de las decisiones que necesitan tomar como agentes del estado. Entonces, lo que estoy tratando de decir es que, en mi opinión, mi papel no es forzosamente el de parar el aumento de tropas o hacer que el gobierno cambie su política, en particular porque me parece que hay cierta opinión entre los que tienen que ver con tales decisiones de que los militares y el comandante en jefe son quienes deben tomar las decisiones sobre los asuntos militares”.

(Nota de la redacción: Este es el final de la primera parte de este artículo sobre las respuestas de los estudiantes a la intensificación de la guerra de Afganistán. En esta parte, hemos tratado de dar una idea de por qué decidimos explorar el clima político en las universidades y algunas de las contradicciones y la disparidad de opiniones que encontramos al hacerlo. En la segunda parte del artículo, exploraremos esa disparidad más a fondo, recalcando unos temas importantes que sobresalieron en nuestras conversaciones, analizando las implicaciones de lo que los estudiantes nos dijeron y arrojando luz sobre las contradicciones que todo eso nos plantea en términos de nuestro trabajo como comunistas revolucionarios, y sobre el potencial de transformar dichas contradicciones mediante lucha.)

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