Revolución en línea, 23 de febrero de 2010


Protestas en Irán el 11 de febrero: Un informe

Recibimos el siguiente del Servicio Noticiero Un Mundo Que Ganar

15 de febrero 2010. Servicio Noticiero Un Mundo Que Ganar. Al acercarse el 11 de febrero, el aniversario del levantamiento del pueblo iraní en 1979 (cuando se terminó el reinado del Sha y la monarquía como un sistema político y llegaron al poder los islamistas), el pueblo tenía sed de librar otra vuelta de batalla y demostrar su odio por el régimen islámico. Las expectativas fueron elevadas por la experiencia de las protestas de Ashura (26 de diciembre) cuando el pueblo logró tomar la iniciativa por medio de la inspiradora lucha radical. Pero cualquier idea de que el camino continuaría en línea recta y que el régimen estaría a punto de derrumbarse resultó errónea.

El 11 de febrero, las personas decididas a protestar salieron en varias ciudades y regiones. Ya que no se había acordado un sitio de reunión en Teherán, los manifestantes se reunieron en 10 lugares principales. A pesar de la fuerza militar draconiana que encontraron allí esperándolos, miles de jóvenes no se dejaron disuadir y siguieron las protestas, gritando consignas contra el régimen. La mayoría de los manifestantes trataban de llegar a la Plaza Azadi (Libertad), donde el régimen estaba realizando su propia celebración reaccionaria, pero las fuerzas de seguridad habían bloqueado todas las calles que daban a la plaza salvo la que usaba la marcha organizada por el gobierno. Las fuerzas de seguridad estaban concentradas en esa calle. Habían hecho preparativos por adelantado para controlar la situación, incluidos altavoces instalados a lo largo de la ruta para ahogar gritos no autorizados. Desde el día anterior apostaron miles de oficiales de seguridad en la plaza.

Por eso, para los manifestantes era muy difícil llegar a la plaza en una manera organizada. Aquellos que sí lograron entrar en la plaza se encontraron desparramados y perdidos entre la multitud de la celebración gubernamental. No obstante, periodistas extranjeros divisaron a algunos con bastante valor para gritar bajo esas circunstancias “Abajo la dictadura”. (Los Angeles Times, 12 febrero; New York Times, 14 febrero).

En muchas otras partes de Teherán jóvenes salieron en grupos pequeños, pero esos grupos no pudieron conectarse los unos con los otros. Gritaron consignas contra el régimen y chocaron con los Basiji (la milicia). Las consignas variaban entre los grupos. En algunos lugares los gritos apoyaron los líderes “Verdes”, Mir Hossein Musavi y Mehdi Karoubi, y siguieron las consignas que ellos habían sugerido, como la demanda de un “referéndum”. En otros lugares las consignas advirtieron a los líderes verdes que no transigieran ante el régimen. Por ejemplo una consigna, que pierde su ritmo en la traducción, era “No dimos nuestros mártires para transigir, ni para elogiar a un líder asesino”.

Esto se refería claramente a las declaraciones de Musavi y Karoubi después de la manifestación de Ashura en las cuales reconocieron el gobierno de Mahmoud Ahmadinejad y la legitimidad del ayatolá Jameini como el Líder. Aunque después los líderes verdes intentaron justificar sus declaraciones y de interpretarlas como si no quisieran decir lo que dijeron, el pueblo ya se había dado cuenta.

La gente también gritó, “Libertad para los presos políticos”. Se oyeron en todas partes consignas como “Muerte al dictador” y otras contra Jameini. En algunas manifestaciones también gritaron “Abajo la República Islámica” e “Independencia, libertad, República Iraní” a pesar de la oposición feroz a esas consignas por parte de los líderes Verdes.

Los manifestantes tiraron abajo los grandes retratos de Jameini y los rompieron en pedazos. Muchas personas los pisaron de adrede. Según otras fuentes, los manifestantes tiraron abajo retratos de Ahmadinejad y Jameini (sitio de web de BBC-Farsi, 12 febrero). A pesar de todos los refuerzos que el régimen podía reunir, los manifestantes lograron agarrar al menos una de las motos de los Basiji y prenderle fuego. Se informó que había choques en decenas de lugares en Teherán, entre ellos la Plaza Vali Asr y la Plaza Sadeghi donde Karoubi comenzó su propia marcha. Los jóvenes que no podían llegar a la Plaza Azadi convirtieron el metro y los autobuses en manifestaciones errantes, constantemente gritando consignas como “Muerte al dictador” con pocas quejas de los pasajeros los cuales a menudo cooperaron con los jóvenes.

Muchos observadores señalaron que la brutalidad de las fuerzas de seguridad uniformadas y de civil fue peor que en cualquier otro tiempo desde el comienzo en junio de esta ola de protestas. Un manifestante grabó y puso en Youtube un video de las fuerzas de seguridad mientras golpeaban brutalmente a un hombre que habían desnudado. El régimen dijo que había detenido a decenas de manifestantes. Hay informes no confirmados del asesinato de una mujer.

Los informes también indican que, a pesar de las amenazas de los comandantes de las fuerzas de seguridad y de oficiales de la República Islámica, la gente salió a protestar y demostrar la determinación en otras ciudades principales como Isfahan, Shiraz, Mashhad y Ahvaz. Secuencias filmadas de lo que parece ser peleas serias en Isfahan se pusieron en el Internet.

A pesar de que el régimen está en su punto más débil en los últimos 31 años, no ha perdido todas sus fuerzas en términos de su unidad interna, el apoyo popular, la economía, la corrupción y muchos otros aspectos. Mantiene intacto todo su poderío militar y quiere demostrar que no piensa ceder ante nada.

De hecho, después del susto de las protestas en Ashura en diciembre del año pasado, el régimen llegó a la conclusión de que el nivel actual de amenazas y brutalidad —que incluye el asesinato, la cárcel, la tortura y la violación— no bastaba para aplastar la determinación popular. Cuando los manifestantes coreaban, “Cañones, tanques y Basiji ya no son efectivos,” era exactamente lo que querían decir. Entonces, desesperado, el régimen decidió demostrar las fuerzas que aún le quedan en anticipación del aniversario y durante éste. Aumentó cualitativamente el nivel de supresión y represión, y demostró que aún puede movilizar a gente. De esta manera pretendió desmoralizar al pueblo o al menos a los dirigentes Verdes, y no perder la iniciativa esta vez.

Arrestaron a miles de personas y los acusaron de estar involucrados en las protestas de Ashura. Además, han arrestado a cientos si es que no a miles de activistas estudiantiles, femeninas, obreros, a muchos periodistas que no concuerdan completamente con el gobierno, a muchos abogados y defensores de derechos humanos. El régimen aumentó la presión sobre la región de Kurdistán, detuvo a muchos activistas ahí y los llevó a un lugar desconocido.

Ejecutaron a dos jóvenes presos en Teherán a principios de febrero. Arrestados antes de las primeras manifestaciones en junio del año pasado, se les acusó de ser miembros de una organización monarquista de la cual nadie había escuchado antes y cuya existencia ha sido ampliamente cuestionada. A muchos de los arrestados los han sentenciado a condenas largas aunque no hayan hecho nada o solo participaron en una manifestación — en el caso de un señor, por haber pitado la bocina del carro en señal de apoyo a los manifestantes. También sentenciaron a largas condenas a oficiales importantes de la facción reformista. Algunos tienen más de 70 años y sufren de cáncer o problemas del corazón que se han empeorado en la prisión. Entre ellos están Ibrahim Yazdi (el primer ministro de asuntos exteriores de la República Islámica), Mohammad Maleki (el primer director de la Universidad de Teherán después de la revolución) y Behzad Nabavi, que anteriormente ocupó varios puestos de alto nivel en el régimen islámico, entre ellos de ministro. El régimen no permite visitarlos y ni siquiera revela dónde los tiene presos.

Al mismo tiempo que aumentaron la represión, las fuerzas gubernamentales movilizaron al máximo a la población en todo el país, cosa que no era fácil para un régimen odiado y aislado. Se valieron del dinero y recursos del país para incitar y hasta sobornar a la gente a asistir al discurso de Ahmadinejad en la Plaza Azadi. El régimen gastó más de 300 billones Touman (equivalente a $300 millones de dólares) para ese evento, según Mohsen Sazegara, un ex-oficial del régimen ahora en Estados Unidos, en la Televisión Persa de la Voz de América el 14 de febrero.

Primero, estaban los miles de hombres de confianza en la nómina del régimen cuyo trabajo incluye el de ser porristas de los oficiales importantes. Por lo general acompañan a Jameini y Ahmadinejad a otras ciudades cuando van a dar discursos, y participan en las Oraciones del Viernes. Además, el régimen organizó a la gente de pueblos y aldeas remotas y ocupó cientos o hasta miles de autobuses para acarrearlos a Teherán ese día. Les prometió buena comida, y las cámaras grabaron la partición de paquetes de comida y pastel entre los participantes. Aparte de los porristas de carrera y los militantes incondicionales de la República Islámica, el ánimo de muchos de los participantes era mucho menos combativo que el de los manifestantes a unas pocas cuadras de distancia en que se batían a duelo encarnizado con las fuerzas de seguridad. Para los acarreados, era como un picnic, un día festivo, un viaje gratis a Teherán con todo y comida y botana. Podrían pasar el día con la familia, lejos de la casa, y lo más importante, evitar el peligro de perder el empleo.

Un video amateur de ocho minutos que salió en YouTube muestra el ambiente del espectáculo oficial. A pesar de tantos preparativos, el régimen estaba preocupado. Usaron andamios para dividir a la multitud en muchos grupos diferentes. Aún así, durante el discurso de Ahmadinejad se podían oír gritos de “¡Abajo el dictador!” desde la multitud. Incluso se ha informado que el canal gubernamental dejó de televisar su discurso antes de lo esperado, posiblemente debido a esto.

El régimen invirtió mucho financiera y militarmente para lograr los resultados políticos que buscaba: la apariencia de legitimidad. Ya han iniciado una campaña para exagerar los resultados, jactándose de que cinco millones de personas participaron en Teherán. Sin embargo, algunos medios de comunicación extranjeros (por ejemplo, The New York Times, 14 febrero) comentaron que la plaza no se había llenado tanto como en años anteriores, a pesar de la combinación de amenazas y sobornos, y varias fuentes iraníes bien informadas hicieron el cálculo de cientos de miles. Fotos transmitidas parecen confirmar ese cálculo. La realidad es que el cálculo oficial de participantes de la Plaza Azadi es tan falso como el número de votos que Ahmadinejad dice que recibió en las elecciones presidenciales en junio.

Pero aun así, el pueblo y las fuerzas revolucionarias deberían mirar la realidad y evaluar correctamente los puntos débiles y fuertes del enemigo así como los suyos.

Lo que hizo el régimen no fue desde una posición de fuerza sino de debilidad y de temor del movimiento popular. Pero dado el carácter ofensivo de las protestas populares en Ashura, obviamente no era correcto pensar que el régimen islámico iba a permanecer pasivo y esperar otro ataque con los brazos cruzados. El régimen islámico no solo realizó extensivas preparativos militares sino que trató de ser más listo que el pueblo y recuperar la iniciativa. Por ejemplo, cuando la gente fue a los puntos de encuentro usuales encontraron que las fuerzas Basiji y de seguridad ya habían ocupado esos lugares. Tampoco era correcto suponer que el régimen había llegado a sus límites y que estaba al borde del colapso. Es verdad que el régimen islámico no tiene mucha popularidad y se encuentra más que nunca aislado. Pero éste aún tiene poder político y un inmenso ejército y el dinero de una nación para gastárselo en sus propios intereses. El régimen islámico resistirá hasta el último momento y no piensa retroceder.

Y mirando el lado del pueblo, es verdad que existe un movimiento popular masivo y que la vasta mayoría del pueblo odia el régimen, a sus líderes y sus principios. Esto es un fuerte importante del movimiento popular. Las protestas de decenas de miles de iraníes del 11 de febrero son un gran logro frente a tal represión, teniendo en cuenta que a veces no tenían ningún liderato y a veces tenían el liderato de los Verdes que constantemente trataba de reducir la iniciativa del pueblo. El hecho de que de todos modos las protestas se dieran demuestra la determinación de un sector del pueblo.

Sin embargo, no era posible para el pueblo ganar la iniciativa bajo tales circunstancias. Es verdad que el movimiento popular ha estado creciendo en número y en calidad en los últimos meses y ha tomado dimensiones peligrosas para el poder gobernante. Pero eso no necesariamente significa que el movimiento seguirá creciendo y desarrollándose espontáneamente y que el poder reaccionario no podrá retomar la iniciativa. El pueblo en lucha tiene que ver las debilidades del movimiento y hacer lo mejor para remediarlas y desarrollar el movimiento hacia uno más fuerte.

Una de las debilidades más importantes del movimiento es que son muchas las personas que aún simpatizan con los líderes Verdes y su línea. Incluso entre la gente que no tiene fe en los líderes Verdes, muchos tienen al mismo tiempo varias justificaciones de su apoyo. Algunos dicen sí a los Verdes solo para poder decir no a Ahmadinejad y Jameini. Algunos creen que deben estar unidos bajo el liderazgo de los Verdes porque son los únicos que pueden unir al pueblo en esta situación, o porque no quieren dividir el movimiento. Algunos creen que deberían luchar contra el poder gobernante paso a paso, primero aislando a Jameini y Ahmadinejad y librándose de ellos. Aunque existen algunos puntos que se deben considerar seriamente en algunas de estas justificaciones, ninguna es suficiente para justificar el apoyo a los líderes Verdes. Los líderes Verdes son parte de la Republica Islámica; dicen que están “orgullosos” de eso. Repetidamente han enfatizado su compromiso con la Republica Islámica y sus principios. Su pasado también confirma eso. De una forma u otra tomaron parte en robarle la revolución al pueblo y reprimir a ellos y sus logros, y en la masacre de los prisioneros políticos durante los años 1980, incluyendo las ejecuciones en masa de 1987. Hay que tener esto en cuenta cuando dicen que quieren volver a los principios que fundaron el régimen islámico bajo Jomeini.

El pueblo iraní está comprometido en una seria batalla con un régimen brutal armado hasta los dientes. El movimiento del “silencio” y la “no-violencia” propagado por los círculos reformistas y pro-imperialistas no puede derribarlo. Por el contrario, les dará tiempo hasta que encuentren la oportunidad de aplastar el movimiento.

Se requieren las tácticas y la estrategia revolucionaria para derrocar la Republica Islámica y reemplazarla con un sistema que se base en el pueblo y obre a favor del pueblo. Un sistema que no imponga la religión y su control del pueblo sino que mantenga la religión fuera del estado, un sistema donde las mujeres no sean discriminadas ni humilladas, un sistema donde las minorías nacionales no sean oprimidas y los estudiantes no sean reprimidos, un sistema que se oponga en verdad al imperialismo y no finja ser anti-imperialista mientras sea profundamente dependiente del mercado mundial imperialista. Para derrocar la Republica Islámica y lograr la libertad e independencia, el pueblo debe organizarse y comprometerse seriamente en una tenaz guerra revolucionaria contra un enemigo armado y brutal. Eso solo es posible bajo la dirección de un partido proletario consciente armado con la ideología científica del Marxismo-Leninismo-Maoísmo.

El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar (aworldtowin.org), una revista política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas del mundo.

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