Revolución en línea, 22 de abril de 2010


Difundir la revolución y el comunismo

Un comunista, un científico y un cura se sentaron para discutir… una moral para cambiar el mundo

El viernes 16 de abril en la Universidad de Chicago, un panel compuesto de Sunsara Taylor (articulista del periódico Revolución), PZ Myers (profesor de biología de la Universidad de Minnesota-Morris y autor de Pharyngula, el diario electrónico de ciencia más ampliamente leído) y Bob Bossie (miembro de la congregación católica internacional de Sacerdotes del Sagrado Corazón y activista del Centro para Justicia del Octavo Día en Chicago) habló ante unas 175 personas, en su mayoría estudiantes. Ten Jennings del Seminario Teológico de Chicago lo moderó y lo patrocinaron esa organización, la Alianza de Estudiantes Laicos-Universidad de Chicago, Libros Revolución, el Centro para Justicia del Octavo Día y el Club de Filosofía-Universidad de Chicago.

Un representante de la citada Alianza le dio la bienvenida al público y señaló que el evento era una de las discusiones más importantes que se puede tener en el mundo hoy. Ese tono se reflejó en las palabras de los panelistas y del moderador, así como una gran parte del público que planteó la grave urgencia de cambiar el mundo de maneras fundamentales, incluso por las crisis ambiental y económica. Algunas personas examinaban seriamente sus ideas a fin de determinar cómo llevar la vida y preguntando cuáles son los sacrificios que estarían dispuestas a hacer en pro del mejoramiento de la humanidad. Muchos asistentes eran seguidores de PZ Myers y su diario digital, y varios tipos de ateos, agnósticos, escépticos y humanistas. Además había agrupaciones de estudiantes seculares o ateos además de individuos de las mismas inclinaciones, algunos de ellos provenientes de otros planteles que se enteraron del evento en línea en varios diarios digitales o Facebooks ateos. Algunos sentían menos la urgencia del cambio social pero trabajaban para desarrollar una concepción del mundo racional y un código personal de ética sobre la manera de ser una buena persona y relacionarse con otros seres humanos de una manera respetuosa y cooperativa. Había personas religiosas progresistas ansiosas de encontrar áreas de concatenación y caminos para el diálogo con sentido con personas seculares progresistas. Había activistas y gente de varios movimientos sociales. Y asistió gente que ha escuchado de la revolución o ha estado chequeándola.

Las presentaciones de los panelistas trataron tres preguntas:

  1. ¿Es posible que la religión, la ciencia o el comunismo proporcione una moral para cambiar el mundo?
  2. ¿Se complementan, se contradicen o se excluyen mutuamente?
  3. ¿Cómo motivaremos a la gente y con cuál paradigma moral lo haremos para cambiar el mundo?

El público planteó preguntas sobre la naturaleza humana, cómo cambiar el mundo en general y algunos desafíos al papel de la religión, la iglesia católica y la creencia en dios. Mucha gente se sorprendió ante la respuesta de Bob Bossie, a una pregunta de Ted Jennings sobre qué cronograma sería necesario para tener un cambio fundamental: ¿qué tal una semana? Agregó que no lo decía en broma y que se trataba de una cuestión seria de lo que se necesita con urgencia en el mundo y que la gente tiene que preguntarse a sí misma y que él se pregunta constantemente a sí mismo, ¿qué estás dispuesto a sacrificar, qué estás dispuesto a hacer para alcanzar este cambio? Por un lado está eso de ofrecerse de voluntario una o dos semanas, donar algo o lo que sea, pero por otro lado, ¿en serio cómo vas a llevar tu vida? Y muchos dirigieron sus preguntas a Sunsara Taylor y trataron el comunismo y la revolución: y qué de las personas que tienen desacuerdos contigo; si un gobierno centralizado toma todas las decisiones, cómo sabremos que son las indicadas; no es un hecho que los partidos de vanguardia no más llevaron a algo peor; sí, se realizaron avances para integrar a las mujeres en la fuerza de trabajo en la Unión Soviética pero luego se puso mucho énfasis en que ellas se convirtieran en madres a fin de servir la revolución.

Se repartieron hojas de retroalimentación y el público rellenó decenas de ellas, las cuales dan mucho de que aprender. Salieron críticas desde muchos ángulos. Varias personas se sacaron de onda por la sinceridad de los panelistas y que pese a sus puntos de vistas tan divergentes, se había reunido en torno a la necesidad de un cambio real. Las presentaciones y las preguntas y respuestas duraron más de dos horas y media, y muy pocas personas se fueron antes del fin del evento. Se palpaba que algo nuevo y refrescante estaba en el aire, algo que urge muchísimo.

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