El colapso de una fábrica deja 400 costureras y costureros muertos

¿Qué fue lo que creó esas tumbas de hormigón en Bangla Desh?

12 de mayo de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Los gemidos y gritos desgarraban el aire en Savar a las afueras de la capital de Bangla Desh, Daca, el jueves, cuando los rescatistas sacaban a los sobrevivientes o cadáveres casi cada minuto de entre una montaña de un revuelto de escombros de hormigón.

Informes noticiosos, CRI (en inglés), 25 de abril de 2013

Nosotros no queríamos entrar en la fábrica esa mañana, pero la gerencia nos obligó a entrar y dijo que no había ningún problema con el edificio. Justo después de eso, me senté en mi mesa a trabajar y el edificio colapsó. No pude salir. Estaba atrapado en mi mesa.

Ria Begum, una sobreviviente, Democracy Now!, 25 de abril de 2013

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28 de abril de 2013. Eso parecía como si hubiera azotado un terremoto el miércoles 24 de abril de  2013. Pero este desastre no lo causó la naturaleza. Lo causó la mano del hombre: Un edificio de ocho pisos muy mal construido ahora derribado, reducido a escombros con muchísimas personas atrapadas adentro.

Más de 3.000 mujeres trabajaban en el complejo Rana Plaza en el distrito Savar de Bangla Desh en el que se encontraban cinco fábricas de la costura. Cuando colapsó el edificio, cientos de personas murieron instantáneamente. Otros vivieron unas pocas horrorosas horas finales en una tumba de hormigón. Algunas 400 personas murieron aplastadas. Algunos cuerpos envueltos en telas blancas estaban puestos en filas en el patio en frente de una vecina escuela pública mientras se reunían los familiares, que llevaban fotos de sus seres queridos. Más de 2.500 fueron rescatados, algunos sacados de los escombros después de varios días. Muchos quedaron lisiados de por vida. Cientos están aún desaparecidos. Aun el domingo, estaban encontrando sobrevivientes en los escombros. Trágicamente, el fuego estalló después de que los ingenieros del ejército trataron de cortar un pilar para tener acceso a un espacio con aire donde se creía que cuatro personas estaban atrapadas y una mujer de la quien el equipo de rescate estuvo hablando desde la mañana murió en el fuego.

No era necesario que sucediera ninguna de esas muertes y lesiones. Este no fue un accidente impredecible e inevitable. De hecho, obligaron a esos trabajadores a estar en el edificio el que se sabía estaba en peligro de colapsar.

Los cálculos a sangre fría

El día anterior los trabajadores reportaron masivas grietas en las paredes. Se negaron a trabajar y dejaron la factoría en la tarde. Las noticias locales reportaron la historia y la policía ordenó la evacuación del edificio.

Al día siguiente, el miércoles, otros negocios en el edificio cerraron. Pero los dueños de las fábricas de confección hicieron cálculos a sangre fría. La ropa se tenía que coser ese día, había que cumplir con los plazos, la ganancia no podía esperar: todo esto fue más importante que la seguridad de miles de mujeres que mantenían la fábrica produciendo sin cesar las 24 horas al día.

Las y los trabajadores no querían volver a entrar al edificio. Pero, como lo cuenta un trabajador que sobrevivió, los supervisores les dijeron que habían inspeccionado el edificio y habían declarado que era seguro y les ordenaron volver al edificio. Algunos trabajadores dijeron que les habían dicho que si no retornaban al trabajo, que les recortarían la paga.

Charles Kernaghan, el director del Instituto Mundial del Trabajo y los Derechos Humanos, dijo: "A las y los trabajadores les dijeron que si no entraran a trabajar el miércoles, no les pagarían el mes, porque así lo dijeron los dueños, 'No tendremos el dinero para pagarles el mes completo y por lo tanto, si ustedes no entran a trabajar, no recibirán ningún pago por el mes completo'. Nadie en Bangla Desh, ningún trabajador en Bangla Desh podría siquiera pasar un mes sin sueldo. Vivían al día. Por lo que, literalmente pusieron a las y los trabajadores en una trampa" (Democracy Now!, 25 de abril de 2013).

Poco después de eso, en menos de una hora al inicio del turno de la mañana, los pisos superiores del edificio colapsaron sobre los de abajo, prendiendo una mortífera reacción en cadena.

Furia y protestas

En la estela de esta tragedia ha habido intensa pena y agonía. Por días, muchas familias no sabían si sus seres queridos estaban muertos o aún vivos, atrapados en estos escombros. Los familiares de las victimas enterradas y otros se unieron a los equipos de rescate, usando sus manos y herramientas básicas para excavar en las lajas de hormigón, tratando de alcanzar a las personas que hubieron logrado encontrar un  hueco con aire y aún estar con vida.

Pero también ha habido una intensa furia que ha explotado en protestas masivas. Hubo reportes de los familiares en el sitio, enfurecidos con los dueños de la fábrica y la ausencia de información, terminando en enfrentamientos con la policía. Las manifestaciones se han extendido por toda la ciudad capital de Daca, a 30 km de distancia.

El jueves, cientos de miles de trabajadores de la confección de las zonas alrededor de Daca entraron en huelga para protestar por los bajos niveles de seguridad, paralizando virtualmente la producción (Wall Street Journal, 25 de abril de 2013). El New York Times informó: "Miles de trabajadores de la confección recorrieron los distritos industriales de la capital de Bangla Desh el viernes, destrozando los vehículos con palos de bambú e incendiando al menos dos fábricas en protestas violentas" (26 de abril de 2013). Los manifestantes han bloqueado las carreteras, marchado sobre las fábricas y se han reunido fuera de la sede del grupo de los principales fabricantes de Bangla Desh.

Las protestas continuaron el sábado, con reportes de que los manifestantes resultaron aplastados y unos carros incendiados y la policía atacó a la gente con gas lacrimógeno y balas de goma. Se dice que docenas de personas fueron heridas en esos últimos enfrentamientos.

El domingo, el dueño de la fábrica fue arrestado y acusado de negligencia criminal y construcción ilegal. Dos dueños de compañías de ropa también han sido arrestados. Pero el hecho es que existe un sistema completamente criminal responsable por las muertes y las heridas de los trabajadores en Savar.

Un patrón mortal

Las 4.500 fabricas de costura en Bangla Desh y los 3.6 millones de trabajadores de la confección en Bangla Desh, quienes son en su mayoría mujeres, son parte de una industria global de la confección de $1 millón de millones de dólares.

La industria manufacturera de Bangla Desh, la que aún está en expansión, es una industria de $20 mil millones. Es el pilar de la economía, empleando el 40% de la fuerza laboral industrial del país. Bangla Desh es el segundo más grande exportador de la costura en el mundo (después de China); el 80% de las exportaciones del país viene de la industria de la confección. El grueso de esas exportaciones, el 60%, va a Europa; el 23% va a Estados Unidos, o sea, más que cualquier otra nación.

Los cientos de miles de pantalones, blusas, camisetas y vestidos son transportados por tierra y mar desde Bangla Desh todos los días, los que terminan en las tiendas como Wal-Mart, Children's Place y Gap, se producen a un COSTO MUY ALTO. No en términos del dinero pagado a los millones de operarios de la industria de la confección, sino en términos del horror y la miseria de sus condiciones de trabajo, incluyendo el hecho de que muchísimos trabajadores mueren en esas fábricas cada año.

El colapso del edificio en Savar fue el tercer incidente industrial mayor en cinco meses en Bangla Desh. En noviembre de 2012, 112 personas murieron en un fuego en la fábrica Tazreen Fashion cerca de Savar. En Bangla Desh en los últimos seis años (sin contar el colapso del edificio en Savar), han sido reportadas 700 muertes por incendios y violaciones de los edificios. (Reuters, 26 de abril de 2013) De acuerdo a la Federación Nacional de Trabajadores de la Confección en Bangla Desh, en la última década un total de 600 trabajadores han muerto en accidentes en las fábricas.

La industria de la confección de Bangla Desh ha crecido rápidamente durante la pasada década. ¿Por qué? Porque se ha vuelto cada vez más competitiva en el mercado mundial. Y un punto clave para estar competitiva aquí es que en la industria de la confección Bangla Desh tiene la mano de obra más barata del mundo. El salario mínimo nacional en Bangla Desh es de 21 centavos la hora o $38 mensuales. (Hace solamente tres años era de $20 mensuales, pero fue incrementado después de amplias protestas).

Charles Kernaghan le dijo a Democracy Now!: "Las fábricas de la confección chinas se están mudando a Bangla Desh debido a los salarios tan bajos, de 14 centavos a 24 centavos la hora. Los trabajadores tienen que trabajar duramente; trabajan las 14 horas al día. Muchas veces, trabajarían siete días a la semana. Bangla Desh está sacrificando a todas esas mujeres jóvenes que simplemente son objeto de un trato cruel y brutal, con salarios de hambre. No existe el derecho a organizarse en Bangla Desh. No hay sindicatos con contratos colectivos. Cada vez que los trabajadores tratan… de organizarse, los golpean. Traen pandilleros. Los amenazan".

Casi ninguna de las fábricas de la confección en Bangla Desh es sindicalizada. De hecho, existen solo 11 acuerdos de negociación colectiva en todo el país de 150 millones de personas y hay solamente unos pocos sindicatos en la industria de la confección. Existe una policía especial que patrulla las zonas de la industria para vigilar a los trabajadores sindicalizados. A menudo, cuando los trabajadores tratan de formar sindicatos, los despiden, golpean, a veces los asesinan. Justo el año pasado, torturaron y mataron a un joven trabajador de la confección, Aminul Islam, muy probablemente porque estaba tratando de organizar a los trabajadores de la confección.

Bangla Desh y las reglas del capitalismo

La industria de la confección en Bangla Desh opera dentro del sistema del capitalismo que funciona bajo ciertas reglas:

Primero que todo, la REGLA #1 es que: Todo es mercancía y hay que hacerlo todo a fin de obtener ganancias.

En otras palabras, en Bangla Desh los dueños de las fábricas de la confección no están en el negocio porque les importa que la gente tenga pantalones, blusas y vestidos. Toda cosa producida bajo el capitalismo es para ser intercambiada, para ser vendida. Y las cosas deben ser útiles para ser intercambiadas. Pero bajo el capitalismo, la medida y la motivación de lo que se produce y cómo se produce es la obtención de la ganancia, ya sea que nos referimos a la comida que consumimos o a la ropa que usamos.

La ganancia viene de explotar la mano de obra de las personas. La explotación significa que los capitalistas toman lo que producen los trabajadores cada día por medio de su trabajo y les pagan por eso a cambio de lo suficiente para sobrevivir (y algunas veces menos que eso). Esta explotación es la fuente de las ganancias de los capitalistas. Por eso, para poder maximizar sus ganancias, un capitalista tiene que explotar al máximo, haciendo que los trabajadores trabajen más duro por menos paga. Para esos dueños de las fábricas en Savar, la vida de esos trabajadores no significa nada; la seguridad del edificio no significaba nada. Era más importante mantener a esos trabajadores produciendo sin parar las pendas de vestir para que los capitalistas pudieran seguir sacando ganancias.

La REGLA #2 es que: Si usted es un capitalista y no se expande, su competidor sí lo hará y destruirá su negocio; por lo tanto, usted debe expandirse o morir.

Por ejemplo, en el negocio de la costura todos los diferentes fabricantes de ropa tratan de obtener una parte cada vez mayor del mercado. Cada uno tiene que mantenerse luchando para ganarle a sus competidores o hundirse, y continuamente tienen que reducir los costos para poder mantenerse a flote. Esto significa buscar los salarios explotadores más bajos. Esto significa recortar costos a como dé lugar, aunque esto signifique condiciones de trabajo miserables y peligrosas. Esto significa negarles a los trabajadores todo derecho a organizarse. Esto significa violar los códigos de seguridad que requerirían gastar dinero. El dueño de la fábrica Tazreen que se incendió dijo que solo tres pisos del edificio de ocho pisos fueron construidos por ley y no tenía ninguna salida de emergencia. El dueño del edificio en Savar tenía un permiso para construir solamente cinco pisos y agregó tres pisos ilegalmente. Todo el edificio fue construido en terreno pantanoso.

Esto no se trata de negligencia. Es un frío cálculo. Un ejemplo: Wal-Mart es el segundo comprador más grande de ropa de Bangla Desh; compra al año una cantidad de ropa del valor de más de mil millones de dólares. En abril de 2011, Wal-Mart asistió a una reunión en Daca, junto con más de una docena de las compañías de ropa de marca y los minoristas más grandes del mundo. Los sindicatos de Bangla Desh e internacionales presentaron una propuesta para mejorar las condiciones de seguridad en las fábricas la cual incluía derribar instalaciones inseguras y tener inspecciones financiadas por contribuciones de las compañías. Wal-Mart, la cual tuvo un ingreso neto en los últimos años de $17 mil millones, rechazó la propuesta. Según el acta de la reunión, el representante de Wal-Mart dijo: "Estamos hablando de cerca de 4.500 fábricas, y la mayoría de los casos necesitarían modificaciones extensas y costosas… No es factible financieramente para las compañías hacer tales inversiones". Gap también se negó a firmar este acuerdo. (Washington Post, 26 de abril de 2013)

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En Bangla Desh, cada tres minutos una familia de las zonas rurales se muda a la ciudad capital de Daca. (Al Jazeera, 3 de octubre de 2012) Las condiciones difíciles en el campo se han incrementado y la gente llega en busca de una mejor vida, trabajo, una manera de alimentar a sus hijos y vestirlos. En su mayoría terminan en los cinturones de miseria alrededor de Daca. Las mujeres salen a trabajar en las fábricas de la costura, donde saben que el trabajo será duro y prolongado, pero tienen la esperanza que esto las lleve a algo mejor; un simple deseo de liberarse de la pobreza que amenaza con aplastar el espíritu a una. Tienen sueños y esperanzas.

Pero en lugar de eso, encuentran la realidad de un sistema de capitalismo a que no le importan un bledo esos sueños y esperanzas. Un sistema que no se preocupa de si viven o mueren los que explota, el que sabe que existe una "reserva sin fin" de otros para reemplazarlos.

Este sistema criminal es responsable de los cuerpos machacados en las tumbas de hormigón en Savar; los sobrevivientes sin brazos y piernas que ahora "no servirán" para los capitalistas porque no pueden trabajar. En verdad, este desastre no es el primero — y no será el último. La realidad es que tales muertes en las fábricas no suceden únicamente en Bangla Desh, pero sí suceden por todo el mundo debido a la manera en que funciona, y sólo puede funcionar, este sistema global de capitalismo-imperialismo, según las reglas de maximizar las ganancias ante todo.

Los cientos de miles en Bangla Desh que están protestando contra esta tragedia están mandando un mensaje al resto del mundo de que esto es intolerable. Y efectivamente, este desastre humano clama por una revolución, y nada menos, una revolución para eliminar todo un sistema responsable por la muerte de los trabajadores en Savar, y la miseria de millones de personas por todo el mundo.

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