¡Ningún “ataque quirúrgico”!

30 de agosto de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Los voceros y apologistas de los gobernantes estadounidenses dicen que una ventaja de un “ataque quirúrgico” contra Siria, a diferencia de una invasión estadounidense “con las botas en el terreno”, es que no pondría en peligro la vida de los estadounidenses, como si la vida de los estadounidenses fuera más importante que la de la gente de otros países. No lo es.

Además, presentan esa opción como una acción limpia y casi incruenta que asestaría un golpe directo contra los gobernantes y fuerzas armadas sirios sin causar muchas bajas de civiles. Si bien sus analistas especulan y se retuercen las manos sobre las consecuencias impredecibles para el imperio estadounidense a raíz de tal ataque, dicen poco o nada sobre la manera en que un “ataque quirúrgico” generaría o conduciría a toda una gama de consecuencias que podrían aumentar enormemente el sufrimiento del pueblo de Siria y más allá.

En ese sentido, veamos un poco de historia.

Vea en http://worldcantwait-la.com/spanish.htm las noticias de las protestas antes y en el caso de un ataque estadounidenses contra Siria.

Como parte de la amnesia histórica sistemáticamente programada en Estados Unidos, en el discurso público son desconocidos en gran medida o de plano olvidados dos “ataques quirúrgicos”. Uno se dio en agosto de 1998 cuando el presidente Bill Clinton ordenó un ataque aéreo que destruyó una planta farmacéutica en El Sudán. El otro era el bombazo teledirigido de Estados Unidos de 1999 que voló la embajada china en Belgrado, Yugoslavia.

Una planta farmacéutica en El Sudán

Después de unos bombazos sobre las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania en 1998, el presidente Bill Clinton ordenó un ataque contra unos “objetivos militares” que presuntamente tenían relación con Osama bin Laden en El Sudán, un país en el norte de África. El 20 de agosto de 1998, 16 proyectiles cruceros de Estados Unidos dieron en uno de esos objetivos, que en realidad era una planta farmacéutica en la capital sudanesa, Jartum.

Clinton dijo tener “información convincente” de que se utilizaba dicha planta para fabricar armas químicas. Después del ataque, los informes noticiosos revelaron que “los ingenieros occidentales que habían trabajado en la fábrica sudanesa afirmaban que era, tal como decía el gobierno sudanés, una planta farmacéutica activa. Los corresponsales que fueron a la planta arruinada vieron frascos de medicamentos pero ningún indicio de precauciones de seguridad y ningún indicio claro de una operación de manufactura de armas químicas” (New York Times, 27 de octubre de 1999).

El ataqué arrasó por completo una fábrica que producía y empaquetaba casi la mitad de los medicamentos que utilizaba el país empobrecido del Sudán, incluidas las medicinas veterinarias que utilizaban para proteger la salud del ganado. El ataque sin duda causó gran sufrimiento y muertes durante un largo tiempo para las personas privadas de las medicinas producidas en la planta.

Aparte del daño inmediato causado por el ataque estadounidense sobre la planta farmacéutica sudanesa, un resultado secundario era el mayor realce del estatus y credibilidad percibida de las reaccionarias fuerzas jihadíes en el norte de África y en el Medio Oriente.

La embajada china en Yugoslavia

El 7 de mayo de 1999, en el contexto de la intervención estadounidense en la guerra en la entonces Yugoslavia, unas bombas teledirigidas de precisión con coordenadas proporcionadas por la CIA volaron la embajada china en Belgrado, Yugoslavia. El personal de la embajada se había evacuado por razones ajenas a ese ataque, pero murieron tres periodistas chinos.

La CIA, según la explicación oficial estadounidense, identificó el edificio que albergaba la embajada china como una bodega de un organismo del gobierno yugoslavo bajo sospecha de actividades de proliferación de armas. Sobre tal base, el presidente Clinton aprobó el ataque. Posteriormente, el gobierno estadounidense dijo que la CIA le dio a las fuerzas armadas unos mapas obsoletos de Belgrado. Otras declaraciones del gobierno estadounidenses justificaron el ataque porque “la embajada china y un cuartel general de un organismo de armas de Yugoslavia… son muy parecidos: del mismo tamaño, forma y altura” (New York Times, 10 de mayo de 1999).

El ataque prendió manifestaciones de decenas de miles de personas en China y se dieron violentos choques entre los manifestantes y los infantes de la Marina estadounidenses que vigilaban los edificios consulares estadounidenses en China.

El que el ataque de los proyectiles de Estados Unidos deliberadamente tuviera en la mira a la embajada china en Yugoslavia a fin de darle un mensaje a un rival y se justificara al público como un “ataque quirúrgico” que no salió bien, o el que en efecto Estados Unidos tuviera tanta temeridad y despreocupación en términos del objetivo del “ataque quirúrgico” que por equivocación volara la embajada china, no obstante el ataque demostró una indiferencia total por las consecuencias y la vida de las víctimas.

Las lecciones para hoy

Hazte clic para descargar o leer este folleto.

La lección de estos ejemplos no es que Estados Unidos no tuviera un enorme poderío militar y la capacidad tecnológica de dar con objetivos en todo el mundo. La lección es que todo eso no se “guía” por criterios humanitarios pero sí se rige por las necesidades de mantener y reforzar un imperio global. En dicho contexto, las demás consideraciones parecen nimias.

He aquí otra lección que es necesario captar y sobre la cual es necesario actuar: incluso con su masiva tecnología nuclear, las cosas que Estados Unidos se ve en la necesidad de hacer en todo el mundo a fin de mantener su imperio tienen un precio, en términos de la vida y el sufrimiento de los seres humanos, y en términos de provocar reacciones en cadena inesperadas con consecuencias impredecibles de un gran alcance potencial.

Todo ello fundamenta, exige y demuestra el potencial de llevar a cabo la protesta política previo a cualquier “ataque quirúrgico” estadounidense sobre Siria o en respuesta al mismo. Sobre todo, en el caso de que dichas protestas denuncien a esos asesinos en masa globales por lo que son, eso propiciará mejores condiciones para que surja otro camino, para una alternativa revolucionaria auténtica, como una fuerza en el escenario mundial.

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.