Declaración sobre el Día Internacional de la Mujer,
del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

8 de marzo de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

No hay nada más brutal y retrógrado, nada más indignante, nada que más concentra la brecha escandalosa e intolerable entre el mundo de que es posible, y el mundo que EXISTE en realidad... que el tratamiento que reciben a diario miles de millones de mujeres. La violación, las golpizas, la explotación y el abuso de todo tipo... encerradas en el hogar o echadas a la calle, una cultura que las desvalora y cosifica… consideradas y tratadas como objetos de compra-venta y no unos seres humanos plenos... reducidas a los roles de madre y/o objeto del saqueo sexual... explotadas y maltratadas en el campo y en las fábricas y oficinas y luego oprimidas y maltratadas otra vez en el hogar... privadas del derecho a controlar su propio cuerpo y tomar su propias decisiones sobre la reproducción... denigradas y degradadas por la saturación de la sociedad con la pornografía... objeto del hostigamiento, de las leyes ratificadas en su contra y en ocasiones, de las agresiones e incluso del asesinato, todo por los fanáticos religiosos de toda calaña, en todos los continentes, incluyendo a Estados Unidos... y todo esto alcanza un colmo del horror aún mayor, casi inimaginable, de las guerras por los recursos y las ganancias y el poder geopolítico las que arden en todo el mundo. La misma agudeza de esta cuestión implica que cuando las personas se levanten, a menudo, con mayor frecuencia y de forma muy aguda se pasa a primer plano, tal como ocurrió en estos últimos años en Egipto y en otros lugares, donde los diferentes campos de reaccionarios se movilizaron y libraron batallas sobre la mejor manera de mantener esta opresión e incluso ensañaron con sus conflictos sobre los propios cuerpos de las mujeres que se atrevieron a exigir una voz acerca de su futuro.

La opresión de la mujer impregna todo el planeta; hoy es ineludible. Pero esta opresión no se debe a la "naturaleza humana". Y no es eterna. Tuvo un principio y puede tener un fin. En cierto momento de la historia humana, surgió esta red del patriarcado: estos sistemas de relaciones entre las personas que se manifiestan de muchas formas, pero que en todos los casos atan y asfixian dolorosamente a las mujeres donde quiera que se encuentren, en cada ámbito de la sociedad y en todos los países del mundo, inclusive las sociedades "avanzadas" del Occidente. Continúa hoy día porque el sistema bajo el que ahora vivimos, o sea, el capitalismo-imperialismo, por igual requiere el patriarcado para mantener su "orden" y se ceba del mismo en su explotación de las masas. Aunque el constante desarrollo ciego regido por las ganancias socave en ciertos sentidos las relaciones sociales tradicionales y haga que la mujer tenga que trabajar fuera del hogar y el que en ciertos sentidos trastorne las relaciones familiares, el capitalismo no puede prescindir de esa opresión.

De hecho, la clase capitalista imperialista se ve impelida a reforzar y profundizar esta opresión, especialmente a medida que se vaya socavando la base de los roles tradicionales. En primer lugar, porque el mantenimiento de los roles tradicionales de familia y de género es un pilar del orden social, de mantener a la gente "en su lugar". Toda y cualquier iniciativa seria de romper estas cadenas tendría el potencial de poner en tela de juicio la legitimidad de todo el orden social. Y por ello, en todos los rincones del mundo vemos a las fuerzas reaccionarias que, en nombre de la “tradición”, devuelven a la mujer aún más forzosa y violentamente a los roles sociales opresores y a menudo aún más extremadamente represores. En segundo lugar, porque la lógica motriz al centro del capitalismo requiere que en última instancia todo sirva a la acumulación de aún más ganancias para algún capitalista. La lógica de tal sistema convierte a todos en un medio para obtener más ganancias y requiere que todas las demandas y aspiraciones se acomoden a las "ganancias netas". Hoy, aunque la discriminación continúa de formas antiguas como nuevas, y más perversas, ha crecido la “cosificación” de las mujeres mismas, o sea, su conversión en objetos. A medida que este punto de vista acerca de la mujer vaya convirtiéndose en la norma social, impregna y asfixia el pensar y las emociones, esperanzas y sueños de las personas. Además, el capitalismo distribuye la producción de la sociedad por medio de la familia, aunque en la mayoría de los casos, las personas desde hace mucho han dejado de producir como una familia. Tanto más irracional se vuelva esta situación, más los capitalistas imperialistas se sienten impelidos a avalar esta institución como un mecanismo del orden y control social, y en particular, para fortalecer la autoridad del padre y su "derecho" a enseñorearse a los demás. ¿No era eso sino la esencia de la reciente "solución" propuesta por Obama a la opresión insoportable, a la vida sin futuro, aparte del ostracismo, el hostigamiento y el rechazo a los jóvenes negros y latinos? Para repetir, el capitalismo necesita el patriarcado y lo refuerza, con todo su poder.

Es posible poner fin a la opresión de la mujer y todas sus formas, de hecho, se podría poner en el museo de las prácticas humanas anticuadas. Pero, hemos aquí dos cosas:

En primer lugar, se puede eliminar esta opresión solamente como parte de una revolución, en la que se derroten y desmantelen los instrumentos de la violencia y la represión de las clases reaccionarias con el surgimiento de una situación revolucionaria y de un pueblo revolucionario que cuente con millones de personas; y en la que de ahí el nuevo poder revolucionario dirija a las personas para emprender el trabajo de la construcción de una sociedad completamente nueva en todos los ámbitos, con la eliminación de la explotación y el combate a todas las terribles desigualdades y abusos opresivos entretejidos en el sistema capitalista imperialista; y

En segundo lugar, ninguna revolución que no hace la eliminación de la opresión de la mujer un eje central de su misión nunca puede emancipar a la humanidad. La humanidad necesita la revolución, necesita una revolución comunista que se deshaga del capitalismo y de todos los sistemas explotadores y de todas las instituciones e ideas, inclusive el patriarcado, que se nutren de su suelo y lo refuerzan.

Es posible hacer esto. Como Bob Avakian, el Presidente del Partido Comunista Revolucionario Estados Unidos, dijo hace poco:

La revolución no es un sueño imposible. No es “poco realista”. Cambiar toda la sociedad, cambiar el mundo entero, no es una idea loca o peligrosa. Lo que sí es loco y peligroso, es aceptar las cosas como son y aceptar hacia donde van, bajo este sistema. La revolución —un cambio radical en la manera en que funciona la sociedad, en la manera en que nos relacionamos entre nosotros como seres humanos, en lo que son nuestros valores, en nuestra manera de conocer el mundo y de actuar para afectarlo— eso es lo que nosotros, lo que las personas en todo el mundo, necesitamos con mucha urgencia. Y eso es mucho más realista que tratar de “componer” este sistema.

De hecho, se han dado ocasiones, demasiado fugaces, en las que sociedades enteras se hayan movilizado para arrancar de raíz la opresión de la mujer, como parte de deshacerse del capitalismo y todas las instituciones que lo refuerzan. Eso ocurrió en las revoluciones comunistas del siglo 20: por primera vez en la Unión Soviética en 1917 y luego en China en 1949. Con el tiempo estas revoluciones fueron revocadas, pero cuando ejercían el poder, movilizaron a las masas para dar los primeros gigantescos pasos para arrancar de raíz la opresión de la mujer. Demostraron, en un lapso relativamente corto, que era posible superar lo que antes parecía eterno, que era posible llevar a cabo concretamente lo que parecía imposible. Y eso puede ser verdad, de una manera mucho más grande, en las revoluciones que han de hacerse ahora, en el siglo 21.

Es posible forjar el camino hacia esta revolución solamente por medio de la lucha, y es necesario construir esta lucha ahora. Las formas cada vez más agudas en que se manifiesta esta opresión, los choques agudos suscitados por las propias medidas adoptadas por los gobernantes de la sociedad para contener las cosas, crean tanto la necesidad, como un suelo fértil, para una férrea lucha. Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución concentra el camino hacia la revolución, capacitando a las personas para que se cambien a sí mismas, a la vez que participen en la lucha para cambiar el mundo. ¡Y existe tanto que clama por cambiarse y contra el que luchar, ahora mismo! ¡Romper las cadenas! ¡Desencadenar la furia de la mujer como una fuerza poderosa para la revolución! De hecho, el propio día festivo del Día Internacional de la Mujer surgió de la lucha: de una manifestación de masas de trabajadoras de la costura en la Ciudad de Nueva York en 1909, que irrumpió de los talleres clandestinos peligrosos hacia las calles, en inspirador desafío. Ese auge de lucha inspiró el primer Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo de 1910, organizado por los comunistas y los socialistas. En 1917 en Rusia, una enorme manifestación con motivo del Día Internacional de la Mujer desempeño un papel importante en avivar las primeras chispas de la lucha la que finalmente condujera a la revolución rusa y al establecimiento de la Unión Soviética.

Hoy, con la nueva síntesis del comunismo desarrollada por Bob Avakian, existe un análisis más profundo de la importancia fundamental de la liberación de la mujer para toda la emancipación humana, y de la centralidad de la lucha monumental necesaria para arrancar de raíz la opresión de la mujer. Esta nueva síntesis hace un balance crítico de la experiencia de la revolución comunista y también saca lecciones de muchas otras esferas del pensamiento y actividad humanos. En la primera etapa de la revolución comunista se dio una tendencia a ver esta cuestión como algo importante, hasta esencial, pero en ciertos sentidos con una tendencia a "subordinarla" a otras cuestiones y a no captar de una manera lo suficientemente cabal la profundidad y la agudeza de esta opresión y qué tan decisiva, qué tan integral lo es para la transformación total de la sociedad. La nueva síntesis del comunismo ha desarrollado un análisis más profundo, no sólo de qué tan empotrada está en la sociedad, sino la manera en que la transformación de la situación de la mujer puede ser y tiene que ser una fuerza motriz en la transformación concreta de la sociedad entera, en la lucha para destruir TODAS las cadenas de la tradición. Este objetivo inspirador de la emancipación de la humanidad es uno que las mujeres y los hombres, ahora, pueden hacer suyo y tienen que hacer suyo y por el que pueden trabajar y luchar activamente.

Este sistema, y las principales tendencias que dicen oponerse a este sistema, no tienen respuestas concretas a esta terrible opresión. Sí las tiene la revolución comunista, hoy basada en la nueva síntesis. Hoy nos encontramos ante la siguiente tarea: hacer una revolución contra este sistema lo más pronto posible y apoyar en lo político a la revolución donde quiera que se haga, con el objetivo de conseguir un nuevo poder estatal socialista como el primer paso hacia dicho mundo sin antagonismos sociales de todo tipo: un mundo comunista. "Mañana", donde quiera que se tome este poder y cuando se tome, nuestro movimiento se encontrará ante otra tarea: la construcción de una sociedad socialista, en el camino hacia el comunismo. Esta sociedad será una transición en la que se movilizará y desencadenará a las personas para superar todas las cicatrices del capitalismo, todas las maneras en las que una parte de la humanidad domina antagónicamente a otra, o sea, la explotación sobre muchas personas por pocas personas y el dominio de la vida intelectual por una pequeña élite, al servicio del capital... la división de la humanidad en naciones antagónicas y la subyugación llena de horrores de algunas naciones y nacionalidades por otras... la división distorsionada y opresiva entre las ciudades y el campo y la manera antagónica en la que la rica diversidad del mundo natural se convierte en una fuente de saqueo y la propia naturaleza resulta envenenada... se luchará contra TODO eso y más y se transformará, junto con la opresión de la mujer por el hombre, de nuevo como un elemento crucial y fundamental. Y se hará todo eso como parte de la revolución en todo el mundo, y como parte de apoyar dicha revolución, hasta que cada ser humano sea verdaderamente libre.

Lo que la humanidad requiere con urgencia es el inicio de una nueva etapa de esta revolución, que capta la emancipación de la mujer como una fuerza motriz Y UN GRAN PUNTO FUERTE POTENCIAL para esa revolución. Lo que se requiere con urgencia de nosotros es que emprendamos el proceso de hacer esta revolución... que nos transformemos en los nuevos iniciadores de una nueva etapa de esta revolución, en la que se hagan añicos todas las cadenas de la tradición y la humanidad se ponga a la altura de su pleno potencial, tanto colectiva como individualmente.

¡ROMPER LAS CADENAS! ¡DESENCADENAR LA FURIA DE LA MUJER COMO UNA FUERZA PODEROSA PARA LA REVOLUCIÓN!

¡UN MUNDO MEJOR HA DE NACER! ¡ES NUESTRO DEBER Y DESTINO TRANSFORMARLO TODO!

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