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Ucrania: los lobos andan sueltos

13 de marzo de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

24 de febrero de 2014. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. "Ucrania está en condiciones cercanas al incumplimiento y deslizándose al abismo", advirtió Alexander Turchinov inmediatamente después de convertirse en el vocero del parlamento ucraniano y presidente interino del país. Ucrania necesita 35 mil millones de dólares durante los próximos dos años y un préstamo urgente en las próximas dos semanas para pagarles a sus acreedores en Oriente y Occidente. Esos acreedores están engarzados en un forcejeo mutuo que ninguna de las partes puede permitirse perder y que quizás no puedan permitirse ganar. Lo que está en juego es mucho más que el dinero.

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El partido gobernante de Ucrania y la mayoría de los llamados "oligarcas" abandonaron de repente al presidente Víctor Yanukovich y trajeron a Turchinov un aliado de Julia Timochenko, la consentida de la Unión Europea [UE], especialmente de Alemania. Habiéndose hecho supermillonaria de la noche a la mañana cuando se disolvieron las empresas estatales del país, ella fue una de los primeros "oligarcas" de Ucrania y una digna encarnación de esta clase, que tal vez sean más débiles y menos adeptos a esconder su naturaleza carnívora que sus contrapartes de Occidente, pero no menos capitalistas monopolistas. Al igual que el ahora destituido Yanukovich y los demás, ninguno de ellos es leal a los "valores democráticos" o ni siquiera a una potencia extranjera en particular sino sólo a las necesidades de su pedazo de capital para expandirse sin límites en una competencia letal con otros capitalistas.

Esta no es la primera vez que Estados Unidos y Europa han intentado arrebatarle Ucrania a Rusia. La llamada "Revolución Naranja" de 2004-2005 agudizó una crisis económica y política que llevó a Ucrania a donde está hoy, y esa crisis subyacente está lejos de resolverse.

En 2004 las manifestaciones callejeras maquinadas por Occidente le arrebataron la presidencia a Yanukovich y pusieron a Timochenko y a Víctor Yuschenko en el gobierno. A pesar del respaldo de Occidente, la maniobra política insignia de Timochenko fue un acuerdo con el monopolio ruso Gazprom que era políticamente ventajoso para ella pero tan desfavorable para Ucrania que en 2010 Yanukovich volvió a la presidencia y ella fue encarcelada por corrupción. Aunque se le consideraba pro-ruso, Yanukovich entró en negociaciones con la Unión Europea para establecer un tratado de libre comercio. En noviembre de 2013 se echó para atrás de repente y a fin de cuentas se rehusó a firmar y en vez de eso aceptó un trato con Rusia por 15 mil millones en préstamos y una reducción de un tercio en los precios del gas.

De ese calibre es la lealtad e incluso lo previsible de cualquiera de los líderes de Ucrania. Sin embargo, su echada para atrás no fue irracional: al parecer el FMI quería imponer unas condiciones que hubieran podido generar una inestabilidad política mucho mayor, y no el alivio que su régimen sumido en la deuda necesitaba para sobrevivir. Yanukovich trató de jugársela a la vez con Rusia y la UE, y en últimas ninguna lo salvó.

Los jóvenes y otros que se tomaron las calles furiosamente proclamando "Queremos entrar a la Unión Europea" estaban burdamente engañados. Por ejemplo, ¿por qué la UE o el FMI hubieran tratado a Ucrania de forma diferente que a Grecia? Alemania y otras potencias europeas (especialmente Francia) le sacaron dos cueros a Grecia, primero al prestarle enormes cantidades de dinero para un "desarrollo" que significó la importación de capital y bienes de consumo a un nivel que ayudó a mantener la economía alemana canturreando, y luego, y una vez más, cuando la crisis financiera que llevó a Grecia a no poder pagar, forzando al país a hacer "ajustes" que orillaron a millones de griegos a la miseria para que el capital extranjero pudiera recuperar su capital y sus intereses.

Miremos a Rumania, Bulgaria, Hungría y los estados bálticos, además de otros países que fueron parte del bloque soviético y que han entrado a la Unión Europea, ¿a dónde los ha llevado eso? Quizás los jóvenes ucranianos esperaban que los vínculos con la UE llevaran el nivel de vida de su país al nivel ligeramente más alto de la vecina Polonia, a la que solía pertenecer Ucrania occidental. Pero una de las principales exportaciones de ese país son los polacos jóvenes, mujeres y hombres. Parecerse a Polonia no es ninguna aspiración revolucionaria.

Ucrania, un país de 46 millones de habitantes, se independizó en 1991 luego del colapso de la Unión Soviética. Es el décimo productor de acero en el mundo, tiene unos sectores agrícola e industrial muy desarrollados, pero su dependencia de la exportación de acero y de productos de acero ha hecho al país sumamente vulnerable a las turbulencias financieras globales y a la presión de Rusia. Su ubicación geoestratégica proporciona una vital ruta de transporte de energía desde Rusia hasta Europa occidental. Cerca del 60% de las exportaciones de Ucrania van para Rusia, Belarús y Kazajistán. El gas natural, que se usa para poner en marcha la industria y para el consumo casero, es la importación más grande y la causa principal de su déficit comercial. La deuda externa de Ucrania creció de 23.800 millones de dólares en diciembre de 2003 a 137.700 millones de dólares en septiembre de 2013.

La "revolución naranja" de 2005-2010, respaldada y financiada por Estados Unidos y la Unión Europea, no pudo producir cambios económicos estructurales ni reorganizar el panorama político de Ucrania. Eso hubiera requerido estratégicos compromisos políticos y astronómicos compromisos financieros que sus padrinos no podían cumplir, al estar enredados en guerras de ocupación en Irak y en Afganistán y especialmente cuando se hundieron en la crisis financiera.

Los efectos de la crisis financiera global en Rusia no fueron tan severos durante este periodo. Debido al alza en los precios de sus exportaciones de petróleo y gas, Rusia acumuló inmensas reservas de divisas. En algunos aspectos empezó a salir de la débil situación en que se encontraba tras el colapso de la URSS a comienzos de los años 1990.

Al mismo tiempo, el surgimiento de una renovada rivalidad imperialista y el auge de la China capitalista, junto con la crisis financiera global, han obligado a las grandes potencias a correr grandes riesgos para avanzar en sus esferas de influencia en toda dimensión: estratégica, política y económica. Ucrania, el pedazo más grande no ruso de la desbaratada Unión Soviética, se ha convertido en un foco de contradicciones globales.

Alemania en particular, que ya es un importante socio comercial con Ucrania, ha estado ansiosa por desgarrar más profundamente a este país relativamente grande y arrancarle sus abundantes recursos naturales, su industria altamente desarrollada y la agricultura orientada a la exportación. Es un mercado de primera para la exportación de capital y mercancías, con una fuerza de trabajo bastante joven, capacitada y educada acostumbrada a ser mal remunerada. La dominación de Alemania sobre Ucrania podría cambiar el equilibrio de fuerzas dentro de la Unión Europea y más ampliamente.

Pero mientras Europa y especialmente Alemania han estado listas a devorarse a Ucrania, Estados Unidos también ha estado intensamente involucrado, y por lo general sin sincronía con Alemania, si no es que en abierta oposición. Si bien Obama y los gobiernos de Europa saludan la caída de Yanukovich como "la voluntad" del pueblo ucraniano, ninguno de los intereses y deseos ucranianos fueron siquiera un tema de discusión en la famosa llamada telefónica filtrada entre la subsecretaria de Estado estadounidense Victoria Nuland y el embajador de su país en Ucrania. Discutieron exactamente a quién aceptarían y a quién no como futuro líder de Ucrania, y estuvieron de acuerdo en que la transición la debe intermediar la ONU para sacar del proceso de decisión a la UE —"Que se joda la Unión Europea", concluyó Nuland.

Resulta que los ministros del exterior de Alemania, Francia y Polonia prepararon un plan de salida para Yanukovich que Rusia se negó a firmar con el argumento que eso solo ayudaría a allanar el camino para que la oposición a Yanukovich se deshiciera de él. En todo caso, por el momento él se ha esfumado.

La potencia de fuego de Estados Unidos sigue siendo el argumento definitivo de Washington. Eso quedó implícito en la advertencia que la consejera de seguridad nacional de Estados Unidos, Susan Rice, le hiciera a Rusia de que se abstuviera de enviar tropas. La oposición a la intervención extranjera le suena falsa en boca del país que ocupó a Irak y Afganistán, que dirigió el derrocamiento armado del régimen de Gadafi y que hace poco amenazó con intervenir con fuerzas militares en Siria e Irán. Por no mencionar sus actividades en su "patio trasero" — la anexión de un gran trozo de México y un siglo de cebarse a costa de la riqueza creada por los mexicanos. La preocupación que manifestó Washington por el destino de los manifestantes bajo ataque en la plaza principal de Kiev (Maidán) no se vio por ningún lado cuando el gobierno de Obama coordinó la violenta limpieza de los parques que se tomaron los manifestantes del mucho más pacífico movimiento Ocupar en Estados Unidos.

La aventura de Estados Unidos en 2008 al alentar a Georgia a luchar contra Rusia terminó en la humillación de Washington, pero lo que está en juego tanto para Estados Unidos como para Rusia ahora es mucho más grande.

Para Estados Unidos y Rusia especialmente, el asunto principal es la importancia estratégica de Ucrania para el resurgimiento de Rusia como una gran potencia. Una estrecha alianza de Ucrania con Rusia podría ayudar a Rusia a alinear a sus ex repúblicas, especialmente a las más reacias como Azerbaiyán y en cierto grado Georgia. A la inversa, una mayor separación de Ucrania haría ese sueño de Rusia mucho más difícil y complicado, y fomentaría más motines dentro de la esfera de influencia de Rusia. El plan de Putin de una unión económica euroasiática no podría prosperar sin el más grande y más rico de los seis estados ex soviéticos,

Al parecer la política rusa ha sido la de fomentar las contradicciones entre la Unión Europea y Estados Unidos e inclinarse condicionalmente hacia la UE para aislar a Estados Unidos. Durante la crisis política de los últimos meses, mientras que algunas fuerzas en Ucrania exigían la dimisión del presidente, fuerzas a favor de la Unión Europea y Alemania propusieron un dialogo y una reforma sin cambiar el presidente. Incluso ahora que Yanukovich ha salido de escena, parece que Angela Merkel y Vladimir Puttin han estado negociando por teléfono, según algunos comentaristas, discutiendo la idea de poner a Timochenko, irónicamente una de los aspirantes menos anti-rusos, como una especie de jefe de estado de consenso.

La clase dominante de Ucrania parece haberse reagrupado contra Yanukovich. Hasta su propio partido lo repudia. "Toda la responsabilidad de esto recae en Yanukovich", dijo el Partido de las Regiones en una declaración. "El partido fue virtualmente rehén de una familia corrupta". Hay que aclarar que el aparato de estado no ha sufrido. De hecho, aunque el parlamento ha pedido que se arreste y enjuicie a otros ex ministros, el Ministerio de Defensa no ha cambiado de manos y las grandes fuerzas armadas del país parecen haber aprobado el consenso anti-Yanukovich. Al mismo tiempo, no es del todo claro qué tipo de alianza política estable podría reemplazarlo.

A pesar de lo manipulada que ha sido, Ucrania es un país capitalista monopolista relativamente desarrollado cuya clase dominante tiene sus propias necesidades y ambiciones. Si bien miembros de esa clase pueden chocar entre sí sobre los aliados extranjeros, tienen una cierta unidad de intereses. La mayoría probablemente ve la situación actual como una oportunidad de "liberar" al capital ucraniano de su posición subordinada o al menos mejorar esa posición. Esta es una importante razón por la que la situación es tan volátil.

Es casi increíble pero no imposible de entender que en las calles de Ucrania hoy se oigan los gritos contra la "mafia judía moscovita" y la "dominación judeo-comunista rusa". Estas eran las consignas de los nacionalistas ucranianos que vieron en la invasión alemana nazi en la Segunda Guerra Mundial una oportunidad para buscar el derrocamiento del socialismo por el que cuatro millones de ucranianos combatieron y murieron por defender. En vez de ser oprimida por la Unión Soviética, fue como república soviética que por primera vez en la historia Ucrania llegó a existir como entidad política y que su pueblo pudo florecer como nunca antes.

Al comienzo del movimiento de la Plaza Maidán los estudiantes jugaron un importante papel y parecía haber una amplia mezcla política de gente. Sin embargo, según los informes, el movimiento fue cada vez más dominado por el partido Svoboda, el partido históricamente pro-nazi que se dice dirigió la toma de la alcaldía de Kiev que provocó la huida de Yanukovich, y por las más abiertamente fascistas bandas paramilitares agrupadas en el que se hace llamar Pravy Sektor [Sector de Derecha]. Estas tendencias fascistas parecen ser una expresión de los intereses nacionales del capital ucraniano en oposición y también colusión con potencias capitalistas extranjeras. El papel central de estos elementos en la caída de Yanukovich señala una peligrosa dinámica política e ideológica que no se puede desactivar a voluntad.

Sin embargo, la ideología en extremo reaccionaria no es la característica especial de uno u otro bando en la lucha por el poder. El debate entre los comentaristas pro-Estados Unidos y pro-rusos sobre en cuál bando están los verdaderos fascistas es erróneo e interesado. El racismo chovinista ucraniano dirigido contra los judíos y la gente de origen ruso por las pandillas anti-rusas, se equipara con el oscurantismo patriarcal de las fuerzas pro-rusas (incluyendo al mismo Yanukovich) que insisten en que Ucrania no debe unirse a la UE porque el resultado serían matrimonios homosexuales y el fin de los "valores" cristianos.

En la medida en que hay una batalla ideología en curso, no se trata de "Occidente versus los valores rusos" ni de "democracia" versus "dictadura" —Yanukovich fue elegido repetidas veces— sino de nacionalismo ucraniano. Una vez más, independientemente de que la mala salud de Timoshenko y las circunstancias políticas le permitan volver o no al centro del escenario, ella es un caso de estudio en ese fenómeno. Habiendo crecido hablando ruso, dijo que había aprendido a pensar en ucraniano y llegó a oponerse a permitir el ruso como un segundo idioma oficial debido a la necesidad de unir el país — que por supuesto desde hace mucho ha estado unido, y con muchos hablantes de cuatro idiomas diferentes, pero sus capitalistas necesitan un clima político diferente para lograr sus fines como clase capitalista nacional. Una de las primeras movidas del nuevo gobierno interino fue acabar con el estatus del ruso como segundo idioma oficial en toda Ucrania.

Lo que estamos viendo ahora es, por una parte, las repercusiones trágicas de la restauración del capitalismo en la URSS luego de la muerte de Stalin y, por la otra, una batalla cínica entre las grandes potencias imperialistas no solamente sobre quién engulle a Ucrania y su pueblo sino en últimas por el imperio.

Ucrania está en la más grande convulsión que Europa haya visto desde el desmembramiento de Yugoslavia. Si bien hay diferencias importantes entre las dos situaciones, guardan alguna similitud en las ambiciones rapaces y temerarias de las principales potencias imperialistas, especialmente Alemania, Estados Unidos y Rusia; en las rápidamente cambiantes escisiones y alianzas, nacionales y extranjeras, de la clase capitalista dominante del país; y en el fomento de movimientos de masas reaccionarios manejados por esos intereses. Pero el mundo ha cambiado, especialmente en la última década, y Occidente no puede esperar una victoria fácil.

No obstante los acontecimientos inmediatos, dado este contexto es improbable que una situación tan compleja como esa se resuelva pronto. Los lobos han saboreado la sangre.

 

El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar, una publicación política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.

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