"Reexaminando" a Lyndon Baines Johnson: Rehabilitando a un criminal de guerra, entrenando a las personas en la complicidad

24 de marzo de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

De un lector:

¡La historia importa!

Acertar en el análisis y confrontar lo que ocurrió en realidad, o encubrir y distorsionar la historia: estos dos enfoques están fuertemente ligados con la manera en que uno mira lo que está pasando ahora y lo que va a ocurrir en el futuro, y cómo actúa en consecuencia.

El 15 de febrero de 2014, el New York Times publicó un artículo titulado: “Rescatando a una víctima de Vietnam: El legado de Johnson”. El artículo se centra en los esfuerzos de los familiares del difunto ex presidente de Estados Unidos Lyndon Baines Johnson (LBJ) y de sus simpatizantes políticos e intelectuales de rehabilitar el “legado histórico” muy negativo que Johnson dejó; el artículo refrenda esos esfuerzos sin cuestionarlos o impugnarlos en ningún momento. En la opinión de sus simpatizantes, Johnson fue en realidad un presidente “que casi llegó a la grandeza”, a quien se le manchó injustamente por lo que ellos llaman la “guerra fallida” en Vietnam. De hecho, para ellos LBJ es otra víctima trágica de esa guerra.

Según esos simpatizantes y ese artículo, lo más importante en realidad al considerar a Johnson es que luchó por varias leyes pioneras que trajeron cambios buenos para el pueblo estadounidense y, en particular, para los pobres y las nacionalidades oprimidas. Señalan la aprobación de importantes leyes de derechos civiles y contra la pobreza durante la gestión de Johnson, el establecimiento de la red PBS (la televisión “educativa” subsidiada por el gobierno) y otras reformas, y dicen que eso es lo que se debería recordar de LBJ, pero “que eso ha sido opacado por la tragedia de la guerra de Vietnam”. Con el fin de pintar a Johnson más favorablemente, contrastan sus logros legislativos con la descarada hostilidad a los pobres y las minorías que muestra el actual Congreso estadounidense.

Esas fuerzas esperan con ganas una “Cumbre de Derechos Civiles” nacional que tendrá lugar en la Biblioteca y Museo Presidencial Johnson, a la cual asistirán los ex presidentes Clinton, Carter y George W. Bush; esperan que asista Barack Obama. Ven en esa cumbre un punto nodal en la resurrección de la reputación de LBJ.

Déjenme decir francamente: se trata de un esfuerzo de embellecer a un monstruoso criminal de guerra y, peor aún, de enseñar a las personas a pensar que la vida de los estadounidenses sea más valiosa que la vida de gente de otros países y que se debería apoyar, o por lo menos “comprender” y hacerse de la vista gorda, a cualquier horror, con tal de que se haga al servicio de fortalecer a Estados Unidos y en nombre de ayudar a su población.

Echemos un vistazo a la historia verdadera; examinemos quiénes precisamente eran las verdaderas víctimas de la guerra de Vietnam.

Hace cincuenta años, en las calles de toda ciudad importante de Estados Unidos y muchas más pequeñas, además de las universidades, retumbaron los gritos ensordecedores de miles, de decenas de miles, y centenares de miles de jóvenes y otros que corearon: “Oye, oye, LBJ, ¿a cuántos niños mataste hoy?”

Eso expresó en una frase el hecho de que toda una generación empezaba a darse cuenta de que nuestros líderes no eran “buenos hombres sabios que luchaban por la libertad y la justicia”, que ni siquiera eran estúpidos hombres venales que andaban detrás de votos, dinero y una carrera. Eran los jefes monstruosos de un sistema monstruoso que desgranaba la muerte y la destrucción sobre personas inocentes y procuraba aplastar violentamente cualquier resistencia a su dominio.

Esa consigna se reflejaba en las fotos de niños vietnamitas que corrían por el camino, con gran parte de su ropa y su piel quemadas por los ataques estadounidenses con napalm; los informes sobre sanguinarias masacres de cientos de aldeanos cometidas por los soldados estadounidenses, de la violación tumultuaria, la práctica de los soldados de hacer collares de los restos de cuerpos de las mujeres y niños que habían asesinado, de los “bombardeos de saturación” de los campos y las aldeas de los campesinos vietnamitas, de la “cuenta de cuerpos” (un término militar estadounidense usado en ese tiempo para medir los “éxitos” en la guerra) que iba aumentando y aumentando y aumentando hasta que al menos dos millones —sí, dos millones— de civiles habían sido masacrados por la maquinaria de guerra estadounidense.

Esa consigna concentraba el creciente sentido popular de que los intereses de los oprimidos en Estados Unidos no estaban ligados a los de sus gobernantes, pero sí a los de las víctimas del imperio estadounidense, al creciente apoyo a las luchas por la liberación nacional en contra de Estados Unidos y a la deslegitimación de la clase dominante estadounidense, en su conjunto, ante millones de personas en Estados Unidos. Eso estuvo relacionado con el surgimiento del sentimiento y la organización revolucionarios aquí mismo “en las entrañas de la bestia”, como se decía en ese tiempo.

Por cinco años Lyndon Baines Johnson, LBJ, fue el comandante en jefe de esa maquinaria militar en Vietnam que iba creciendo de una fuerza de unos cuantos miles de soldados a más de medio millón, entablada en un esfuerzo desesperado e infructuoso de aplastar la resistencia vietnamita al dominio estadounidense, o por lo menos hacer que les sirviera de escarmiento a otros pueblos que pensaran en alzarse contra Estados Unidos, como aviso de que el costo sería demasiado alto para siquiera considerar.

Los crímenes gigantescos y casi inimaginables que cometió Estados Unidos en Vietnam, y la resistencia verdaderamente heroica e inspiradora de las personas por todo el mundo a esos crímenes, de Vietnam a las calles de Estados Unidos, es algo que no deberíamos olvidar jamás, y de hecho deberíamos tenerla en mente mientras Estados Unidos libra acciones militares una vez más por todo el mundo al servicio de sus intereses imperialistas, como siempre, bajo la bandera de la “libertad”.

Recomiendo mucho que las personas lean la reseña en RevoluciónMatar a cualquier cosa que se mueve: La verdadera guerra estadounidense en Vietnam” (#296, 24 de febrero de 2013), que ofrece un panorama más amplio de todo eso y da a conocer más profundamente por qué y cómo Estados Unidos llevó a cabo esos crímenes brutales.

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