Estudiantes de secundaria denuncian las masivas deportaciones: "No es justo, no es correcto... está mal"

21 de abril de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Un corresponsal de Revolución entrevistó a tres estudiantes de secundaria en el mitin del 5 de abril “Ni una deportación más” en frente del ayuntamiento de Los Ángeles. A continuación, unos pasajes de esas entrevistas:

 

Alex: Soy de Los Ángeles, de cerca de Hollywood. Aquí estoy protestando por primera vez. Hablábamos sobre la desobediencia civil en mi clase y pensábamos que sería una buena experiencia asistir a un mitin y experimentarlo en carne propia.

Un amigo mío está aquí también; deportaron a sus padres hace tres años, así que estamos aquí para apoyarlo.

Juan: Estuve como en el noveno año cuando deportaron a mi mamá y a mi papá por una infracción de tránsito. Se los llevaron, así no más. Citaron a mi mamá por una infracción de tránsito. Ella estaba en el carro, la vieron y se la llevaron. Ella me llamó desde la cárcel para decirme que iban a mandarla fuera. Luego mi papá me llamó tres meses después. Él comenzó manejar el carro. Y por la misma razón, lo agarraron y se lo llevaron a él también.

Así que mi hermana, ella tenía 17 años de edad y yo 14, ella no tenía trabajo y tuvo que abandonar la universidad... abandonó todos sus estudios simplemente para ir a trabajar. Y desde entonces, ella ha estado trabajando en el mismo lugar y tratando de mantener a mí y a mi hermanito. Vivimos los tres en un pequeño departamento sencillo. No sé en qué cuidad están mis padres, pero están en México. Originalmente son de Sinaloa. Me dijeron que se fueron a otra parte, porque en estos momentos [Sinaloa] está peligroso, por los cárteles, el narcotráfico y todo.

Siento que no quiero que esa experiencia le pase a nadie, particularmente una persona joven. En verdad, la separación de las familias es algo horrible, porque uno pierde a los padres, pero también pierde el hilo de sus pensamientos... No es una buena experiencia y estoy aquí para ponerle fin.

Revolución: ¿Qué opinas sobre la demanda “Ni una deportación más”?

Juan: Está bien, porque sé que no somos los únicos que están tratando de ponerle fin a esto, hay gente en todo el mundo; y tarde o temprano, tendrán que oír lo que estamos diciendo, porque para eso está la Constitución, pues, para el pueblo...

Revolución: ¿Hablan sobre esto en la escuela?

Juan: Sí, en nuestra clase de inglés, ése es nuestro tema, lo están discutiendo en todas partes. Nuestro profesor le dijo a cada uno de sus estudiantes que fuera para hacer protesta. Así que unos compañeros están aquí ahora mismo.

Alex: Sí, también estoy aquí porque mi abuelo... hace como cuatro años trabajaba en construcción, así que me imagino que tuviera un trabajo. Les faltaba cierto documento en el trabajo. Investigaron y descubrieron que él era indocumentado, así que mi abuela me llamó una noche en la madrugada y me dijo que se llevaron de la casa a mi abuelo y lo deportaron. Ahora vive en Lima, Perú, pues es de ahí originalmente.

Vino aquí como a los 16 años y hasta ahora se fijaron en él al final. Pero ni siquiera en ese caso, siendo que estuvo aquí por tanto tiempo... pues no sé por qué debería importar. Tiene 67 años. Obviamente veo eso como algo injusto. Ahora estamos yendo a los abogados, a ver si podemos llevarlo de nuevo para acá; porque donde está ahora, pues dejó todo lo de allá para una oportunidad aquí, y estaba haciendo bien. Y ahora que haya regresado ahí, pues no tenía nada a qué regresar, así que apenas se mantiene a flote.

Tercer estudiante: Estoy demostrando mi apoyo por la misma razón que ellos... Mis primos estaban aquí ya y fueron separados de mi tía cuando eran chicos... Ella fue deportada a Honduras; no es de México. Así que el efecto es el mismo. Así que siempre he participado mucho en poner fin a la separación de las familias... Obama debería cambiar de parecer; parece que en realidad no quiere hacerlo.

Alex: Hace seis años, el prometido de mi mamá llegó a Estados Unidos en busca de oportunidades, porque tenía familia aquí. Así que llegó aquí con solo lo que traía en la mochila y la ropa que tenía puesta. Encontró una manera de ganarse la vida. Encontró un trabajo en una compañía de soldadura... Relató esta historia de que un día, en el camino hacia aquí, él venía con unos amigos pero todos quedaron separados cuando se hizo una revisión de la gente que iba arriba de los autobuses y los trenes, querían ver [con qué documentos] estaba llegando la gente. Ellos venían de Honduras. Habían cruzado la mitad de El Salvador cuando se hizo la revisión por arriba de los trenes y había que escapar corriendo. Así que se separaron, [el prometido de mi mamá] perdió la mochila, no tenía nada, y de alguna manera llegó a Estados Unidos. Se escondió por un rato y cuando vio que el tren se iba, subió de nuevo. Dijo que había centenares de personas, principalmente madres con sus hijos, que iban viajando encima de los trenes, aprovechando cualquier modo de llegar aquí a Estados Unidos. Y había ciertos puntos de control donde detuvieron a las personas para ver si siquiera tuvieran algún documento en general. Dijo que el 70 ó 80 por ciento no lograron llegar a Estados Unidos. Él era parte del aproximadamente 20 por ciento que, con suerte, llegó. Dijo que vio que las autoridades arrastraban a las personas, los llevaron en furgonetas para una detención segura, ahí donde los encerraban...

Yo nací aquí, así que no sé en realidad cómo es estar separado de la familia a una edad temprana; tener que correr, solo para tener una oportunidad aquí. Es muy, muy triste, es devastador, ver lo que la gente tiene que experimentar solo para tener una oportunidad en Estados Unidos. Y tener que ver que Obama tiene que deportar a toda esta gente y no es justo, no es correcto. Francamente, está mal. Está mal... En el mundo de hoy, Obama necesita tener la mente abierta al hecho de que los inmigrantes vienen aquí por una razón: por un trabajo, una oportunidad, una vida mejor. Tienen razones por salir de sus lugares de origen. Y ver que Obama simplemente los mande de vuelta, eso simplemente está mal...

Siempre me pregunto: ¿hasta qué punto tenemos que ir para que Obama capte el mensaje de que estamos aquí por una razón, que estamos aquí para alzar la voz por esta causa?... No se puede seguir haciéndose la vista gorda por mucho tiempo. Pues no vamos a ninguna parte. Aquí vamos a estar. Si eliminan a un mil, pues otro mil lo va a reemplazar. Se trata de un movimiento que no va a parar. Nuestras cantidades son vastas, somos muchos...

Voy a la iglesia todos los domingos con mi mamá. Y cada domingo, pasamos por el barrio bajo donde viven los sin techo. No me gusta ver eso: cientos, tal vez más, de afroamericanos a lo largo de la calle, y les dan lo peor que se pueda dar a una persona... Francamente no entiendo por qué eso sea justo para nadie. Pasamos por ahí como si no estuviera nada ni nadie. Eso es incorrecto. Mi mamá trabaja en una compañía, y uno de los principales contribuidores ahí tiene un hijo que creó una fundación que ayuda a devolverles algo a esas personas. Ése es un buen ejemplo de lo que deberíamos estar haciendo: ayudar a quienes no tienen nada o tal vez menos que nada. He vivido en esta ciudad desde los tres años de edad. Nunca jamás he visto a persona alguna, funcionario alguno, persona alguna de Los Ángeles, hasta siquiera el presidente, que haya hecho algo respecto a eso. Yo personalmente estoy tratando de formar una fundación benéfica en que yo podría ayudar a recaudar fondos para esa personas, para las que están en ese barrio bajo, donde apenas logran sobrevivir. Esta ciudad tiene un clima muy extrema, cosas muy extremas. El hecho de que ellas aguantan eso sin nada de ayuda, sin nadie para guiarles, sin ninguna manera de defenderse: eso es muy, muy horroroso; es muy triste.

Estoy tomando un curso de cinematografía y decidí hacer una película corta de cinco minutos, en la cual entrevisté a una familia ahí. Entrevisté a un hombre mayor, a su esposa y a la hija de 21 años, que asiste actualmente, si no me equivoco, a la Universidad del Sur de California (USC). Ella trabaja, vive en la calle, pero aún así va a la universidad. Y ella me dice qué tan difícil es ver que sus padres, que le han dado todo, hayan renunciado más de lo que tenían jamás para que ella asista a la universidad. Los entrevisté y me dijeron qué tan difícil es. Ya han vivido dos inviernos, obligados a pasarlo ahí. Los albergues que existen por ahí, pues no hay cupo para todos. Así que no todos logran obtener... ni siquiera una frazada, una ropa abrigadora para mantenerse caliente. He visto cómo las personas se enferman por las horribles condiciones que les causaron vivir en la calle en primer lugar...

Los primeros dos años de mi vida, mi padre no estaba. Viví en un pueblo fronterizo. No tenía nada los primeros dos años de mi vida. Vivía en un carro con mi mamá. Mi tía nos encontró ahí, nos dio un hogar adecuado, me dio ropa. Yo pensé que mi vida fue dura hasta que empecé a ir a esta iglesia y vi lo que ellos tenían. Esas personas han vivido ahí por años. Siguen atrapadas en el mismo lugar que han ocupado por los últimos tres o cuatro años o más. No entiendo cómo es posible sacar ganancia de eso y no sentirse culpable.

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