Entrevista a un ex preso, primera parte:

Rompiendo con la vida de pandillero
Entrándole en la revolución REAL

29 de septiembre de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

NOTA DE LA REDACCIÓN: A continuación posteamos la primera parte de una entrevista a un ex-preso que mediante el contacto con el periódico Revolución, los escritos de Bob Avakian y la literatura del Partido Comunista Revolucionario, decidió que iba a dedicar su vida a ser emancipador de la humanidad. Se revisó para su publicación. Estamos presentando la entrevista en tres partes. Aquí posteamos la primera parte. Ya posteamos la Segunda parte y la Tercera parte.

 

Revolución: Te volviste revolucionario en la prisión, mientras estabas cumpliendo una pena de 11 años. ¿Puedes hablar sobre el proceso de dejar atrás una mentalidad de pandilla para adoptar otro modo de pensar?

X: Fue mucha lucha, mucha lucha conmigo mismo... fue un proceso de lucha que se daba al mismo tiempo que yo leía más. Estuve metido en la celda y leía simplemente por aburrimiento. Simplemente tomas un libro y empiezas a leer cosas. Y después piensas sobre esas cosas. Piensas sobre el papel que estás desempeñando y cosas así.

Empecé a leer materiales radicales y éstos me atraían. Porque en un nivel, yo siempre odiaba a los policías. Odiaba a los policías porque vi su hipocresía. Así que no me gustaban las autoridades, no me gustaba el gobierno. Eso para mí era una porquería. Miras la televisión y salen esos idiotas y esos politiqueros farsantes y el modo en que hablan sobre los vecindarios, pues, por ejemplo lo que están haciendo para el vecindario. Eso perros de mierda salían en la televisión y se podía reconocer su hipocresía cuando decían: “Pues estamos tratando de estar al servicio de estas personas, de protegerlas y el problema son estos hampones de mierda”. Bueno, no lo dicen así, hablan de una manera pulida sobre la gente, me imagino que les dan algún tipo de capacitación para hablar sobre esas cosas. Y después escuchas a estos políticos que dicen: “un agente tan sobresaliente del orden público” y todas esas ridiculeces. Y piensas que todos están en tu contra, los policías están contra ti, los reporteros de mierda que les entrevistan están en tu contra, los políticos están en tu contra y empiezas a pensar que el mundo entero está en tu contra. Así que quieres hacer cosas malas, simplemente te da ganas de hacer cosas malas.

Pero estás consciente de ciertas cosas y luego empiezas a leer. Por ejemplo, mucha literatura radical que leí provenía de personas que enviaban literatura a los presos, y la que más me gustaba era del Fondo de Literatura Revolucionaria para Presas y Presos(el Fondo). Me enviaba materiales y hablaba sobre los presos. Para ellos, no éramos la escoria de la tierra. Darme cuenta de que había personas que veían a los presos como una fuerza positiva en potencia tuvo un gran impacto sobre mí. En realidad, la opinión que tenían de mí era más positiva que la que tenía yo. En realidad yo pensaba a veces que yo era una mierda. “No valgo para nada. Hago todas estas cosas horribles”. Abrazas eso como una manera de afrontarlo todo. Y luego, pues, descubrir a unas personas que no me ven como un monstruo irredimible, y están luchando contra algo al cual yo también me oponía, al cual desde niño no me había gustado — no me gustaba el gobierno, el sistema. Eso no me gustaba por nada. Así que [lo que decían] me atraía e iba leyendo más, y al leer más materiales, iba tomando conciencia.

La resistencia política me atraía. Pero no me cambió la vida como lo hizo la revolución. Cambió la manera en que pensaba sobre muchas cosas. Yo estaba bregando con mis sentimientos acerca de las cosas, pero no veía ninguna razón por la cual debería cambiarme. En cierto grado me mentía a mí mismo; me decía que podríamos hacer la revolución algún día, uno de esos días. Porque yo tenía esa noción de que no íbamos a cambiar las cosas sin hacer una revolución. Necesitamos una revolución para cambiar todas las cosas de las cuales esas personas estaban hablando. Mucha literatura radical no hablaba de revolución, no de una manera sustancial. Solo hablaba de un cambio gradual o de la resistencia: que las personas se unieran contra este u otro crimen particular que es producto del sistema. Decía que podemos cambiar las cosas, pero en realidad no hablaba fundamentalmente del cómo. ¿Cómo se derrocaría el maldito gobierno y con qué lo reemplazaríamos? ¿Qué es lo que necesitamos para llegar a ese punto? Nadie hablaba de eso. Nadie... todo eso era muy frustrante para mí, así que yo no veía la posibilidad de una revolución. Así fue hasta que mi amigo me mandó la dirección del Fondo en una “cometa”. [Las “cometas” son pequeñas notas pasadas entre los presos.]

Para ser claro, yo había leído a Marx, a Lenin, a Mao y a Engels, y claramente eran revolucionarios; hablaban en serio de hacer una revolución REAL. Pero cuando leí a todos estos “revolucionarios de hoy día”, me parecía que estaban aguando el contenido. En contraste, cuando empecé a leer el periódico Revolución, se hablaba de hacer la revolución de una forma seria y concreta. “Ésta es nuestra estrategia, esto es lo que tenemos que hacer. Tenemos que construir un movimiento. Pero tiene que ser un movimiento PARA la revolución”. Muchas personas hablaban de construir movimientos, pero no hablaban de para qué construir movimientos. Siempre era muy vago. O unas personas hablaban del socialismo, pero no decían cómo iban a llegar al socialismo. El periódico Revolución era distinto. Las obras de BA eran distintas. Empecé a leer todo eso y mi reacción fue “¡Vaya, eso es!” Me inspiró de verdad; era algo para cambiarle la vida a uno. Empecé a pensar más seriamente en todo eso y en todas las cosas que yo había pensado anteriormente, luego empecé a mirar seriamente a qué iba a dedicarme la vida.

Una cosa me quedaba claro — no iba a ser conformista. Incluso cuando yo era menos consciente, sabía que no iba a conformarme, que eso simplemente no me era una opción. Pero cuando entré en BA y en el periódico Revolución, “vi la luz” pero también hice muchas preguntas. No abracé nada sin cuestionarlo. Al principio, yo les escribía muchas preguntas. Y al leer continuamente más obras de BA, encontré las respuestas.

En definitivo, el comunismo me atraía. Había otras personas que se llamaban comunistas pero su línea era ridícula. Se basaban en muchas ilusiones de que la resistencia en el tercer mundo iba a desarrollarse espontáneamente para llegar a ser el tipo de conciencia necesaria para una revolución. Por otro lado, consideraban las dificultades de hacer una revolución en Estados Unidos y concluían que no era posible hacer una revolución aquí. Eso no le cambiaría la vida a uno. No había nada en lo que decían y pensaban que hacía que quisiera dedicarme la vida a la revolución. Si vas a estar siguiendo ilusiones o... no quiero ser parte de ninguna cultura de resistencia. “Bueno, llevé mi vida y opuse resistencia, así que puedo dormir bien de noche”. ¡Al carajo eso! Si voy a cambiarme la vida, pues tiene que ser porque pienso que en realidad vamos a cambiar las cosas. Quiero hacer contribuciones concretas, cambiar las cosas concretamente y no simplemente hacer cosas para sentirme bien de mí mismo. Quiero hacer una revolución, carajo.

Al leer más literatura y compararla y contrastarla con BA, empecé a darme cuenta: “Bien, si en verdad vamos a hacer una revolución, tenemos que entrarle a BA” Cuando leí el periódico por primera vez, leí “tenemos a este líder BA, tenemos este periódico, tenemos a este Partido con estos principios que podríamos construir”. Eso no me impresionó mucho en ese momento, no lo capté en realidad, pero al adentrarme más en esto, al leer más, pues en cierto momento sí lo capté. Un día simplemente estaba pensando y se me ocurrió: “¡Carajo! Ésta es una cosa tan valiosa”. Me acuerdo de haber leído a BA y él decía que el Partido es una cosa valiosa, y mi reacción fue, “bueno, sale vale”. Pero no me puse en la onda en realidad hasta que lo pensé más. “Fíjate, nosotros sí tenemos a este Partido y a todas estas personas que están actuando de apoyo a este Partido, para construir este Partido pero con el propósito de hacer una revolución. Y existe un Partido que dirige todo eso”. Pensé que eso era muy poderoso y de ahí me adentré en la estrategia. Eso fue algo que me afectó muchísimo, leer “Sobre la estrategia para la revolución”. Cuanto más lo pensaba, más podía ver que esa estrategia correspondía a la realidad objetiva.

Revolución: Una cosa que dijiste al principio fue que odiabas a la policía. ¿Qué experiencias tenías con la policía? ¿Cómo se desarrolló ese profundo odio por la policía?

X: En mi vecindario los policías eran los malos. Al crecer como muchos de nosotros y al ver a los policías como los malos, pero si lo piensas bien eso está muy jodido, porque las personas que terminas por admirar son los pandilleros. Los pandilleros eran las únicas personas a quienes veía en una relación abiertamente antagónica con los perros policías. Me parecía que no simplemente se conformaban con las cosas como son. Digo que “me parecía”, porque en realidad sí se conforman. No obedecen las reglas ni trabajan, pero aún así, están metidos en esas otras necedades. Sacan dinero de la miseria por su alrededor, con la venta de drogas y otras necedades, pero son temidos o tienen dinero y en este sistema, eso es lo que cuenta. No es de sorprenderse que muchos niños piensen: “Quiero ser como ese tipo”. Luego ves que los perros policías los joden y reaccionas: “cabrones de mierda”.

Pero también, cuando yo era jovencito, mi papá me enseñaba cosas sobre la policía. Mi papá vino de México a principios de los años 1970 y vio algo de la cultura “jipi”, los tiempos radicales, y él hablaba bien de esos tiempos, decía sobre los jípis: “esos tipos eran geniales”. Y odiaba a los policías. Mi papá odiaba a los policías y me enseñaba cosas. “Estos perros jodidos están jodiendo a la gente de aquí y no tienen ninguna maldita razón”. Porque veíamos que los policías jodían a los vendedores ambulantes. Jodían a todos. Y mi papá decía: “¿Por qué están jodiendo a ese hombre que solo está tratando de ganarse un dólar o lo que sea?”

Además, tuve una experiencia en que los policías agarraron por el cuello a mi hermanito cuando éste tenía unos cinco años. Él estaba tirando piedras contra los hijos del vecino y alguien llamó a la policía. Los policías llegaron y llevaron a mi hermano al callejón de atrás y mi hermano regresó llorando y se fue a pedir disculpas al vecino. Al principio, mi hermano no quería decirme lo que había pasado. Después de un tiempo, me lo dijo, y estaba llorando al contármelo. El perro policía lo había agarrado por el cuello y lo aplastó contra la pared y le insultaba y le amenazaba. Mi hermano tenía cinco años. Otro vecino me dijo después: “Oye, ‘mano, ese perro le agarró a su hermanito por el cuello”.

Revolución: ¿Cuántos años tenías tú cuando eso ocurrió?

X: Tenía unos nueve o diez años. Pero yo protegía mucho a mi hermano. Y eso me jodió bien gacho porque no podía hacer nada. Yo era un muchachito pero tenía tanta rabia. Yo pensaba, “esos perros malditos, esos cabrones de mierda” y no había nada que podía hacer.

Pero después, al tener más años, tuve experiencias más directas con los policías. Vi lo que eran y cómo trataban a uno. Si eres negro o latino, y joven, vas a tener experiencias directas con los perros policías. Siempre estábamos a la guardia contra ellos.

Yo tenía innumerables encuentros con ellos y veía que jodían a otras personas también. Yo siempre tenía roces con la policía porque íbamos pasándola y estábamos constantemente en la calle. Estás en la pandilla y ellos saben que no estás haciendo nada bueno. Así que se te acercan y quieren que salgues o quieren que disperses o lo que sea, quieren joderte y eso lo hacen constantemente. Te agarran en la calle aunque saben que no hay nada de que pueden acusarte. Pero nos agarraban por cualquier pretexto, sea para actualizar sus fotos de los pandilleros o cualquier cosa. Después nos abandonaban en el vecindario de alguna pandilla rival y tendíamos que caminar por los vecindarios de otras pandillas, y la policía esperaba que éstas nos mataran o algo así.

Había una cosa en que yo pensaba mucho al crecer y tener más conciencia sobre las cosas que los policías hacían. Estaba la “unidad antipandillas” y ésta colgaba un tablero en el cual incluía los nombres de las pandillas más activas de la zona; era una lista del número uno hasta el número diez de las pandillas más activas en esa división policial. Los policías hacían que te sentaras enfrente de ese tablero y tú estarías leyéndolo, y si eres pandillero y miras el tablero y no ves en la lista tu vecindario, pues tu reacción era: “al carajo eso”. O ves que tu vecindario no está entre los primeros, o peor, que tus rivales ocupan un lugar por encima de tu pandilla, bueno, quieres hacer que tu pandilla sea el primero y quieres que tus rivales vean eso. Los policías hacían sentarse enfrente del tablero a todos, a todos lo pandilleros que habían agarrado; los hacían sentarse enfrente de este tablero antes de empezar a procesarlos. Así que lo verías y esos tipos pandilleros saldrían de ahí con deseos de entrar en competencia para decidir quién estaba haciendo las necedades más estúpidas... matándose entre sí y todas las necedades estúpidas que hacemos estando en una pandilla. Así que, sí, básicamente yo odiaba a los perros policías.

Revolución: Dijiste que llegaste a entender que no tiene sentido que los jóvenes pelean entre sí, pero no siempre lo veías de esa manera. ¿Puedes hablar sobre eso?

X: Sí. Cuando estás creciendo y ves que ellos son tus amigos, tus amigos más íntimos, terminas uniéndote a ellos en la pandilla. Llegas a ser un pandillero chiquitín. Eres uno de los pandilleros chiquitines y estás en la calle haciendo cosas malas. Tienes un amigo que conoces de la escuela y luego cuando se juntan, todavía son amigos pero ahora están en la pandilla juntos y quieres que los demás amigos tuyos entren en la pandilla y, luego, de repente todos son parte de esa pandilla local. Todo parece muy divertido, como un juego al principio, te unes a la pandilla porque ofrece diversión en medio de una vida que de otra manera sería monótona y sin sentido, pero luego alguien resulta muerto y todo se vuelve muy serio. Esos amigos que tú quieres terminan muertos, estás en la misma pandilla y algo se espera de ti cuando eso ocurra. Es que tu amigo acaba de ser asesinado y tú odias a las personas que lo hicieron. Solo quieres matarlos y en realidad no te importa quién fuera. Si pudieras, te encantaría matar a la persona responsable, pero en realidad no te importa si matas a un amigo suyo. Recuerdo una vez, después de que un amigo mío murió asesinado, fuimos a su casa y su padre nos dijo... él está llorando, toda la familia está llorando, y nos dice: “Solo quiero que lloren los del otro lado... Quiero que ustedes se aseguren de que haya gente llorando por el otro lado también, de la misma manera que mi familia está llorando”. Eres parte de esa vida y no sabes que es el sistema el que causa todas esas necedades. No sabes esto, así que respondes: “claro que sí, no se preocupe usted. Por eso estamos aquí, eso es lo que vamos a hacer. Vamos a asegurarnos de que lloren también los cabrones del otro lado”. Así que eso llega a ser una gran parte de tu vida, como si fuera todo lo que eres y todo lo que te importa. Todos tus esfuerzos son para la pandilla, para el vecindario — del cual en realidad ni siquiera eres el dueño ni lo controlas. Y los perros policías entran en el vecindario. Dices que es tu vecindario pero no puedes hacer que la policía no entre.

Revolución: ¿Por qué la idea del vecindario es tan atractiva y está cargada de tanto significado, a pesar de que tú no eres el dueño ni controlas el lugar? A veces ocurre que en tres cuadras, cinco pandillas están peleándose literalmente por una esquina. Pero aún así tiene una coherencia. Así que, ¿cuál es la lógica y qué es lo que mantiene todo eso unido? ¿Por qué está cargado de tanto significado?

X: Es más que simplemente pelear por un territorio; yo diría incluso que esa esquina ni siquiera es la razón por la cual están peleando en realidad. No existe mucho en el mundo que en realidad tú puedes sentir que es tuyo, pero tampoco existe mucho en el mundo que en realidad puede hacerte sentir bien de ti mismo. Cuando estás en la pandilla, sí tienes cierto nivel de control sobre el territorio, y hay cierto respeto y temor que viene de ejercer el poco poder que sí tienes en la pandilla. La gente te teme, la gente te respeta. Tú sientes que no eres simplemente algo que no sirve. En esta sociedad, tu valor está en lo que tienes; y hay todos esos jóvenes que en realidad no tienen nada, pero lo que sí tienen es el hecho de que la gente los teme porque tienen algún control sobre el territorio que llaman su vecindario. Los vendedores de droga, cárguense armas o no, tienen que pagarte la cuota si no pertenecen a tu pandilla y quieren vender en tu vecindario. En realidad nadie que vive ahí tiene alguna chance realista de desafiarte y eso te hace sentir bastante fuerte. Te hace sentir que después de todo, tal vez no carezcas de valor. Pero, por otro lado, están las demás pandillas y tienes roces con esos jóvenes y terminas en peleas. Ellos están pasando por lo mismo que tú y les moldean las mismas fuerzas y condiciones que han moldeado a ti y a tus amigos. Tú te crees el muy cabrón, pero ellos también se creen cabrones. La pandilla rival, pasando en carro por tu vecindario en el proceso de demostrar que son, como dice BA, el “más fortachón cabrón de mierda con una pierna rota” de ahí, es una amenaza a tu manera de vivir, pues en efecto te están diciendo: “tú no eres nada”.

Con la mentalidad de pandilla, no puedes permitir eso, ya has invertido demasiado en ella; la pandilla te da una razón de ser y un sentido de valía. Si faltas éstos, ¿qué tienes? No ves de dónde viene todo lo jodido. No ves que puedes cambiar las cosas. No ves la posibilidad de hacer algo distinto. Así que, no tienes más que [la pandilla] y te aferras a ésta por más que puedas y ésta se convierte en todo lo que es tu vida. Muchas personas van a la prisión y siguen pensando de esa manera. Están encarcelados y siguen representando. “Representaré mi vecindario... estando en la prisión de por vida”.

Revolución: ¿Cómo fue el proceso en que te distanciaste para ver la situación con cierta perspectiva? Hablaste de llegar a ver que era como si hubieran matado a dos pájaros con un tiro.

X: Sí, así fue. Digamos que te acusan de haber asesinado a una persona. Primero, la víctima no les importa un carajo porque era una persona como tú. No les importa un carajo esa persona. Ahora enfrentas una pena de cadena perpetua. Es como que acababan de matar a dos pájaros de un tiro. Les encanta que actuemos así. Encima de eso, pueden decir aún que es por esa razón que es necesaria la policía. “Por eso tenemos que enviar a más policía ahí” y tener a más perros policías patrullando estos vecindarios.

Revolución: ¿Qué sentiste al darte cuenta de eso?

X: Sentí que me estaban manipulando, que yo estaba dejando que esos perros me utilizaran. Yo estaba haciéndoles su jueguito. Estaba haciendo que todo les fuera más fácil. Yo les estaba ayudando. Les estaba ayudando lo mejor que podía. [Se ríe]

Cuando eres joven, alguien podría decirte: “Mira pues, ustedes no hacen más que matarse entre sí y luego esos perros policías te llevan a la prisión”. Muchas personas reconocerían que ésta es la realidad, pero responden: “Sí, es un poco estúpido, pero así es, es lo que hacemos. Lo hacemos para el vecindario y todo eso”. Eso es lo único que te importa en realidad, es tu mundo: la vida de pandilla. Es lo único que te importa. Así que en un nivel sabes que te están manipulando, pero en realidad no te importa porque no ves ninguna alternativa que te ofrezca una razón de ser y un sentido de valía. Mucho de esto se relaciona al hecho de que no ves que el sistema es ilegitimo. Piensas que ellos son quienes gobiernan y ellos pueden hacer todas esas cosas jodidas; ellos lanzan las guerras y nos joden a nosotros, pero ellos tienen el poder, así que no hay razón como la del bastón. [Se ríe.]

Revolución: ¿Qué te hizo, inclusive en ese nivel, poder distanciarte un poco y mirar la situación desde afuera? ¿Qué hizo que alcanzaras ese nivel de conocimiento?

X: Solo pensando en la situación. Nunca he hablado con nadie involucrado en esto que no podía captarlo en algún nivel — si es que estaba dispuesto a discutirlo en serio. Si le dijera: “Bueno, tome un minuto para pensar en eso”, esa persona se daría cuenta en un nivel. Todos estos tipos han lidiado con esta mierda por toda la vida, han tenido muchas experiencias directas con la policía. Los agarran y los meten en la cárcel esos perros policías que se piensan superiores, esos malditos tribunales deciden su futuro, lo mantienen encarcelados gran parte de la vida; y algunos jamás podrán ver el mundo fuera de esas murallas. Toda esa herramienta represiva funciona en su contra, y ¿por qué? Porque esos tipos adoptaron los valores que este sistema fomenta y están imitando, en las esquinas, los crímenes y el modo de pensar sobre esos crímenes de quienes los gobiernan, los mismos que cometen crímenes en escala masiva por todo el mundo. Tomando un minuto para pensarlo, es difícil descartar la realidad de esto.

Revolución: Así que en un nivel podías ver que “nos están manipulando”, pero, como dijiste, aún así muchas personas lo aceptan. Entonces, ¿qué provocó que rompieras más profundamente con ese modo de pensar?

X: Algo que tenía impacto y me hizo empezar a cambiar más profundamente mi modo de pensar es que empecé a prestar más atención a los sucesos mundiales. Hablé de la hipocresía de los perros policías, los políticos y los medios de comunicación. La manera en que menospreciaban a la gente de mi comunidad. Después yo prestaba atención a la política internacional y los sucesos que ocurrían en el mundo y reconocía el mismo patrón, la misma hipocresía acerca de la gente en otras partes del mundo. Usaban diferentes términos, pero la esencia era la misma. “Esta falta de democracia, esos países atrasados, no podemos obligarlos a aceptar la democracia. No sabrían qué hacer con esa democracia”, toda esa mierda. “Nuestros hombres y mujeres están haciendo el mejor trabajo posible con estos pueblos atrasados”. Es básicamente lo mismo que dicen acerca de nosotros. “La policía está haciendo el mejor trabajo posible con estos jóvenes aquí”.

Pero, por otro lado, tenía que entrarme en la literatura radical para verlo en realidad, para que me encabronara en realidad. Porque eso hizo que empezara a culpar al sistema por la muerte de mis amigos. Muchos amigos míos murieron debido a cosas de pandilla. Yo rabiaba contra el sistema por lo que les hace a estos jóvenes, porque les priva de cualquier razón de ser. Todo lo que ven, pues, es como dice BA en el discurso ¡REVOLUCIÓN — NADA MENOS!, y eso me afecta cuando lo escucho: esos jóvenes, lo único que sienten, la única razón de ser que tienen está en la maldita esquina que no es suya ni la controlan. Cuando escucho eso, tengo que contenerme las lágrimas porque yo sé exactamente de lo que habla. Ése soy yo y ésas son tantas personas que conozco, mis amigos, y eso es lo único que sienten y no saben de dónde viene. Piensan que lo saben, pero no lo saben. Así que mi odio por el sistema empezó a ser más personal, cuanto más cuenta me daba de dónde venía todo eso, y todos los amigos que yo había perdido y todas las necedades que yo había hecho.

Pero también fue un proceso de recuperar mi humanidad, porque en ese entonces yo pensaba que había perdido mi humanidad. Me sentí un desalmado, que la gente no me importaba un carajo. Porque sentí que yo no le importaba un carajo a la gente. Así que no me importaba la sociedad y reconocí que todo estaba jodido, pero yo me decía que mientras la sociedad siga siendo una jodidera y el mundo en que tenemos que vivir sigue siendo una jodidera, voy a ser un caso perdido. No voy a vivir según las reglas.

Revolución: ¿Puedes identificar ciertos puntos de viraje que cambiaron tu modo de pensar en la prisión? Hablamos de ver la situación con cierta perspectiva y ver cómo manipulaban a las masas, pero había otras rupturas también durante este proceso. ¿Puedes identificar unos puntos de viraje?

X: Toparme con otros presos que también leían literatura radical definitivamente era un puntos de viraje. Fue algo que tenía un impacto sobre mí, como: “Caramba, no soy el único”. Recuerdo que encontré a una persona, y estábamos muy de acuerdo y hablamos de la revolución, pero no sabíamos en realidad cómo se podría hacer una revolución o si en verdad existía la posibilidad de una revolución. Podíamos hablar de eso entre nosotros, pero en realidad no captábamos que era cierto.

También, al leer cosas que criticaban el capitalismo. Empiezas a entender: “Vaya, esos tipos hacen todo simplemente para sacar ganancias”. Y eso me parecía tan obvio, tan obviamente el caso. ¿Cómo era posible dejar escapar el hecho de que todo se hacía para sacar ganancias? Hacer esta conexión era tan fácil. Una vez que lo lees, y una persona te lo explica un poco mejor, estás: “sí, claro”. Así que yo quería leer más sobre eso.

Incluso antes de que me volviera revolucionario, sucedió la Rebelión de Los Ángeles. Me acuerdo que pensé: “¡Carajo! Podríamos hacer algo”. Algunos respondieron: “No, pues, solo incendiamos algunos lugares y nunca hacemos nada y por eso no es posible cambiarlo”. Para mí, no tenía ese efecto. Mi reacción fue: “si eso estuviera más organizado, podríamos hacerlo mejor, podríamos cambiar algo en verdad”. Pero no pensé en una auténtica revolución, porque no tenía claridad en lo que sería una revolución. Yo pensaba que sería como: “expulsemos a esos cabrones de mierda y nosotros nos quedaremos a cargo”. Pero no lo entendí; no entendí cómo lo haríamos ni qué haríamos si estuviéramos en el poder. Pasaron otros sucesos inspiradores como ése. O me enteré de otros lugares que estaban oponiendo resistencia o descubrí que otros pueblos se habían levantado para luchar contra el sistema como en Vietnam. Me decía: “Vaya, pues, Estados Unidos fue derrotado en Vietnam; esa pequeña islita en realidad derrotó a los cabrones de las fuerzas armadas de Estados Unidos”. Eso me inspiraba y yo pensaba: “carajo, es posible hacer algo”.

Otro punto de viraje fue cuando los presos se unieron para luchar políticamente contra las condiciones injustas; yo me decía: “bueno, esto tiene algo con que se puede conectar”. Una vez, terminé en la mazmorra con un amigo mío que tenía ideas muy afines, e hicimos una protesta política contra las condiciones atroces ahí. En la mazmorra, de plano estás amarado, dependes de los perros carceleros para todo. No puedes hacer nada, estás metido en la celda todo el día. En realidad no hay nada que puedes hacer. Pero había formas de protesta política que los presos podían adoptar para demostrar su unidad. Pero si participaran en acciones de solidaridad que no les gustaron [a las autoridades], la respuesta sería severa e inhumana. Por ejemplo, tienen equipos de extracción que vienen y te rocían por completo con gas pimienta; son enormes botes que vacían en la celda. Luego sacan de la celda cualquier cosa que no esté soldado al suelo. Al final, no teníamos colchones ni nada; no había papel higiénico, nada. Solo teníamos calzoncillos y estábamos descalzos, no teníamos nada. Quitan todo lo que sea posible quitar. A algunos les quitaron los calzoncillos, de modo que se quedaban sentados juntos, uno al lado del otro, en cueros, y no había de otra, había que sentarse así juntos. Después pasaron ráfagas de aire helado por la rejilla de ventilación, mientras estábamos ahí sin ropa ni cobijas. Los perros carceleros estaban furiosos, pero se daban cuenta de que a nosotros no nos importaba un carajo y estábamos dispuestos a aguantar toda esa mierda simplemente para demostrarles que no íbamos a aceptar su constante trato inhumano e ilegal.

Revolution: ¿Contra qué estaban protestando?

X: Protestábamos contra el hecho de que nos quitan las pertenencias de forma ilegal y arbitraria. Nuestra respuesta era: “si le van a hacer eso a una persona, pues lo harán a todos. Pues, está bien, que nos dejen a todos sin nada”. Sabíamos que de todos modos íbamos a terminar así. Sabíamos que iban a quitar nuestras pertenencias y nos dejarían con nada. Pero queríamos demostrarles que estábamos dispuestos a aceptar eso. Si continuaban seleccionando a las personas al azar e injustamente, íbamos a unirnos todos y tendrían que tratar así a todos nosotros. Así que lo hicimos. En consecuencia, se calmaron por un rato y ya no nos quitaban las cosas. Pero yo les decía a las personas: “dejarán de hacerlo pero después van a comenzar de nuevo”. Así que teníamos que seguir oponiendo resistencia. No podíamos quedarnos satisfechos, diciendo: “Bueno, sí, tuvimos esa protesta y ahora nos sentimos bien y todo se acabó”. Porque no habíamos cambiado nada, todavía no habíamos cambiado nada. Pero vi que esos tipos estaban dispuestos a hacer todo esto. Soportar todo ese trato de mierda por algo que, en un nivel, era una cosa menor.

Yo empezaba a conocer más sobre el sistema y el capitalismo y a ver a los perros policías como una fuerza represiva, y no que “solo hacían su trabajo” como dijo un tipo, “el perro ese solo hacen su trabajo, tío”. Al carajo eso, su trabajo es reprimir a las personas. Así que vi que colectivamente, si nos unimos, podemos hacer algo incluso dentro de estas celdas, podemos dar una lucha. Podríamos empezar a aprender a luchar. Vi las posibilidades, empecé a ver las posibilidades. Luego leí cosas como George Jackson y empecé a reconocer la influencia mutua que podría ocurrir entre la prisión y la gente afuera, porque las calles estaban en tumulto cuando George Jackson empezaba a conocer las cosas políticamente. Así que existe una influencia mutua, no todo es separado... existe una interrelación. Vi que los presos podían tener una influencia y esa influencia mutua podría empezar. No estamos totalmente aislados y hay cosas que podemos hacer. Inclusive, al oponer más resistencia, esa resistencia podría formar parte de una lucha de clases en general que ocurra en un lugar diferente, o fuera de las murallas de la prisión.

Revolución: Así que estabas leyendo diferentes líneas y tendencias políticas y ¿cómo descubriste el periódico Revolución?

X: Fue una coincidencia afortunada porque el amigo con quien estuve en la mazmorra, habíamos estado hablando de cómo unirnos, y que ese tipo de resistencia política estaba relacionado con abrirle la mente de la gente a ideas más radicales. Empezamos a ver que las personas están más abiertas a escuchar estas ideas en medio de una lucha. Cuando todo es pasivo y aburrido, las personas en la prisión solo quieren tener una novela o algo así, y leen cualquier cosa. Así que estábamos diciendo que la lucha crea una situación más favorable.

Los dos salimos de la mazmorra más o menos al mismo tiempo y él se suscribió a Revolución. Así que él me mandó una “cometa” y me dijo: “oye, escriba a esta dirección y pida que te envíen el periódico Revolución. Te va a gustar”. Así que escribí y recibí una suscripción subsidiada del Fondo. Yo empezaba a leerlo pero tenía muchas preguntas.

Revolución: ¿Qué tipo de preguntas?

X: De todo tipo. Por ejemplo, ¿cómo la haríamos concretamente? ¿Cómo haríamos una revolución? ¿Qué es el comunismo? ¿No es malo el comunismo? Pues, me habían influenciado otras personas que odiaban el comunismo más que odiaban el capitalismo. Así que yo quería leerlo. Y [el periódico] seguía hablando de la realidad objetiva y qué es la verdad objetivamente y decía: “está bien, descubramos lo que es la verdad objetiva”. Así que yo tenía ciertos puntos de desacuerdo porque había oído que el comunismo es malo y autoritario y totalitario y todo eso. Mientras empecé a investigarlo, llegó un nuevo vecino que ya llevaba un rato leyendo Revolución y él tenía un montón de literatura que el Fondo ya le había enviado.

Así que empecé a hablar con ese tipo y me mostró la Constitución del Partido y el Manifiesto del Partido. Tenía la autobiografía [la autobiografía de Avakian: From Ike to Mao and Beyond: My Journey From Mainstream America to Revolutionary Communist]. Yo me quedé leyendo todos los materiales que él tenía. “Bueno, préstame otro, préstame otro”. Y esos materiales daban las respuestas a muchas de mis preguntas. Yo le escribía al Fondo y le mostraba [a mi vecino] las cartas que escribí para demostrarle mis inquietudes y él luchaba conmigo acerca de lo que yo estaba leyendo y en dónde estaba equivocado. Había unas preguntas a las que él no podía contestar, porque él estaba luchando para aprender también. Ése es el problema cuando no hay colectividad, pero lo descubrimos cuando nos juntamos.

Yo también leía otra literatura radical que hablaba sobre el capitalismo. Empecé a leer al Che y todas esas diferentes ideas acerca de cómo emprender una revolución. Y en realidad no me convencía ni la una o la otra. Pero cuanto más leía el periódico Revolución, más pensaba seriamente en lo que decía. Una cosa que leí era “Sobre la estrategia para la revolución”.

Revolución: ¿Por qué ese texto tuvo un impacto, qué dices?

X: Porque partía de mirar honestamente las contradicciones. Buscaba resolver las contradicciones de qué hacemos, qué deberíamos hacer cuando no es una situación revolucionaria. En muchas cosas que leí, las respuestas eran: “Tenemos que emprender la revolución ahora”. Por ejemplo, la línea del Che Guevara era que hay que iniciar la guerra de guerrillas y eso creará las condiciones para la revolución. Pero si tomas un minutito para pensar sobre eso en un país como Estados Unidos, pues eso no va a suceder. Lo que va a suceder es que te van a aislar, te van a matar y se acaba la revolución. Y todo va a seguir como antes. Pero la Declaración sobre la Estrategia reconoció que no existe una situación revolucionario en este momento, pero existen todas estas contradicciones que este sistema no puede resolver, así que hay algo que podemos hacer: acelerar mientras se aguarda. Tenemos que acelerar mientras aguardamos las crisis que surjan de las contradicciones del sistema mismo. Lo que podemos hacer es trabajo revolucionario en una situación no revolucionaria y seguir trabajando para influir en esas contradicciones. Aprendí algo de ¿Qué hacer?, en que Lenin decía que cada vez que hay siquiera una protesta rudimentaria, tenemos que estar ahí y ésa es la manera de acumular fuerzas, pero es complicada y no es fácil. Siempre cuando leía Revolución o la obra de BA, él tomaba eso en cuenta. No hacía caso omiso de las dificultades ni miraba solamente el lado bueno. “Sí, podemos hacer esto, podemos hacer el otro... y algún día el pueblo se levantará”. No decía estupideces como ésa. Decía: “Bueno, mire usted la situación, ¿cómo está la situación? Esto es lo que confrontamos, éstos son los obstáculos”. Pensé: “Bueno, aquí lo está tomando en serio”. No era como esos otros grupos que dicen estar hablando de la revolución, pero no toman en cuenta muchos obstáculos o pasan por alto el potencial. Cuando te adentras en la obra de BA, puedes ver que ésta es más científica. Él toma en cuenta concretamente todos los obstáculos y forcejea con la cuestión de cómo superarlos y qué podríamos hacer. Con la estrategia, al pensarla más, empecé a ver que “bueno, hay cosas que podemos hacer”. Yo todavía no tenía mucha claridad en cómo hacer esas cosas concretamente. ¿Cómo lo derrocaríamos? Aceleramos mientras se aguarda, pero ¿qué hacemos cuando surja la crisis revolucionaria? Pero había lo suficiente ahí para que yo viera la posibilidad de la revolución.

Después, cuando leí "Sobre la posibilidad de la revolución” en el folleto Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, mi reacción fue: “N’ombre, esos tipos toman la revolución en serio. Quieren una revolución en verdad, están trabajando en realidad para una revolución”. Resultaba claro que forcejean con la cuestión de cómo acometer el poder y ganar, eso fue un factor muy grande para mí, porque si vas en serio, vas a forcejear con esa cuestión. En verdad te hará desvelar. No descartarás la idea de forcejear con ésta; algunos dirán que “es arrogante hacerlo”. No, nos proponemos tomar el poder y no ocultamos eso porque eso es necesario.

En contraste, había grupos que, a mi parecer, estaban bien contentos con solo tener una cultura de resistencia. “Lo mejor que puedes hacer es simplemente oponer resistencia”. O, podemos hablar de la revolución, pero no lanzar un esfuerzo serio por hacerla. Yo no quería ser parte de eso. No quiero dedicarme la vida a un callejón sin salida. Al carajo eso. Pero si se trata de un movimiento que en realidad está consciente de la necesidad de hacer la revolución, tomándola en serio, y trabajando en cómo construimos el movimiento para la revolución... pero con el objetivo de hacer la revolución... me convencí simplemente al leer mucho la línea del Partido y las obras de BA. Pensé: “Es magnífico, si en realidad la gente trabaja en esto. Espero que la gente lo haga en verdad y que lo tome en serio”. Mi plan era que tan pronto saliera en libertad condicional, iba a ir a Libros Revolución, voy a conocer a esa gente. [Se ríe]

 

Publicamos la entrevista en tres partes. Vea también Segunda parte: La ciencia, la teoría revolucionaria y entrándole a Bob Avakian y Tercera parte: Que no arriesgues la vida por estupideces… Conéctate de veras con la revolución.

 

Se necesitan: Voluntarios para revcom.us y Revolución

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