Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar

Grupo Manifiesto Comunista Revolucionario (Europa): "Crisis de migrantes: ¡La humanidad necesita la revolución comunista!"

6 de noviembre de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

28 de septiembre de 2015. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. Lo siguiente es del Grupo Manifiesto Comunista Revolucionario (Europa) [GMCR]. Además, se incluye un volante basado en este artículo, elaborado por el GMCR para distribución en masa.

 

Para que las olas del mar Mediterráneo y los peligrosos caminos no devoren a las masas sumidas en la guerra, el hambre y la opresión, para que los migrantes que han sobrevivido a la travesía no sean recibidos con garrotes de la policía, alambres de púas, cárceles y campamentos, para que miles y miles de mujeres migrantes no resulten víctimas de las redes internacionales de tráfico sexual, para que las casas, los empleos, la existencia y el futuro de la gente no terminen calcinados en las llamas de las guerras imperialistas, nacionales y religiosas, el sistema capitalista tiene que ser destruido, en su totalidad, con todas sus relaciones de producción explotadoras y relaciones sociales opresivas, con todas sus instituciones y formas de pensar anticuadas y reaccionarias. Para barrer de la faz de la tierra toda esa basura y tinieblas, no hay otro camino que una revolución social a la fuerza. Sólo sobre los escombros de este mundo es posible construir uno nuevo, con la participación de miles de millones de mujeres y hombres trabajadores y oprimidos. Un nuevo mundo en el que no obliguen a la gente a hacer frente a la furia de los mares y el infierno del desierto para satisfacer sus necesidades intelectuales y materiales.

(Adaptado de una declaración del Partido Comunista de Irán (marxista-leninista-maoísta) del 29 de agosto de 2015)

Refugee at Greek island of Lesbos screams for helpUna refugiada, al llegar en un bote de hule a la isla griega de Lesbos, clama por ayuda al caer con su hija en las aguas, 2 de octubre de 2015. Foto: AP

Una importante crisis sacude a Europa, la cuna del capitalismo y el imperialismo, a medida que llega un torrente de decenas de miles de refugiados del Medio Oriente, África y otros lugares donde el mismo funcionamiento del sistema imperialista mundial ha hecho la vida intolerable. Los resultados directos de las injusticias, las vertiginosas guerras e invasiones, la explotación y las llagas abiertas del colonialismo, de las cada vez más insultantes desigualdades y las truncadas esperanzas de los tantos millones que vienen presentándose a las propias puertas de Europa. Nace la punta de un iceberg de lágrimas de sufrimiento e ira, normalmente oculto de la mirada de la sociedad europea respetable, y en el proceso sacude seriamente la política y las instituciones del orden existente, y hasta amenaza su misma legitimidad.

No es que no se conociera la magnitud de la tragedia cuyo epicentro hoy es Siria. Cuatro millones de personas han sido obligadas a huir de Siria y siete millones más han sido desplazadas al interior del país — cifras pasmosas, y cosas peores si consideramos que la población del país es de unos 20 millones de habitantes. Millones se encuentran hacinados en campamentos, manipulados cínicamente por las autoridades turcas o apostados en la empobrecida Jordania, y un millón más están en el pequeño Líbano, que nunca se recuperó totalmente de años de guerra y de conflictos internos. Millones más han sido desplazados violentamente en el Congo, Malí y Afganistán. Inclusive muchos de los que se han beneficiado de la educación superior o que tienen mejores condiciones de vida en países como Túnez y Pakistán vienen perdiendo la esperanza de mantener un aspecto de normalidad.

Los horrores del mundo de hoy tienen su origen y fuente principal en el sistema de explotación capitalista. Todo esto representa no solo el brutal legado de crímenes del pasado como el colonialismo y la trata de esclavos, no importa cuán profundas y recientes sean esas heridas. La vertiginosa penetración del capitalismo durante las últimas décadas bajo el estandarte de la “globalización” ha venido intensificando las flagrantes desigualdades en el mundo y ha venido haciendo pedazos el tejido social existente sin ofrecer una alternativa viable y deseable. Pero hoy, gracias a la televisión y al internet, esta creciente y cruenta desigualdad se exhibe ante los ojos de la gente hasta en la aldea más remota, al tiempo que de mil maneras proclaman la supuesta superioridad de la civilización occidental.

Este “capitalismo con esteroides” no ha hecho nada para poner fin o mitigar otros horrores que están envueltos en el manto de la tradición y las creencias supersticiosas. Muchos de los más importantes líderes de Occidente son promotores de los disparates anticientíficos y/o no dudan aliarse y apuntalar las fuerzas más atrasadas y reaccionarias como los gobernantes de Arabia Saudita. Además, el mismo proceso de revolver los campos para mayor explotación capitalista produce nuevas tandas de gente amargada y desorientada, susceptible a otras formas de la ideología reaccionaria, entre estas el fundamentalismo islámico, así como los fascistas cultivados en la propia Europa.

Hasta la más superficial ojeada al Medio Oriente en el último periodo revela que Occidente no ha llevado Ilustración sino que ha agravado las condiciones para unas tinieblas aún más sombrías. Los mecanismos de la penetración capitalista de hoy día han dado lugar a una perversa reacción fundamentalista religiosa, mientras la gente sufre a medida que estas dos fuerzas se enfrentan cada vez más en un sangriento antagonismo, o se confabulan cuando lo encuentran provechoso. Cada nueva guerra o intervención política, grande o pequeña, no solo ha creado nuevos refugiados, sino que también ha hecho engrosar las filas yihadistas. Hasta el desarrollo económico que se ha dado lo ha hecho bajo condiciones que rápidamente vienen destruyendo los valiosos recursos del planeta y llevando a aún más miseria y dislocación.

No, la crisis en Europa no se generó por haber conocido de repente el profundo estado de terror y desesperación de la gente, sino por la ineludible realidad de que será imposible blindar para siempre a Europa de la creciente marejada de miseria y violentas tormentas que la rodean. Por eso las autoridades europeas, los partidos políticos y las diferentes instituciones ya no pueden hacerse los ciegos y sordos, y todos se están viendo obligados a tomar una posición. Por una semana o dos Alemania fue aplaudida por su “conciencia” y “compasión”, antes de que volver a aplicar el control de las fronteras y la controversia por la suspensión del acuerdo Schengen les recordara a todos la verdad subyacente de la fortaleza Europa.

En medio de esta hipocresía, vienen naciendo una virulenta y creciente tendencia fascista que exige la completa movilización de la sociedad para echar a patadas a lo que perciben como hordas extranjeras y no cristianas. Mientras la sociedad oficial está claramente dividida entre reacción y peor reacción, también hay millones de personas que están asqueadas por todo eso y quieren darles la bienvenida a los refugiados, personas que proclaman una humanidad común y sienten que comparten cierto tipo de intereses y destino con ellos. Pero en su mayor parte este sentimiento está constreñido y asfixiado por la incapacidad de siquiera imaginarse una solución concreta al sistema que vienen haciendo jirones a gran parte del mundo. Es por eso que es posible que gente con mejor juicio suspenda su desconfianza y ponga sus esperanzas en gente como Angela Merkel o en instituciones como el Partido Laborista británico.

La verdad es que es imposible que un grupúsculo de países ricos refuerce y se beneficie del atraso y la pobreza en una parte tan grande del mundo sin tener que confrontar las consecuencias de esa dominación. Ninguna Europa basada en el capitalismo puede escapar del destino y la necesidad de ser una “fortaleza Europa” para protegerse y armarse contra la humanidad que ha sido su víctima. Esta realidad es tan cierta para Hollande y Merkel o Jeremy Corbyn, la nueva cara del Partido Laborista británico, como lo es para el abiertamente brutal Orban, primer ministro de Hungría o para los muchos partidos neofascistas que esperan su oportunidad en Europa occidental. Utilizan la crisis actual para intensificar sus llamamientos demagógicos y ofrecer resolver la hipocresía de los líderes e instituciones europeos fomentando abiertamente el racismo y el chovinismo en la población y rechazando hasta el propio lema de los capitalistas: “libertad, igualdad, fraternidad”.

Se vienen derrumbando la acostumbrada suposición ciega de la permanencia del orden y los valores prevalecientes en Europa. ¿Por qué algunas personas tienen derecho a una protección contra el cortante filo de la explotación mientras que otros solo tienen el “derecho” a una rápida deportación? Queda claro que los principios y normas guía de Occidente se proponen proteger el privilegio y la desigualdad a expensas del grueso de la humanidad. El discurso que legitima el orden actual, la dominación capitalista del planeta, vienen perdiendo su influencia habitual sobre mucha gente que ahora declara su respaldo a los migrantes: “Ellos están aquí porque nosotros estuvimos (y estamos) allá”, o “Abran las fronteras, queremos respirar”. Estas grietas iniciales en la ideología y justificación del orden capitalista tienen que reventarse en un rechazo total. Se tiene que ganar a la gente de forma clara a que vea la necesidad y la posibilidad de un sistema socioeconómico radicalmente diferente, un orden político diferente, una cultura diferente y una moral y valores emancipadores en consonancia con las más altas aspiraciones y el verdadero potencial de la gente.

Es necesario que la gente se indigne, que exprese su humanidad, que luche contra la crueldad e hipocresía de los líderes europeos. Necesitamos una revolución, y no merece el nombre de revolución lo que no tenga como motor principal tratar y de fondo superar las contradicciones entre un grupúsculo de países ricos y los cientos de millones que han sufrido bajo su bota. Cualquier revolución en Europa tienen que tener una perspectiva internacionalista, y no “europea”.

El poder político de todo Estado europeo protege y se basa en todo un sistema socioeconómico de explotación cuyos tentáculos se extienden a todo el planeta. La globalización ha hecho que esta explotación sea más generalizada, más brutal y más perjudicial para el actual tejido social. Se requiere que todo gobierno de estos Estados refuerce y facilite este proceso. Inclusive el patético Tsipras, primer ministro de Grecia, ahora explica cómo no se pueden eludir estas amargas realidades.

Creer en la posibilidad de una Europa acogedora e incluyente pero imperialista es peor que una ilusión. Oculta la realidad actual y pasada de lo que la democracia capitalista de Occidente y su sistema de valores perpetúan en el mundo; es imposible implementarla no importa quién gane las elecciones; y es incapaz de enfrentar los ataques reaccionarios de las chillonas hordas fascistas o los islamistas que pretender ofrecer un orden social y moral alternativo opuesto a la “decadencia y miseria ofrecidas por Occidente”. De hecho la guerra en el Medio Oriente se extiende; más refugiados tomarán medidas aún más desesperadas para escapar a los horrores de todo tipo que solo se intensificarán; y las mujeres, la mitad de la humanidad, continuarán enfrentando viejas y nuevas formas de opresión y degradación. Obscena desigualdad, esclavitud efectiva en el tráfico sexual y las maquilas, inmensas poblaciones condenadas a la enfermedad y la miseria, niños y jóvenes cuyo futuro les ha sido robado — el capitalismo necesita de todo eso para prosperar.

Millones de personas en Europa se han conmovido e indignado por el alambre de púas en las fronteras, las deportaciones a punta de fusil, los sórdidos campamentos y la amenaza de cosas peores. Este es un acontecimiento muy importante y esperado hace tiempo que puede y debe desarrollarse en una lucha sin tregua que repela la respuesta reaccionaria y extienda una bienvenida y solidaridad concretas para las hermanas y hermanos que llegan a Europa y para los muchos más que están atrapados en las infernales condiciones en el exterior. Por medio de este proceso la gente necesita confrontar lo que se puede y necesita hacer para derrocar este sistema y construir un tipo de sociedad completamente diferente, incluyendo el hecho de que solo puede hacerse realidad mediante una revolución comunista.

Ya antes se ha emprendido la superación de los horrores del capitalismo y el imperialismo. De hecho se lograron cosas tremendas e inspiradoras en las revoluciones socialistas del siglo 20, en la Unión Soviética y aún más en la revolución china. A la larga estas revoluciones fueron derrotadas por una nueva clase capitalista de explotadores en esos países. Como resultado los capitalistas de todo el mundo han declarado triunfantes la permanencia de su sistema y la inutilidad de toda actividad hacia una transformación social concreta. La actual crisis de refugiados es una prueba más y una advertencia de que el mundo necesita un orden social completa y radicalmente diferente, sin explotación ni opresión, un orden social basado en la cooperación colectiva consciente de toda la humanidad y la administración acertada de los recursos y el hábitat del planeta para el beneficio de toda la gente de la Tierra y la protección del planeta. Los comunistas revolucionarios hoy tienen una nueva concepción y comprensión más profunda y más científica tanto de lo que necesita la sociedad como del complejo proceso que se necesita para alcanzar esta transformación histórica mundial. Bob Avakian ha desarrollado una nueva síntesis del comunismo a partir de sacar profundas lecciones de los grandes adelantos así como de las importantes deficiencias de las anteriores iniciativas de hacer revoluciones proletarias al tiempo que incorpora los conocimientos obtenidos de otros campos de la actividad humana.

La crisis de migración revela profundamente las condiciones de la humanidad hoy y la necesidad de un profundo cambio revolucionario. En la determinación de los refugiados a no ser disuadidos y en la bienvenida que muchos les ofrecen es posible ver destellos de una humanidad que puede alcanzar la auténtica emancipación. La turbulencia política pone a los enemigos del pueblo y a los guardianes del viejo orden a reñir entre sí, y crea condiciones que pueden traer algo muy nuevo. Pero para confrontar las complejidades de la crisis política que se desarrolla en toda Europa, para poder aguantar las arremetidas reaccionarias que posiblemente lleguen, para poder aprovechar los impulsos y sentimientos que surgen y que también están en peligro de ser asfixiados una vez más por la hipocresía y cínicas manipulaciones de las clases dominantes, la gente necesita una comprensión y enfoque científicos y rigurosos que expliquen correctamente el mundo y muestren qué podemos hacer al respecto.

La crisis actual está llena de peligros serios y concretos, no solo para los refugiados sino para todos. Pero las mismas condiciones explosivas también conllevan oportunidades concretas para empezar a crear un futuro de diferente tipo. ¡No más añoranzas por las promesas rotas de una socialdemocracia europea cada vez más en bancarrota! A cambio debemos ver más allá del horizonte del sistema actual y empezar a construir el tipo de movimiento que no solo luche para repeler las arremetidas reaccionarias sino que también pueda llevar a la única solución concreta, la revolución comunista.

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Crisis de migrantes: ¡La humanidad necesita la revolución comunista!

Para que las olas del mar Mediterráneo y los peligrosos caminos no devoren a las masas sumidas en la guerra, el hambre y la opresión, para que los migrantes que han sobrevivido a la travesía no sean recibidos con garrotes de la policía, alambres de púas, cárceles y campamentos, para que miles y miles de mujeres migrantes no resulten víctimas de las redes internacionales de tráfico sexual, para que las casas, los empleos, la existencia y el futuro de la gente no terminen calcinados en las llamas de las guerras imperialistas, nacionales y religiosas, el sistema capitalista tiene que ser destruido, en su totalidad, con todas sus relaciones de producción explotadoras y relaciones sociales opresivas, con todas sus instituciones y formas de pensar anticuadas y reaccionarias. Para barrer de la faz de la tierra toda esa basura y tinieblas, no hay otro camino que una revolución social a la fuerza. Sólo sobre los escombros de este mundo es posible construir uno nuevo, con la participación de miles de millones de mujeres y hombres trabajadores y oprimidos. Un nuevo mundo en el que no obliguen a la gente a hacer frente a la furia de los mares y el infierno del desierto para satisfacer sus necesidades intelectuales y materiales. (Adaptado de una declaración del Partido Comunista de Irán (marxista-leninista-maoísta) del 29 de agosto de 2015)

La verdad es que es imposible que un grupúsculo de países ricos refuerce y se beneficie del atraso y la pobreza en una parte tan grande del mundo sin tener que confrontar las consecuencias de esa dominación. Ninguna Europa basada en el capitalismo puede escapar del destino y la necesidad de ser una “fortaleza Europa” para protegerse y armarse contra la humanidad que ha sido su víctima. Esta realidad es tan cierta para François Hollande y Angela Merkel o Jeremy Corbyn, la nueva cara del Partido Laborista británico, como lo es para el abiertamente brutal Víctor Orban, primer ministro de Hungría o para los muchos partidos neofascistas que esperan su oportunidad en Europa occidental.

Los horrores del mundo de hoy tienen su origen y fuente principal en el sistema de explotación capitalista. Todo esto representa no solo el brutal legado de crímenes del pasado como el colonialismo y la trata de esclavos, no importa cuán profundas y recientes sean esas heridas. La vertiginosa penetración del capitalismo durante las últimas décadas bajo el estandarte de la “globalización” ha venido intensificando las flagrantes desigualdades en el mundo y ha venido haciendo pedazos el tejido social existente sin ofrecer una alternativa viable y deseable. Produce nuevas tandas de gente amargada y desorientada, susceptible a otras formas de la ideología reaccionaria, entre estas el fundamentalismo islámico, así como los fascistas cultivados en la propia Europa. Hasta la más superficial ojeada al Medio Oriente en el último periodo revela que Occidente no ha llevado Ilustración sino que ha agravado las condiciones para unas tinieblas aún más sombrías. Cada nueva guerra o intervención política, grande o pequeña, no solo ha creado nuevos refugiados, sino que también ha hecho engrosar las filas yihadistas. Hasta el desarrollo económico que se ha dado lo ha hecho bajo condiciones que rápidamente vienen destruyendo los valiosos recursos del planeta y llevando a aún más miseria y dislocación.

Ya antes se ha emprendido la superación de los horrores del capitalismo y el imperialismo. De hecho se lograron cosas tremendas e inspiradoras en las revoluciones socialistas del siglo 20, en la Unión Soviética y aún más en la revolución china. Se necesita un orden social radicalmente diferente, sin explotación ni opresión, basado en la cooperación colectiva consciente de toda la humanidad y en la administración acertada de los recursos y el hábitat del planeta para el beneficio de toda la gente de la Tierra y la protección del planeta. Los comunistas revolucionarios hoy tienen una nueva concepción y comprensión más profunda y más científica tanto de lo que necesita la sociedad como del complejo proceso que se necesita para alcanzar esta transformación histórica mundial. Bob Avakian ha desarrollado una nueva síntesis del comunismo a partir de sacar profundas lecciones de los grandes adelantos así como de las importantes deficiencias de las anteriores iniciativas de hacer revoluciones proletarias.

Todos los discursos que legitiman el orden actual, la dominación capitalista del planeta, vienen perdiendo su influencia habitual sobre mucha gente que ahora declara acerca de los migrantes: “Ellos están aquí porque nosotros estuvimos (y estamos) allá”, o “Abran las fronteras, queremos respirar”. Es necesario que la gente se indigne, que exprese su humanidad compartida, que luche contra la crueldad e hipocresía. El mundo clama por un sistema económico diferente, un orden político diferente, una cultura diferente y una moral y valores emancipadores en consonancia con las más altas aspiraciones y el verdadero potencial de la gente.

La crisis actual está llena de peligros serios y concretos, no solo para los refugiados sino para todos. Pero las mismas condiciones explosivas también conllevan oportunidades concretas para empezar a crear un futuro de diferente tipo. No sirven las añoranzas por las promesas rotas de una socialdemocracia europea cada vez más en bancarrota. A cambio tenemos que ver más allá del horizonte del sistema actual y empezar a construir el tipo de movimiento que, al luchar para repeler las arremetidas reaccionarias, pueda dirigir en la dirección de la única solución concreta, la revolución comunista.

Grupo Manifiesto Comunista Revolucionario (Europa) | 25 de septiembre de 2015 | rcmanifestogroup@gmail.com

 

El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar, una publicación política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.

 

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