Obama rechaza el oleoducto Keystone XL: ¿Por qué? Y ¿Qué significa para el planeta en peligro?

Orpheus Reed | 25 de noviembre de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El 6 de noviembre, el presidente Obama anunció que Estados Unidos no aprobaría la construcción del oleoducto Keystone XL. El Keystone XL habría trasladado petróleo de las arenas bituminosas de la región de Alberta, Canadá a Estados Unidos para ser refinado.

Esta decisión significa que no va a tomar lugar el envío a través del oleoducto de 830.000 barriles por día de petróleo de arenas bituminosas, lo que es especialmente sucio y causa la polución de carbono. Significa una posible demora en la devastación del medio ambiente en la región de arenas bituminosas la que hubiera empeorado con la construcción del oleoducto. Los grupos ambientalistas, pueblos indígenas y otros han luchado muy duro para poner alto a este oleoducto. Esta lucha fue un factor importante en pararlo. Pero hay razones más grandes e principales por las cuales Obama llegó a esta decisión, razones que tienen que ver con la manera en que él, como representante más alto de los gobernantes capitalistas imperialistas, ve la mejor forma de mantener el poder de Estados Unidos frente a la creciente catástrofe ambiental. Y está lejos de ser resuelta la lucha sobre las arenas bituminosas y para salvar el planeta.

Los argumentos de Obama

Obama dijo que rechazó el oleoducto porque “no serviría los intereses nacionales de Estados Unidos”. Citó tres factores en su decisión: que el oleoducto “no haría una contribución significante a largo plazo para nuestra economía” y “no reduciría los precios del gas para los consumidores estadounidenses” y que “el transporte a nuestro país del petróleo crudo más sucio no aumentaría la seguridad energética de Estados Unidos”. También trató de enmarcar la decisión con la afirmación de que Estados Unidos se encuentra “frente al cambio climático”, y que “vamos a tener que mantener algunos combustibles fósiles en el suelo en lugar de quemarlos y emitir al cielo aún más contaminación peligrosa”.

Número especial sobre la crisis ambiental

El enfoque de este número especial de Revolución reside en la emergencia ambiental que enfrenta a toda la humanidad y los ecosistemas de la tierra. En este número demostramos:

  • las dimensiones de la emergencia
  • las fuentes de sus causas en el sistema capitalista y la imposibilidad de que ese sistema encuentre una solución a la crisis.
  • Una salida y un camino hacia adelante para la humanidad: una sociedad revolucionaria en donde de veras podríamos vivir como los que cuidan la naturaleza en vez de los que la saquean.

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A juicio de Obama, la negativa de aprobar el oleoducto fue una medida para fortalecer la posición internacional que Estados Unidos ha establecido previo al foro de la ONU en París sobre el clima. Él y aquellos sectores de la clase dominante que lo apoyan piensan que, dados los enormes cambios que la crisis climática causaría a nivel mundial, para que Estados Unidos permanezca como la potencia número uno en el mundo, tiene que dictar los términos de las negociaciones internacionales sobre el clima. Y para hacerlo, Estados Unidos debe presentarse como “el líder mundial” en la lucha contra el cambio climático. Obama dijo que la aprobación del oleoducto “habría socavado este liderazgo”.

Los argumentos de Obama se basan en lo que él y los gobernantes de Estados Unidos consideran lo mejor para los intereses nacionales y para su posición global como una potencia mundial. Obama afirma que la defensa de estos intereses y la lucha contra el cambio climático son compatibles. Pero la verdad es que basarse en los intereses nacionales y globales de Estados Unidos es completamente antagónico a la protección del medio ambiente y al pueblo del mundo — en especial la gente más pobre del planeta.

Es esencial que todos los que quieren combatir el cambio climático de modo serio y salvar el planeta, y que quieren que se salve y se libere a la humanidad, tengan en claro los intereses en juego aquí.

La lucha sobre el Keystone XL

Por años se consideró seguro que el oleoducto Keystone XL sería construido. En 2012 el propio Obama dio luz verde a la construcción de la parte sur de Keystone XL desde Oklahoma hasta la costa del Golfo de México y en ese momento se jactó sobre cuántos oleoductos su administración había aprobado. El Departamento de Estado revisó el proyecto Keystone XL y cínicamente afirmó que no causaría más polución de carbono que llegase a empeorar el cambio climático. Argumentó que en una economía de mercado, la gente tiene que aceptar que el petróleo sería transportado, si no por oleoductos entonces por ferrocarril u otros medios. En varios momentos, Obama parecía a punto de aprobar el oleoducto. Pero diversos factores han transformado la situación.

En los últimos siete años una lucha significante y amplia se desarrolló en contra de este oleoducto, y llegó a ser un grito de batalla y frente clave en la lucha más grande contra el cambio climático y para salvar el planeta. Sin esta, es probable que se hubiera adoptado el oleoducto. Los grupos ambientalistas como 350.org convocaron protestas de decenas de miles de personas en Washington, DC y en todo el país, incluyendo la desobediencia civil ante la Casa Blanca por parte de miles de personas. Mientras estaba en construcción la parte sur de Keystone XL, el grupo Tar Sands Action bloqueó la construcción del oleoducto y los activistas padecieron una brutal represión y arrestos. Decenas de miles de personas se comprometieron a participar en la desobediencia civil si se aprobase el oleoducto. Los propietarios de tierras y personas indígenas de Nebraska y otras partes se unieron y descendieron sobre Washington para protestar y presentaron demandas contra la ruta del oleoducto en los tribunales. El climatólogo James Hansen advirtió que el pleno desarrollo de las reservas de petróleo de arenas bituminosas significaría “el fin” para el planeta, y otros científicos hicieron sonar la alarma.

Sobre todo, en los últimos años, la crisis climática, impulsada por el funcionamiento del capitalismo y su dependencia básica de la energía de combustibles fósiles, se puso de relieve ante el mundo de modo violento que fue imposible ignorar. Uno tras otro “año más caliente en la historia”... olas de calor asesinas e incendios forestales propagándose sobre vastas extensiones del planeta... el derrumbe de las capas de hielo en la Antártida y el derretimiento acelerado de Groenlandia y el Ártico... tormentas del siglo cada pocos años... enormes perturbaciones y amenazas a ecosistemas enteros, y más. Un estudio científico tras otro, informe tras informe advirtieron al mundo de la catástrofe, el peligro de las migraciones masivas de personas y el aumento de las guerras, las posibilidades de la descomposición de la sociedad.

Todo esto y más han sacudido al mundo entero, alarmando a la gente en todo el planeta y sacudiendo la legitimidad del sistema de capitalismo-imperialismo a través del mundo. Los imperialistas y otras potencias se esfuerzan por descubrir una manera de lidiar con las inmensas perturbaciones venideras. En esta situación, el oleoducto Keystone se convirtió en una demostración clave de la legitimidad del sistema económico y político en Estados Unidos en relación con abordar la emergencia climática.

Al mismo tiempo, en los últimos años, Estados Unidos ha aumentado rápidamente su producción de petróleo y gas natural domésticos. Y con el precio del petróleo cayendo significativamente, la producción de petróleo de arenas bituminosas se ha vuelto mucho menos rentable, al menos por ahora. Estos sucesos han sido factores importantes en la decisión sobre el oleoducto Keystone XL, y han paralizado otros proyectos de arenas bituminosas y unos proyectos de perforación de petróleo costa afuera.

El cambio climático y las maniobras estratégicas de los imperialistas estadounidenses

Se ha surgido un consenso creciente entre sectores poderosos de las fuerzas de la clase dominante capitalista-imperialista agrupados en varios sentidos alrededor de Obama, incluyendo en el ejército de Estados Unidos, de que Estados Unidos no tenía más remedio que alterar su curso en cuanto al cambio climático. Por más de 20 años Estados Unidos fue la fuerza clave en la prevención de la acción internacional sobre el cambio climático, a pesar de que su base científica era evidente. Esta falta de acción —y el sabotaje activo de los acuerdos internacionales sobre el clima que limitarían las emisiones, incluyendo el papel del propio Obama en imponer un acuerdo de no acción en Copenhague en 2010— es una razón fundamental por la cual el mundo está ahora al borde de un abismo climático. Pero ahora, con las transiciones rápidas y violentas que ocurren y se intensifican obviamente, estas fuerzas han decidido que es vital para el poder estadounidense en el mundo que la imagen de Estados Unidos se transforme para que se vea como el líder mundial en la lucha contra el cambio climático.

Pero en realidad esto no tiene que ver con tratar el cambio climático como una emergencia urgente y combatirlo con el objetivo de salvar el planeta y a la humanidad. Esto tiene que ver con mantener y extender el imperio estadounidense bajo condiciones de inmensas perturbaciones en todo el mundo como resultado de la emergencia climática. Y pretenden hacerlo por medio de forzar esta fuera-de-control crisis a encajar dentro de los límites de los intereses económicos y políticos de Estados Unidos.

Este se concentra en el “plan de energía limpia” de Obama que promete que Estados Unidos reducirá las emisiones un 27 por ciento por debajo de los niveles de 2005 para el 2025 y 32 por ciento para el año 2030. Estas reducciones representan una transición de parte de Estados Unidos del carbón al gas natural y hacia el uso de energía algo más eficiente. Pero son insignificantes y totalmente insuficientes en comparación con el nivel de reducciones que se exige a partir de la ciencia sobre la emergencia climática. Los científicos han dicho que se requieren reducciones por parte de las grandes potencias a un nivel de quizás un 60 por ciento cada década para que la crisis no se desate aún más fuera de control.

Además, las propuestas de Obama se basan en cálculos falsos que encubren la verdadera cantidad de emisiones de que Estados Unidos es responsable. La cantidad oficialmente reconocida por Estados Unidos no incluye el traslado de emisiones de carbono a otros países que producen bienes para el mercado estadounidense. Y la cifra no incluye las emisiones causadas por el ejército estadounidense, el mayor consumidor de petróleo en el planeta y cuyas emisiones no están abiertas a ninguna revisión.

No se puede “manejar” la crisis climática. Hay que abordarla directamente, con transiciones radicales y más o menos inmediatas hacia la energía limpia, con medidas de emergencia para transformar la base de la economía y la forma en que se lleva a cabo la agricultura, con terminar la destrucción de los bosques en todo el mundo, con la cooperación internacional para detener la destrucción de los ecosistemas. En su lugar, Obama y los gobernantes de Estados Unidos crean un espejismo de Estados Unidos como “líder” en la lucha contra el cambio climático, mientras que Estados Unidos siempre ha sido el líder en causar el cambio climático, como el mayor productor de gases de efecto invernadero en la historia del mundo y mayor destructor de los ecosistemas mundiales.

En los hechos, los imperialistas estadounidenses utilizan la crisis climática como un medio más en la competencia y rivalidad para ver cuál potencia “vencerá” en la nueva era de devastación ambiental del planeta. Obran para salvar el mismo sistema que es responsable de la devastación que enfrentamos. Esta rivalidad reaccionaria se calienta al acercarse el foro sobre el clima de la ONU en París este mes de diciembre, lo que Estados Unidos tiene la intención de utilizar para fortalecer su posición global. Esta es una gran razón por la que Obama vetó Keystone XL y por la que también canceló los próximos arrendamientos para la extracción del petróleo en el Ártico.

La lección de la decisión de Obama sobre Keystone XL no es que es posible presionar a los políticos de este sistema a “hacer lo correcto” para salvar el planeta. Al considerar al panorama completo, lo que se revela es que los gobernantes de este sistema sólo pueden responder a cualquier emergencia, cualquier crisis, desde el punto de vista de sus propios intereses capitalistas-imperialistas, desde, como dice Obama, “los intereses nacionales de Estados Unidos”. Y estos intereses son completamente opuestos tanto a salvar el planeta como a liberar a la gente del planeta, a quien este sistema ha atrapado dentro de una tenaza mortal de la guerra, la pobreza, el terror policial, la encarcelación en masa, la brutal opresión de la mujer, y mucho más.

Oponer resistencia es fundamental para luchar contra esto, para obligarle a este sistema a retroceder. Y ahora necesitamos más de esto. Pero sólo el vincularlo con la revolución, y hacer una revolución concreta —para dar lugar a un sistema socialista totalmente diferente en camino hacia el comunismo— ofrece la verdadera posibilidad de combatir la emergencia climática y ambiental, y salvar nuestro planeta, y emancipar a la humanidad.

Vea “¡Estado de emergencia! El saqueo de nuestro planeta, la catástrofe ambiental y la verdadera solución revolucionaria”.

 

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