23 de diciembre de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

De unas y unos camaradas de Los Ángeles

Richard Duardo: en memoria

15 de mayo de 1952 — 11 de noviembre de 2014

 

Con profunda tristeza informamos sobre la muerte de Richard Duardo, un importante artista y amigo, en Los Ángeles, California, hace un año el 11 de noviembre de 2014 a la edad de 62 años. Richard era un maestro en el arte de la serigrafía, que había cobrado vida en los años 60 cuando se respiraba la revolución y sectores enteros de la sociedad transformaron su vida con el fin de cambiar el mundo, creando nuevas formas de pensar, vivir y trabajar en aras de contribuir a poner fin a la opresión de la humanidad y construir un mundo mucho mejor.

Durante toda su vida Richard fue un rebelde que amó a la gente. A menudo decía que su vida fue moldeada por su experiencia de crecer en el Este de Los Ángeles y por haberse dado cuenta en el preparatorio, mientras tomaba clases de recuperación que no le preparaban para nada, de que “me están encauzando hacia ser un don Nadie. No hay futuro para mí”. Lo rebelde en Richard rechazó aceptar ser devorado por el engranaje del sistema, tampoco toleraría que eso se le pasara a nadie más. Se convirtió en un estudiante activista. Explicó: “Eso es parte del despertar. Es como decir: ‘Ay, Dios mío, aquí sólo nos encauzan hacia lo que ellos quieren’. Me encauzaron en mi educación, lavándonos el cerebro para pensar que todo está bien cuando todo está jodido en esta escuela”. Richard encabezó paros y protestas en su prepa. Jugó un papel clave en los famosos “Chicano Blowouts” en el Este de Los Ángeles, un levantamiento que respondió a la fea realidad de que los Chicanos recibían una educación sumamente desigual, para después ser enviados a Vietnam a pelear por el imperialismo de Estados Unidos, donde morían en números muy desproporcionados en comparación a los soldados de otros sectores de la sociedad. Richard llegó a ser co-editor de un periódico estudiantil radical en la prepa, The Student Voice [La Voz del Estudiante], que denunció todas las mentiras y la desigualdad en las escuelas y la sociedad. Fue miembro de una de las primera ramas de MEChA en una prepa (MEChA es un grupo de estudiantes chicanos) y luego se conectó con la radical organización estudiantil Students for a Democratic Society (SDS, Estudiantes para una Sociedad Democrática). Al final, la prepa se endureció contra él, amenazándolo con la expulsión si no pusiera fin a su activismo.

No obstante, el fuego de la rebelión continuó ardiendo en Richard. Solía bromear que en un tiempo su biblioteca personal tenía más de 300 libros de política radical —la gran parte robada, según él— y los leía con voracidad. Cuando descubrió el arte, se dio cuenta que era un lugar y un medio por el cual podía ser revolucionario y expresar opiniones que importaban, comunicarse a la gente y cambiar el mundo. Le encantaba contar la historia de que en una de sus primeras clases de arte, dedicó sus esfuerzos a crear bustos en cerámica de Mao Tse-tung (el gran revolucionario del siglo XX que dirigió la Revolución China), Ho Chi Minh (un revolucionario nacionalista que dirigió la guerra popular vietnamita) y Che Guevara (quien dirigió una revolución nacionalista en Cuba). El buscaba y trabajaba con otros artistas que compartieran sus puntos de vista. Al meterse más de lleno en el arte y en el activismo, buscaba las formas de unir los dos.

En sus últimos años, le encantaba llevar a sus amigos a la buhardilla en Highland Park donde vivían y trabajaban Los Four [Los Cuatro], un colectivo de artistas radicales al que Richard pertenecía. Y uno de sus mayores recuerdos era que esos artistas a menudo empezaban su día leyendo el Libro Rojo y platicando acerca de cómo lo que leían podía y debería impactar su arte y en verdad lo impactaría. (El Libro Rojo era un libro de citas de Mao Tse-tung que formó a una generación de revolucionarios en todo el mundo en los años sesenta, influenciada por la Revolución Cultural China). Richard una vez comentó que este fue el período de su vida en que se sintió más vivo.

Conforme las luchas de los 60 dieron paso a los años 70 y 80, Richard siguió adelante con arte que desafiaba el tejido social. Continuó haciendo su propio arte y también amplió sus conocimientos para llegar a ser maestro impresor. Le encantaba el arte rebelde que le da en la cara y siempre encontraba formas de promoverlo ampliamente. Trabajó con una gama de jóvenes artistas, especialmente artistas de la calle y de graffiti, y ofreció su imprenta y su pericia para ayudar a que el trabajo de ellos se difundiera en el mundo. Este era el arte que Richard amaba, y estaba orgulloso de ser parte de presentarlo al mundo. Richard fue el primer artista de Los Ángeles que trabajaba con Jean-Michel Basquiat, Keith Haring y otros, y los trajo a Los Ángeles. Cuando se le preguntó por qué, explicó que en verdad se sentía impelido a hacer todo lo posible para promover a artistas que no se conformaban con el estatus quo y tenían el potencial de abrirle la mente de la gente por diferentes vías. Por eso le gustaban muchos artistas como Banksy y Shepard Fairey, cuyos trabajos Richard apoyó con entusiasmo y ayudó a estampar.

Richard continuó siendo un prolífico artista que produjo/estampó las obras de más de 450 artistas. También creó sus propias obras — serigrafías llenas de energía, audaces y de intensos colores que representaban a iconos revolucionarios y culturales incluyendo a Mao Tse-tung, Bob Dylan, Jimi Hendrix, Grace Slick, Che Guevara, Elvis y muchos otros, ganándose el apodo de “El Warhol de la Costa Oeste”. Creó el cartel para la película Frida y la portada del álbum Lives in the Balance (Vidas en juego) de Jackson Browne.

Las y los camaradas del Partido Revolucionario Comunista conocieron a Richard durante más de 30 años y durante todo este tiempo se trataba de una amistad valorada tanto por él como por nuestro partido. Conforme pasaba el tiempo y cambiaba el clima social, eso afectó a Richard, que siempre vio la necesidad de luchar, pero llegó a cuestionar si podríamos ganar. Sin embargo, le encantaba muchísimo hablar sobre la transformación social y debatir sobre cómo hacerla y hacia qué fin. Siempre buscaba las maneras de presentar la revolución a las personas en quienes veía un alma gemela. Cuando Richard descubrió a Bob Avakian (BA), sintió una gran chispa. BA desafió algo del cinismo que le había crecido con los años y a menudo Richard decía que en Bob Avakian veía una esperanza para la humanidad; apreció su valentía y espíritu apasionado. Dijo que en su opinión, BA era el recurso más importante que tenía la revolución y esperaba mucho que todos los que participaban en ella entendieran eso. Él mismo puso manos a la obra; quería ser parte de popularizar y defender a BA y su obra por toda la sociedad. Fue uno de los primeros signatarios de la declaración: “Los tiempos peligrosos requieren voces va lientes. Bob Avakian es una de tales voces”. Unos años más tarde, emprendió un proyecto muy importante que le tenía un significado tanto personal como político: el de crear la imagen de Bob Avakian que ha sido reproducida miles de veces en camisetas, afiches y tarjetas de mano. Meditó profundamente sobre lo injusto del sistema y vio en BA uno de los enemigos más elocuentes del sistema; creó la imagen para contribuir a que Bob Avakian fuera conocido en todas partes.

Cuando Richard falleció el año pasado, cientos de personas acudieron a su funeral y, así como correspondió a su vida, llegaron de cada rincón de vida en Los Ángeles. Por cuestión de principios, Richard trabajó y vivió toda la vida cerca de sus raíces en el centro de Los Ángeles y en Highland Park y siempre trató de mantener cerca a la gente. Era una persona gentil y amable, creativa en todo, hasta en el horario que escribía cada día en un gran pizarrón blanco. Y pese a todo, todavía mantuvo un amor por la gente y un rescoldo vivo de esperanza revolucionaria.

Lo extrañamos y pensamos a menudo en él. Hablar con él fue una experiencia genial, generalmente ante un gran plato de tamales en su taller, o en un restaurante pequeñito del Este de Los Ángeles que servía unas enchiladas increíblemente deliciosas, forcejeando sobre qué hacer y cómo hacerlo. Hasta el final de su vida seguía lleno de esperanza y de amor por los oprimidos. Llevamos su espíritu en el corazón.

 


Un mensaje de Richard Duardo a “Con motivo de la publicación de Lo BAsico: Una celebración de revolución y la visión de un nuevo mundo,” un evento del 11 de abril de 2011 en el Harlem Stage de la Ciudad de Nueva York.

 

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