El New York Times se reúne con Trump

Un paso peligroso en la "normalización" del fascismo

8 de diciembre de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El martes 22 de noviembre, Donald Trump se sentó para entrevistarse con la redacción, columnistas y periodistas del diario New York Times, un periódico que había criticado duramente a Trump durante la campaña electoral.

Después, el diario publicó un artículo titulado "Trump, In Interview, Moderates Views, but Defies Conventions" (En una entrevista, Trump modera sus puntos de vista pero desafía las convenciones). El artículo afirma que Trump "abandonaba su promesa de encarcelar a Hillary Clinton". Afirma que él había "cambiado de opinión sobre el valor del submarino". Asegura al lectorado que Trump "promete tener una mente abierta sobre el cambio climático". También nos informan que Trump había "denunciado vigorosamente" la conferencia de la “derecha alternativa” nazi en Washington, D.C., dos días antes de la entrevista. Y nos ofrecen la afirmación de Trump, sin refutación, de que su jefe de estrategia, el tristemente célebre supremacista blanco Steve Bannon, es "un tipo decente" y no es "racista".

Otros medios de comunicación le siguieron con titulares como "Donald Trump cambia de opinión sobre el cambio climático, Clinton, la prensa en reunión con The New York Times".

El mensaje claro: Trump moderaba sus puntos de vista ahora que la campaña ha terminado y que enfrentaba a los retos de gobernar en serio. En resumen, Trump se mueve hacia la corriente principal del pensamiento de los Estados Unidos.

Pero lo que el diario reportó no es lo que dijo Trump durante la reunión. La transcripción de la reunión presenta un panorama totalmente diferente: muestra que Trump no moderó sus puntos de vista. En cambio, muestra que el diario había moderado su reporte sobre Trump, revisando y caracterizando erróneamente sus comentarios para que él parezca menos extremo y más aceptable.

Lo anterior es una tontería total, con el fin de desarmar y pacificar a la gente. Proveniente del New York Times, es un paso importante en la normalización del fascismo. Encubre la realidad de que el régimen fascista de Trump será, de dejar que se consolide el poder, una catástrofe para la humanidad, y eliminó esa realidad en su cobertura. ¡Tal acomodacionismo y conciliación es cien por ciento escandaloso y hay que oponérsele!

¿Qué, EFECTIVAMENTE, le dijo Donald Trump al New York Times?

* Trump NUNCA dijo que no iba a procesar a Hillary Clinton, nunca dijo que era un error amenazar con enjuiciarla o que un presidente no tiene el derecho jurídico de decidir a quién se procesa. Lo que dijo fue que hay informes de que él no estaba "entusiasmado" por enjuiciar a Clinton, que quería seguir adelante con su mandato y que no quería que se perjudicara a los Clinton. Pero él no descartó más investigaciones ni enjuiciamientos, por lo que esta amenaza sigue pendiente sobre Clinton y los demócratas, y podría cambiar qué tan "interesado" que lo está Trump en la persecución a Clinton.

* Trump NUNCA dijo que había cambiado de posición sobre el cambio climático (Trump ha dicho que el cambio climático es una "patraña" propagada por China para perjudicar económicamente a los Estados Unidos, y ha jurado retirarse de los Acuerdos Climáticos de París). Thomas Friedman del New York Times presentó este tema, diciendo que era un tema "que me preocupa e interesa mucho ", a la vez que observa que Trump también debería preocuparse en vista de que, "Usted posee algunos de los campos de golf más hermosos en el mundo”.

Trump respondió con casi todas las tonterías que la extrema derecha usa para negar el cambio climático: "el día más caluroso de la historia fue en 1890", "siempre hemos tenido tormentas" y "algunas personas muy inteligentes" no están de acuerdo con que el cambio climático es real. Bromeó que si los mares subieran (lo que expulsaría a cientos de millones de personas de sus hogares), su centro vacacional Doral Resort podría llegar a ser aún más valioso dado que es un poco tierra adentro... y el personal del New York Times respondió con risas.

Cuando se le preguntó directamente si cambiaba de posición sobre el vínculo entre el cambio climático y la actividad humana, Trump dijo "tener una mente abierta" y que había "cierta conectividad". Pero luego habló largamente sobre cómo las empresas estadounidenses no son competitivas y que al final del día, su postura sobre el cambio climático dependerá de "cuánto le va a costar a nuestras empresas" y afectar su "competitividad".

El personal del diario dejó que dijera todo lo anterior sin refutación, y Friedman terminó esa parte de la discusión con un débil chiste: "Odiaría ver al Royal Aberdeen (un famoso campo de golf ubicado cerca de un centro vacacional de Trump) bajo el agua". Además, para colmo, ¡el diario resumió de lo anterior que Trump "moderaba" su posición!

* Trump NUNCA dijo que no seguirá con su amenaza para reanudar el submarino e incluso peores torturas. Cuando le preguntaron al respecto, respondió que había hablado con un general que le dijo que "nunca encontró que el submarino fuera útil". De ahí Trump añadió rápidamente: "No digo que he cambiado de opinión". Y pasó a repetir sus puntos de discusión de su campaña sobre “que torturemos”: "Fíjense que hay gente que corta cabezas y ahoga a gente en jaulas de acero, y no nos permiten practicar el submarino". Luego dejó explícitamente a la consideración esa cruel práctica de tortura: "Si fuera tan importante para el pueblo estadounidense, yo la aceptaría. Yo me guiaría por eso”.

* El rechazo de Trump a la derecha alternativa no era "vigoroso", sino hueco, y lo contradijo completamente su defensa a Steve Bannon. Tres días antes, la derecha alternativa celebró la elección de Trump con discursos racistas, antisemitas y genocidas y personas que hacían salutaciones nazis mientras gritaba "Heil Trump" (Viva Trump). Trump dijo de manera poco convincente, "Yo niego tener relación " y que no tenía "idea" de por qué esos fascistas saludaban a su régimen fascista con “Sieg Heil”. Luego defendió a Steve Bannon como un "gran tipo". No obstante, Steve Bannon se jactó abiertamente en julio de 2016 de que su sitio web Breitbart News es "la plataforma para la derecha alternativa”, y nunca se ha apartado de esa afirmación en absoluto.

* Para colmo, el diario ni siquiera se molestó en preguntarle a Trump acerca de sus planes de deportar inmediatamente a cuatro millones de inmigrantes mexicanos. Nunca surgió la cuestión de prohibir que las personas de los países musulmanes entren a Estados Unidos, ni tampoco lo que dijo Trump sobre instituir un registro de los musulmanes, ni la declaración de la elección del general Michael Flynn, el nominado de Trump para asesor de seguridad nacional, de que "el temer por el islam es racional". El New York Times nunca le preguntó a Trump acerca de sus bravuconadas públicas sobre agresiones sexuales a las mujeres. La redacción y los reporteros no pronunciaron ni una palabra sobre el papel central de Trump en la creación de una atmósfera de turba de linchamiento en la Ciudad Nueva York contra los 5 del parque Central o sobre muchas otras declaraciones de Trump que constituyen amenazas de vida o muerte a millones de personas.

Después de criticar a Trump durante la campaña, ¿por qué es que ahora el New York Times embellece los comentarios de Trump?

En nombre de la humanidad,
nosotros nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista

Pónganse de pie... Tomen las calles... Súmense a las personas en todas partes para impulsar la resistencia en todas las formas que puedan

No se detengan: No se concilien... No se acomoden... No colaboren

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Antes de la elección de Trump, la junta de la redacción del New York Times tituló un importante editorial: "The Sleaziness of Donald Trump" (La sordidez de Donald Trump). Thomas Friedman, columnista prominente del diario, terminó una columna sobre Trump con "La elección de tal hombre sería una locura". El columnista Paul Krugman denunció a "Donald Trump, el antiestadounidense”. Ross Douthat argumentó que Trump amenazaba a "la durabilidad sistémica del orden liderado por Estados Unidos" y que derrotarlo era "una cuestión de vida o muerte, para los estadounidenses y para los seres humanos de todo el mundo”.

Aunque las críticas se mantenían dentro de los límites de sostener que Clinton sería un mejor líder para el imperio estadounidense, picaron y encabronaron a Trump. Lanzaron un aire de ilegitimidad alrededor de su presidencia. Además, formaban parte de la atmósfera en la que decenas de miles de personas salieron a las calles y un número mucho mayor abrazó el hashtag #NotMyPresident [No es mi presidente]. En ese sentido, la oposición del New York Times y fuerzas similares representaba potencialmente un serio obstáculo para que Trump y su equipo "normalizaran" y consolidaran su toma fascista frente a la hostilidad de grandes sectores de la población, lo que incluye a los enojados e inquietos lectores del New York Times.

La reunión de Trump: el establecimiento de un nuevo marco para la prensa; el New York Times se acomoda

Tras su elección, Trump se reunió con el New York Times para establecer el marco para la manera en que el diario iba a cubrir su presidencia. En particular, Trump insiste que el diario considere como la norma su transición a la presidencia, al mismo tiempo que encubre el hecho de que trata de imponer y consolidar un régimen fascista.

       

La transcripción de la reunión también deja claro que al parecer el diario ha aceptado voluntariamente y a veces hasta con entusiasmo los objetivos de Trump. Desde las palabras iniciales del director Arthur Sulzberger, Jr., la reunión estaba repleta de expresiones serviles de "gratitud" y "gracias", puntuadas de frecuentes conversaciones triviales y risas amistosas. Se caracterizaba por una negativa casi completa de los periodistas del diario a cuestionar a cualquiera de las mentiras de Trump o, para colmo, a defender a un columnista del New York Times que Trump atacó durante la entrevista. El tono a lo largo de la entrevista era el de una fiesta de amor: la redacción del diario adulaba a Trump, Trump le llamaba al diario "una gran joya estadounidense".

Se venía forjando una cordialidad fraternal de la clase dominante. Los términos: aceptar la legitimidad de la presidencia de Trump, a la vez que él continúa promoviendo un programa fascista (suavizado sólo por algunas vagas promesas de "mantener una mente abierta", etc.).

Cabe señalar que no todos los reporteros y columnistas del diario aceptaron el encuentro. Al menos uno de ellos, Charles Blow, escribió en su columna ("No, Trump, We Can’t Just Get Along” [No, Trump. No podemos simplemente llevarnos bien], el que pronto se volvió una tendencia en Twitter, "Diré con orgullo y alegría que yo no estaba en esa reunión". Tal es un ejemplo de negarse a ser cómplice del que es importante que otras personas aprendan y sobre el que avancen.

Pero detrás de la camaradería y las sonrisas hay mucho en juego y una fuerte lucha dentro de la clase dominante de los Estados Unidos. Antes de las elecciones, el fascista acoso y amenazas a los medios de comunicación habían sido una parte central de la campaña de Trump durante 15 meses. Se burlaban de las y los reporteros y las denigraban sexualmente, les negaban acceso si hicieran preguntas "desafiantes", los mantenían en corralones en los mítines de Trump mientras azuzaban una histeria en las multitudes contra "los medios de comunicación mentirosos". Singularizaban y denunciaban en público en los mítines a unos reporteros individuales, sobre todo mujeres, como Katy Tur de la MSNBC y otras, al extremo que el Servicio Secreto tuvo que darle protección a Tur. Agredían a los reporteros, de modo que muchos decían que temían por su integridad física en los actos de Trump. Mediante ataques virtuales extremadamente viles, violentos, racistas y antisemitas, el ejército troll trumpista ha puesto en la mira a aquellos que escribieron artículos que "criticaban" a Trump.

El día antes de la entrevista, Trump se reunió con los medios de difusión y desvariaba sobre qué tan mentirosos lo eran; la misma mañana de la entrevista amenazó con cancelarla y se refirió a "el fallido New York Times". Durante la entrevista, Trump fundamentalmente le decía al diario: "Podemos hacerlo de la manera agradable, o podemos hacerlo de la manera dura, pero de cualquier manera, ustedes van a aceptar lo que voy haciendo o ustedes van a salir atropellados”.

Por lo que, ¿por qué, después de haber criticado repetidamente a Trump durante las elecciones, el New York Times lo aduló, y embelleció lo que él efectivamente dijo?

El New York Times es una de las principales voces del ala liberal o del Partido Demócrata de la clase dominante estadounidense. Durante la campaña electoral, consideraba que una presidencia de Trump iba a perjudicar los intereses del imperialismo estadounidense e iba a socavar la cohesión social de la sociedad estadounidense.

Pero ahora que Trump ha sido elegido, la dirigencia del diario y su personal central se han dejado convencer que los intereses más grandes de la clase dominante exigen que ahora se conformen, y están más que dispuestos no sólo atenuar sus ataques, sino, al parecer, a hacer todo a su alcance para normalizar y legitimar el gobierno de Trump. Para repetir, su interés principal es el de mantener la legitimidad y la estabilidad del imperialismo estadounidense en general, y le temen mucho más a la clase de agitación social y de inestabilidad política la que se requeriría para expulsar a Trump, que a lo que Trump hará. El New York Times también está muy consciente de que la legitimación de la "transferencia pacífica del poder mediante las elecciones" es algo que la burguesía defiende y promueve como uno de los pilares de la legitimidad de su gobierno.

Al mismo tiempo, a medida que Trump persigue su agenda fascista y en la medida en que eso genera oposición o se tropieza con obstáculos, el New York Times puede volver a oponerse a Trump de varias maneras. Tal oposición podría llevar a los fascistas trumpistas a intentar hacer caer o destruir el New York Times (y otras instituciones similares). En tal momento, la defensa de una institución burguesa como el New York Times podría convertirse en una parte importante de la lucha contra el fascismo de Trump y la defensa de los derechos de la gente, como parte de los preparativos para una revolución concreta para derrocar el presente sistema en su conjunto.

No obstante, en el momento actual, el New York Times ha cerrado filas con Trump, lo que es criminal. Hay que poner al descubierto y repudiar los esfuerzos del diario de normalizar a Trump, de apaciguar la furia y el temor de sus lectores, como parte de negarse a normalizar a Trump y de impulsar la lucha para impedir la consolidación e imposición de su régimen fascista.

 

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