Trump, la CIA y la controversia sobre la piratería cibernética / "hacking": unos puntos de orientación

Actualizado 8 de enero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Actualización del 08/01/2017: A medida que se aproxima la fecha de la toma de posesión programada de Donald Trump, la tormenta política sigue ardiendo por presuntos hallazgos de la CIA de que Rusia pirateó las computadoras de los partidos Demócrata y Republicano y trabajó para favorecer la elección de Donald Trump. ¿Qué significa? ¿Qué significa para las personas que consideran que la perspectiva de un régimen de Trump es terrible o intolerable? El siguiente artículo, publicado originalmente el 12 de diciembre de 2016, contiene análisis importantes sobre lo que pasa con la controversia de piratería cibernética y qué intereses están en acción. Lo re-posteamos ahora, ya que sigue siendo muy relevante.

 

Una gran tormenta política ha estallado por presuntas conclusiones de la CIA de que Rusia no sólo hackeó computadoras de los comités nacionales de los partidos demócrata y republicano, sino que también trabajó para favorecer la elección de Donald Trump a través de filtraciones selectivas dirigidas principalmente a Hillary Clinton y su campaña. Trump tuiteó y sus portavoces ridiculizaron las acusaciones como infundadas. Señalaron las fabricaciones de la CIA antes de la invasión estadounidense de 2003 a Irak de que los iraquíes tenían “armas de destrucción en masa” (nunca encontraron armas semejantes). Dijeron que los cargos eran una artimaña diseñada para deslegitimar la elección de Trump. Al mismo tiempo, algunos senadores republicanos prominentes y ex altos funcionarios de inteligencia en las filas republicanas rompieron filas públicamente con Trump, pidiendo más investigación y audiencias. Otros, los que incluían a demócratas de alto nivel alineados con la campaña de Clinton, respaldan una petición para que los hallazgos de la CIA se pongan a disposición de los electores que forman parte del Colegio Electoral para que puedan evaluar el alcance de esta supuesta interferencia rusa y sus conexiones con la campaña de Trump para ver si “Trump está en condiciones de servir como presidente”, planteando cuestiones sobre la legitimidad del resultado electoral.

¿Qué está pasando? ¿Y cuáles intereses están detrás de esto?

Por un lado, no podemos determinar definitivamente la verdad de estas acusaciones específicas. Es cierto que hubo filtraciones de los e-mails dañinos de la campaña de Hillary Clinton; es cierto que las potencias imperialistas libran una feroz guerra cibernética entre sí (invasión de las redes informáticas de las otras en busca de inteligencia); pero más allá de eso no se ha producido ninguna prueba concreta, y algunos de los actores clave —más notablemente, Julian Assange de Wikileaks, que publicó muchos de los correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata— han disputado estas acusaciones.

Por otro lado, hay algunas cosas que SÍ se pueden decir.

Primero, los presidentes de Estados Unidos suelen dedicar gran parte de su tiempo al asumir el cargo aprendiendo de la CIA las amenazas percibidas a los intereses imperialistas; es inaudito que un presidente entrante lance un ataque en CONTRA de la CIA. Por otro lado, las agencias de inteligencia generalmente “se ajustan” para servir según el presidente entrante ve los intereses estratégicos (es decir, los imperialistas) de Estados Unidos. Así que los ataques de Trump contra la CIA son muy inusuales, por decir lo menos. Además: los partidos políticos de los presidentes entrantes suelen cerrar filas alrededor del nuevo presidente; pero hoy en día unos republicanos de alto rango como los senadores John McCain y Lindsey Graham entran en conflicto con Trump sobre si celebrar audiencias sobre estas acusaciones, o simplemente hacerlas caso omiso.

Estas discusiones abiertas indican conflictos aún más agudos por debajo de la superficie. Hasta ahora, tanto los demócratas como los republicanos han tomado una posición dura contra los intentos rusos de afirmar sus intereses imperialistas en varias esferas, como en Siria y Ucrania, aunque trabajan con ellos a veces. McCain y otros que abogan por las audiencias ha acusado repetidamente a Putin, el líder ruso, de un “carnicero” y un “matón”. Hasta la fecha de publicación de este artículo, Trump parece estar procediendo en una dirección diferente, incluyendo la selección como asesores a personas con vínculos con el régimen de Putin, por ejemplo el nombramiento de Rex Tillerson, el jefe de ExxonMobil, como secretario de Estado. Tillerson supuestamente está contra las sanciones impuestas por Estados Unidos contra Rusia después de su anexión de la Crimea de Ucrania. Michael Flynn, nombrado como asesor de seguridad nacional de Trump, también ha tenido vínculos con Rusia.

Algunas de estas diferencias están relacionadas con diferentes enfoques y respuestas a una serie de contradicciones difíciles e intratables que enfrenta la clase dominante de Estados Unidos, tanto a nivel internacional como dentro del mismo Estados Unidos. Gran parte del conflicto en este momento en la clase capitalista-imperialista se centra en cómo abordar y hacer frente al surgimiento del fundamentalismo islámico, incluidos los movimientos reaccionarios arraigados en esta ideología, como ISIS, centrado principalmente en Irak y Siria, o los talibanes en Afganistán. Parece que Trump favorece una alineación diferente y más estrecha con Rusia para lidiar con estos movimientos, aun cuando están involucrados en una intensa rivalidad por el dominio en estas regiones.

Bob Avakian ha señalado el siguiente punto con respecto a este fenómeno:

Lo que vemos en contienda, con la jihad por un lado y McMundo/McCruzada [el imperialismo occidental cada vez más globalizado] por el otro, son sectores históricamente anticuados de la humanidad colonizada y oprimida contra sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista. Estos dos polos reaccionarios se oponen, pero al mismo tiempo se refuerzan mutuamente. Apoyar a uno u otro de esos polos anticuados, acabará fortaleciendo a los dos.

Esta es una formulación muy importante y crucial para entender muchas dinámicas que impulsan el mundo en este período, pero tenemos que tener en claro cuál de “los dos sectores históricamente anticuados” ha causado más daño y representa la mayor amenaza a la humanidad: los sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista, y en particular los imperialistas estadounidenses.

Bob Avakian, Lo BAsico 1:28

Este choque entre los dos anticuados —en lo que Estados Unidos desempeña el papel más agresivo y asesino, con mucho— ha sido un desastre para el pueblo del mundo, y la dinámica se ha intensificado aún más después de la Primavera Árabe1. La guerra que Estados Unidos lanzó en 2003 contra Irak no sólo causó carnicería indescriptible, sino que se convirtió en un importante revés para los intereses imperiales de Estados Unidos. Ni Bush ni Obama lograron fundamentalmente consolidar el dominio estadounidense sobre Oriente Medio. En algunos aspectos se le sacudió su control concretamente y ciertas debilidades estratégicas de los militares estadounidenses se revelaron e incluso se exacerbaron. Este fue un importante punto de ataque de Trump contra Obama y, cabe señalar, contra George W. Bush también.

Para hablar claro: ambos lados de esta disputa están luchando POR el dominio estadounidense de la región (como parte de dominar el mundo) y ambos están dispuestos a derramar toda la sangre del pueblo de esta región que sea necesaria por ese dominio. Pero dentro de esa unidad reaccionaria hay mucha lucha y son posibles cismas dentro del campo imperialista, precisamente porque han tenido dificultades al perseguir esos intereses. Esto se manifiesta claramente en los enfoques hacia la guerra civil en Siria y la situación en Irak, y el acuerdo nuclear de Obama con Irán.

En segundo lugar, es muy significativo que esto se relacione con dudas acerca de la legitimidad de estas elecciones. Pero es complicado. Para las masas populares, la ilegitimidad de Trump se centra en su postura extremadamente reaccionaria hacia el pueblo aquí y en todo el mundo y, sobre todo, el programa fascista que pretende imponer y ya está poniendo en práctica, incluso antes de asumir su cargo. Este programa no será nada menos que una catástrofe para el pueblo y por eso hay que impedir, por medio de masiva lucha política que involucre a millones de personas, que Trump consolide su gobierno. También es ilegítimo porque la ascendencia de Trump a presidente electo, a pesar de perder el voto popular, se basa en el Colegio Electoral, producto y legado de la esclavitud y la supremacía blanca y sus continuas manifestaciones. (Ver “El Colegio Electoral: Creado para proteger la esclavitud, hoy refuerza la supremacía blanca”).

       

Al mismo tiempo, en el caso de los sectores de los imperialistas que se oponen a Trump, sus preocupaciones se centran en las diferencias importantes sobre cuál estrategia mejor avanzará los intereses del Imperio Estadounidense y si Trump es “apto para ser comandante en jefe”, o sea, ¿tiene la experiencia y el “temperamento” adecuados para llevar a cabo a sangre fría lo que se requiere para asumir el cargo imperialista más alto? Esto ha surgido principalmente en la esfera internacional. Al mismo tiempo, muchas figuras de la clase dominante, concentradas en el Partido Demócrata, tienen diferencias con Trump en torno a cómo gobernará “en casa” también; estas diferencias no son insignificantes, pero no se anteponen a la unidad entre los políticos de la clase dominante en cuanto a la necesidad de llevar a cabo ese dominio SOBRE el pueblo. Esta es la razón por la cual, en general, los demócratas de primer nivel como Obama han propuesto que se le diera a Trump una oportunidad y que se trabajara con él, con la esperanza de “influir” en él. El conflicto sobre la evaluación de la CIA es parte de esa lucha para “influir” en Trump por parte de otras facciones de la clase gobernante.

Tercero, ante esta situación, será muy importante que la gente NO cifre sus esperanzas en uno u otro representante o sector de los imperialistas. Si se permite que los imperialistas establezcan los términos de la lucha y determinen sus parámetros, y las masas populares permiten que su actividad se limite a ser dirigidas por una u otra facción de los imperialistas para luchar en torno a lo que ELLOS consideran importante, eso sólo terminará y sólo puede terminar en la continuación del dominio imperialista.

Aquí nos basaremos en “La verdad sobre la conspiración de la derecha... y por qué Clinton y los demócratas no tienen respuesta”; aunque escrito hace casi 20 años, el principio elaborado abajo se aplica mucho a la situación que enfrentamos ahora. Bill Clinton, el entonces presidente, se enfrentó a un ataque de políticos republicanos fascistas cristianos que formaron la punta de lanza de toda una ofensiva de lo que en aquella época se llamaba “la política de la pobreza, el castigo y el patriarcado”, un ataque dirigido fundamentalmente contra las masas populares, pero que también tenía que ver con conflictos entre distintos sectores de los imperialistas y que tomó la forma de un intento de someter a un proceso de destitución a Clinton. Aun que las cosas han cambiado, algunas de las mismas cuestiones, y algunas de las mismas fuerzas, están en vigor hoy en día.

Esto es lo que BA escribió:

Es imprescindible distanciarse de la situación inmediata y las interpretaciones que nos dan de ella para preguntar: ¿cómo llegamos a tal situación, donde las opciones que nos quieren imponer son o fascistas descarados en un polo, o en el otro polo alguien que hasta un periodista de la prensa grande describe como el demócrata más conservador desde el presidente Harry Truman, cuya administración ha sido un instrumento eficaz de una ofensiva reaccionaria multifacética contra las masas básicas y sectores más amplios del pueblo? ¿Adónde vamos a parar dentro de poco y cómo será el futuro si el pueblo, sobre todo los que captan la importancia de oponerse a esta ofensiva reaccionaria, se deja convencer de que debe limitar sus objetivos y actividad políticos a la mismísima lógica y dinámica que nos han llevado a esta situación? Y, lo que es más importante, ¿cómo salimos de ella? La única solución es movilizar al pueblo, unir a muchas capas sociales y distintos sectores, para forjar nuestra resuelta resistencia al proyecto reaccionario y transformar la contienda y lucha política, es decir, todo el “terreno político”; dicha resistencia no puede basarse en las mismas estructuras, instituciones y procesos políticos a través de los cuales imponen y “legitiman” la ofensiva reaccionaria ni limitarse a ellos.

Con esa clase de “resuelta resistencia al proyecto reaccionario” desde abajo, las luchas entre las varias fuerzas en la clase dominante pueden llegar a importar mucho. La propuesta que ahora se distribuye de un mes de resistencia masiva para impedir la consolidación del fascismo presenta urgentemente un cuadro de esa resistencia y aboga por ella y sus posibles efectos:

¡Imagínense el que decenas de millones de personas se tomaran las calles, declararan poderosamente que este régimen fuera ilegítimo y exigieran que no se le permitiera gobernar! Así se transformaría dramáticamente todo el panorama político, cada facción al interior de la estructura de poder establecida se vería obligada a responder — y todo lo anterior podría conducir a una situación en la que efectivamente se impidiera que gobernara este régimen fascista. No se trata de un sueño ocioso, sino algo que podría hacerse realidad si todos los que odian lo que representa este régimen fascista tradujeran su indignación a una firme determinación y una movilización masiva para crear las condiciones que hacen que sea posible hacerlo.

Esto podría hacerse; tal cosa es necesaria y posible efectivamente porque Trump NO es normal; él representa la imposición de una forma fascista de dictadura capitalista, lo que con razón indigna a millones de personas — las indignan las intenciones declaradas de Trump así como lo que ya ha hecho antes de asumir el cargo. Pero no deben alinearse con un programa y liderazgo que mantiene que si Trump no es legítimo, es porque no “defiende” de forma suficientemente firme y consecuente los intereses imperialistas en contra de las otras potencias imperialistas.

El punto final es este: mientras libramos esta lucha, los revolucionarios tenemos que presentar de forma convincente la salida de esta locura. A través de www.revcom.us y la agitación hablada, la gente debe aprender del plan para una sociedad completamente diferente en la que la política de la sociedad sea dominada por fuerzas imperialistas que luchen sobre cómo mejor dominar a las masas, sino una sociedad en que se dirija a las masas populares a luchar para transformar el mundo para acabar con la explotación y la opresión, y, sí, se les dirija a llevar a cabo una lucha vigorosa sobre cómo hacer eso; ese plan existe en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, escrita por Bob Avakian y adoptada por el Comité Central del Partido Comunista Revolucionario. Además, los revolucionarios, al emprender esta lucha para parar el régimen de Trump y Pence, debemos presentar la estrategia que podría derrotar concretamente a estos imperialistas, y la dirección que tenemos que para lograrlo: BA —un líder completamente distinto con una orientación de liberar y desatar a las masas, y un método y enfoque que puede capacitarlas para transformar cada vez más conscientemente el mundo y a ellos mismos— y la vanguardia que él dirige.

 

1. A partir de diciembre de 2010 y con una duración de 10 meses, la “Primavera Árabe” fue una poderosa serie de levantamientos que sacudieron las naciones de Oriente Medio y Norte de África. Para finales de febrero de 2012, se les habían expulsado del poder a tiranos en Túnez, Egipto, Libia y Yemen con grandes levantamientos en 14 países. [regresa]

 

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