De Trump al planeta Tierra: Váyase al carajo
Planes para poner fin a la investigación climática de la NASA

Raymond Lotta

26 de diciembre de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Donald Trump ha declarado que el cambio climático, un hecho científico bien establecido, es una “patraña”. Ha prometido reimpulsar las minas de carbón, una de las fuentes de energía más destructivas para el planeta. Se ha comprometido a derogar las regulaciones ambientales nacionales y retirar a Estados Unidos de los pocos y lamentablemente inadecuados acuerdos internacionales que limitan las emisiones de dióxido de carbono.

En pocas palabras, Donald Trump pretende eliminar todas y cada una de las restricciones sobre la capacidad del capital estadounidense de saquear el planeta en busca de ganancias y mayor imperio. Pero eso es sólo una parte de sus intenciones ominosas.

En las últimas pocas semanas, Trump también ha mencionado su intención de despojar a la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y Espacio) de $2 mil millones erogados para la investigación del clima. La NASA es un organismo del gobierno federal que supervisa la exploración espacial civil y realiza investigaciones sobre la atmósfera de la Tierra. Trump lo ha hecho mediante sus llamados “asesores de la política sobre la ciencia”, unos bufones peligrosos y mentirosos que niegan la realidad del calentamiento global (aunque al parecer uno de ellos le da la bienvenida).

Los asesores de “ciencia” de Trump hacen la absurda afirmación de que la investigación sobre el clima no es más que “monitorear el medio ambiente de forma políticamente correcta”, y por lo tanto la NASA debería dedicarse al espacio exterior. De hecho, su propuesta de despojar de fondos a la investigación sobre el clima es un intento específico de impedir y bloquear el conocimiento sobre el calentamiento global inducido por los seres humanos que tendría graves implicaciones para la humanidad y el planeta, y para la ciencia misma.

I. Si se adoptara el plan para parar la investigación de las ciencias de la tierra de la NASA, eso tendría efectos desastrosos sobre los esfuerzos de monitorear y combatir el calentamiento global.

» La NASA ha ayudado a construir, lanzar y operar 15 satélites de la ciencia de la tierra que monitorean en una escala global la precipitación, el aumento de las temperaturas de la superficie, las emisiones de gases del efecto invernadero (las que atrapan el carbono), el deshielo de los glaciares y las capas de hielo, la humedad del suelo y el crecimiento de la vegetación, y mucho más. Estos satélites que observan la Tierra son los más avanzados del mundo. Proporcionan información detallada, como lo hace una radiografía en un hospital.

» Los laboratorios de investigación de todo el mundo utilizan el monitoreo y los modelos del clima de la NASA. Para los especialistas en la ciencia de la tierra esta información es indispensable.

» Con esta tecnología e información de los satélites, es posible monitorear inundaciones, sequías y huracanes; detectar patrones de humedad del suelo que afectan los sistemas de producción agrícola; los cambios oceánicos que afectan la navegación y el transporte marítimo; las condiciones ambientales que permiten que los trabajadores de la salud prevean la propagación de las enfermedades causadas por mosquitos.

II. La criminalidad imperialista es una navaja de dos filos.

» Por un lado, Estados Unidos es el mayor contribuidor cumulativo a los niveles de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, lo que está integralmente relacionado con el hecho de que en su historia el capitalismo-imperialismo estadounidense se ha desarrollado según caminos altamente destructivos para el medio ambiente de la Tierra. Los combustibles fósiles llegaron a ser, y siguen siendo, esenciales para el funcionamiento rentable del capital de Estados Unidos y para el domino global destructor de la vida de Estados Unidos (las fuerzas armadas genocidas de Estados Unidos están potenciadas por combustibles fósiles).

» Por otro lado, como resultado de la posición dominante de Estados Unidos, su imperio global en el mundo y la concentración desigual de la riqueza y de las fuerzas productivas avanzadas en Estados Unidos, una parte desproporcionada del personal científico, tecnología y capacidad técnica también está concentrada en Estados Unidos.

       

Además, una gran parte del mundo depende de las investigaciones que hace la NASA sobre lo que le pasa al planeta Tierra. Cualquier obstáculo importante a estas investigaciones tendría profundos efectos en todo el mundo, y trabaría el trabajo de los científicos de la tierra. Perjudicaría la red mundial de estaciones que miden la temperatura, la salinidad del agua (niveles de sal) y corrientes de aire. Perjudicaría la capacidad de los gobiernos, instituciones y organismos para formular políticas que responden y prevén cambios de temperatura, lluvia, fuertes condiciones climatológicas, etc.

Lo anterior en tiempos del rápido calentamiento global, eventos climáticos extremos, el aumento del nivel del mar, etc., que afectarán directa e indirectamente la vida de miles de millones de personas en el planeta. ¡Eso es criminal! El sistema del capitalismo-imperialismo, impulsado por la búsqueda competitiva de más y más ganancias, es la causa subyacente del calentamiento global. Y ahora este mismo sistema, en la extrema encarnación de Donald Trump, se erige cada vez más como una barrera que impide que la humanidad actúe con la necesaria velocidad y alcance para hacerle frente a una crisis climática que pone en peligro los ecosistemas y la vida misma.

Toda la investigación llevada a cabo por la NASA bajo Obama no impidió que éste presidiera la expansión vertiginosa de la producción de petróleo y gas natural, especialmente la fracturación hidráulica y todas sus consecuencias ambientales adversas. La diferencia ahora, si es que Trump se sale con la suya, es que la NASA oficialmente se cerrará los ojos ante el calentamiento global.

III. El ataque a la investigación sobre el calentamiento global: una arremetida a la ciencia y al pensamiento basado en la evidencia al servicio de un programa político e ideológico vilmente chovinista.

» El programa fascista que Trump pretende aglutinar y ejecutar amenaza y se burla de ciertas esferas de la ciencia. Su objetivo no sólo es suprimir las observaciones de la Tierra de la NASA desde el espacio y la capacidad de analizar y comprender el cambio climático, sino que también se burla de la ciencia y del método científico de conocer el mundo tal como está en concreto y cómo efectivamente está cambiando. Las fuerzas fascistas ponen en ridículo al calentamiento global como un pasatiempo indulgente, un “interés especial” de los mimados activistas ambientalistas y científicos. Los hechos no importan, el pensamiento empírico y racional no importa. Al contrario. Todo lo que declaren que es cierto, es cierto.

» Además, el programa fascista de “hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza” —¡nunca la tenía!— promueve un desprecio ultra-chovinista por todo lo que no sea el Estados Unidos blanco y territorial. La expansión de la industria del carbón y la exportación de carbón contribuye a la elevación del nivel del mar que podría inundar a los isleños del Pacífico... a quién la importa... al carajo todos y, de remate, al planeta.

Todo lo anterior recalca que: ¡En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista!

 

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