Entrevista de Revolución

Yusef Salaam de los 5 del Parque Central, un hombre negro inocente, sobre el cual Donald Trump hizo campaña para que lo ejecutaran en 1989:
No podemos esperar cuatro años, tenemos que cambiar el curso de la historia ya

1° de enero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

La entrevista de Revolución
La entrevista de Revolución es una sección especial para que nuestros lectores se familiaricen con las opiniones de importantes figuras del arte, el teatro, la música y la literatura, la ciencia, el deporte y la política. Los entrevistados expresan sus propias opiniones, naturalmente, y no son responsables de las ideas que aparecen en otras partes de este periódico.

 

Hace poco, Sunsara Taylor, articulista de revcom.us/Revolución, le hizo una entrevista a Yusef Salaam, uno de los iniciadores de RefuseFascism.org

Yusef Salaam
Yusef Salaam (Foto: AP)

Sunsara Taylor: Creo que sería una ayuda para los lectores si usted se presenta y habla un poco del 5 del Parque Central, y sus primeros encuentros de oír de Donald Trump.

Yusef Salaam: Me llamo Yusef Salaam; soy uno de los llamados 5 del Parque Central. El 19 de abril de 1989, yo era parte de un grupo acusado de un crimen que no cometimos. Un crimen del cual nos exoneraron 13 años después. El crimen fue la violación y casi asesinato de una banquera de inversiones blanca y el asalto a otras personas en el Parque Central en la Ciudad de Nueva York esa noche tristemente famosa. Es interesante que Donald Trump se convirtiera en el representante de la mentalidad de turba contra nosotros en Nueva York. Recientemente Sarah Burns escribió un libro que sintetiza el proceso de pensamiento en Nueva York en ese entonces; se titula The Central Park Five, A Chronicle of a City Wilding (El 5 del Parque Central, la crónica de una ciudad merodeadora). La ciudad merodeaba en nuestra contra.

Hicieron suposiciones, y la peor suposición, por supuesto, salió de Donald Trump. Dos semanas después del ataque, Donald Trump usó sus riquezas para publicar un anuncio pagado en los periódicos neoyorquinos, que en esencia clamaba por reinstituir la pena de muerte específicamente para los Cinco del Parque Central. Quiere que “nos” asesinen. Fíjese que muchas personas ni siquiera ganan en un año los $85.000 que él gastó en los anuncios, pero para él no eran ni las migajas que caen de la mesa, apenas era el polvo. Y ahí estaba, él hacía una amplia suposición sobre la gente negra, latina y de color, una acusación por el color de la piel, de que éramos “de los peores” simplemente porque nos “acusaron”. En vez de que la ley fuera la ley del país para todos, la ley no era la ley para la gente negra, latina y de color, no lo es ahora. Somos culpables y tenemos que comprobar que somos inocentes.

Pues nos tenían porque la acusación de que “nosotros” fuéramos violadores y casi asesinos, de que “nosotros” fuéramos “terroristas urbanos” como nos describió el alcalde David Dinkins en aquel entonces, aunque después pidió disculpas. “Súper-predador”, como una de los candidatos presidenciales, Hillary Clinton, describió a “nosotros”. También nos pidió disculpas. Pero Donald Trump nunca pidió disculpas y sigue defendiendo los anuncios de plana entera los que compró hace décadas. Sigue creyendo y vociferando que a fuerzas somos culpables de algo.

Pues es una desgracia, porque ese proceso de pensamiento es el mismo que tienen muchas personas. De que si a una persona la acusan de un crimen, si mencionan el nombre de esa persona en los medios de comunicación como un posible sospechoso, pues a fuerzas se es culpable. No les echo la culpa a las masas sino al Sistema que nos impusieron. Un sistema, si bien altamente falible, propaga la idea de que es infalible, que los departamentos de policía de Nueva York, del país y quizás del mundo, son infalibles. Que su propósito es de imponer la ley para los ciudadanos a quienes tienen un juramento de proteger y para asegurar que las cosas se mantengan bajo control. No se trata de acusar a los policías buenos; hablamos de las manzanas podridas que echan a perder a todos. En nuestro caso, excedieron adrede los límites del derecho. De nosotros hicieron unos chivos expiatorios y nos pusieron cargos falsos en el Sistema, mismo donde la inmensa mayoría es gente negra, latina y de color.

Al final pasamos 13 años presos por crímenes que no cometimos. Ya cuando se supo que nunca los cometimos, el Sistema susurró, “Lo sentimos. Les pedimos disculpas”. Después lanzamos nuestra batalla legal tremendamente ardua para tratar de juntar las piezas de nuestras vidas y también buscar una justicia monetaria de algún tipo. No hubo ninguna vía rápida para remediar este mal, pero sí había una vía rápida cuando se trataba de declararnos culpables. Pasaron 12 años más, no recibimos una recompensa hasta 2014.

Yusef Salaam, al entrar en el juzgado con su mamá, Sharonne Salaam, 1990.
Yusef Salaam, al entrar en el juzgado con su mamá, Sharonne Salaam, 1990. (Foto: AP)

ST: ¿Cuántos años tenía? ¿Cuántos años tenían los otros acusados? Ha recalcado que al final lo exoneraron legalmente. Pero incluso en ese entonces, las únicas “pruebas”, entre comillas, que la policía produjo las extrajeron por medio de una tremenda cantidad de intimidación y maltrato de unas personas muy, muy jóvenes. ¿Cómo los afectó?

YS: Teníamos entre 14 y 16 años de edad. Yo tenía 15 años. Tomando en cuenta lo que sostienen los científicos, de que la mente de un niño no se desarrolla por completo hasta que tengan los 25 años; debían habernos dado la oportunidad de ser niños. En vez de eso, el Sistema se volteó en contra de nosotros tan duro que dijeron, tenemos que juzgar a esos adolescentes como adultos. Empezaron a cambiar las leyes a base del procedimiento en contra de los Cinco del Parque Central. Por esa razón, entre otras, provocaron un escándalo para exigir “subir la edad”. Cuando nos exoneraron, nunca derogaron esas leyes, eso ya se hizo la ley del país. Nos hicieron mucho daño, éramos parías, nos convirtieron en los ejemplos de lo que querían para reprimir a la gente negra, latina y de color. El presente futuro de lo que iba a ocurrir.

Nos desfilaron como espectáculo por los medios de comunicación. Publicaron en los periódicos nuestros nombres, teléfonos y domicilios. Todo eso como resultado de ser acusados. Ni siquiera nos habían declarado culpables. Y aquellas personas como Donald Trump empezaron a poner el grito al cielo y otras personalidades mediáticas le siguieron el ejemplo. Un sujeto en particular se llamaba Pat Buchanan: dijo, en esencia, que debemos tomar al mayor y ahorcarlo de un árbol en el Parque Central y a los otros debemos darles latigazos.

Por lo general la gente no piensa en los daños colaterales. ¿Cómo le afecta al individuo? ¿Cómo les afecta a sus familias? ¿Cómo les afecta las comunidades de esas familias? Sabe qué, cambiaron el nombre del multifamiliar donde yo vivía porque los inquilinos no querían que lo asociaran con ese crimen horrible que se cometió en aquel año de 1989, aunque habían descubierto que éramos inocentes. Pero se dio como una nube, un polvo que confundía a las personas con respecto a nuestra culpabilidad o inocencia. El pensar colectivo era, “quizás los dejaron libres por algún tecnicismo o algo por el estilo”. No se les presentó la verdad sobre el caso de la misma manera en que nos presentaron a toda la nación. El tsunami mediático de 1989 arrolló al que cubrió nuestra inocencia.

En las primeras semanas de este caso en 1989, los medios de comunicación publicaron más de 400 artículos que nos atacaron. Cuando nos declararon inocentes, mi madre testificó en el Ayuntamiento, frente al Consejo Municipal, y dijo que apenas era un susurro, tanto que se preguntaba si lo oyeron las ratas de Nueva York. Por lo que hasta el día de hoy, hay dudas en la mente de mucha gente. Hasta que tengan la oportunidad de sentarse y hablar con algunos de nosotros pueden ver y experimentar por sí mismos nuestra inocencia. Generalmente se hace una pregunta colectiva: "¿cómo creí que esos muchachos eran culpables de esos crímenes?"

No todos han visto la famosa película que Ken Burns, Sarah Burns y David McMahon produjeron, The Central Park Five. Recomiendo mucho que todos vean esa película porque retrata bien a ambos lados, a pesar de que el Departamento de Policía dice que no los entrevistaron. Se les ofreció la oportunidad de entrevistarse y no quisieron.

Eso no importaba, toda la cobertura mediática que rodeaba este caso ya se había dado. Las falsas confesiones que habían hecho cuatro de los cinco de nosotros, estos documentos históricos, estas evidencias históricas, se utilizaron para pintar el panorama completo de lo que sucedió. Y al igual que en 1989, la película presenta estas falsas confesiones al público para que éste decida de nuevo. La diferencia en esta ocasión es que presentaron estas falsas confesiones una al lado de la otra, dándole al público la oportunidad de escuchar a Raymond Santana hablar de su versión de lo que pasó junto a la versión de Korey King Wise de lo sucedido, la de Kevin Richardson y la de Antron McCray. Y esa fue casi la primera vez que el público empezó a darse cuenta de que las versiones se contradicen.

Los programas de televisión como el CSI y el NCIS nos enseñan algo. Nos enseñan que la ciencia forense es muy, muy exacta. Tanto es así que si un crimen ocurriera, los científicos forenses podrían entrar y recrear la escena del crimen, aunque no haya nadie allí para contarlo. Pueden distinguir por la salpicadura de sangre si el agresor haya sido zurdo o diestro, y por las huellas de los pies, la estatura del asaltante. Fíjese que todas estas cosas les dan pedacitos de información. Y he aquí el relato de esta historia por el famoso cineasta Ken Burns, se descubre por primera vez que estas historias eran completamente contradictorias.

Le dio coraje a la gente, le dio muchísimo coraje al darse cuenta de que habían sido víctimas de un engaño. Por un lado, el alcalde Koch afirmó que éste era el crimen del siglo. Dijo, la gente quiere ver cómo funciona el sistema de justicia, y va a poder verlo por el caso de la Corredora del Parque Central. Y luego nos hicieron una farsa de juicio. Nos convertimos en “Scottsboro Boys”1 de hoy en día. Si se hubieran salido con la suya, también nos habríamos convertido en un Emmett Till2 de hoy en día. Cada uno de nosotros. Cada uno de nosotros.

Y lo que es muy, muy aterradora, que me preocupa mucho, pero mucho, es que Donald Trump, a lo largo de su campaña, siguió hablando de hacer que Estados Unidos volviera a tener grandeza, y era casi como una palabra en clave que iba a tratar de hacer que Estados Unidos volviera a ser blanco. Comenzamos a ver que los enclaves más recónditos de la sociedad empezaran a levantar la cabeza fea. La gente con una creencia absoluta en la aniquilación de razas que no sean la suya, comienza a levantar la cabeza. La gente que cree que la esclavitud era buena y hay que continuarla, comienza a levantar la cabeza. Las personas que creen que tenemos que ir a un estado de Hitlerismo, un estado de la “alt-right” (la derecha alternativa), toda esta actitud e idea nazi de hacer una raza superior, es de lo que hablaba Donald Trump.

Al hablar con estas personas, casi el cien por ciento de las veces, casi a ciencia cierta, dirán, “No. No quise dar a entender eso”. Por otro lado, las personas que tienen ojos para ver y oídos para escuchar saben exactamente lo que pasa. Dado que Donald Trump dijo a sus seguidores que les pagaría sus fianzas cuando golpeaban a los que llegaron al mitin para protestar contra Donald Trump. Donald Trump dijo que podría ir a la Quinta Avenida ahora mismo, disparar a alguien, sin perder a ningún seguidor. Y fiel a su forma, eso es exactamente lo que su proceso de pensamiento fue, y probablemente todavía lo es. La(s) persona(s) que muriera(n) de su asalto sería negra(s), latina(s) o de color. Mientras que otros sacarían sus teléfonos celulares para transmitirlo al mundo.

Y para mí lo peor es que ahora como país tenemos que lidiar con esta amenaza muy real de una persona que no se preocupa por nuestro bienestar ni en lo más mínimo; una persona que nos ha dicho repetidamente sus pensamientos e ideas durante toda su campaña. Y nada de eso es bueno para ninguno de nosotros. Y al decir "nosotros" me refiero a todo el crisol de las personas que están en las Américas. Y luego tenemos que pensar también en el resto del mundo al que va a afectar este nuevo régimen que Donald Trump está poniendo en marcha. En tiempos pasados, se decía que el presidente no tiene ningún poder de verdad; es sólo un cargo. Pero miremos lo que Donald Trump está haciendo, está posicionando a su gente para que cuando él diga algo, esas personas estén absolutamente de acuerdo y obedezcan sus órdenes.

Tenemos que estar muy, muy preocupados por esto. Las peleas ya han estallado, han asaltado a gente y han hecho amenazas. Declaraciones como "regresen a México o África" son la menor de nuestras preocupaciones. Hay gente con la mentalidad de Ku Klux Klan. La gente bravucona que agita sus banderas de la Confederación y nos retan a decirle algo. Cuando yo iba manejando en carro, veía ese tipo de cosas todo el tiempo. Y ahora asusta un poco más porque uno se da cuenta de que a poca distancia hay personas que ponen sus símbolos del Ku Klux Klan justo ahí en frente de sus casas, demostrándonos exactamente lo que piensan y haciéndonos saber que su hora ya ha vuelto. Es un momento muy aterrador para nosotros.

ST: Hace poco usted se apuntó como uno de los iniciadores de la lucha para impedir que llegue al poder el régimen de Trump y Pence, www.refusefascism.org. ¿Podría hablar sobre eso?

YS: Hoy en Estados Unidos palpita la angustia. Las esperanzas de la mayoría se frustraron, no sólo porque el Colegio Electoral le concedió la presidencia a Trump, sino también porque lo ratificó de nuevo tras el desafío de “We the People” [Nosotros el Pueblo]. La actitud de unos fue de “esperar a ver”, de guarecerse y prepararse para los cuatro años por venir, para que posteriormente abordemos la situación a otro nivel.

Yo creo que tenemos que ser más sensatos sobre lo que esto verdaderamente representa para nosotros como un pueblo. No representa cuatro años. Representa algo mucho más grande y más significativo. Representa una verdadera amenaza. Por ejemplo, tenemos años viendo videos en YouTube de campos de concentración en Estados Unidos, campamentos al aire libre, mejor dicho prisiones; dije campamentos pero en realidad son prisiones. Pero no había nadie ahí. Hablamos de Estados Unidos… me pregunto ¿para qué ellos se preparan? Pues se preparan para lo que este día representa.

Aquí nos encontramos. Estamos en la cúspide y al borde del precipicio. La diferencia es que, sin lugar a dudas, tenemos en nuestras manos, hoy mismo, todo el poder para cambiar el curso del tiempo y el curso de la historia sobre lo que va a ser nuestro mañana. Pero si nos cruzamos de brazos y esperamos a ver; esperamos y decimos que nos guarezcamos y nos preparemos para los próximos cuatro años sin hacer nada, eso me parece una de las peores cosas que podríamos hacer. Tenemos que estar muy atentos y preparados. La preparación es esencial, pero al hacerlo también tenemos que asegurarnos de que nos aliemos con personas que luchan por la libertad, la justicia, y la igualdad; personas que piensan en cosas a un nivel muy diferente, y ese nivel podría ser, y con certeza es, la capacidad de que nos aseguremos de que esta persona ni siquiera llegue al poder.

Pienso que esa es una de las cosas más poderosas que podríamos hacer como pueblo. Yo siempre he animado a la gente a que se ponga del lado de la historia que es justo y correcto. Y yo creo que eso es absolutamente justo, y absolutamente correcto, y algo que todos debemos de apoyar e impulsar. Y no sólo apoyarlo, sino tenemos que pensar en nuestra posición y esa gran capacidad que tenemos. Desde hoy tenemos que poner manos a la obra colectivamente y empezar a avanzar como pueblo para asegurarnos de que sí podamos cambiar el curso de la historia.

Así veo ahora todo este proceso. No basta con esperar a ver. Yo creo que ya vimos y anticipamos lo que va a suceder. No van a ser los mejores de los tiempos. No. Van a ser los peores de los tiempos. Va a ser mucho más peor de lo que nos imaginábamos. Y por eso estoy muy preocupado.

ST: Yusef, es muy importante que las personas escuchen lo que usted dice y que muchas más se incorporen, como dijo, hoy mismo. Le agradezco la entrevista.

 

1. Los Scottsboro Boys: En 1931 acusaron falsamente a nueve jóvenes negros de violar a dos mujeres blancas, e inicialmente los condenaron a muerte, excepto a uno de 12 años de edad al cual lo condenaron a cadena perpetua. En un juicio posterior cuatro fueron absueltos, pero los demás salieron libres sólo después de muchos años en la cárcel y alcanzaron la libertad únicamente por el apoyo de un enorme movimiento popular contra esa injusticia. [regresa]

2. Emmett Till: En 1955 en Misisipí, Till, un joven negro de 14 años, fue golpeado sin piedad, acribillado a balazos y arrojado a un río por supuestamente chiflarle a una blanca. Su cuerpo estaba tan desfigurado que su propia mamá a duras penas lo reconoció. [regresa]

 

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