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El presupuesto de Trump y Pence: Trump a los pobres: ¡Que pasen hambre y muéranse!

31 de mayo de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

La versión final del presupuesto de 2018 fue publicada por el régimen de Trump y Pence el 23 de mayo. Su grotesco título —“Una nueva base para la grandeza estadounidense”— debería de ser el Presupuesto “Pasar Hambre o Morir”.

En nombre de “equilibrar” un presupuesto que aumenta enormemente los fondos para las fuerzas armadas estadounidense, para cazar a los inmigrantes y para soltar a la policía en las zonas urbanas marginadas, estos monstruos llaman a recortar más de un millón de millones de dólares durante la próxima década a las necesidades más críticas para decenas de millones de personas obligadas a vivir en los escalones más bajos de esta sociedad. Es genocida la intención, y el efecto, de estos recortes. Van a hacer enorme daño a millones de personas negras, latinas, indígenas y otra gente oprimida, y también a millones de blancos pobres, personas de tercera edad y discapacitados. Los arquitectos de este presupuesto saben perfectamente que va a costar vidas humanas.

  • Quitarían la cobertura médica a aproximadamente 10 millones de personas en el primer año, y a 23 millones durante los siguientes 10 años. Medicaid cubre los gastos de seguro médico para más de 74 millones de personas que no pueden pagar planes particulares de seguro, entre ellas el 60 por ciento de los residentes de los hospicios y millones de personas discapacitadas. El presupuesto de Trump y Pence recortaría más de 800 mil millones de dólares de Medicaid en la década que viene. Eso es un cuarto del presupuesto. ¿Cuántas personas dejarían de tomar medicamentos que les salvaran la vida, por no poder pagarlos? ¿Cuántas pospondrían una visita al doctor hasta que estén tan enfermas que tienen que acudir a la sala de urgencias? ¿Cómo afectaría a los enfermos mentales, los discapacitados o los de tercera edad?
  • El presupuesto atacaría a la salud de las mujeres, prohibiendo que fondos de Medicaid financien los servicios provistos por Planned Parenthood. Recortarían servicios que salvan la vida como estudios para el cáncer de los senos o del cérvix y el cuidado prenatal a hasta 2.5 millones de mujeres que dependen de Planned Parenthood y no tienen más opciones debido al costo, o porque no existe otro proveedor donde ellas viven. Dificultaría aún más el acceso al aborto asequible.
  • Les arrebatarían cerca de $200 mil millones en alimentos a un sector de los casi 44 millones de niños, gente de tercer edad y discapacitados, así como a los trabajadores pobres, los sin techo y los enfermos mentales que dependen de estampillas de comida para la ayuda nutricional más básica. Ya de por sí, uno de cada cinco niños en Estados Unidos sufre de la falta de alimentos adecuados. Un estudio reciente (en inglés) encontró que la inseguridad alimentaria en la infancia temprana está asociada con daños al desarrollo cerebral, rendimiento académico menor y hospitalizaciones más frecuentes. ¿Cuántos niños más tendrían que pasar hambre a manos de este régimen?

El propósito del presupuesto de Trump y Pence, con todos sus ataques centrados en los pobres y los oprimidos, es de desmoralizar a las personas y reducirlas al estado de un grupo “menor” despreciado, y de convencer al resto de la sociedad que “se conforme”, aunque de manera pasiva, y así facilite que esta inhumanidad se convierta en la nueva normalidad.

La mentira del “contribuyente ante todo”

¿Cómo “venden” estos fascistas un plan tan despiadado que le dice abiertamente a un sector de la población que tienen la opción de pasar hambre o morir? Según la introducción pronunciada por Trump, este presupuesto “defiende a los contribuyentes muy trabajadores”. Invocar al “contribuyente” en realidad es una necedad que el régimen de Trump y Pence ocupa para convocar a su base social racista más aferrada. La están movilizando con el grito de guerra supremacista blanco: “Que dejen de robarnos a los contribuyentes muy trabajadores a cambio de darles limosna a aquellos ‘flojones’, delincuentes negros y otros oprimidos, y a los inmigrantes que vinieron a Estados Unidos simplemente para bolsear las dádivas del gobierno”.

¿Quién realmente alimenta a quién?

¿Pero de dónde viene toda esta riqueza en realidad? ¿Quién la crea? Durante 250 años prevalecía el horror del trabajo no remunerado de los esclavos en condiciones infernales casi indescriptibles… seguido del siglo de sobreexplotación que impulsó la industria estadounidense, que restringió a los obreros negros a los trabajos más peligrosos, más sucios y peor pagados, los primeros en ser despedidos y los últimos en ser contratados… hasta la actualidad, con la continuación de la discriminación y la opresión del pueblo negro en el empleo y el crédito.

O veamos a los inmigrantes explotados sin piedad, cuyo trabajo crea una tremenda cantidad de plusvalía — primero en sus países de origen y ahora en Estados Unidos, como parte del proceso de acumulación internacional del capitalismo-imperialismo. A los inmigrantes indocumentados les niegan el welfare, las estampillas de comida, Medicaid y la mayoría de otros beneficios públicos. Sin embargo, pagan miles de millones de dólares en impuestos al Seguro Social — para beneficios de jubilación que ellos nunca recibirán. De hecho, “El sistema de Seguro Social se ha vuelto cada vez más dependiente de este flujo de ingresos [provenientes de los trabajadores indocumentados], especialmente ahora que empiezan a jubilarse los que nacieron en el baby boom de la posguerra”[*].

¿Por qué no existe ningún derecho de comer?

Pero la pregunta más fundamental es: ¿Por qué no se garantiza algo tan básico para la moralidad y la humanidad como lo es el acceso a la comida, o a la medicina? ¿Por qué, en el país más rico y poderoso del mundo, no existe ningún “derecho de comer”? Bob Avakian ha hablado muy poderosamente de por qué, bajo el capitalismo, no puede haber ningún “derecho de comer”:

Si eso llegara a ser un fenómeno generalizado —que la gente se llevara algo tan básico como la comida, de la cual tiene una necesidad básica pero para la cual mucha gente no tiene medios para comprar en este sistema—, el sistema se deshilacharía completamente. Por eso —aunque según la ley no es ilegal despedir a la gente de su trabajo y dejar a gente en el desempleo, porque eso de hecho es crucial para la dinámica de la acumulación capitalista—, según la ley sí es ilegal ejercer el derecho de comer sin pagar por lo que se come. Si las personas sí declaran que tienen el derecho de comer, independientemente de la posibilidad de darles empleo de modo que genere ganancias para algún capitalista, las denunciarán al menos algunos representantes y voceros de sectores de la clase dominante por "flojos" y "no merecer nada" (Los pájaros no pueden dar a luz cocodrilos, pero la humanidad puede volar más allá del horizonte, Primera Parte: REVOLUCIÓN Y EL ESTADO).

Es criminal y genocida lo que el régimen de Trump y Pence busca con este presupuesto. No podemos permitir que se convierta en la “nueva normalidad’. Que lance un toque de rebato, más urgente que nunca, a sacar del poder a estos fascistas. ¡No normalicen… No se acomoden… No se concilien… No colaboren!

 

[*] “The Truth About Undocumented Immigrants and Taxes” (La verdad sobre los inmigrantes indocumentados y los impuestos), Alexia Fernández Campbell, The Atlantic, 12 de septiembre de 2016. [regresa]

 

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