La declaración de Trump: Un montón de supurantes palabras de un fascista de doble faz

Toby O’Ryan

13 de agosto de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El sábado 12 de agosto, unos supremacistas blancos armados merodeaban desmandados por Charlottesville, Virginia, o por lo menos intentaron hacerlo. Los contra-manifestantes no armados les pusieron a correr, hasta que uno de esos maleantes cobardes les aventó el carro y mató a una de los manifestantes e hirió a muchos más.

Y ¿qué dijo el Mussolini anaranjado, cuando por fin salió a comentar algo al respecto? ¿Condenó el despliegue descarado de la supremacía blanca y el nazismo que duró dos días? ¿Criticó a los golpeadores que desfilaron por las calles con armas automáticas en un intento de intimidar y amenazar a aquellos que se les oponían? ¿Denunció el acto esencialmente terrorista de arrollar con el carro a una multitud de civiles pacíficos que caminaban de espaldas al carro? ¿Fingió tan siquiera, por hipócrita que fuera, darle el pésame a la víctima asesinada? ¿Pidió que el perpetrador fuera detenido expeditamente y castigado severamente?

Es más: ¿Se responsabilizó en lo más mínimo por haber creado y azuzado el racismo violento de ese tipo — por ejemplo, durante los mítines de campaña donde él repetidamente incitó a la violencia contra los manifestantes y la prensa, y aplaudió y hasta ofreció pagar los gastos legales cuando sus secuaces se le amontonaban y golpeaban a un manifestante?

Nada de eso. No dijo ni una palabra sobre la persona muerta. No dijo ni una palabra sobre el racismo, la supremacía blanca, ni el nazismo. En vez de eso, condenó el odio y la violencia desde “muchos lados” — por cierto, repitió esa frase “muchos lados” dos veces, por si acaso uno no haya captado que él estaba equiparando los nazis y klanistas descarados con los manifestantes. Equiparando a aquellos que le avientan el carro a una multitud que iba de espaldas, aquellos que trajeron armas y gas pimienta y escudos, con los que se les opusieron con valor. Equiparando a aquellos cuyos antepasados históricos y modelos esclavizaban a millones de personas durante generaciones en el Sur de Estados Unidos y/o exterminaban a millones por ser de otra raza no estadounidense —perdón, quería decir no alemana— con los que se unieron para luchar contra el racismo. Es como si se equipara a un asesino-violador con una de sus víctimas que trató de oponerle resistencia — “hay violencia desde muchos lados aquí, muchos lados”.

Sobre su responsabilidad, dijo que el problema empezó antes de su mandato y de ahí metió a Obama, como para decir que Obama también incitara a la violencia a los que son, a los ojos de Trump, “el otro lado” (siendo el caso todo lo contrario, porque Obama notable y continuamente les decía a sus seguidores que se alejaran de las calles, que no protestaran, y que se echaran la culpa a sí mismos si no podían superarse). Como si eso fuera poco, Trump aludió indirectamente a la violencia trágica en la población, violencia que le encanta aprovechar (y exacerbar), mencionando a los niños que temen salir a jugar — lo que no tiene nada que ver en absoluto con lo que ocurrió en Charlottesville y sólo sirve para sembrar confusión y combinar todo bajo su impulso hacia un estado policial.

Tema al cual de inmediato le entró: que “lo que es vital es la rápida restauración del orden público” — en otras palabras, todo el paquete que Trump ha promovido de la renovación de la guerra contra las drogas, la intensificación de la encarcelación en masa y el estímulo abierto de la violencia policial, el aumento de los castigos por protestar que sus secuaces están aprobando en un estado tras otro, la severa reducción de derechos legales que ya puso en marcha el Departamento de Justicia bajo Sessions, y las maniobras de gran alcance hacia la eliminación de todo disentimiento y protesta.

Trump, por ser fascista (y el narcicismo egocéntrico es una parte central del paquete fascista), no pudo hablar ni un minuto acerca del ataque sin caer en fanfarronadas de que todo anda de maravilla bajo su mandato.

Pidió que las personas se respeten las unas a las otras y “aprecien nuestra historia juntos”. En serio, ¿quién podría creer que Trump ignorara que el gran tema de estos nazis, klanistas y racistas de toda suerte era la defensa de la estatua de Robert E. Lee, bajo la bandera de defender nuestra “herencia”?

Pidió que la gente se uniera a base del amor a la bandera y el amor a Dios — otra vez, términos los que enarbolan las mismas personas que movilizaron el mitin y cometieron la embestida. Incluso logró encajar su consigna fascista “Estados Unidos Ante Todo” en su declaración antes de concluirla.

Pero, no lo subestimemos. No es que Trump vaya dando tumbos y “perdiendo una oportunidad”, como dijo Van Jones, que no se cansa de dar disculpas por Trump ni conciliarse con él. No. Trump sigue redoblando esfuerzos con su programa fascista — sólo que lo hace con omisiones conscientes y hablando en código. Y se prepara para aprovechar el horror para fomentar su programa.

 

 

Se necesitan: Voluntarios para revcom.us y Revolución

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.